martes, octubre 31, 2006

111 - LA TANDA

-No, el siempre ha sido muy jodón.
-¡Mirá, mirá! Viene otro mensaje. Dale entrada para que empiece.
Magda tomó la birome y el cuaderno. Manuel dio la entrada y las letras se empezaron a precipitar sobre la flaca, cuya birome al rojo hacía estragos en las hojas para acompañar la velocidad del flujo.
-¡Uh, que pavada! ¿Sabés qué es…?
-No que voy a saber.
-Dice así:
“ESPACIO SEDIDO PARA PUBLICIDAD- El señor Abelardo Goiticoechea no se hace responsable por las opiniones vertidas en este espacio.- Por cualquier reclamo dirigirse a Corporación Mandinga y Asociados. Post Box Vic YPF Pluna 234/987/&33/&zzz”
Los guijarros se habían quedando haciendo ceros por un momento y después cayeron.
-¡Se cortó! Eso parecía como un título…
-Capaz que después sigue… Mirá, ahí están otra vez bailando! Dejame que te ayudo.
-Bueno, andá cantándolas que yo las escribo.
Trabajando de a dos la cosa era más fácil. Podían ir escribiendo las letras al mismo tiempo que aparecían, sin correr el peligro de saltarse alguna o escribirlas equivocadas. Al cabo de un momento en las hojas del cuaderno se podía leer lo siguiente:
“Noticia cósmica de último momento.- Según versiones recogidas por nuestros espías en el comando central del viejo tirano, este estaría viviendo sus últimos años y próxima su muerte, en los corrillos de palacio se especula ya con la sucesión, que esta vez se pelea desde hace un siglo mediante trampas y traiciones entre los principales arcángeles, que han incluido hasta dejar que cayeran en nuestro poder cohortes enteras de ángeles, con tal de debilitar las posiciones de algún contrincante.”
“Las luchas internas continúan y se incrementan sobre el telón de fondo de la Lucha Liberadora en la que estamos empeñados y de cuyos progresos seguiremos informando en sucesivos informes.”
“A partir de este momento termina el espacio cedido para publicidad y toda la responsabilidad vuelve a ser del señor Abelardo Goiticoechea. FIN DEL ESPACIO DE PUBLICIDAD”
Se cortó la línea. Ellos recordaron el hambre que tenían, fueron desenvolviendo las provisiones y poniéndolas sobre la mesa. Al queso lo empezaron a pellizcar, la caja de vino fue abierta, la mayonesa puesta a un lado y los escarbadientes… Los dos a un tiempo quisieron agarrar la latita de paté y se agarraron las manos con la latita adentro de la mano más de adentro. La de Magda que sentía la forma y frialdad de la lata entre sus dedos y los dedos cálidos de Manuel por fuera, con sensualidad agradecida de que sus dedos no aflojaran sobre los suyos y legitimaran las cosquillas disuasivas para hacerlo soltar aquello que no quiere ser soltado, pero que lo es entre los estertores de la cosquilla porque otros son los lugares que se toman y se tocan o se entregan a medida que los miembros se van soltando liberados por las notas que las cuerdas de los nervios empiezan a vibrar.
Los guijarros se pararon sobre el tablero y empezaron otra vez a bailar. Manuel los guardó en la bolsita y la bolsita en el cajón de la mesa…



lunes, octubre 30, 2006

110 - Escenas de la Vida Real

Cuando se inició un verdadero diálogo Abelardo notó cierta lentitud en las respuestas y creyó que a los muchachos les estaba faltando un poco de práctica en el trabajo de interpretar el baile de los guijarros. Al menos eso les dijo en un último mensaje antes de mandarles un largo texto para que practicaran. No les dio más explicaciones.
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Texto que mandó Abelardo:
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La familia real estába compuesta por tres miembros: Padre, Espíritu Santo e Hijo.
El Padre era un viejo decrépito, rezongón y orgulloso,que triunfó en la guerra pero nunca en el amor. Terminada la guerra recorrió los territorios conquistados en busca de una compañera, pero nunca la encontró. Un poco por su maniática costumbre de buscarle defectos a las pocas candidatas que aparecían. Pero también, y mucho más porque las diosas y semidiosas huían de su presencia como si fuera la peste. Así fue que se terminó casando con una paloma.
Era una paloma grande, casi del tamaño de un pavo y tenía un nombre curioso, Espíritu Santo. La Espíritu Santo –porque era bien femenina a pesar de su nombre- se sentía por encima de todos cuando sobrevolaba sobre las cabezas y curioseaba en los lugares más inapropiados. El bautismo de su hijo Cristo, la decapitación de Zalomé o la destrucción -de un solo soplido- de la casa mal hecha de uno de los tres chanchitos. Siempre aparecía en la foto, en lo alto, ya fuera del lado derecho o del izquierdo, aunque con más frecuencia en el medio y lanzba rayitos de beatitud sobre la escena. Con las alas abiertas, mirando para abajo, seguro que registrando los hechos para después contarlos.
El Hijo les salió un tiro al aire. Bien que en realidad no nació de un huevo de la paloma –sufría de una obstrucción congénita del oviducto- fue ella la que trasladó e inseminó a una sierva, Ave María –muy conocida por su invención del baño- el único espermatozoide que los médicos divinos pudieron extraer con sopapas de las atrofiadas gónadas del anciano guerrero.
Tal vez por no tener muy clara la imagen materna- pues siempre sus madres le decían que no rompiera los huevos y se le alejaban volando, fue que se dio a prácticas no muy santas fuera de la vista de sus progenitores. Un mal día, por ejemplo, el arcángel San Miguel encontró al joven Cristo en pleno coito con una gallina!
-¿Qué hacés, degenerado?- le dijo-.¡ Podría ser tu madre!
-Cual madre. ¿Ave María o la paloma?
-Cualquiera de las dos. Ya te ha dicho tu padre que esas cosas sólo las puede hacer él.
-Pero Miguel, si esta gallinita él ni la conoce. Yo la he criado en mi aposento.
-Igual. ¡Todas las aves son animalitos de Dios!
-¿Y entonces…yo qué hago?
El viejo Miguel no tuvo respuesta. Fue entonces que Cristo abandonó sus dos casas. La del Señor porque era tratado allí como un entenado y la de Ave María porque lo trataba como a un dios.
Deambuló por la tierra. Se hizo amigo de los hombres- entre los que conoció el hambre, el frío y el cansancio. En un principio sólo pescadores que lo llevaban en chalanas a pescar y a la vuelta a asar los pescados y a tomar el vino. Después se fue haciendo amigos en los pueblos, conoció las fiestas y de vista las mujeres… Su mejor amigo era en esa época un tal Lázaro, generoso propietario de una generosa finca y de un par de hermanas de generosas formas.
En la casa d Lázaro corría el vino por los gargueros y era frecuente que terminara todo el mundo mamado y alegre durmiendo bajo los árboles del huerto. Un día tanto habían tomado que se acabó el vino y Cristo quiso hacer una de más. Como de broma, llenó un tonel con agua sucia y dijo a sus amigos que era vino. Sus amigos, tan borrachos estaban que no notaron diferencia , pero Lázaro tomó demasiado y al rato cayó al suelo completamente muerto. Las hermanas corrieron, entre llantos, a enterrar su hermano bajo una pesada piedra para volver enseguida frente a Cristo a rasgarse las vestiduras y tirarlas e implorarle al joven que lacerara sus carnes y las penetrara como castigo por haberlo deseado, siendo como era el mejor amigo de su difunto hermano, pecado imperdonable pero exquisito.
Cristo se sintió muy alagado por aquellas palabras y sintió por cierto un gracioso cosquilleo en el estómago, pero pudo más el sentimiento de la amistad y corrió a rescatar a Lázaro de la tumba, para traerlo de nuevo al seno de su familia y al entorno de los amigos y continuar la fiesta. Comieron durante tres días perdices y al cuarto…lo bajaron de nuevo a la tumba, ya que nadie sufría más aquella pestilencia.
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Al terminar de leer lo que había quedado escrito en el cuaderno, Magda levantó la mirada hacia Manuel.
-¿Se habrá vuelto loco?



sábado, octubre 28, 2006

109 Espartaco, la Patria o la Tumba.

Dejaron las provisiones sobre el fogón y fueron a armar el juego de los guijarros. Manuel puso a funcionar el pentágono del medio y se puso a colocar por primera vez los guijarros que no daban chispas. Los iba poniendo en distintos lugares hasta que en uno, al soltarlo, se ponían a girar por su cuenta. Así con cada uno hasta que todos bailaban.
-Ahora viene lo bueno. ¿Ves que arriba queda un lugar libre como para otro pentágono? Bueno, ahí tengo que meter los dedos de la mano izquierda. Esa va a ser mi manera de manejar todo el tablero.
-¿Y qué tenés que hacer con los dedos ahí?
-Abuelo me explicó que puedo ponerlos, sin cambiar la posición de la mano, de 32 maneras distintas y… Cada posición es una orden distinta que le doy a las otras piedras. Si no toco el tablero, les estoy diciendo “cero”, que quiere decir que estoy esperando o recibiendo un mensaje.
-¿Cómo que estás diciendo cero…? Cuando vimos las letras…¡Cero tiene cuatro letras!
-Pero el dibujito de cada letra es en realidad un número… ¿Te acordás de la A que era la primera piedra girando a la derecha…? Pero eso no importa…Lo que importa es que lo de arriba con los dedos son números y a cada número corresponde una orden…
-Creo que voy a entender.
-Bueno. Ahora podemos recibir de a cinco letras por vez. La del medio es la primera y siguen las otras en el orden en que giran las agujas del reloj.
-¿Y si es una palabra de más letras?
-No hay problema, después que se forma el primer círculo de letras, la primera pasa a ser la sexta, la segunda la séptima y así hasta que aparezca un cero que es la señal de que la palabra terminó.
-Sí, la separación entre palabras. ¿Y si ahí termina el mensaje?
-Para terminar el mensaje tenés que marcar 3,2,1 , que es lo mismo que decir c,b,a, tres veces seguidas. Y al comienzo se marca 1,2,3 o a,b,c, también tres veces.
-¿Y si probamos de recibir una mensaje ahora? Tal vez tu abuelo te esté diciendo algo…
Manuel apoyó los cinco dedos de la mano izquierda en el tablero y los levantó durante un segundo. Los apoyó otro segundo y los levanto. Así tres veces diciendo 0,31,0,31,0,31 que era el código de comienzo de la escucha. La flaca abrió el cuaderno.
Enseguida la información comenzó a fluir.
Abc_a/bc_ab/c_abc/_orie/ntale/s_la_/patri/a

o_l/a_tum/ba
_li/berta/d_o c/on_gl/oria_

/morir/_cba_ /cba_c/ba___
-¡Nos mandó el himno!
-Ha de ser sólo para probar.
-¿Y si ahora le hacemos una pregunta?
-Bueno, esperá…¿qué le preguntamos?
-Preguntale tu nombre, así sabemos que es él.
Manuel escribió con mayúscula en el cuaderno: COMO SE LLAMA TU NIETO y pidió a Magda que le fuera diciendo para cada letra cuales eran las piedras que giraban a la derecha. Sólo eso.
La flaca entendió su intensión al toque.
-Primero la c, primer y segunda posición. Después la o, quinta posición. Sigue la m…
El equipo funcionaba muy bien y al cabo de
un par de minutos tenían la contestación de Abelardo escrita en el cuaderno:
MANUEL ESPARTACO AQUELARRE GOITICOECHEA

viernes, octubre 27, 2006

108 - A Dios Sólo Llegan los Ricos

No había andado ni una cuadra cuando a la luz de una esquina reconoció a la flaca que venía hacia él. Levantaba los brazos y señalaba algo como queriendo advertirle o tal vez a comunicarle alguna cosa que en su ausencia hubiera ocurrido. Un poco más cerca ya empezó a hablar a gritos.
-Vi un resplandor arriba tuyo! ¿Qué pasó?
-Ah, lo viste? Entonces me vas a creer que vengo de encontrarme con el abuelo en el cielo.

