martes, octubre 17, 2006

98 - LA GUERRA CONTINUA

Llegada la hora de la reunión Magda le acompañó hasta la policlínica con la intención de seguir en seguida hacia un trabajo que tenía pendiente. Se despidieron en la entrada con un gran beso que chasqueó cómicamente cuando los labios se separaron de improviso al salir el licenciado Giorgionne a reclamarle que hacía rato que lo estaban esperando.
La reunión era en la misma salita de la primera consulta y allí estaba, sobre una silla, Ernesto Federico de Oliveira, de piernas cruzadas, zapatos , medias y pantalones color arena y un saco sport naturalmente desprendido. No había más nadie y la silla que sobraba la habían ocupado para sostener un celular que de vez en cuando guiñaba un ojillo fosforescente.
Giorgionne, que estaba entre los dos y enfrentado a la silla vacía, tomó la palabra para explicar en motivo de la reunión, que por cierto nada tenía que ver con terapéuticas o diagnósticos.
-Los tres sabemos que a nuestro alrededor se están moviendo fuerzas extrañas que están alterando nuestras vidas sin que sepamos qué quieren de nosotros ni cual pueda ser el límite de sus acciones.
A Ernesto Federico no le gustó mucho la introducción.
-Bueno, algo sabemos; bastante. Ya te he dicho que en el fondo es un problema de religiones o sea del poder. Lo que ignoramos son los detalle, la letra menuda.
-Como sea, no sabemos si dentro de dos minutos algunos de nosotros no será raptado y desaparecido frente a la mirada impotente de los otros. Bastaría con eso. Es la única seguridad que deberíamos tener para vivir como seres humanos…
Continuó Giorgionne narrando algo de lo que le había ocurrido en el otro mundo, un encuentro con una persona muy sabia y estudiosa de la historia de las ideas, religiosas y científicas y de su inevitable confluencia hacia algunos puntos de encrucijada…
Manuel comenzaba a arrepentirse de haber concurrido a esa reunión. Ernesto Federico continuaba impacientándose.
-Al grano, licenciado!
-Es que quería llegar al punto central de lo que este hombre me dijo. Algo que yo, aparte de no ser religioso, nunca había pensado ni siquiera como juego intelectual.
-¿Y qué te dijo, por Dios!
-Es que me daba un poco de calor, perdonen. Me dijo que en los últimos tiempos se estaba produciendo un extraordinario desequilibrio en los cielos.
Manuel le miró entre divertido y curioso. Ernesto Federico hizo silencio pero además calló. Giorgionne seguía hablando.
A todos nos han enseñado la leyenda de Dios y el Diablo. En los cielos y en los infiernos, separados como resultado de una guerra que ganó Dios en el principio de los tiempos. Pero nunca no hemos puesto a pensar que si es que hubo la tal guerra y que los contrincantes siguen con vida bien podría producirse otra en cualquier momento y que tal vez antes de aquella guerra bíblica también hubiera ocurrido otra u otras de las que no han quedado referencias escritas entre los hombres. La cuestión es el tiempo, el pasado, el futuro y los otros tiempos… Porque este hombre me ha hecho pensaren el porqué nos aparecen cosas raras en los cielos. ¡No será escaramuzas de una guerra que ya ha comenzado y que se libra en nuestro espacio y nuestro tiempo, aunque sea en parte? Como suelen hacer las potencias militares que por lo general preservan sus territorios de las consecuencias de sus propios actos… Bueno, haciéndola corta… Que estaríamos en guerra otra vez. Por lo menos la segunda guerra cósmica en la que el Diablo no lleva las de ganar y con él una serie de dioses menores que sufrirían terribles consecuencias por haberse aliado al viejo Dios de la oscuridad.
Manuel se puso inquieto.
-Mi abuelo tiene no se qué transa con el Diablo.
-Ya me lo imaginaba. ¡Viejo de mierda!- comentó el Mem.



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