lunes, diciembre 28, 2009

774. Neo Hippismo Charrúa

Resultaba ser que en este mundo Ernesto Federico había sido uno de los iniciadores del Movimiento de Resistencia al Fin de la Historia, halla por las últimas décadas del siglo XX. Un movimiento heredero de Green Peace (de algún modo), que comenzó previniendo al mundo sobre la conciente destrucción de las posibilidades vitales del planeta por parte de una confabulación mundial de gobernantes y empresarios, que apostaban a extrerle los últimos jugos, ya fuese para para que unos pocos pasaran bien hasta el fin de sus días, o para que otros pocos, completamente enajenados por la vanidad y el poder, se lanzaran a la más estúpida de las conquistas: la del Universo todo. Ernesto, al igual que un grupo de grandes hombres de distintos países, habían insistido en el perverso propósito de casi todos los dirigentes quienes sin embargo, lograron saturar el mundo de falsos informes tranquilizadores, que fueron sistematicamente colocados antes y después de todos los programas de chismes televisivos, de futbol profesional y de reality show; únicos espacios que quedaban fuera de la pura publicidad.
Lo de la desnudez, sin embargo, no había sido una nota general. Ernesto la había introducido en Uruguay, como parte de su prédica de retorno al modo de vida del Hombre Primitivo, provocando en un primer momento una reacción general de rechazo en las amplias y conservadoras clases medias, pero una adesión extraordinaria e inesperada entre la mayoría de los hijos de esas mismas clases. Se le había llamado el "Neo hippismo charrúa" y había escandalizado las calles entre los años 91 y 99, cuando por fin fue declarado fuera de la ley y apresados sus principales figuras, entre las que estaba por supuesto el mismísimo Ernesto Federico de Oliveira e Souza. Ya en ese momento habían pasado sus seguidores a ser llamados "Aborígenes" y según se decía, a vivir o refugiarse en un sistema de cavernas que recorrerían todo el subsuelo del país, por lo que también, a veces se les denominaba "Tucu Tucus"

-¿Y dónde se supone que se encuentran Ernesto y los otro prisioneros?
-Nadie lo sabe. Es posible que hayan sido eliminados.
-¿No hay información? ¿Hay una dictadura planetaria?
-No les ha sido necesario. Basta con la estupidez planetaria...

Todo el grupo de rockeros comenzó entonces a canturrear una tonada pegadiza.

-Mañana será mejor, Hay... y mañana será mejor. Hay... y mañana será...

Pero el viento volvía ahora a sacudir de tal modo el galpón que bruscamente dejaron de cantar.

-El clima está fuera de control, -dijo lacónicamente el veterano.

La luz, como en aquellas escenas de los submarinos barridos por las cargas de profundidad, guiñaba su escasa intensidad, hacía ver las expresiones con inusitada crudeza, mostraba sin necesidad de traducción que en aquellas almas anidaba el temor

domingo, diciembre 27, 2009

773. Desnudos, Papas muertos y Espejos de colores

Por lo tanto era sí aceptable la idea del cónclave. Las siete mentes más potentes de la galaxia reunidas para por lo pronto intercambiar informaciones que un momento después -estamos hablando de tiempos cósmicos- servirían para fundamentar los cambios globales que se van a producir.
Manuel derramaba sobre la tabla y las varias orejas que le oían, oleadas de conceptos sobre el paralelismo de las múltiples realidades, las supuestas barreras energéticas que las separaban y los incomprensibles atajos que el pensamiento lograba inventar sin por ello violar ninguna de las leyes.

-Parece que el conjunto de todos los universos está construido con esa única materia prima: Pensamiento.

Porque el pensamiento habría fabricado la materia y la energía cuya naturaleza última se vuelve incomprensible por ser simplemente pensamiento. El pensamiento se vuelve confuso cuando se piensa a sí mismo. Se mira en el espejo que él mismo inventa, pisa su propia sombra, se traga a sí mismo, se auto modela... y se aburre.

En cambio los cinco rockeros tiraban paladas de historia sobre la misma mesa a cada pausa de Manuel. Sin quitarle continuidad al discurso, ni perder ellos la propia línea, ni la atención que prestaban a lo otro. Lo que pintaron con gruesos trazos negros sobre una posible pared blanqueada, fue la progresiva antropofagia social que una minoría de teóricos y pragmáticos de los negocios, habían logrado llevar adelante con la colaboración de una estúpida mayoría embaucada por los espejitos de colores del progreso y la eficiencia.