-¿Cuándo?
-Toda la tarde… Quiero decir que varias horas, pero aquí… Seguro que viste un solo resplandor…
-Entonces tu abuelo está en el cielo?
-No, sólo fue a rescatarme. El Diablo bombardeo el cielo con mierda y él aprovechó la confusión para sacarme en su cachilo de papel.
-¡Ah, qué tarado! Me estabas jodiendo…!
-¡Magda! Me acabo de bajar de la bola del abuelo Abelardo. Es decir de Oesterheld, que se la prestó para eso.
-¿Pero qué hacías en el cielo?
-Me tenían agarrado. Quieren que denuncie a los pecadores… o algo así…
-¿En el cielo, frente a Dios?
-¡No, qué Dios! A Dios sólo llegan los ricos. A uno como nosotros lo hacen pasar por un montón de oficinas llenas de pelotudos que te piden siempre tu número, tu carné y esas cosas… Pero che, cambiando de tema… En casa no ha de haber nada para comer y yo ando muerto de hambre…
-Pasamos por el autoservicio del chino… Pero contame. ¿Qué te dijo tu abuelo?
-Uh! Un montón de cosas… Me enseñó cómo se usan las piedras. Las veinticinco! Es un poco complicado pero después vamos a probar.
-¿Y Dios, qué hacía?
-No te digo que no lo vi ?
-Quiero decir cuando el Diablo bombardeaba… Los santos, los ángeles, ¿no hacían nada?
-Primero se cagaron tanto que no sabían para dónde rajar, después… Bueno, yo no lo vi pero dice el abuelo que se defendían con unos cañones viejos que disparan oraciones. La bola del abuelo tenía un agujero que le había hecho un “gloria”, que es una pequeña oración. El lo había remendado con varios pedazos de papel higiénico pegados con engrudo, pero dice que si en vez de ser un “gloria” le hubieran dado con un “padrenuestro” no hubiera contado el cuento. Ni decir del daño que puede llegar a hacer un “credo” o alguno de esos rezos en latín que son un verdadero plomo… Claro que la defensa que estaban haciendo era muy improvisada. El ataque los agarró desprevenidos, fijate que no llegó a despegar ni una de las escuadrillas de arcángeles que están artilladas con ristras de “rosarios” que revolean y tiran como boleadores y arrasan con todo lo que encuentren en su camino… Hablando de ristras, el abuelo me contó algo gracioso. ¿Sabés por qué los del cielo andan siempre prendiendo incienso?
-Yo qué se…
-Para tapar el olor a ajo! Resulta que son muy supersticiosos, creen que el ajo espanta a las serpientes y como suponen que el diablo es una especie de serpiente, meten ajo en todos lados…Después se asquean de tanto olor a ajo… ¿No te parece gracioso…?
-No. ¡Ja!



jueves, octubre 26, 2006

107 - Estrellas de Neutrones


-Bueno, pero ¿y los viajes en el tiempo?

-Eso es más fácil. Sólo hay que ajustar el segundo parámetro temporal a noventa grados.

-¿A noventa grados?

-Claro. Pero ojo que no es un viaje en el tiempo tipo Regreso al Futuro. Es tomar…cómo decirte? Sería…como doblar en una esquina del tiempo y volver a él después de haber hecho un recorrido por otro tiempo, por otras calles… Pero es inevitable que algunas funciones de onda colapsen y se produzcan diferencias entre el plano de realidad que queríamos sintonizar y el…

-¡Abuelo…!

-Te quiero hacer entender que no confíes demasiado en esos futuros o pasados que visites con estos cachilos. Pueden ser mundos paralelos al que vos buscabas, aunque las diferencias no sean muy importantes.

-Bueno, yo en realidad no me preocupo porque siempre he vuelto al mismo momento en que me habían raptado. Lo único que no me gusta es que esos de Dios parece que quieren cambiarme la vida. En algunos momentos me hablan como que me estuvieran amenazando…
-¡No les des bola! Son unos mentirosos que se la creyeron porque durante los últimos tiempos han tenido la sartén por el mango. Mataron a las brujas, a los indios americanos y tiraron bombas sobre Hiroshima y Nagasaki… Sí, no te sorprendas. Son todos lo mismo. Los poderosos viven en paz entre ellos sólo cuando no ven la forma de destruirse o dominarse… Ahora estamos en guerra otra vez.

-El Diablo contra Dios.

-Sí, aunque es un poquito más complicado. Ahora intervienen un montó de pequeños aliados al Diablo que antes estaban con Dios… Allá, como unos seis mil años antes de Cristo, cuando se libró la última gran batalla que incluso fue vista en los cielos de la tierra… Además ahora intervienen los Espíritus Oscuros, que no son una banda de rock, sino unos espíritus raros que gustan de merodeas las…

-¡…estrellas de neutrones. Me acordé!

-¡Buenísimo, Manuel! De dónde lo aprendiste?

-De un hombre que te conoce. Ernesto Federico de Oliveira…

-¡El mismísimo Mem! ¿Lo conocés? Un tipo pintoresco…podés confiar en él.

-Me salvó de una bola celestial.

-¿Y qué querían de vos?

-No se… Querían que me vendiera a ellos. Eso es lo que les entiendo…como este ángel de hace un rato que me quería hacer jurar que iba a denunciar a mis amigos. ¡Qué hijo de puta!

Y así mientras el huevo de papel interceptaba los planos astrales, curvaba los objetos en el sentido de la contracción del tiempo y vibraba en la cuerda cósmica del escape rápido, la conversación siguió largamente pasando por todos los temas posibles de ser hablados en dos horas, que fue el tiempo que estuvieron encerrados en aquel capullo de seda y del que Manuel iba a salir transformado en mariposa, con sus propias alas para volar.

Al cabo, la bola abrió su puerta corrediza, nieto y abuelo se dieron un último abrazo y Manuel retomó su paso largo rumbo a casa y la búsqueda interrumpida de la flaca.




miércoles, octubre 25, 2006

106 - LAS BOLAS DEL DIABLO

Se acercó aun más al comienzo de la escalinata. Bajó la vista conteniendo un atisbo de vértigo y se decidió a bajar con cuidado aquellos infinitos escalones pero, un nuevo elemento, un silbido penetrante que parecía provenir de arriba y venir bajando le hizo levantar la mirada de nuevo. Fue entonces que vio por primera vez las negras bolas del diablo. Eran imponentes, negras y medio bruñidas. Se estaban tirando en picada sobre la extensión de aquel parque temático bíblico y la multitud de turistas japoneses que intentaban huir para salvar sus cámaras de la mierda que venía salpicando a cada nueva explosión de las múltiples bombas que como huevos amargos dejaban caer las bolas por todos lados... De pronto vio algo distinto. Una de aquellas bolas negras vino en picada sobre su pirámide, sin tirar ninguna bomba, pero haciendo una brusca levantada antes de estrellarse, que fue el momento en que pudo verle en la panza aquellas tibias cruzadas y pintadas de blanco pirata…Se levantó vertiginosa y detrás dejo al descubierto que la seguía, haciendo similar trayectoria, otra bola mucho más chica, descolorida y remendada, que venía sofrenando su caída tanto que al momento quedó a suspendida a un metro del suelo, abriendo una puerta corrediza y dejando ver en su interior al abuelo Abelardo que le hacía señas de que se acercara.
Manuel no se hizo rogar. En tres saltos de canguro llegó y se zambulló adentro de ese capullo salvador donde se reencontró con los brazos del abuelo; sólidos y concretos como habían sido siempre.
-Manolito!
-Abuelo!
La puerta corrediza se cerró enseguida y la inercia estaba diciendo que la bola aceleraba haciendo incómodo mantenerse de pié porque… era el modelo económico! Ni asientos ni nada.
-¿Quién maneja esto?- preguntó Manuel cuando se logró levantar del revolcón que le produjo una brusca curva cerrada.
-No te preocupes. Los movimientos están programados usando saltos continuos entre el primer y segundo tiempo según lo que sea más conveniente en cada caso.
-Pero vos me habías dicho que no tenías nada que ver con mis traslados…
-Es que recién me vengo a enterar de que el boludo de Germán había perfeccionado este modelo de T.O. y que con él te había llevado a algunos lugares.
-Otras veces han sido bolas enormes a todo lujo…
-Sí, me confesó que con ayuditas de algunos amigos te había logrado colar en naves de línea.
-¡Mirá si me dejaban en otro lugar o me metían preso!
-Ah, Germán es así! ¿Vos te creés que lo pensó? El es un entusiasta compulsivo, pero un gran tipo. El único buen amigo que mantengo después de muerto.
-Entonces… estás muerto nomás?
-Sí… Para tu tiempo y tu mundo estoy muerto, qué duda cave. Pero no te preocupes, esto del segundo tiempo está buenísimo!
-¿Y qué hacés ahí?
-Ahí no. ¡Aquí! Vos estás ahora en el segundo tiempo aunque no captes las diferencias. Construir este T.O. en tu mundo es casi imposible… ¡Si lo habré intentado!
-¿Y por qué…?
-Porque allá las leyes físicas son distintas. La gravedad, por ejemplo es más débil a causa de haber sólo cuatro dimensiones desarrolladas. Un imán de aquí atrae casi tanto por gravedad como por magnetismo.
-¿Pero la gravedad no es lo que hace que las cosas caigan?
-Claro Manuel. Pero el T.O. produce su propio campo a partir de los campos energéticos que nos rodean. Es un transformador de campos volante.
-¿Un T.C.V. entonces?
-No. Un T.O. Que uiere decir: Transportador Ovoide.



martes, octubre 24, 2006

105 - Me quiero ir pa mi casa!

De los ojos del arcángel salieron dos largas lenguas de fuego que llegaron a chamuscar las pestañas de Manuel así como sus oídos fueron lastimados por los insultos que por lo bajo, aunque no tanto, lanzaba la boca del alado. Maldiciones y simples puteadas mezcladas con amenazas, que por ser quién las decía, no eran de tomarse en balde. Entonces comprendió que no le iban a contestar su pregunta de hasta qué punto podía comprometer un juramento como ese, arrancado en tan especiales condiciones. Sólo por haber quedado medio idiota por la caída en los abismos negros era que se le había ocurrido preguntar esa estupidez que nadie estaba voluntario en contestar… ¡Nada menos que frente a las cámaras de la Cadena del Eterno! ((( ¿y si lo mando al carajo frente a la cámara?)))-((( Ja, ja. ¡Me capan!)))-todo eso pensó y…- Entonces los dioses también temían algunas cosas… ¿Al diablo? No, que le iban a temer a los diablos si ya los habían cagado y mandado a los abismos! Sería tal vez a los que sintonizaban la Cadena del Eterno? La opinión Cósmica de todos los ángeles y los muertos idos al cielo. El viejerío comesantos de todos los tiempos que miraría el espectáculo tridimensional con un rosario en la mano y persignándose a cada escena “fuerte” como la niñita llorosa que por fin a encontrado su madre perdida…
Se había producido un silencio y seguro que el ángel acababa de hacerle otra vez la pregunta y estaba pasando el tiempo durante el que razonablemente debería responder “Sí, juro.” Si era que él quería jurar aquello puesto que no sabía hasta qué punto un juramente arrancado así en esas especiales circunstancias lo podría comprometer a…Bueno, él agarraba y juraba y se acabó!
Pero cuando levantaba ya la mirada para enfrentar al ángel y decirle “Sí, juro.” Fue que por casualidad su mirada se enfocó en aquel trasero espacio entre dos pesadas columnas de mármol donde una figura de macaco peludo saltaba y hacía señas con ambos brazos y con la cabeza de un lado a otro como diciendo NO, no… ¡Era la misma cara del abuelo Abelardo! Y era él, en persona. ¡Qué casualidad….! Y qué oportuno…
-No señor ángel. Yo no juro nada!
-¡Satanás! ¿Osáis acaso negarte a servir al Señor?
-Andá a cagar. Yo me quiero ir pa mi casa!
Se armó bruto relajo. El ángel se puso tan nervioso que saltaba sobre los cables de transmisión e intentaba cortarlos olvidando que las cámaras eran autónomas y flotaban en un campo de plasma de baja densidad sobre las cabezas del angelerío –que como se sabe tienen alas de pacotilla- lo que les da una agilidad vertiginosa para captar la imagen justa en el momento más justo en este mundo tan injusto. Pero había que disimular los movimientos –de eso se había olvidado el ángel- para no crear patrones visuales de situación panicosa que ipso facto atraerían al lente tridimensional de alguna cámara para lograr el mejor ángulo dentro del punto de interés emergente! No se podía cortar la transmisión de las imágenes aunque sí el sonido, como se hizo para el momento que se sentía la primera de una serie de explosiones cada una más cercana que la otra. Probablemente no se llegó a emitir más que la primera o a la sumo la segunda pero nada del griterío angelical y el barullo de aleteos al pedo que sucedieron al momento que se corrió la voz de que estaban siendo bombardeados otra vez por el Diablo. Eran bombas de mierda las que caían y explotaban largando su materia fecal por sobre aquella magnífica ciudad de Dios, sus pirámides y sus jardines. Bombas de mierda de un poder cagático inconmensurable, como estaban ya casi acostumbrados en los últimos lustros aunque nadie fuera capaz ni en los cielos ni en la tierra de acostumbrarse a aquel asqueroso olor que todo lo iba penetrando por mucho que las supermangueras robóticas lanzaran océanos de agua florida sobre las pirámides y sus merodeadores que entre otras cosas lo que sí estaba logrando era que muchos resbalaran escaleras abajo y fueran a dar allá en el valle dónde un amazonas de mierda fluía arrastrando un guiso de alas y de liras.
Manuel comprendió que se había quedado solo. Se habían olvidado de él en el apuro por protegerse cada cual a su manera y tenía que aprovechar el momento para intentar irse de allí… Por dentro de la pirámide misma seguro que habría alguna salida pero… prefirió acercarse al borde de la plataforma y encarar los infinitos escalones de la bajada…

lunes, octubre 23, 2006

104 - S.C.B. (Sin Código de Bautismo)