-Nosotros, típìcos hijos de la clase media, nacimos y nos desarrollamos en medio de este alud que va barriendo todo el planeta. La naturaleza, el clima, la atmósfera, el giro de la Tierra sobre su eje y por supuesto la propia humanidad.

Preguntó Manuel si no se habían notado influencias externas sobre este mundo, pero ellos dijeron no creer en Ovnis. Todos los días la televisión atontaba fanáticos con borrosos cucharones tirados a volar para ser fotografiados. Eran parte del show. De otra cosa no tenían noticia a no ser que la extrañas muertes de tres Papas en un año pudieran ser atribuidas a los marcianos y no a la supuestas guerrillas aborígenes que nombraban las agencias de noticias.

-¿Aborígenes?

Quedaban grupos residuales de lo que en un momento fueron grandes movimientos ecologistas, escondidos y...

-...desnudos, completó Magda a las risas.
-Sí... pero ustedes dijeron no ser...

Mientras se aclaraba este punto Jack se levantó para volver con una foto y colocarla frente a los muchachos. La foto de un grupo de desnudos en cuyo centro se veía la figura indudable de Ernesto Federico de Oliveira e Souza.

-Le conocemos, -dijo Manuel poniendo el índice sobre su pecho.
-Yo también, -respondió el más veterano- está desaparecido






viernes, diciembre 25, 2009

772. La Realidad, Ese Invento.

Conque aquella reunión pasaba a ser de repente un cónclave predeterminado por las más ocultas de la fuerzas que pudieran tener influencia sobre la marcha del Universo. Una pieza clave, ineludible y necesaria para que las cosas llegaran a ser lo que deberían ser y, una vez sucedidas, un pasado adecuado a lo que ya fuera presente. ¡Como si nada! Increíblemente entre aquellas cuatro paredes de tablas mal clavadas que contenían poco más que una incoherente colección de trastos viejos, discos de vinilo, fotografías recortadas de revistas, televisores descompuestos y... En este ahora y aquí, de alrededor de esta mesa improvisada sobre la madera de una puerta, que cáscaras de queso y un cuchillo de caza con cachas de guampa de alce o de venado, y siete locos alrededor, todavía con los labios húmedos de vino, que se miraban con el interés de miradas sanguinolentas... aunque pacíficas sin duda...

¡Que increíble parecía que esto estuviese programado!

¡Y al mismo tiempo qué probable!

Porque se podrá creer que lo único probable es que las cosas transcurran como transformación gradual de un presente contenedor de todas las causas, hacia un futuro inmediato que recoge lo que en potencia estaba y que no necesita más que desarrollarse, como el brote de una planta a partir de la semilla. Pero así nunca podría surgir la novedad, ni mucho menos lo sorprendente...  Lo inesperado también es probable, y aunque lo se poco, alguna vez terminará por suceder...

 Necesariamente.

Y necesariamente algún conjunto de causas improbables, que un día se juntan en un instante por pura casualidad, o en un lugar, alrededor de una tabla, o sobre un planeta entero... Un conjunto de causas improbables terminarán necesariamente produciendo un resultado, que aunque en apariencia extraño, será sin duda el resultado más probable y hasta casi obvio, que vendrá a rescatar a la realidad de la amenaza constante que sobre ella pende, de la eterna repetición.

Así estaban entonces alrededor de una puerta apoyada sobre cajones, siete personajes un poco fumados y otro poco poseídos por el entusiasmo de creer que la realidad no había llegado para quedarse. No ahora que la rebeldía parecía sacudirse de sobre el lomo un pasado admirable, como hace el perro con el agua que le sobra, para ponerse en condiciones de empaparse de innovación.