En la cúspide lo esperaban dos guardias revestidos con chapas de oro que tomaron el relevo de los ángeles y le condujeron, casi de arrastro, hasta el interior del templo que claramente estaba construido con luz maciza. Adentro no había altar sino un escritorio y detrás un funcionario vestido de blanco hasta las patas, con una piola alrededor de la cintura y una cara que daba más para el aburrimiento que para la devoción.
-¿Código de bautismo?
-…
-Te estoy pidiendo el código de bautismo! ¿Sos sordo o idiota?!
Manuel miró para atrás pensando que… Pero los guardias se habían ido y le habían dejado sólo con aquel estúpido fraile.
-¿A quién le hablás?
-A vos pelmazo. ¿Me vas a decir o no me vas a decir el código de bautismo?
Manuel, en su intento de avanzar, chocó de frente contra una pared energética que aparte de darle dolor, sonó como un gong y le rechazó marcha atrás dejándole más furioso que al principio.
-¡No te digo nada, qué te viá decir, pelotudo!
El fraile sólo sacudió la cabeza y apretó enseguida el botón rojo que tenía sobre el escritorio con lo que debajo de los pies de Manuel se abrió una repentina compuerta que lo abandonó a un vacío cada vez más oscuro, por dónde empezó a caer aceleradamente y a escuchar en la caída aquella voz propia de un cuco que le iba diciendo. ¡Olvídalo! ¡Olvídalo! ¡Olvídalo todo! Hasta que de golpe se estampó otra vez, como fruta podrida, en la explanada del frente.
En cuanto pudo pararse, enfiló con paso cadencioso y zigzagueante hacia el interior donde se acercó, aunque no demasiado, al escritorio y tontamente sonrió al fraile quien muy amablemente le solicitó si recordaba su número de bautismo o lo que es lo mismo su código compactado o…
-¿En cuál lugar del cuerpo se lo tatuaron?
-No se, no me acuerdo.
-Reprogramación. Escalera tres a la izquierda. Desde ahí lo van a conducir a su nuevo bautismo.
Manuel salió caminando como si supiera para dónde y para qué…Suerte que había cesado aquella música de trompetas desafinadas que cuando le traían por la escalera le había hecho trilar los dientes contra los dientes. Ahora se escuchaba por la red de parlantes “Chiquitita” de Abba… Después de subir la tercer escalera vio un cartelito medio despegado que rezaba “REPROGRAMACION DE REPROBOS” Levantó la mano y apretó el timbre que se veía junto al cartel. Al hacerlo se terminó la luz, quedando sólo un punto luminoso frente a su frente, titilante y vital. Y la música de Abba, como allá en la casa de su abuelo, cuando ponía aquel disco de vinilo que Abelardo cuidaba mucho por ser el regalo de una persona querida, tal vez su abuela a la que recordaba haber visto una sola vez por la avertura de una especie de venta desde la que ella le sonreía viéndolo jugar en el patio… Pero la imagen de la abuela se le borroneaba de la vista mental..¿Por qué se le borraba? Algo que se le… y habían otras cosas …
Dos guardias lo llevaban simulando que era él el quien caminaba pasitos cortos intercalados con largos, cuando ellos le inclinaban el cuerpo para un lado y el otro de modo que una pierna boba quedara libre cada vez y se fuera sola hacia delante cuando ellos a su vez le inclinaban en ese sentido. Seguro que parecería un muñeco estúpido, pero no importaba demasiado, las únicas cámaras de video tridi que andaban a la vuelta eran de aficionados o a lo sumo de pequeñas empresas que trabajaban por encargo de arcángeles de provincia.
Una vez que llegaran al borde de la pirámide dorada, es decir al extremo más alto de la escalera, la cosa iba a cambiar. Allí esperaban los reflectores de la Cadena del Eterno, ya encendidos y los asistentes que revoloteaban ajustando detalles de la escena y el maquillaje de los dorados rizos del arcángel que oficiaría, en nombre del altísimo aquella ceremonia. Uno de los maquilladores vino corriendo hasta Manuel, le hizo oler un elixir revitalizante y le maquilló con gran arte sus ojeras usando un tono pastel castaño que quedaba como nacido, a pesar de que sin querer se le había entreverado alguna nadita de brillantina tipo tarjeta de navidad.
Adelantaron a Manuel hasta el primer plano y los guardias se alejaron respetuosamente al llegar a escena el arcángel… (Recientemente ascendido por méritos de valor en la guerra cósmica) El arcángel…(¡Que cara de hijodeputa!) El arcángel Filiisdei, quién iniciaba ya la ceremonia.
-¿Juráis por Dios nuestro señor, que te arrepentís de tus pecados y prometéis colaborar con su obra en tanto y en cuanto se te sea solicitado y que obrareis en todo como si nada hubiese sucedido, descubriendo así entre tus amigos a los enemigos del señor?
-¿Si juro…?


domingo, octubre 22, 2006

103 - Talones sucios.

Por fin marcaron día y hora para la próxima reunión y salieron al aire libre. Ernesto Federico de Oliveira e Souza les invitó a pasar a la casa a beber un aperitivo pero ellos dos a un tiempo alegaron apremios de tiempo y que otro día será. Eso fue llegando al portón, ahora desvencijado, pero en otro tiempo sólido y hermoso como hermoso habría sido el seto de ligustros más allá del muro que enmarcaba el portón. Desde allí Ernesto Federico regresó al interior de su tétrica vivienda y ellos caminaron para el lado del kilómetro 21, Gianastasio y avenida Becú, donde el licenciado tomaría su ómnibus para Montevideo y Manuel tendría que empezar a pensar en dónde podría estar la flaca a esas horas. Tenían que caminar unas cuadras y hablar de algo. Giorgionne eligió seguir con el tema del lenguaje de los Tucu tucus. Se había quedado en eso, se disculpó de tal vez haber estado distraído un momento antes en la caverna. Era que el encontraba fascinante eso de que existieran seres que se comunicaran todo el tiempo, mientras realizaban sus tareas y continuaban viviendo. ¡Debían ser tipos tranquilos! De otra manera el dialogo se cortaría cuando uno sintiera que el run run de los otros venía con críticas para él. Pero por otra parte parecía que habían descubierto un método para perfeccionar los pensamientos. Para lograr que un pensamiento llegara a la perfección de sus posibilidades. Para que ese pensamiento lograra expresar a ese pensamiento mejor que ningún otro pensamiento. A Giorgionne la felicidad se le salía de la cara. Era aquella una aventura hecha a su medida. Pertenecer a una organización de Maquis junto al extraño Seu Ernesto Federico y este muchachito Manuel, cuya historia novelesca parece ser más cierta que mentira. Porque si fuera mentira el tipo tendría que ser un genio para inventarla y, como por otra parte tonto no parecía, hubiera encontrado la manera de sacar algún beneficio de la habilidad… 

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 -Ahí lo tienen al pardo ese, otra vez lambisqueando a la gente importante! Ahí va con el doctor de la policlínica. ¿Qué se tiene que ir a meter con la gente? Si hasta parece que fueran amigos. Ja! ¿Quién lo ve? -Pero ese es el doctor que cura los locos. ¡Lo han de estar tratando! El siempre fue medio mental. ¿No lo vieron el otro día, el día de aquellos chaparrones, no lo vieron revolcándose en el barro con la flaca esa que anda con él? ¿No lo vieron? -No yo no vi nada. Pero no importa, aunque haya sido así, ¿a vos qué te importa? ¿No ves que sos un viejo chismoso que criticás por envidia! 

 ----------------------------------------- “La envidia es un placebo. Al no obtener el objeto deseado que nos daría placer, derivamos el placer a la destrucción por el odio, del objeto amado…” Esa sería la expresión confusa de una idea que aunque probablemente falsa, tiene encanto propio, en el sentido de la estética de las ideas. Porque una idea puede ser bella y al mismo tiempo falsa. Tanto como puede ser horrible pero verdadera… Bellas y verdaderas hay muy pocas! --------------------------------------------

 -Hasta el jueves. Manuel apuró el paso, era noche cerrada y debía encontrar a la flaca, comprar comida y… ¡LA PUT…! El resplandor le encegueció y hasta casi le hizo perder totalmente la conciencia, aunque no terminó de cerrar los ojos y por eso vió talones sucios que correteaban a su derredor, a los saltitos de no hacer ruido, trayendo y llevando cosas… Cuando todo parecía aquietarse, se enderezó y abrió ostensiblemente los ojos con simulada sorpresa, justo cuando sonaban los primeros acordes estridentes del órgano celestial y se encendía los reflectores quemando su cabeza. Era otra vez la cadena del eterno transmitiendo en vivo y en directo desde los planetoides suburbanos para una audiencia casi infinita que se expandía junto con los confines del universo en continua expansión –al menos hasta que chocara con otro universo que viniera con el mismo propósito – Dos ángeles, bastante prepotentes levantaron a Manuel y lo llevaron escaleras arriba, mientras los cánticos del coro bajo expresaban deseos de clemencia, respetuosamente, claro, ante la autoridad que por cierto siempre tiene razón.

sábado, octubre 21, 2006

102 - Sin Jefes ni Gobierno

Estaban charlando todavía cuando un tucu tucu asomó por una boca de galería, miró a ambos lados y se largó a cruzar hasta otra que tenía enfrente, a la carrerita, tal vez pensando que no lo iban a ver.
Manuel, que nunca los había visto en persona, se quedó sin respiración, miró a Giorgionne que pálido aunque parlanchín, miraba a Ernesto Federico en ese momento.
-¿Cómo es que te comunicás con ellos? ¿Saben hablar?
-No, no pueden hablar como nosotros… Yo tuve que aprender a tucutucar.
-¿Qué joda es esa?
-Ninguna joda. Es esto: -hizo a continuación, con la boca cerrada, un sonido repetido y rápido con las fosas nasales, igual al que hacen los tucus.
-Ah claro, con eso se comunican! Pero suena siempre igual… ¿Qué pueden decir con ese ruido?
Ernesto Federico pareció un poco molesto por el comentario.
-No es siempre igual. Hacen muchas y sutiles diferencias que con la práctica se pueden aprender. Sobre una base estándar que podría ser de cinco tucus por vez, ellos van introduciendo diferencias de décimas o hasta centésimas de segundo, que junto con la entonación y los acentos… Porque cada tucu tiene su propio acento aunque parezcan todos iguales.
Al escuchar que la base de comunicación eran cinco tucus seguidos, Manuel salió de su nube.
-Cinco golpecitos cada vez?
-No siempre. Esa viene a ser la base, con la que codifican una idea o concepto.
-¿Una palabra?
-Sí, viene a ser una palabra. Yo he logrado reproducir todo su lenguaje en la computadora ya que tucutucar con nuestros órganos es muy difícil.
-Pero parecen seguir viviendo como cuando eran animales…
-¡Siguen siendo animales, Manuel! Igual que nosotros. Hasta han elaborado complicadas filosofías políticas… La suya es una verdadera sociedad anarquista.
-Como el Cholo… Así que no tienen propiedad privada?
-No, no la tienen pero eso no los hace anarquistas. El asunto es que no tienen jefes ni gobierno de ningún tipo.
Manuel se acordó de ese detalle que le estaba marcando Ernesto Federico y tal vez se puso colorado. Es decir que sin duda se puso, porque él debería ya saberlo. ¡Cuántas veces se lo había explicado el Cholo! … ¿por qué sería tan boludo?
Pero nadie vio los colores en la cara de Manuel. Ernesto Federico estaba demasiado entusiasmado con su tema predilecto, los Tucu tucus, como para detenerse en detalles, así que entonces continuaba con la explicación de que sus amigos conversaban todo el tiempo mientras hacían sus galerías, comían su comida o simplemente corrían carreras que era su único deporte conocido. Un individuo lanzaba una frase, una afirmación, para que otro la repitiera con pequeñas alteraciones que venían a ser su contribución al diálogo, después otro que escuchaba eso a su vez modificaba más la frase original y así la idea iba circulando, de uno en otro, siendo ampliada y mejorada cada vez.



viernes, octubre 20, 2006

101 - Preguntarle a Oesterheld

-Con decirles que anoche mismo fui raptado… No ví la venir la bola porque estaba dormido, pero no era de pasajeros. Era… de las más simples y la manejaba Oesterheld, el de Hora Cero.
Ernesto Federico lo quedó mirando con la frente comprimida por el esfuerzo de intentar entender de qué hablaba. Giorgionne que se había separado un par de pasos a mirar la boca de una galería, volvió de pronto.
-¿Oesterheld dijiste?
-Sí.
-¿Sabés que fue una de los treinta mil desaparecidos de la Argentina?
-Sí el mismo. No está más en este mundo pero vive en… el segundo tiempo.
Ernesto Federico quería saber más sobre la bola. Preguntabas si tenía comando, palancas o botones para manejarla. Manuel le explicó que era una bola hueca de algo como papel y que ni tenía asientos siquiera. Que uno ahí dentro se acomoda como puede…
-Una vez me tocó viajar frente a El Eternauta, pero no pude hablar nada con él. Parecía estar enfermo. Y ahora con Oesterheld, que viene a ser como su padre y que no manejaba nada pero me dijo que me llevaría a un lugar para que viera lo que sucedía o para que escuchara, que fue lo único que pude hacer. El lugar era una reunión de milicos que estaban planeando algo que casi estaba por entender cuando me cayó un chaparrón de babas y Germán, que se ve que estaba muy atento, me sacó de ahí y me trajo al pique para casa… ¡Me tuve que bañar enseguida!
-Entonces resulta que hay dos tipos de bolas.- Anotó Giorgionne.-Las de gran porte y confort y las artesanales, tipo “hágalo usted mismo”
-Para saber más de eso le podríamos preguntar a mi abuelo Abelardo y al mismo Germán Oesterheld… Ellos saben… Aunque…
-¿Aunque qué?
-Nooo… Parece que en algunas cosas no están muy de acuerdo. Mi abuelo no quería que Germán me anduviera llevando y trayendo y que me metiera por esos tubos y que me achicara…
-¿Qué te achicara?
-Claro, no se por qué me achicó tanto que cuando me bajó allá quedé adentro de un vaso de whisky parado arriba de un cubito de hielo que yo creí que era el polo sur…
Giorgionne se había quedado trancado en lo de momentos antes.
-Un momento, creo que estamos mezclando las realidades con las fantasías. Dijiste recién que viajaste con el Eternauta. ¿No es ese el nombre de un personaje de historietas?
-¿Y qué tiene?
-Que un personaje no es real. No pertenece a la realidad.
Ahora saltó Ernesto Federico.
-¡Claro que no es real! No es real de esta realidad. Las bolas no pertenecen a esta realidad, ni los ángeles ni los diablos.
-Pero es distinto. No me puedo imaginar un mundo poblado de dibujos vivientes!
-Los personajes tienen alma, que es un alma real a la que el dibujante les da rostro. Ese rostro que los identifica es como el nombre de un personaje escrito. El nombre no está vivo pero nos evoca al personaje y nos permite la comunicación.


jueves, octubre 19, 2006

100 - ¡Veni muchacho!

De Maquis Manuel había visto un par de películas en la tele. Eran igual que los Tucu tucus que cuando se esconden nadie los puede encontrar. Como cuando después de haberlo salvado de los ángeles y los fotógrafos se escondieron en sus galerías… ¡Locos de tímidos! El Tucu tucu común era un bichito simpático. No sabía si esa sería su impresión si se encontraba con un ejemplar gigante como el que el Mem tenía al lado en aquella foto. Hasta capaz que hablaban, porque de alguna manera se había entendido con él… Dijo que eran matemáticos y que sabían hacer muy buenas preguntas, a las que nunca respondían.
¿No sería que Ernesto Federico dominaba a los bichos por telepatía o los bichos a él? ¡Qué idiotez! ¿Cómo podía pensar tamañas pavadas y al mismo tiempo creerse un tipo inteligente? Se acomodó el saco sport del inteligente que le quedaba un poco ancho de hombros y en eso se dio cuenta de que ya varias veces le habían tironeado del brazo.
-Manuel, Manuel… te estamos llamando hace rato. ¿No escuchabas?
-…estaba mirando las paredes…
-¡Vení muchacho!
Debatían nuevamente con encontrados argumentos, la conveniencia de establecer el locus del Comando Central en el ala norte o en la sur de la Galería Máxima como habían pasado a llamar la caverna. Quisieron transar la diferencia poniéndose en el medio pero, allí justamente habían encontrado una de las bocas de las galerías de los Tucus y no querían molestarlos interrumpiendo sus pasadas. Así que por último se fueron un poco al sur, aunque no lejos del centro. A Manuel le pareció mejor desempatar la discusión por el sur para quedar más cerca de la salida y el aire libre.
-Yo me tengo que ir a Montevideo. –dijo Giorgionne.
-¿Justo ahora?
-Es que vivo allá.
Pero no se iba todavía. Lo había dicho porque Ernesto Federico insistía en mostrarles todo el material que con respecto a la guerra cósmica había en la memoria de la compu, para ver si entre los tres descubrían cosas que a él solo se le pudieran haber escapado. Era un montón enorme de información compuesta de infinitos retazos de comunicaciones pirateadas de diversas fuentes, que día a día se acrecentaba amenazando llegar al estado de completo caos si no lograban clasificarla y ordenarla de alguna manera lógica.
También Manuel aclaró que no tenía mucho tiempo y Ernesto Federico se desesperó.
-Quedamos en que me ibas a contar ordenadamente todas tus experiencias para entrarlas a nuestra base de datos!
-Es que si te quisiera contar todo, pasaríamos varios días…



miércoles, octubre 18, 2006

99 - LOS MAQUIS DE LAGOMAR

Por un rato sin embargo se serenaron alrededor de la idea de estar metidos un una misma guerra. Es cosa linda estar de acuerdo con alguien aunque más no sea por un rato de charla y alcohol, sin llegar a enterarnos de estar hablando de cosas distintas todo el tiempo. Pero la cuestión se suele poner difícil cuando queremos avanzar más allá de ese supuesto acuerdo básico.
Estaban raptando gente. Seguro que ese hecho se estaría repitiendo en otros lados, no iban a ser ellos los únicos. Manuel ya había visto bolas de gran calado cargadas de pasajeros. El mismo Giorgionne había sido pasajero de primera clase en una de ellas. Pero puestos a debatir el por qué de ese fenómeno el acuerdo no era tan firme.
Manuel explicó que desde que su abuelo le había confiado no tener nada que ver con esos raptos, menos había entendido nada. Aunque recientemente le habían dado una explicación que después les contaría, pero que en todo caso, podría explicar sólo una parte de los sucesos y nunca todos.
Ernesto Federico opinaba que en el tema se mezclaban muchas cosas y desde siempre. Desde Jonás tragado por una ballena o ese profeta llevado por un carro de fuego hasta las famosas abducciones atribuidas a los ovnis.
Manuel dejó sentada su queja de haber sido expuesto a la vergüenza largado en pelotas por el centro de Buenos Aires. Y Giorgionne pidió más detalles de algo tan gracioso a pesar de las protestas de Ernesto Federico quien alegaba con esas anécdotas se estarían saliendo del tema.
-¿Cuál tema?- Tendrías que saberlo vos que fue quien propuso la reunión.-Bueno, el primer punto ya lo hablamos, era lo de la guerra universal.-¿Y el segundo?- No nunca hubo un segundo punto.- Y entonces por qué decís que nos salimos de tema?- Porque sí hay un tema del que ya estuvimos hablando, pero no como tema de la reunión!
-¿Cuál tema?
- El tema de qué podríamos hacer nosotros.
- ¿Para detener la guerra universal?-No para protegernos entre nosotros.
- ¿Y qué podríamos hacer?
- Eso es lo que tendríamos que hablar!
- Ah, claro.
Primero que se constituían en el primer comando Maquis de Lagomar, Segundo que buscarían un lugar seguro para las reuniones. (Al respecto el compañero de Oliveira ofrece la entrada secreta a la caverna de los Tucu tucus, tema que después sería discutido.) Tercero elaborar un diagnóstico de situación para…Cuarto, desarrollar un plan estratégico. Y quinto buscar recursos para financiar las actividades.
Se pasa a discutir la primer moción presentada, a saber la del compañero de Oliveira quién ofrece sin cargo el acceso, dentro de su propiedad, a la caverna natural, llamada de los Tucu tucus, que según su opinión reuniría todas las condiciones de seguridad para desarrollar una actividad que es menester mantener en el más estricto secreto. Se aprueba por unanimidad, con el agregado de efectuar la mudanza de sede de inmediato con lo que quedaría establecido el Comando Central en lindes del balneario El Bosque, ( kilómetro 22), calle de los Alelíes, chalet “Los Dogones”, al fondo entrando por la escalera del aljibe. Se levanta la sección.
A Giorgionne la vista de la caverna iluminada a pleno lo llevó a un estado de entusiasmo estético y lúdico-infantil sin precedentes.
-Yo podría vivir en un lugar así. ¡Esto es magnífico!
Un repetido eco respondió desde donde los ecos responden: ífico, ifico, ífico, perdiéndose en las oquedades de la cueva y hacia arriba en la alta bóveda de donde volvían transformados en los sonidos de los pasos que ellos mismos patas para arriba daban al caminar por el techo y desprender minúsculas arenillas que les caían encima. Porque les caían por cierto en las cabezas esas arenillas que… ¡Caían del techo!
-¡Esto se cae! –Gritaron y corrieron Manuel y Giorgionne seguidos de Ernesto Federico quien sólo quería hacerse escuchar para decirles que esto no se cae. Que lleva allí millones de años sin ningún movimiento ni deterioro desde que se formó naturalmente por la degradación de detritus bituminosos halogenados al producirse un arco voltaico entre las capas del terreno debido a causas desconocidas y que si alguna vez caen desde el techo algunos granillos de arena no es por otro motivo que las carreras que los Tucu tucus gigantes a veces hacen por sus galerías cercanas a la superficie de la bóveda.

martes, octubre 17, 2006

98 - LA GUERRA CONTINUA

Llegada la hora de la reunión Magda le acompañó hasta la policlínica con la intención de seguir en seguida hacia un trabajo que tenía pendiente. Se despidieron en la entrada con un gran beso que chasqueó cómicamente cuando los labios se separaron de improviso al salir el licenciado Giorgionne a reclamarle que hacía rato que lo estaban esperando.
La reunión era en la misma salita de la primera consulta y allí estaba, sobre una silla, Ernesto Federico de Oliveira, de piernas cruzadas, zapatos , medias y pantalones color arena y un saco sport naturalmente desprendido. No había más nadie y la silla que sobraba la habían ocupado para sostener un celular que de vez en cuando guiñaba un ojillo fosforescente.
Giorgionne, que estaba entre los dos y enfrentado a la silla vacía, tomó la palabra para explicar en motivo de la reunión, que por cierto nada tenía que ver con terapéuticas o diagnósticos.
-Los tres sabemos que a nuestro alrededor se están moviendo fuerzas extrañas que están alterando nuestras vidas sin que sepamos qué quieren de nosotros ni cual pueda ser el límite de sus acciones.
A Ernesto Federico no le gustó mucho la introducción.
-Bueno, algo sabemos; bastante. Ya te he dicho que en el fondo es un problema de religiones o sea del poder. Lo que ignoramos son los detalle, la letra menuda.
-Como sea, no sabemos si dentro de dos minutos algunos de nosotros no será raptado y desaparecido frente a la mirada impotente de los otros. Bastaría con eso. Es la única seguridad que deberíamos tener para vivir como seres humanos…
Continuó Giorgionne narrando algo de lo que le había ocurrido en el otro mundo, un encuentro con una persona muy sabia y estudiosa de la historia de las ideas, religiosas y científicas y de su inevitable confluencia hacia algunos puntos de encrucijada…
Manuel comenzaba a arrepentirse de haber concurrido a esa reunión. Ernesto Federico continuaba impacientándose.
-Al grano, licenciado!
-Es que quería llegar al punto central de lo que este hombre me dijo. Algo que yo, aparte de no ser religioso, nunca había pensado ni siquiera como juego intelectual.
-¿Y qué te dijo, por Dios!
-Es que me daba un poco de calor, perdonen. Me dijo que en los últimos tiempos se estaba produciendo un extraordinario desequilibrio en los cielos.
Manuel le miró entre divertido y curioso. Ernesto Federico hizo silencio pero además calló. Giorgionne seguía hablando.
A todos nos han enseñado la leyenda de Dios y el Diablo. En los cielos y en los infiernos, separados como resultado de una guerra que ganó Dios en el principio de los tiempos. Pero nunca no hemos puesto a pensar que si es que hubo la tal guerra y que los contrincantes siguen con vida bien podría producirse otra en cualquier momento y que tal vez antes de aquella guerra bíblica también hubiera ocurrido otra u otras de las que no han quedado referencias escritas entre los hombres. La cuestión es el tiempo, el pasado, el futuro y los otros tiempos… Porque este hombre me ha hecho pensaren el porqué nos aparecen cosas raras en los cielos. ¡No será escaramuzas de una guerra que ya ha comenzado y que se libra en nuestro espacio y nuestro tiempo, aunque sea en parte? Como suelen hacer las potencias militares que por lo general preservan sus territorios de las consecuencias de sus propios actos… Bueno, haciéndola corta… Que estaríamos en guerra otra vez. Por lo menos la segunda guerra cósmica en la que el Diablo no lleva las de ganar y con él una serie de dioses menores que sufrirían terribles consecuencias por haberse aliado al viejo Dios de la oscuridad.
Manuel se puso inquieto.
-Mi abuelo tiene no se qué transa con el Diablo.
-Ya me lo imaginaba. ¡Viejo de mierda!- comentó el Mem.