El Universo es algo que se inventa todos los segundos. Que se puede inventar. Que nosotros podemos inventar! ¡Que ya estamos inventando!


martes, diciembre 22, 2009

771. Jack el Destripador

Que entre bocado y bocado -un trago- y después esa levantada de cejas que anunciaba una nueva anécdota de las que se sucedían sin que nadie supiese si eran tomadas por verdades o por simples acompañamientos al momento de confraternidad.
Y un brindis por la increíble variedad de los mundos existentes en la imaginación. Lo proponía el más veterano de los rockeros, ese que cuando Marley sonaba desde el fondo, armara con habilidad un grueso faso para convidar a la rueda una vez que dejaron todos de masticar.
Poco a poco las suspicacias se volvían del todo imposibles. Si Manuel y Magda afirmaban venir de otro mundo, de otro mundo venían. Y si, que aun en otro, él había fabricado naves interplanetarias de papel y engrudo, por qué no iba a ser cierto, si la mente ha podido siempre más que la materia, mero producto secundario de las oscuras reglas del juego del creador.
El más joven, apodado Jack por destripar todo lo que tomaba entre las manos, por ejemplo, acababa de afirmar que la presente escena ya la había vivido, dejá vu, y que se animaba a afirmar que esta  reunión no era más que el inevitable encuentro de unos cuantos seres que deambulaban por el cosmos ignorantes de tener la ineludible necesidad de juntarse ese día y a esa hora, en ese mismo y preciso lugar, fueran cuales fueren las circunstancias. Que dijeran si no, los presentes, cuan improbables habían sido las cuestiones que les juntaran. Por ejemplo él. Podía decir que no hacía más que un par de horas caminaba por una calle del barrio Borro, por la vieja costumbre que tenía de hacerlo por las antíguas zonas rojas, hoy por hoy totalmente evacuadas después de la peste esa que siempre se sospechó provocada desde el gobierno. Y que la puta casualidad había hecho aparecer por allí, tras sus pasos o sus olores, un bicho bolita de esos policiales que son tan estúpidos como pertinaces una vez que inician una persecución. Había saltado varias vallas con letreros de prohibido pasar y buscado un arrollito malsano que se conocía, con la esperanza de que el aparato  se enterrara en el barro e hicieran cortocircuito sus conecciones. Pero sin suerte, porque las pequeñas orugas del bicho resultaron más eficaces que sus champeones y al parecer no le había entrado agua, o no funcionaba con electricidad, o vaya a saber... Pero que para peor el estúpido aparato, al no poder darle alcance se había puesto a bocinar voces alarmistas sobre que él era un probable delincuente social de los que atentan contra el orden mientras los virtuosos ciudadanos trabajan noche y día para aumentar la prosperidad y el progreso de la nación, y el suyo propìo. Las voces llamaron la atención de otros bichos, que empezaron a parecer esquina tras esquina mientras el pedaleaba sin ton ni son sobre una bicicleta que había tenido que robar, con la que veinte cuadras más allá, por mirar si le estaban dando alcance, chocó de lleno contra un puesto de venta de máscaras anti-gas descartables, destrozando la rueda delantera. Había corrido entonces hasta la casa de un conocido que quedaba a la vuelta del lugar del accidente. Pero en la casa no había nadie. Otra vez corrido hasta la esquina a asomarse y mirar, para verlos a media cuadra propalando amenazadores voces de alto, y sentirse perdido. Pero que justamente entonces, cuando ya no le quedaban más recursos ni energías, había aparecido un taxi doblando a lo bestia la esquina y deteniéndose mal parado frente a la boca de un pasillo de esos de apartamentos hasta el fondo. La puerta se había abierto, el tachero había salido corriendo entrando en el pasillo y el auto, con el motor encendido le estaba esperando a cinco metros de distancia. De ahí en más la ciega huida había sido muy rápida, aunque temeroso de que por algún método le estuviesen rastreando, doblara en casi todas las esquinas y perdiese por completo el sentido de la orientación hasta el momento en que el vehículo se había puesto a estornudar su desesperante escasez de nafta. Se había bajado sin saber dónde estaba, pero enseguida reconoció el lugar. Estaba a una cuadra de la terminal de Tres Cruces. Lo demás podría ser predecible. Que tomara un ómnibus para cualquier lado y mejor para Lagomar donde tenía tantos amigos. Que llegado aquí se hubiese metido en el galpón de la barra... Pero quién hubiese adivinado que al rato, habiendo llegado estos dos amigos que estaban al lado, y antes de que les hubiese podido referir toda la historia, iban a sentir voces afuera y al abrir  se iban a encontrar justamente con el amigo que no había estado en su casa de Montevideo cuando le había golpeado la puerta, pero además acompañado por otro amigo, al que hacía tiempo quería ver, y dos extraños sujetos vestidos a lo árabe, que decían ser viajeros de otros mundos y otros tiempos!
Todos estuvieron de acuerdo en que la historia era completamente improbable. Tanto como la mayoría de las cosas que ocurrían continuamente, como el clima o como la ubicación definitiva de los polos desde que la fusión de los casquetes de hielo había destartalado el equilibrio de la masa planetaria y el giro regular del trompo. Ni siquiera la duración de los días era igual, ni los puntos cardinales...
Sólo algunas cosas se mantenían. Las importantes. La amistad. El espíritu del rock. El amor...