lunes, octubre 16, 2006

97 - Entre Las Patas de la Silla

AL RATO…
-No te olvides que esta tarde tenés consulta con el doctor.
-Doctor no, licenciado.
-¿Por qué será que te cambió el día…
-Se habrá dado cuenta después de que en realidad sí estoy loco, ja!
-Tendrías que comprarte algo de ropa, Manuel. Andás siempre con esa remera roja que…
-¿Qué le pasa a mi remera roja
-Que te queda bárbara guachito, ja, ja!
-¡Hija de puta!
-No, en serio te queda bárbara. Pero vos andás siempre con la misma…
-No es siempre la misma, tengo dos iguales.
-Sos tan capaz!
La flaca estaba con ganas de joderlo. Lentamente iba armando el juego de los toques rápidos y la retirada. Pequeños toques para avivar la atención. Para decir “aquí estoy, boludo, mirame un poco”.”Para verme no necesitás de ningún aparato ni piedrita. Aquí estoy del otro lado. Mirá este es el pié que me duele… Y a vos que te ha pasado ahí. ¿Te ha picado un mosquito?
Manuel la abrazó contra el fogón. Ella enlazó las piernas por detrás de él. Se colgó de su pescuezo y dulcificó la mirada… Era un lago sereno que invitaba a recorrer sus costas. Un clima templado, primaveral con etapas de calentamiento progresivo hasta llegar a la canícula (¿?) sobre las aguas que lamían la arena en aquella noche de luna. Era el caribe y las palmeras agachadas hacia el rumoroso mar… Pero era también un día tropical y el apremio entre el follaje, apenas escondidos tras las hojas de los bananeros o tirados en el piso de la cocina con las cabezas penetrando el espacio entre las patas de la silla.
-¡Magda!
-¡Manuel!
Estaban en eso. Sus cuerpos habían sido hechos el uno para el otro. Exactos en el conjunto y en las partes. Se les sincronizaba la respiración y también los latidos. Bum-búm, bum-búm, mientras exhalaban los perfumes de la vida y se miraban a los ojos para meter el alma también en el asunto. Para coger con el alma…
-Hace rato que están en eso. Por lo menos desde que pasó la camioneta de Rippi haciendo estampidos con el escape, porque después de eso fue que el perrito bayo de Miranda se puso loco y no quería dejar pasar el viejito que todos los días pasa con el bolso de los mandados y dobla allá por el paraíso…
-¿Dónde dobla…?
-Es ese viejito, el abuelo del gurisote bizco que vendía empanadas…
-No me acuerdo de ningún viejito.
-Cómo no te vas a acordar, si vos mismo chupabas caña con él allá en el boliche de los Cardozo. ..Mirá. No se ve nadie… hace rato… ¿viste que cuando entran los dos…?
-¡Ahí salen!
-Negros tenían que ser!
-Y eso qué tiene que ver?
-Que es para lo único que sirven.
-¿Y vos cómo sabés?
-Me lo imagino.


domingo, octubre 15, 2006

96 - MEXI COW LIN DOW

Esta ves el mensaje tenía más letras, exactamente
ocho distintas antes de comenzar a repetirse. La flaca que había quedado
encargada de identificar las letras iguales entre sí o iguales a las ya
descifradas en la palabra “Manuel”, chupaba la cola de la birome y miraba
atentamente cada variante en los bailes. Enseguida anotó con grandes letras:

A-ELA---

Manuel revisó lo hecho y sonriente levantó el pulgar.

-¡Lujo, flaca!

-¿Y que quiere decir a-ela---?

-¿Qué quiere decir…? Y…¡Abelardo, qué más! Es el nombre
de mi abuelo. Se está presentando!

Magda palideció, sentía la extraña sensación de estar entrando en una cripta, pero no iba a retroceder! Manuel estaba entusiasmado. -Ahora tenemos diez letras, porque con Abelardo

agregamos la B, la R, la D, y la O. Anotalas en la otra hoja, junto a las letras
anteriores y sus correspondientes dibujitos!

Manuel detuvo los bailes y empezó de nuevo. Ahora recogieron una ristra de doce letras que Magda fue, seriamente, transcribiendo debajo de lo anterior. Pensó que algo no andaba bien, siete letras les eran desconocidas.

Anotó: -O----OE—EA

-La tercera y la quinta es la misma, -acotó con desmayada voz.

La palabra se armó sola en al mente de Manuel, pero aun
quiso comprobarlo letra por letra, una, dos veces…¡Todo coincidía!

-La que se repite es una I y la palabra es Goiticoechea, Magda. ¡Tenemos seis letras nuevas! Largaron de nuevo. Recogieron:

A-UELARRE

-¡Qué fácil! -exclamó la flaca mientras agregaba la Q a su lista de letras y dibujitos. La siguiente tirada dio:

URUGUA-

Con lo que agregaron la Y.

La otra:

MONTE-IDEO

Para que supieran como era la V.

-AY-ANDU, para agregar la P y la S.

Entonces vino otra tirada grande. Dieciséis letras en este orden:

-ELI—CUMPLEA-OS

Manuel saltó de la silla.

-¡Mi abuelo es un genio! ¡Qué forma de enseñarnos a leer!

Magda terminó de anotar la F, la Z, un guión para indicar el espacio vacío y la
Ñ. Levantó la vista del cuaderno…

-Perdoname flaco, me había olvidado. Feliz cumpleaños!

Si estaría metida en aquello que apenas si lo besó. Quería
continuar.Esta vez recogieron:

-AC- EL DESTRIPADOR

y agregaron la J y la K.

Y por último:

ME-ICO- MEJICO PARA JACK

y como las letras que restaban eran la W y la X, se terminó formando la extraña
frase Mexicow Mejico para Jack. Con lo que se había completado el alfabeto.

Manuel y Magdalena estaban agotados. Querían descansar,

cambiar de tema. Hablar de comidas, del clima, de cualquier cosa tangible y
común. Hablar de boludeces…

sábado, octubre 14, 2006

95 - Plata o Mierda.

Ya no durmieron más por esa noche. Miraron el techo largo rato en silencio, sin darse cuenta cada uno, que el otro estaba en lo mismo. Después, más tarde, cuando la situación se hizo evidente, giraron los cuerpos para enfrentarse y mirarse ellos, frente a frente, aun por unos momentos sin hablar. Fue Magdalena la primera.
-Bueno, contame.
-¿De dónde salió el pedacito de aceituna?
-No te hagas el boludo.
Manuel tuvo que hablar. Comenzó despacio, tanteando la reacción de ella, temeroso de que se espantara y corriera como el otro día. Pero como nada de eso parecía ocurrir se dejó llevar por las historias y durante largo rato habló sólo frente a los ojos abiertos de la flaca. A grandes rasgos contó y explicó lo más importante, insistiendo en el punto de diferenciar las bolas de los ovnis, que no era fácil. Para él los ovnis eran ovnis y las bolas…eran bolas.
-¿Y vos creés que todo eso ocurrió de verdad, que fueron cosas reales?
-A mi no me parecen muy reales, pero así ocurrieron.
-No lo habrás imaginado o soñado?
-Magda, ¿qué me decís de las babas y el pedacito de aceituna?
La flaca calló. Sus grandes ojos observaban a Manuel y decían “Estás loco, loco. Pero igual te quiero.”
Ese era el punto. De qué le pudiera servir a Manuel su amor, si sólo era que lo quería. Si no pudiera hacer otra cosa por él que quererlo. Si no pudiera por lo menos tomarle de la mano y hacerle entender que ya no le soltaría?
Manuel insistió.
-¿Y qué me decís de cuando me viste que me encendía y me apagaba…?
-Pero eso es imposible, Manuel!
-Ya se, flaca, que eso es imposible… Pero sucedió…
-¿Y ahora querés hacer brujerías con esas piedritas…?
-Esas piedritas son la único que conservo de mi abuelo.
-Perdoname.
-No me dejes.
¡Qué lo iba a dejar! Por lo contrario, Magda se sintió de pronto más unida a él que nunca. Se estaba embarcando en una aventura donde arriesgaba todo. Apostando el resto, por plata o mierda.¡ Por el flaco!
-Está bien… Yo te creo.
Entonces Manuel sintió la presencia palpable del alma de Magdalena allí frente a él. Dos almas vibrando frente a frente… ¡Qué bolas las de la flaca, tirarse al vacío por él !
Quedaron en silencio por un rato más. Después sin haberlo acordado se fueron vistiendo y allegándose a la cocina a preparar desayuno para ambos…
Amanecía sobre Lagomar Norte. La tormenta de la noche anterior había desaparecido y en su lugar un cielo espléndido, aunque aun incoloro, iluminaba sobre los pinos y un poco entre ellos hasta las casas silenciosas y los patios y aun el suelo donde gotas ovales de agua aun restaban luminosas sobre las hojas de los pastos, sostenidas por invisibles vellosidades.
Era todo silencio. Por la puerta abierta de la cocina se veía una franja del patio… la carretilla y sobre ella un rastrillo… Más al fondo el gato gris del Toba miraba sereno y pensativo a un cascarudo negro que con infinita paciencia atravesaba justo aquella franja del patio…

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viernes, octubre 13, 2006

94 - CONDORito

Se sintieron otras voces. Una grave que a lo lejos amenazaba con tormenta y que por ahora no parecía articular palabras y otra de barítono, no tan autoritaria que por el lado izquierdo comenzaba a hablar.
-Básicamente tenemos todas los mecanismos de defensa en funcionamiento.
-PASEMOS ENTONCES A LA OFENSIVA.
-Pero no nos da el presupuesto.
-HAGO UNA LLAMADA Y TENEMOS COCHENTA FIRMAS QUE NOS APOYAN!!
-No te olvides que el poder cambia de mano cada tanto. Nadie quiere comprometerse hasta que tenga alguna seguridad de…
-NO. ES LO MISMO. ¡BUSINES ARE BUSINES!!
-Tendríamos que hacer una masacre.
-DE LOS NUESTROS NO CAERA NINGUNO.
-La otra vez no lo logramos. Ahora están en el poder.
-JA! LE LLAMAS A ESO PODER…! TIENEN UN JULEPE QUE SE CAGAN PARADOS!!
La tormenta que rezongaba a lo lejos pareció acercarse y articular palabras con un acento de más importante autoridad.
-PRIMEro TENEmos Que CERRAR con EXITO el CONDORito Y MIENtras tanto AVIVAR a los Brasileños.
-¿Le parece que habría que avivarlos? Con ellos nunca se han metido…
-AVIVARlos de que A la LARga si NO nos UNImos tamBIEN a ELLOS se LES va A moVER el PISO, ¡IDIOTA!
De pronto Manuel dejó de escuchar las voces. Estaba inmerso en una laguna viscosa que acababa de caerle encima. Comprendió el origen de aquello se fue a un lado trastabillado y haciendo arcadas, con lo que despertó a la Magda, escandalizada, toda la cama era un verdadero asco.
-Apurate, saquemos las sábanas antes de que se impregne el colchón!
Se tiraron en bolas de la cama, retiraron las sábanas y se quedaron mirando mientras llegaba la risa y como todavía la risa no llegaba se fueron a duchar juntos y a limpiarse mutuamente. Bajo la lluvia rieron y se hicieron cosquillas.
-¡Qué asco!
-Asco te va a dar cuando sepas que eso no es un vómito!
-Y qué va a ser, tarado!
-Te digo que no es mi vómito. Yo sólo hice arcadas cuando me di cuenta de…
-Me vas a decir que es un ectoplasma como ese de…
-Y si te dijera que son babas? Babas de milico mamado con whisky, con restos de longaniza, aceitunas y queso.
-¡Callate boludo, que me das más asco!
-¿Viste que un vómito mío sería lo de menos?
Magdalena quedó callada, levantó el brazo al costado para ver mejor. Tenía algo cerca del pliegue. Algo machacado y verdoso que se le había adherido allí…era… ¡Un pedasito de aceituna a medio masticar!


jueves, octubre 12, 2006

93 - Oesterheld se presenta.

A la madrugada Manuel sintió un pequeño sacudimiento dentro del dulce fluir de su sueño… Abrió los ojos y comprendió enseguida que había sido, otra vez, raptado por una bola. Iba en ella tirado en el suelo y apenas envuelto con su vieja frazada, frente al tipo aquel, narigudo, parecido a Ernie Pike.. Sí era…
-Perdoname Manuel. Soy Germán Oesterheld, el que conocías de Hora Cero. Supongo que haz de estar bastante confundido y lo comprendo, pero, no puedo explicarte todo. No podría explicarte lo que yo mismo aun no termino de entender. Sólo que yo, tanto como tu abuelo, al que conozco y con el que me une una vieja amistad, confío en vos. No me preguntes por qué. Espero que puedas confiar en mi… Si de algo te sirve, mía fue la voz que oíste por teléfono cuando estabas detenido en la comisaría 12 de Buenos Aires. Podrías no creerme… Tu abuelo no está de acuerdo conmigo en esto y recién se está avivando de que tengo que ver con alguna –que no todas- tus abducciones, como decía aquel camionero, buen tipo, que te llevó casi hasta Gualeguaychú, bajo mi control o influencia, hasta que se descontroló totalmente y te tuviste que tirar del camión. Ahora, si puedo, te voy a llevar a un lugar donde siguen operando las fuerzas oscuras… No pretendo nada de vos, sino que veas y escuches. Después, si es que soy yo quien está en lo cierto y no tu abuelo, vos vas a saber qué hacer con ese conocimiento.
-Esperá- gritó Manuel al ver la actitud de Germán de estar yéndose.-No te vayas todavía. Explicame cómo es que me movés y me llevás cruzando el tiempo.
-Yo cruzo tu tiempo…pero voy junto con el mío, que es el segundo. Ya lo vas a comprender.
Dicho eso Oesterheld desapareció de la vista justo antes de que todo el espacio de la bola se comenzara a comprimir apretando sin dolor a Manuel y obligándolo a acompañar la reducción que se seguía produciendo y que siguió hasta que todo aquello se había convertido en un largo hilo hueco por cuyo interior todo caía sin rozamiento ni sonido. Apareció Manuel por el otro extremo del hilo en una planicie helada, el polo sur, pensó, o la base General Lujambio que había sentido nombrar, aunque no sabía si quedaba en el polo. La planicie de hielo se extendía hasta un horizonte brumoso más allá del cual luminosidades de tenues colores se movían al modo de nubes movedizas… Se sintió mareado. Habían en el aire densos vapores que al respirarlos le estaban anestesiando, en parte, aunque no del todo, el frío que sentía en las patas descalzas que no podía separar del hielo de abajo que tal vez por el mismo mareo le parecía bamboleante. De pronto sintió truenos lejanos, como gárgaras de sonidos celestiales, junto con un vértigo total. La sensación era de estar siendo arrojado hacia el espacio a enorme velocidad, cosa improbable ya que sus pies seguían pegados al casquete polar, pero desde arriba se le alucinó una enorme boca que bajaba derecho a él con intenciones de tragarlo! A él y al hielo y esa agua que mas allá hacía de pronto olas ¡amarillas! Porque… ¡aquello era un mar de whisky dentro de un vaso! Y él… él iba a ser bebido por aquella boca de un solo trago! El vaso se inclinaba y con ellos los cubos de hielo se entrechocaban mientras se acercaban flotantes al borde y Manuel… Manuel a último momento resistió la succión de la chupadera aferrándose al borde del vaso a costa de soltar la frazada y perderla en aquel precipicio exterior que allá a lo lejos mostraba un mantel a cuadros sobre la mesa, un cenicero y un yesquero Zippo que mostraba orgulloso una imagen en relieve de un cóndor de alas abiertas parado sobre la cumbre de una montaña helada… No pudo mantener el equilibrio inestable en el que había quedado y también él se precipitó al vacío, yendo a caer justo encima de la frazada y al frente de la puerta del depósito aquel al que penetro rengueando para salir enseguida asqueado de tanto olor a tabaco –era una cajilla de Benson. Estudió temeroso el paisaje. Ya había comprendido donde estaba y temía que alguna mano en cualquier momento se apoyara sobre la mesa y lo aplastara. Vio en eso que en el cenicero, que visto desde allí parecía un enorme estadio, había quedado un cigarrillo que al consumirse había pesado más del lado de afuera y había caído sobre el mantel desde la punta, formando una hermosa rampa por la que subir agarrándose de los relieves desparejos del papel. Estaba en camino para hacerlo cuando las nubes coloridas, que comprendió eran figuras humanas lejanas y fuera de foco, se comenzaron a mover y a retemblar la atmósfera con sonidos cada vez más cercanos. Se acordó de estar, de alguna manera cumpliendo una misión y aguzó el oído tratando de comprender si aquello que escuchaba eran palabras o qué…?
-ESTAMOS EN MARCHA – PERO, CAMARADAS, AHORA TENEMOS QUE INICIAR LA SEGUNDA FASE ¡!

miércoles, octubre 11, 2006

92 - ...saber que te quiero...

Después, cuando salían de la carnicería, Magda le preguntó si se había metido en el Umbanda. Manuel supo que no tenía palabras para explicarle aquello. ¿Cómo decir con palabras lo que uno no ha entendido de esa forma? Todo lo que había podido avanzar en ese terreno tan oscuro era la simple aceptación de los hechos, pero explicarlo… Estaba lo que decía Ernesto Federico… Estaba lo que decía su abuelo…y estaban las cosas que él mismo había vivido y palpado pero… Ni siquiera se había puesto a pensar si esos distintos puntos de vista se contradecían entre sí, o no.
-Esto no es una religión.
-¿Y qué es…?
Entonces se dio cuenta de que tampoco sabía lo que era una religión. El se decía no religioso, tal vez por habérselo sentido decir a su abuelo. Su madre…bueno, su madre había pasado por todo, también por el Umbanda y hasta por los Testigos. Pero ella, posiblemente, tampoco supiera lo que es una religión. Pensó en que algunos tienen fe y creen en Peñarol o en Nacional. ¿Sería religión cualquier cosa en la que se crea? Y él…¿en qué creía? En su abuelo primero. Creía en la flaca… Creía que hay cosas buenas y otras que no…
-Son cosas que están ahí, que pasan…
-¿Hablar con los muertos?
-No sólo eso… Saber que te quiero.
Magdalena se sorprendió.
-¿Me querés…? ¡Yo también te quiero!
Decir y escuchar aquello fue abrir la puerta a una emoción que de pronto le desbordó hasta las lágrimas. La miró de nuevo, porque de nuevo la veía como si fuera otra persona, alguien desconocido que de pronto le dijera que lo quiere, y que él se diera cuenta, extrañamente, que en su corazón anidaba por ella, desde antes, un enorme amor. Aquella cara, como vista por primera vez y al mismo tiempo reconocida. Aquella pequeña nariz recta, aquellos labios… Pero especialmente lo que se sabía presente detrás de la mirada. Aquella presencia indecible. Magdalena. Que sentía allí vibrando de cálida presencia para él…!
Se miraron a los ojos, se sonrieron. Una sonrisa cándida que iluminó por un instante el universo todo. Cesaron los peligros agazapados en las sombras. No importaron más las carencias de la vida, la pobreza, el dinero ni el desdén ajeno. ¿Cómo se podría comparar tan pequeñas cosas con la fortuna inmensa de sentir lo que sentía y de saberse correspondido?
Se rieron y al mismo tiempo lloraron. Era tan lindo llorar el uno por el otro! Por haberse encontrado. Almas errantes, a la deriva de un universo incomprensible y loco que sin embargo deja que se formen a veces, remansos de encuentro para que los que se quieren se reconozcan y den rienda suelta a su amor.
Esa noche vino frío sobre Lagomar. Frío y lluvia con vientos arrachados que silbaban entre los filamentos de los pinos, como si hubiera una banda de duendes soplando flautas vegetales afinadas en si bemol. La lluvia golpeaba con fuerza las chapas del techo y chorreaba sobre los vidrios hasta la arena del patio, incapaz ya de absorberla la dejaba correr y formar sus arroyos y lagunas llenas de pinochas flotantes, mientras dentro de la casa el amor entibiaba lo de por sí ya tibio y hasta caliente en la calentura del amor y el sexo. El sexo y el amor que en dos cuerpos se reflejaba y en ese universo paralelo donde habitan las almas de los vivos cuando no se esconden, que es cuando desde allí animan las verdaderas caricias, las que no precisan tocar la piel, sino esa aura vibrátil que envuelve el cuerpo y que suele hacer pequeños remolinos tornasolados alrededor de cada pequeño valle o colina o que a veces simplemente por jugar vuela y baila alrededor.



martes, octubre 10, 2006

91 ¿Cómo le fue por el otro mundo?

-¿A qué estabas jugando?
¿Cómo decirle, cómo contestarle sin mentirle?
-Sabés que estaba pensando en la comida. Estoy muerto de hambre, ¿Vamos a comprar alguna cosa?
-Bueno. Pero contame qué son esos trompitos…¿De dónde los sacaste?
-Los encontré…
-Mostrame. ¿Cómo hacés para que bailen todos a la vez?
-Como cualquier trompo, Magda. Con los dedos, como si fuera una perinola… ¡Quiero comer carne! Hace días que le damos a las pizzas y a los fideos.
Salieron apurados como si todos los comercios fueran de pronto a cerrar. Manuel adelante, caminaba a las zancadas llevando a la flaca casi de tiro y sin resuello como para seguir preguntando. Ella lo siguió, pero picada de curiosidad ante su evidente evasiva. Le conocía demasiado como para no desconfiar de tanto apuro… Le conocía tanto que ahora estaba segura de que andaba con otra mujer. No se veían desde el baile, ayer… Pero de que no se acostaban juntos ya iban como dos días!
En eso que caminaban apurados por la calle, vieron dos hombres que enfilaban directamente hacia ellos. Resultaron ser el licenciado Giorgionne y Ernesto Federico de Oliveira e Souza! Manuel correspondió a los saludos efusivos del Licenciado y saludo al Mem, que como pudo, a media voz…
-Perdóneme Manuel por el exabrupto de ayer. No quise ofenderle ni atemorizarle.
Giorgionne quedó sorprendido ante las palabras de Ernesto Federico, se le borró la sonrisa de la cara - único lugar donde la tenía – y miró a Manuel como si Manuel pudiera aclararle algo. Pero Manuel, si bien sabía a qué se refería el hombre, ignoraba todo posible significado de la palabra exabrupto, con lo que se quedó pensativo un segundo. Pensativo por pensar que estando la flaca presente no le iba poder preguntar a Giorgionne cómo le había ido por el otro mundo.
-Bueno, nosotros seguimos…íbamos muy apurados!
-Un segundo Manuel. ¡Tenemos que reunirnos!
-Usted me dijo que en quince días. Todavía…
-No, mañana en la policlínica, a la misma hora.
Impelidos por el motor fuera de borda del apuro de Manuel, se separaron rápidamente del lugar dejando atrás a los dos hombres, allá en la esquina, tal vez desconcertados o tal vez mal pensando uno del otro como el causante de tan precipitada salida de los muchachos
Unas cuadras adelante Manuel aflojó la marcha.
-¿Qué quiere decir exabrupto?
-Si no sabés vos… A vos te lo dijo.
-¡Ese tipo está loco!
-¿Y quién es?
-Un loco que vive en el bosque y es amigo de los Tucu tucus…
-¿Y por qué te pidió disculpas…?
-¡Qué sé yo!
La flaca estaba mal. Era comprensible. Manuel se sentía un boludo haciendo todo ese teatro de despistes con ella. Con la flaquita divina que él quería. ¿Cómo sincerarse? No sabía cómo pero tendría que hacerlo!
-¿Sabés de dónde salieron los trompitos?
-No. No me contaste nada.
-Eran de mi abuelo y me los dejó para que… me comunicara con él.
-¿Después de muerto?
-Sí.


lunes, octubre 09, 2006

90 - SEIS LETRAS

Al rato de llegar a su casa, Manuel tenía bailando los cinco guijarros en el centro del tablero. Como la otra vez hacían sus cinco giros en un sentido para detenerse, hamacarse como subibaja e invertir el giro otras cinco vueltas… También él repitió lo ya hecho. Fue invirtiendo los giros en cada siguiente guijarro de modo que quedaran el primero a la derecha, el segundo a la izquierda y así hasta completar los cinco, con lo que el quinto y el primero, los dos quedaban iguales. Igualdad que comenzó a rotar hasta que por fin los cinco descansaron sobre sus costados.
Manuel abrió el cuaderno en una página en blanco y con la birome entre los dedos esperó la respuesta que no se hizo esperar. Pronto las piedras se fueron poniendo de pie para bailar su danza. La misma de la vez anterior. Ahora observó que aquello que hacían formaba un ciclo que se repetía cada seis compases, tiempos, posiciones del baile… No valía la pena continuar, ya tenía apuntada la secuencia en el cuaderno… Arrancó la página y cuando la puso al lado de la anterior vio que las dos eran iguales, pero… ¿Para qué hacía esas anotaciones si en realidad no entendía un pomo…? Por unos momentos, mientras recogía y guardaba las piedras en la bolsa, se quedó pensativo y al mismo tiempo con la mente casi en blanco. Había sí un pequeño hilo de pensamiento que se hundía en la profundidad oscura de su cerebro en busca de alguna idea o intuición… Una esperanza que en realidad no perdía de pescar en aquellas profundidades alguna idea salvadora…
Si aquello era un mensaje del abuelo. ¿Qué le querría decir con aquellos seis dibujos de baile? Porque eran seis dibujos… que él podría dibujar, más que escribir, sobre la hoja… Dibujar con flechitas que indicaran el sentido de los giros. Lo hizo así y las seis posiciones se transformaron en el papel en seis conjuntos de flechitas que formaban, cada uno, un pentágono de flechitas dibujadas. Eran como si fueran letras o algo así:
-->------->-------<-------<------->-------<

<-<-----<-<----<->---->->----<-<----<-<
>->-----<-<---->->----<->----<->---->->
Verlo sobre el papel le resultó gracioso y le llevó volando al recuerdo de los dibujos que su abuelo hacía con las lanas cuando se le había dado por tejer tapices que colgaba en su dormitorio, cada vez más extraños a la vez que monótonos. Ahora era el nieto el que dibujaba rayitas! Pero no lo hacía por propia iniciativa, lo hacía… Porque aquello era un mensaje que tenía que descifrar! Debía descubrir la clave de aquella secuencia de seis…letras. Porque se le había puesto que aquello era una palabra de seis letras…como Manuel! Porque… si el abuelo estaba mandándole un mensaje, no sería nada raro que lo empezara con su nombre. Y si eso era así, bueno…¡Ya tenía la clave al menos de seis letras distintas!
De pronto su mente hizo unos giros que la bajaron de las esferas del pensamiento al nivel más concreto de la sensibilidad. Por su nuca sintió que una lengua húmeda se deslizaba paseándose hacia los lados… Unos labios tibios le iban dando ligeros besos que apenas rozaban su piel en sucesivos y casi imperceptibles contactos que le llenaban de cosquillas…
-¡Flaca…!


domingo, octubre 08, 2006

89 - Amigos en el pasado.