domingo, diciembre 20, 2009

770. Salamín con queso

Contestar la pregunta tan así de sopetón hubiese significado tirarse al agua desde mucha altura, sin haber podido averiguar demasiado, ni siquiera lo suficiente para saber si aquellos rockeros bien afeitaditos y harto perfumados, eran sin embargo rockeros en serio, de los que nunca podrían estar al servicio de una sociedad represora y sistemáticamente encuadrada en la ideología del progreso sin límites a cualquier precio.
Abría Manuel la boca para decir algo, que por supuesto no iba a ser demasiado claro, cuando el galpón comenzó a crujir desde su base con evidente propósito de venírseles encima con todo. Magda dejó que su cara expresara el temor que en realidad sentía por lo que Manuel fuera a decir. Manuel se cubrió la cara con el brazo como si creyera que aquello daba para tanto, y los rockeros quitaron a todo importancia con levantamientos de hombros y gestos manuales de espantar moscas.
Era que se había levantado viento otra vez, aunque al parecer ahora no llovía....

¿Pero... por qué extraña razón sintió con el crujir de las maderas del galpón un sentimiento antíguo de añoranza, casi de angustia? Como si el esqueleto de pronto le amenazara con licuárse, y el ánimo, su buen ánimo de siempre, le comenzara a flaquear de una manera que... ¡Como si no creyese más en sí mismo! Como si el espíritu le abandonara y lo que quedara de él tendiese a desplomarse en cualquier piso o cosa que impidiese una ilimitada caída...

¡Como si estuviese muerto de hambre!

Eso mismo. Como si estuviese, porque efectivamente lo estaba, y ahora que su mirada había encontrado al acaso, en un rincón poco iluminado del ambiente, sobre una tabla de picar y al costado de un hermoso cuchillo de caza con mango de hasta (posiblemente de ciervo), aquella escena central compuesta de un generoso trozo de salamín, apenas empezado, y otro de igual talante, pero de un queso cuyos múltiples hoyuelos parecían sonreír simpáticamente... Ahora lo comprendía sin lugar a dudas!

¡Estaba muerto de hambre!

Claro, ya ni recordaba la última vez que había puesto comida dentro de su boca. En este mundo no, por cierto. Y en el anterior... ¿cuando? Además de que el tiempo fuera algo tan relativo... Ni siquiera sabía en qué año estaba pisando el piso y respirando el aire... Tal vez, ja ja, fuera cierto que hiciera años que no comía, pero... Aquella escena bucólica que contemplaba se le estaba subiendo a la cabeza y comenzaba a hacerle perder el equilibrio, además de traspirar y tartamudear, porque mientras tanto, se había puesto a decir pavadas sin ninguna clase de propósito ni control.

-¿No nos convidarían con un cacho de salamín con queso?

Esto terminó de aventar cualquier duda que los rockeros pudieran mantener sobre ellos.

Un muerto de hambre en cualquier mundo es un compañero.

Acomodaron unos cajones en el centro del espacio y sobre ellos colocaron una puerta ciega que descansaba apoyada sobre un costado. Trajeron la tabla con los objetos adorados por la mirada de Manuel, y de otro lado un botellón con vino y un pan flauta que enseguida estuvo cortado en rodajas, otro salamín y por el aire la voz de B.B. King cantando un blue... Cajones menores sirvieron de asientos.

Viejos amigos.



jueves, diciembre 17, 2009

769. Boleadoras y John Lennon

Los cuatro de adentro demostraron más sorpresa que rigor con las visitas. Escrutaban el desordenado envoltorio de sábanas que rodeaba a los muchachos y saltaban la mirada a sus compañeros recién llegados que todavía se mantenían detrás para impedir cualquier intento de huida.

No fue fácil explicar lo inexplicable. Como se puede imaginar, los primeros intentos no pasaron de ser algunos sonidos titubeantes y monocordes que ni siquiera despejaban la duda sobre el posible idioma que hablarían este par de flacos sabaneros, que sin embargo y sin saberlo, contaban desde ya con varios puntos a favor.

(Pero no nos adelantemos)

...conociendo el lugar... exactamente eso andaban haciendo, se podría decir, y esa música que se filtraba apenas por el aire de la noche...había hecho el resto, porque...
¿quién podría en este mundo tan... utilitario y... progresista, era decir, amante del progreso, material... estarse hasta la medianoche escuchando viejos rocks encerrado en un galpón ruinoso? ¿Eh?
Claro que a ellos eso no debería haberles importado, porque evidentemente no era asunto propio, mas ¿acaso uno no es tan curioso como todos los otros? Y más cuando se anda, como quien dice, medio perdido en un mundo que no es el propio...

(¿no sería demasiado arriesgado avanzar por esta línea?)

Si ja ja, que había quedado gracioso dicho de esa manera y especialmente viéndose así envuelto en sábanas por la sola razón de haber perdido las ropas...
Que qué? Que si eran aborígenes? No... que bah...

-Que vamos a ser aborígenes

Pero diciendo esto Manuel levantó la mirada sobre las paredes y su abigarrada colección de trofeos (por decir algo) y objetos de la más variada catadura. Tenía ante sus ojos una libro abierto para interpretar la psicología de aquellos sujetos a poco de que lograra reconocer rápidamente la naturaleza y significado de cada cosa.
Distinguió unas boleadoras no muy antiguas, que pendía desganadamente de dos clavos y uno caído.
(significado nulo)
Una foto de John Lennon junto Yoko.
(posible pacifismo)
Otra de Jimmy Hendrix al lado de la de Bob Marley...
(malucos seguros)

Se le ocurrió una pregunta:

-¿Por qué no tienen fotos de rockeros más modernos?

Ellos hicieron una mueca y le encararon.

-¿Rockeros modernos...? No hay.

Eso, claro. Tenían fotos de otro tiempo... Un tiempo políticamente incorrecto.

Sobre un sillón, al fondo, desvencijado, se veía una guitarra acústica y... levantando la mirada justo allí el viejo retrato del che Guevara!

Pero el tono de la conversación se volvía más concreto.

-Bueno, pero ahora decinos la verdad: ¿Por qué nos estaban espiando?

domingo, diciembre 13, 2009

768. El Rock Pervive

Aparte de reirse, naturalmente, y de meter cada uno la mano por entre los dobleces de la sábana del otro para tocar de contrabando alguna parte del cuerpo escondida tras el blancor fosforescente, ja ja! Mientras iban dando pasos inconcientes por esa calle solitaria hasta de perros, ¿Hacia donde?
Por supuesto hacia alguna vestimenta mas convencional estuviese donde fuera que no fuese en una tienda cerrada y con alarma anti ladrones.
En la esquina un muro viejo de ladrillos mal cubiertos por revoque y pintadas, una pintada, sola, al correr de un aerosol manejado con destreza, por curiosidad leído. "El rock pervive", y aquel signo de los antiguos hippies. Punto. Pintura roja en las letras y negra en el signo, que alguien, otra noche cualquiera, habría pintado con el corazón latiendo en el pecho, temeroso de ser descubierto, o tal vez...
Porque este era un planeta positivo, ¿no cierto?, ajeno a toda especulación y divague, aunque toda regla tenga su excepción...
Más allá, entre las sombras insonoras, algo se mueve desapareciendo tras un grueso tronco de árbol. Y hasta es creíble un silbido inaudible. Una puerta de madera que se cierra con insuficiente disimulo, un reflejo fugaz de una luz imposible. Un misterio.
Pero los oídos ya se han alertado y no confundirían con imaginación lo que se percibe como un sonido que a tientas ha buscado salirse de aquel galpón destartalado que se adivina allá en el fondo del terreno de ese chalet que duerme como todos. Sale una lámina de luz por debajo de la puerta... Es necesario escuchar con atención... Colarse en el terreno y arrimarse a la ventana cubierta por un postigo de madera sin pintar. Allí dentro reverbera música entreverada con voces. Es una reunión clandestina!

De pronto fueron descubietos por un trío de hombres que han llegado desde sus espaldas. Que les impiden la retirada sin atinar cuales serían las preguntas pertinentes para este par de árabes nocturnos.

-Entren!

No muy amable pero expresivo.