A la vuelta comentaban en son de festejo el resultado de la conversación con Ferrari. Pasaban por una racha de suerte según Manuel. Rulo en cambio opinaba que no sólo suerte, que el tipo aceptaba todo por influencia de su mujer.
-Está que se mea por vos!
-No jodas…
El problema, pensaba Manuel, lo iba a tener cuando el marido se diera cuenta. Suerte que era medio estúpido… Porque aquel asunto del desmayo en la vereda y de que él, sin querer al levantarla le había metido la mano en la cotorra y que después se le había caído encima…! Si no se había dado cuenta entonces de que estaba pasando algo raro!
-En cualquier momento esa mujer te va a apretar dentro de alguna pieza!
-Dejá de joder. Ese tipo seguro que anda armado.
-Y sí…
-Y ella es una vieja mantequilla.
-Ja, desde que andás con la Magda te haz puesto delicado.
-Loco. Tengo veinte años. Que se busque otro que…
Al decir veinte años, se le empezaron a venir los recuerdos de aquel lejano pasado en el que había estado pero que no podía mencionar. Veinte años era la edad que tenía el amigo de su abuelo allá en Guichón y el abuelo mismo que no pudo ver –hubiera estado gracioso- y la suya propia que no había cambiado con el viaje… De su abuelo sabía que ahora estaba muerto, aunque vivo de alguna forma, porque le había hablado por teléfono mental varias veces, contestando a todo. No había sido una voz gravada! Pero en este mundo, ahora mismo, el abuelo estaba muerto…no estaba en ningún lado… Y el otro, el amigo, dónde andaría ahora si es que seguía vivo. Se estaba yendo en aquella fecha 7 de Marzo de 1967. Ni siquiera le había preguntado para dónde. Bueno, tampoco él le había dado tanta bola. Sólo cumplía su promesa con el abuelo, así que… ¿Y Elena? ¿Y sus hermanos? Porque seguro que eran hermano, parecidos en todo… Y el otro que volvía de la colimba, que al fin se había vuelto sin verlo…
-Yo no te pido explicaciones. Hacé lo que quieras.
Era raro eso de tener amigos en el pasado. Personas que era posible tal vez encontrar de nuevo, pero que ahora serían viejos… Y hablar con los muertos. ¿No era raro acaso? Porque él estaba tratando de manejar ese juego de piedras para poder hablar con un muerto que está vivo! Porque el abuelo, mientras le hablaba decía estar vivo pero…¿dónde?
-¿Te pasa algo?
-No…me estaba acordando de algo.
-¿De qué…?
-Del tiempo…
-De cuál tiempo?
-…que hace que no veo al abuelo…
-Desde que se murió.
-Claro pelao! ¿Por qué se tuvo que morir?
-Y…todo lo que empieza termina…
-¿Te parece…?
Habían llegado a la bifurcación de sus caminos. Manuel no quiso entrar a tomar unos mates, como le invitara su primo. Dejó saludos para Julieta y su panza y siguió a paso largo sin tener ninguna duda de lo que iba a hacer cuando llegara.



sábado, octubre 07, 2006

88 - Una pizca de azafrán.

Eran las tres de la tarde y el Rulo lo estaba sacudiendo para que se despertara. Habían quedado en ir a entregar el trabajo a los Ferrari, más que a entregar, a cobrar que era lo interesante. El tipo, regresado desde Montevideo, ya estaría disfrutando de las virtudes de lo hecho por ellos. Un jardín resplandeciente y unas paredes impecables, libres de toda mancha de humedad, a no ser la humedad natural de las partes recién revocadas. Hasta la gotera del techo de la cocina había desaparecido. Que no había resultado ser una perdida del caño de bajada del tanque, como le había dicho Manuel a la señora de las tetas de Ferrari, sino una simple grieta, pequeña pero rompe bolas, en el hormigón justo en el punto en que el caño penetraba y que con un cacho de silicona se había resuelto. ¡Chau!
Cuando llegaban a la casa, justo el milico estaba entrando la Cherokee al garaje. Salió enseguida a recibirles enfundado en una campera de cuero negro, tipo motoquero. ¿Quién lo viera al tipo! Con esos mostachos re-milicos y esa cara de sorete mal cagado!
Estaba conforme en general con el trabajo y ya tanteaba con la mano en el bolsillo, seguramente lleno de plata, pero había un detalle, les dijo, que les quería mostrar en la cocina, a dónde le hizo pasar a través del comedor, donde saludaron a la señora, quien aunque recatadamente vestida no desaprovechó la ocasión para una derretida sonrisa, quedándose a la saga del grupo, detrás de Manuel, al que inundó con su biosfera de perfumes. Violetas de los alpes, azahares salvajes, flores de zapallo y una pizca de azafrán rayado.
La señora se quedó en la puerta y esperó a que su marido les mostrara lo que quería mostrarles, que no era otra cosa que la caída de la alacena completa y llena de vajillas sobre la mesada de la cocina cuyo mármol se había partido en mil pedazos sin dejar fuera del estropicio la canilla monocomando de acero iridiado de Persia que en ese momento, todavía, largaba un hermoso chorro de agua que se dividía en dos, con forma de ve de la victoria, que iban a mojar, el uno los restos machacados de la alacena al pie del anafe, sobre los restos retorcidos del microondas y un piélago de platos de porcelana de Hong Kong, por supuesto hechos pedazos; y el otro directamente al hueco que en la pared había quedado en el lugar que debiera ocupar la alacena, donde el agua corría salvando el desparejo terreno, como si fuera el agua de un manantial en la ladera de un cerro.
-Ocurrió hace una hora, yo venía de irlos a buscar a ustedes, dijo el milico a modo de explicación, para agregar lo que era el verdadero motivo de su comentario.:
-¿Cuándo arreglaron ahí arriba, ¿se apoyaron en el mueble?
-Nooo!
La expresión de Manuel fue completamente convincente, por lo menos para la señora, que acababa de entrar a la cocina y acompañó la casi indignada negación de ellos, con otra derretida sonrisa mientras jugueteaban sus dedos, debajo del busto, como comprobando la sedosidad de la tela, apenas celeste y muy poco traslúcida como para saber si las tetas estaban allí debajo sueltas, o no.
En conclusión, Ferrari propuso un nuevo trabajo. Fijar la alacena otra vez en su lugar y pintar todo el ambiente de nuevo.
-Me gustaría en tonos de malva. –Opinó la señora.
Ellos sonrieron, como conocedores del tema, aprobando aquella elección.


viernes, octubre 06, 2006

87 - Derecha, izquierda. Derecha, derecha, izquierda.

Agotado por el sueño se fue a la cama pero, hipnotizado por el baile de las piedras no se podía dormir. Frente a su mente las piedras seguían bailando y haciéndose reverencias para cada cambio de paso. En eso se dio cuenta que había una variante que era la fundamental. El sentido del giro. Porque las piedras lo que hacían era cambiar ese sentido cada tanto tiempo de una forma regular, no porque todas cambiaran al mismo tiempo, algunas no hacían el cambio, pero todas las que cambiaban lo hacían al mismo tiempo…
Se levantó de un salto y atropelladamente volvió a la cocina a reiniciar el juego. Una vez colocadas las piedras se pusieron a bailar girando todas en el mismo sentido, cinco vueltas, se detenían, hacían esos a hamacones y volvían a girar cinco vueltas en el sentido contrario. Ese era el esquema que se repetía insistentemente, como una invitación… ¡Como un llamado!
Pero, si era un llamado…¿Cómo se haría para contestar?. Se le ocurrió que la contestación debía ser distinta que el llamado. Que tenía que hacer que las piedras hicieran otra cosa… Por ejemplo que en vez de girar todas en el mismo sentido, lo hicieran… una para un lado y la siguiente al revés!
Agarró la primera piedra, la del extremo más lejano que venía girando hacia la izquierda y la torneó con los dedos para que girara hacia la derecha. La piedra obedeció pero las otras cuatro cayeron de lado sobre sus panzas. Tomó la segunda y la hizo girar a la izquierda. La tercera a la derecha. La cuarta a la izquierda y la última a la derecha, con lo que lograba a medias su propósito, porque la quinta y la primera, que estaban juntas, giraban entonces las dos hacia… Ah, no, ahora la primera cambiaba sola de giro después de los forzados dos subibajas. Quedaban entonces en el mismo sentido la primera y la segunda…No ya se estaban cambiando, como si fueran concientes de la intención de Manuel e intentaran bailar todas distinto y con ello lo que hacían era rotar el error por todo el pentágono!
De pronto cayeron todas de lado. El mensaje se había trasmitido.¿Sí, quien habla?
Fueron unos segundo apenas de quietud. Enseguida las piedras volvieron a la vida pero ahora con una formación distinta. La primera para la derecha. La segunda para la izquierda. La tercera para la derecha igual que la cuarta. La quinta, en cambio para la izquierda… ¡Un embole!
No podía memorizar esas cosas sin ningún sentido para él. ¿Y si lo escribiera? Tomó el viejo cuaderno de sus cuentas de jardines hechos. Se detuvo con la birome en la mano y supo enseguida qué hacer. Apuntaría el sentido del giro con una flechita. Con cinco flechitas puestas en el mismo orden que el pentágono quedaría apuntada toda la secuencia y después… Bueno, después se vería. Tenía demasiado sueño como para poder seguir, ya deberían ser como las once.