La puerta es abierta desde adentro y ellos introducidos a un antro de abigarrada simbología rebelde en todas sus expresiones. También las fachas y las actitudes.


jueves, diciembre 10, 2009

767. Una noche perfecta


Siguieron hasta la noche intercambiando información. Sobre los SuperHombres unos, y sobre las otras humanidades los otros.
La lenta pero inexorable evolución de una parte de la humanidad hacia una concepción del progreso contínuo y acelerado, única razón de toda existencia y única justificación para respirar el aire y pisar el suelo. Incluso las posesiones habían pasado a un segundo plano desde que la realidad se había ido haciendo más y más virtual. También el equilibrio con la naturaleza. Nada había importado, ni podría importar más que el próximo progreso, la nueva conquista que, un año fuera el desarrollo de las nanotecnologías y al otro la vida artificial o la fusión atómica.
Ya el clima se había vuelto un caos absoluto. Miles de especies agonizaban o se habían extinguido, dejando lugar a otras que se multiplicaban llenando los huecos o aparecían aparentemente de la nada. Seres con características impredecibles, desconcertantes, a veces letales, a veces admirables, Se estaban sucediendo alternados ciclos de plagas planetarias. Langostas que perciben las ondas electromagnéticas. Cucarachas antropófagas. Moscas saltarinas. Ranas fosforescentes capaces de imitar la voz humana. Pero también enfermedades mucho más mortíferas que cualquier tipo de cáncer.
Por su parte Manuel contestó todas las preguntas que pudo sobre las características de los otros mundos sin lograr que comprendieran su idea de la intrínseca imperfección del Universo, por mucho que insistiera en la misma idea expresada de diversas formas.

-Lo imperfecto evoluciona porque está en desequilibrio...

En eso fue que Dengue volvió con un amigo que se había hecho, desde el mirador que arriba tenían dentro de un tronco hueco de nogal.

La noche se había cerrado sobre el vecindario. Era de suponer que los lavavajillas terminaban su tarea, las camas atemperaban ya las sábanas, los televisores 3D reconvinaban sus cuatro tipos de argumentos con sus cincuenta ambientaciones históricas y algunas variantes al azar. El camino estaba libre. Ni siquiera sonaban cantos de grillos. (se habían extinguido veinte años antes).

Manuel tomó a Magda de la mano y juntos fueron hacia la escalera caracol.

Cincuenta escalones. Una tapa que levanta su apariencia de pinochas incrustadas en arena. Dos bultos oscuros que se apean entre los árboles.

Era una noche serena aunque un tanto fría. La lluvia había cesado por completo y entre la ramazón de los pinos trozos de un rompecabezas de luna jugueteaban a cambiarse de lugar. Ellos rieron. El frío no hacía otra cosa que cosquillas en sus cuerpos jóvenes. Tuvieron ganas de besarse y lo hicieron sin llegar a verse. Labios encontrando labios. Tactos a lo largo de las pieles. Respiración...

Pero tenían que comenzar a colarse a los patios de las casas, casi todas iguales, a los patios, semejantes, en busca de alambres que sostuviesen ropas colgadas, como siempre se había hecho, y elegir entonces lo que pareciera más conveniente.
En el primer patio apenas encontraron colgadas dos sábanas y algunas toallas, En el segundo no había alambre. En el tercero un perro dormido. En el cuarto...

¡Ya nadie lavaba la ropa!

Volvieron al primero, se vistieron con sábanas y salieron a la calle antes de llamar la atención. Ahora se veían, pero ¿qué hacer?


























martes, diciembre 08, 2009

766. Espías Desnudos

Estaba claro que la desnudez, para estas personas había adquirido la fuerza de la identidad. Así como los otros, al parecer continuaban con el viejo tabú aumentado por el contraste con estos nuevos salvajes, ellos habían entronizado la desnudez como una máxima moral. Jamás accederían a ponerse trapos sobre la piel.

-¿Y si yo me disfrazase y los espiara...?

Un rumor de escándalo resonó bajo la bóveda de la caverna. Bocas torcidas y narices arrugadas dijeron la opinión que merecía una iniciativa semejante.

-¿Acaso no te repugna esa falsedad?  Parecerse a una cosa...
-No me molestaría hacerlo por ustedes. Vengo de un mundo donde la desnudez pública se cobra o se paga. Todos quieren andar desnudos y ver gente desnuda, pero nadie se atreve a hacerlo a no ser por razones profesionales.

El grupo retrocedió un paso.

-¿Y se dejan implantar chips en el cerebro...?

Los muchachos rieron.

-No, todavía no. Pero en algunos países andan con ganas...

El grupo se acercó de nuevo. Pocos segundos habían bastado para pensar muchas de las posibles ventajas que se podrían derivar de conseguir informaciones sobre el enemigo. Cuales era su plan sobre los aborígenes. Por qué aun no les habían exterminado. Por qué nunca les habían cazado en sus guaridas. Y sobre todo, la gran pregunta: Donde estaban los miles o tal vez millones de humanos que habían capturado en los últimos cuarenta años?

Cuando el silencio hizo obvia la aceptación, Magda tomando la mano de Manuel propuso que fueran juntos.

-Deberíamos conseguir ropas...

Eso nuevamente causó pánico. Evidentemente nadie quería tener contacto con tales cosas.

-No se preocupen, saldremos de noche y nosotros mismos la conseguiremos.

lunes, diciembre 07, 2009

765. Inmundas Alimañas

Tan compuesto se mantuvo Manuel escuchando lo último, que nadie hubiese supuesto que su corazón acababa de dar un brinco al sentir el nombre completo de Ernesto, otra vez como guía y benefactor de un grupo que pretende salvar la dignidad humana. Lo recordó en imágenes de cuando cayera el, aquella vez, por las galerías de los tucus, salvándose de la encerrona que le prepararan los ángeles. Y volvió a verlo aparecer, semi cubierto de pieles salvajes, como un supuesto hombre de las cavernas, que sin embargo tenía en un rincón de la cueva un sistema completo de rastreo electrónico, con el que acababa de adelantarse a la trampa celestial... Y después aquella droga inocua que tomó y casi le mata. Y otras cosas... que siguió viendo en secuencia, mientras seguía estirando con lentitud aquel mechón de cabellos de Magda, que mantenía entre los dedos de su mano sobre el hombro de ella.
Por otra parte Dengue nada dijo, quizá por no haber entendido que estaban hablando de la misma persona que le sacara de la miseria y le escuchara con tanta atención como nunca nadie en su vida, ni siquiera Manuel.
Magda sí entendió, pero no quiso interrumpir.

Las historias fueron interrumpidas por Erika, La Lagarta, quien reclamaba atención sobre la idea de que algo se debería intentar para el rescate de los compañeros atrapados en las redes, Felipe entre ellos. Ya era tiempo de que se intentara otra estrategia diferente a la del encierro y no asomar la nariz, antes de que poco a poco les terminaran aniquilando definitivamente.

Varias caras compunjidas le contestaron que nada podían hacer frente al inmenso poder de los SuperHombres, su falta absoluta de sentimientos y la complicada red de seguridad que les rodeaba. Solo mantenerse alejados, ocultos, sin correr esos riesgos a los que los más jóvenes se sentían atraídos.

Manuel preguntó si conocían algo sobre qué hacían ellos con los prisioneros, a qué lugar les conducían y cuanto conocimiento tenían sobre la existencia de comunidades subterráneas como esta.

-Porque supongo que no ha de ser la única, verdad?

No era la única. Se tenían noticias de varias más. De vez en cuando establecían contacto con algún miembro de otra comunidad subterránea y, por lo general, ellos referían noticias sobre otras y otras. Al parecer en todos lados, al menos en estas regiones planas, la solución encontrada era bajo tierra, lo que les obligaba a la obtención de alimentos durante la noche, recorriendo plantaciones y quintas de la superficie. Habían aprendido los oficios de ladrón de hortalizas y gallinas, perforador de pisos de depósitos, desviador de cañerías de agua potable, y otros para los que se turnaban guiados siempre por uno con mayor experiencia. Pero siempre evitaban el enfrentamiento. Los SúperHombres, especialmente los híbridos, que no eran pocos, tenían una especial sensibilidad a la cercanía aborigen. Corrían hacia sus sistemas de alarma cada vez que les olfateaban, o les veían así no más desnudos, o quizá al ver una huella en el suelo, de un pié descalzo. Les tenían aversión, asco, en una palabra, como si fueran inmundas alimañas y no hermanos hasta hacía bien poco.

-¿Y los prisioneros, a dónde los llevan?

Nadie lo sabía. Sabían sí que los helicópteros volaban lejos y que eran muchos. Aparecían a tiempos irregulares, cuando menos se los esperaba y, al parecer, ya advertidos del lugar preciso donde andaban ellos. Nunca alguien capturado había vuelto.