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jueves, octubre 05, 2006

86 EL PENTAGONO CENTRAL

Ya era de día cuando salieron, fueron a hacer una escala en lo del Rulo, pero no entraron porque Manuel tenía que seguir acompañando a la flaca que necesitaba volver por su casa. A saludar aunque más no fuera.
Volvió solo y se dio cuenta de estar pasando de nuevo por el lugar en que la bola camuflada se le había interpuesto en el camino. Tuvo miedo. Pero miedo porque un rato antes había pasado con la flaca. Miró para todos lados, aun sabiendo que era una tontería pensar que el lugar tuviera algo que ver… Pero igual, ¡tenía que cuidarse!...¿Cómo?...¿Cuidarse de qué y cómo?...Por la flaca, claro…. Pero si lo agarraban de sorpresa? Poco podría hacer él para evitarlo…¡La primera vez lo habían sacado del baño!
¿Para qué lo querrían? Parecía todo tan confuso. Que lo llevaran de una lado para otro, vaya y pase, pero…¿al pasado…? El abuelo no había sido, aunque lo sabía. Como sabía que iba a ocurrir le avisó a su amigo para que lo fuera a esperar a la estación. Le habría avisado marcha atrás en el tiempo cuando ya supo que había ocurrido… ¡Qué pedo! ¿Y por qué no le habría dicho a su amigo que cuando su nieto fuera grande lo buscara para darle las piedras? ¿O las dejaba escondidas y después le decía dónde buscarlas?
Claro que él pudo haber sabido mucho después, que la bola lo iba a llevar y cuando lo supo… mandar ese mensaje marcha atrás, calculando que llegara justo, o un poco antes para que el otro tuviera tiempo de descifrarlo…
Todo eso lo tendría que aclarar con el abuelo, aunque parecía que tampoco entendía demasiado. Había hablado de misterio, de cosas misteriosas… ¡Los guijarros! Ahora los recordaba, que habían quedado… ni se acordaba. ¡Qué vergüenza! El abuelo estaría esperando alguna señal, o mandando, meta mandar mensajes al pedo, y él boludeando… Aunque también… aprender a usar esas piedras le parecía que era lo mismo que permanecer metido en ese mundo de las cosas raras. Él prefería… Estar con la flaca, tener un hijo y agrandar la casita!
Cuando llegó fue derecho a buscar las piedras. La bolsa había caído desde la mesa hasta el suelo contra la pared. Sacó y contó las piedras. Sí, veinticinco. Puso el cartón sobre la mesa y arrimó la silla y se detuvo un momento a repasar mentalmente lo que debía hacer. Lo que debía hacer porque… si el abuelo se lo pedía…
Al meter la mano dentro de la bolsa se dio cuenta de que las yemas de sus dedos estaban más sensibles. Distinguían a las piedritas una por una, con sus temperaturas y sus posibles colores y especialmente aquella electricidad que corría por la superficie de algunas de ellas. Sacó una y levantó la mano sobre el tablero. La piedra enseguida empujó hacia un lugar del medio donde quedó bailando. Metió la mano y sacó otra de las eléctricas. Ella quiso bailar muy cerca de la primera, a su costado. La tercera fue rechazada por las que bailaban. Cada vez que Manuel la acercaba, las otras se retiraban! Cambió de piedra, buscando otra de las que chisporroteaban en los dedos. Esta sí fue aceptada con lo que Manuel concluyó que las piedritas que tenían electricidad eran compañeras y querían bailar juntas. Se había formado un triángulo achatado que con la cuarta se hizo como una forma de canasto y con la quinta ¡un pentágono! Igual que la forma del tablero pero chiquito y en el centro.
El baile ahora era extraordinario. Manuel se entretuvo un rato en sólo observarlas. Cinco bailarinas en una danza perfectamente coordinada, haciendo continuas variantes sin romper la sensación de algo regular e inteligente
!


miércoles, octubre 04, 2006

85 - Baile en lo del Pichi

Por esos días también hubo un baile en el parador del Pichi. –Vaya ocurrencia en pleno invierno- Suerte que no llovió y fue bastante gente, por lo menos la de Lagomar Norte aunque algunos cajetillas como siempre se entreveraron y fueron bien atendidos por el Pichi en la creencia de que eran los que podían gastar…
Rulo tuvo la idea de que fueran los cuatro juntos, total la pancita de Julieta no le impedía bailar y ellos ya hacía días que se pasaban trabajando –aunque hablaban también y hacían planes. Agrandar la casa. Una habitación para el hijo y comprarse una motito para prenderle el carrito y llevar allí las herramientas.
Manuel no hacía muchos planes. Estaba bien pero un poco preocupado por todo lo que le venía ocurriendo. Temía que las cosas se agravaran y que ningún plan fuera posible. Ya había visto el susto que se había pegado la flaca por aquello que dijo ver… Que tal vez nomás. Porque él recordaba haber sentido unos sacudones en el cuerpo mientras estaba tirado en el piso y la flaca venía apurada y riendo hasta que su gesto se había ido cambiando para terminar en una expresión de horror…
Salieron con la flaca para pasar primero por lo de Rulo y la Julieta, a buscarlos y de paso no llegar muy temprano. Llegaron los cuatro juntos a las doce y se ubicaron alrededor de una mesa. Era La Noche de la Nostalgia con cumbia de nostalgia. Sonaban los Wawancó y todo el mundo a bailar! Después El Orangután y toda una serie de antiguayas que muchos tomaban por primicias de re-onda y con mirada de cerveza se dejaban llevar al baile.
Porque la cerveza desbordaba espumosa los bordes de los vasos y fría corría por los gargueros abajo y se acumulaba y presionaba las vejigas y terminaba derramándose en los baños, allá en el fondo, pasando la vieja glorieta de las glicinas. Manuel tuvo que ir también y en el camino tropezó. No tanto por el pedo, más bien por la oscuridad y ese cuerpo humano atravesado en el camino. ¡Era el Dengue! Tirado allí medio moribundo, con esos championes de rayas fosforescentes y sus pantalones anchos y a media hasta.
-¿Dengue, sos vos?
-Qué piña me pegó el Roque!-le dijo- Apenas la vi venir y ya me acostó de lao el Roque y la puta queloparió porque bue…un poco tenía razón que si yo…pero no somos amigos? Le dije, sí creo que le dije amigos, porque encima me estaba puteando y entonces le dije que no eramos acaso amigos de toda la vida acaso eh, acaso. Eh?
-¿Pero qué pasó?
-Noo! Nooo! Hijoeputa no eh? un poco ya ni meacuerdo…me quedé tirao ahí y veía al Roque parao, que me estaba quedando grande, ahí parao y yo caído a sus pies…bue, a sus pies…a sus pies no, pero había quedao tirao por la piña que me dio queloparió el Roque y como veía que encima me seguía puteando, él, que siempre fuimos amigos…por cosas nomás que pasan... lo que pasa es que llegaron de golpe y yo de golpe la veo que sestaba riendo y los ojos así se le estiraban pa reirse que hacían que yo me riera por adentro, con la panza me estaba riendo con la Mulata…si yo ni me había entereo ni ayer quel Roque andaba ahora con la Mulata y nos caen de golpe cuando empezaba el baile y ya estaba la música sonando…y claro! Había que bailar Ella venía bailando desde afuera mientras caminaba y se reía y le brillaba la encía en la saliva de aquel lao en aquella boca…y justo! El Roque que dice que todavía no quiere bailar y yo ¡inconciente! Me oigo decir que yo si bailo mientras la estaba mirando a la Mulata que ella desfachatada dice que bue que vamos a bailar entonces y entonces no vimos más al Roque porque nos fuimos pa la pista agarrados de la mano y después nos abrazamos para bailar y ella se empezó a mover así como para que yo viera y yo me empecé a mover para que la Mulata viera como me movía para ella y mientras la miraba toda porque ella se dejaba mirar y le gustaba y sonreía…por áhi la Mulata quizo ir a mear y yo con ella para el fondo y creo…sí por ahí bajo esa parra nos habremos parao seguro porque era como seguir bailando y la mini della era finita y ahí nomás se palpaba la tanguita que mis dedos resbalaban por el borde mientras la otra mano ya se la colaba inconciente! bajo la mini y…buummm! Veo venir la piña del Roque. ¡Que piña!
Una vez que el Dengue se pudo parar, Manuel y la Magda lo acompañaron a la salida, le recomendaron irse a dormir y ellos volvieron a bailar. Fervor de la noche que parecía veraniega a esa corta distancia entre las pieles. Tensas y suaves pieles acariciadas de todas formas por el entorno imaginativo del baile. Baile. Era el baile quien bailaba en sus cuerpos. Ël se expresaba en esa corriente que pasa a travez de todo lo vivo y lo hace mover.


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martes, octubre 03, 2006

84 - LOS DIAS DORADOS

Los siguientes fueron días dorados, no sólo porque fueron de sol- otro veranillo entraba a desarrollarse- sino porque no hubo perturbaciones naturales ni artificiales y la vida se desarrolló dentro de lo planeado más menos el margen de error. Rulo y Manuel consiguieron retirar a crédito los materiales de la barraca y comenzaron a trabajar en la casa, por ahora solitaria de los Ferrari, teniendo todavía parte del adelanto sin gastar. Julieta siguió bien con su ambarazo y vino con ellos los primeros días a limpiar todo menos la zona del trabajo. Después se quedaba en la casa o paseaba por el monte, recogiendo trufas que terminaban engrosando la olla. La flaca apareció al otro día del grito, cuando Manuel dormía, a hacerle cosquillas en las patas y cagarse de risa, pidiendo también perdón por haber sido tan tarada de creerse que el flaco había estado apareciendo y desapareciendo delante de sus ojos como si hubiera sido iluminado por esas luces intermitentes de los bailes. Pero Manuel, que tenía mucho sueño, apenas si festejó sus humoradas cuanto menos las explicaciones que se le perdían cuando ovillado en el hueco de la cama, cedía otra vez al sueño… Por último la flaca se acostó a su lado y juntos durmieron hasta el mediodía, cuando llegó el Rulo a los gritos, podrido de esperar que Manuel “ni bien me levante paso por tu casa”.
-Bueno, pero primero nos tomamos unos mates.
-Dejate de joder, después tomamos mate!
Tomaron mate. Un rato apenas, lo suficiente para agotar una cebadura y despertarse un poco. A la una y media ya partían…
Días dorados que se pintaron sobre un cielo azul, rememorando los del verano cuando el aire se perfuma y se siente esa reverberación en la piel y las miradas.
Días dorados de aquellos en que el cuerpo nos queda bien, las energías nos sobran, nos hacemos concientes de los colores de las cosas, de su volumen y su textura… Nos simpatizamos y aceptamos ser queribles.
Así fueron esos días para la Julieta que sentía crecer su primer hijo dentro de la panza. Para el Rulo que se sentía pleno en su pequeño mundo de marido y padre. Para Magdalena que por fin veía claro que lo suyo con Manuel era algo más que sexo. Para Manuel que estaba teniendo la oportunidad de comprobar que esto era lo que quería, esa vida con los suyos y no el montón de cosas raras que últimamente le estaban sucediendo.
Dicen que hay calmas que son lo que precede a las grandes tormentas. Y aunque no siempre ha de ser verdad es probable que por lo general lo sea. Demasiadas discordancias se habían de golpe vuelto armonías. (Cosa matemáticamente posible en un breve período de tiempo proporcional a la indeterminación cuadrática media, pero nunca para duraciones de considerable largura, digamos tres o cuatro días calendarios, por decir una cantidad de tiempo suficiente para que un par de ondas paralelas pasen por casi infinitos períodos de concordancia seguidos de igual cantidad de estridente disonancia. Según la opinión de aquel famoso sabio turco)


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lunes, octubre 02, 2006

83 - ¡PREDESTINADO LAS PELOTAS!

-Sabés que al principio me olvidaba de lo que me había pasado del otro lado. A veces me aparecían recuerdos borrosos de cosas que no sabía dónde habían ocurrido. Algunas cosas sueltas, nomás.
-Pero lo que me contás no concuerda con lo que yo tenía entendido…
-¿Y vos qué sabías de lo que a mí me pasaba?
-No, me refiero a lo que supone que hacen las bolas, trasladar personas, pero para que hagan determinadas cosas. Son como misioneros. Las bolas de transporte, digo. Después están las bolas colonizadoras que son esas llenas de luces y músicas pelotudas, las patrullas, como las que te rodearon en el monte, las espías y las de guerra…
-Claro conocí una de las colonizadoras. Esa que me bajó la escalera. Pero… ¿y unas transparentes y otras que son todas como de espejo, o las de papel…?
-De esas he sentido hablar, pero no se casi nada.
Cuando iban a continuar el diálogo fue que sonó la alarma aquella desde la computadora que apagó todas la luces antes de apagarse ella misma por haber detectado la aproximación de bolas patrulleras. Ellos corrieron por la escalera al sótano.
-A Dios no le gusta la tierra, -explicó Ernesto Federico- en cuanto te enterrás el tipo se desinteresa de vos.
-O será que bajo tierra no te pueden detectar?
Según Ernesto Federico no era fácil determinar los límites del poder de Dios, pero aparentemente en el universo se respetaban algunas reglas básicas: Dios en los cielos, el Diablo en las profundidades y en las zonas limítrofes se emparejaban sus respectivas fuerzas y las de otras divinidades menores. Las divinidades menores eran un montón que se decían hermanas, aunque tenían tales diferencias entre ellas que era fácil suponer que fueran nomás hermanas. Eso no era todo, también estaban los duendes, los ñung, las hadas y unos llamados Espíritus Oscuros, mal conocidos, pero aparentemente tan poderosos como el Diablo, del cual serían un desprendimiento, o tal vez del mismo Dios. Los duendes y otros entes festivos preferían existir en la floresta templada. Los Espíritus Oscuros, en los espacios intergalácticos.
-El Bosque, por ejemplo, está lleno de duendes.
-Sí, en los jardines, esos enanitos de Pórtland.
-No jodas, en serio, estos montes están llenos de duendes.
-¿De condones?
-¡Uf, qué rompebolas! Me hacés acordar al viejo Goiticoechea!
-¿Mi abuelo?
-¿Tu abuelo?
-¿Abelardo Escisión Goiticoechea?
-¡¿No me digas que vos sos el famoso nieto de Abelardo Goiticoechea?! EL PREDESTINADO…! Oh, perdoname la confianza anterior… ¡Me arrodillo frente a vos!
Cuando una vez arrodillado, el Mem se plegó de brazos extendidos hasta el suelo, al modo árabe, Manuel aprovechó para saltar por encima y correr velozmente a subir la escalera, levantar la tapa de madera que le abría paso al dormitorio y desde allí seguir corriendo a través del parque abandonado y llegar a la calle, exhausto pero indemne.
-¡Predestinado, las pelotas!

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