-¿Probaron de mandarles espías?
-Qué idea más ridícula. Si uno de ellos apareciese aquí con intensiones de espiarnos nos daríamos cuenta enseguida!
-Por qué?
-Por todo... Especialmente por la ropa, por supuesto!
-¿Y si viniese desnudo y se comportara como uno de ustedes?
-¡Desnudos ellos! No. Nunca harían una cosa así. Ellos usan hasta una segunda piel que les protege de la temperatura y los microbios...
-¿Y ustedes...?
-¿Qué...?
-Si ustedes se vistieran como ellos y le imitaran en todo...?
-¿Vestirnos? ¡Eso sería indigno!




viernes, diciembre 04, 2009

764. Híbridos y Aborígenes

Sin embargo, pocos reparos pusieron a la idea de que fuesen habitantes de otro mundo. Creían muchos que al nacer cada cual viene de un mundo desconocido, que se olvida al llegar. como seguramente se olvidará el presente cuando la muerte y posterior nuevo nacimiento. No todos, pero tampoco los incrédulos lo fueron en cuanto a lo que ellos afirmaban. Parecían bien dispuestos a considerar que en el inmenso océano de la ignorancia propia debería haber suficiente lugar para muchas más cosas que las que algún día se hubieran imaginado. Les pareció que tan interesante conversación merecía ser prolongada en el tiempo y compartida con muchos más compatriotas que los que en ese momento estaban presente en la gran caverna, y por eso, sin más miramientos les declararon huéspedes de honor. Palabra que pareció producirles mucho deleite, ya que a partir de eso momento se fue repitiendo de boca en boca mientras la mayor parte de los presentes comenzaban a acarrear elementos de comodidad -asientos precarios y otras pocas cosas- como para armar un anfitetro alrededor de los visitantes.
Por su parte sin orgullo ni vergüenza contestaron preguntas sobre las razones que les mantenían bajo tierra por segunda generación consecutiva, perseguidos por la mayoría de sus hermanos terráqueos, aquellos que optaran por hibridarse con las máquinas para transformarse en una súper-especie predestinada a la conquista del Universo. Los súper hombres habían avanzado científicamente más en los últimos cuarenta años, que la humanidad entera en su historia, dejándoles a ellos completamente rezagados, sin posibilidad siquiera de mantenerse al mismo nivel intelectual que sus abuelos. Para ellos se había tratado de una involución hacia una concepción natural de la existencia, que a la postre les estaba llenando de muchas satisfacciones. Habían vuelto al pensamiento global como fuente de sabiduría, pero claro estaba, el pensamiento global permite entender al enemigo, pero no defenderse de él.
La comunidad de La Gran Caverna, de la que formaban parte, había sido fundada en secreto, por un gran hombre que fuera el propietario de los terrenos que cubrían este sistema de cuevas naturales ignorados por los habitantes de arriba. Había prevenido a los padres de los actuales comuneros, sobre el significado del insano desvío de la civilización humana y les había invitado a elaborar entre todos una respuesta, una corrección del rumbo... Pero los acontecimientos se precipitaron a mayor velocidad, al cabo de pocos años empezaban las razias de rebeldes y "aborígenes", como prontamente comenzaron a llamarles a los que despreciaban la nueva civilización.
Hacía ya diez años que Ernesto Federico de Oliveira e Souza estaba desaparecido

martes, diciembre 01, 2009

763. La Lagarta

Mientras el vendaval chorreaba sobre las espaldas y de ellas seguía por las piernas flacas, Erika , adelante, zigzagueabaa sabiendo que la seguían más por instinto que por comprender sus movimientos de verdadera lagartija. Tal vez acostumbrada a evitar lugares que conllevaran peligros, todo el tiempo iba metiéndose por los baldíos arbolados y saliendo de ellos por los fondos de las casas, pero también de pronto caminaba largos trechos por alguna calle de balastro, como a tientas, semi agachada, como si temiera un ataque sorpresivo o estuviese, incluso en su imaginación, en plena lucha con invisibles enemigos implícitos en la lluvia y el viento que por momentos parecían arrastrarla.
De pronto, en medio de un pinar un poco más extenso que los otros, se detuvo frente a un gran tronco cortado, y con uno de sus pies descalzos le empujó, haciéndole girar una media vuelta. Se descubrió una boca abierta, suficiente para el paso de una persona, por donde comenzaba a chorrear ahora el agua que había estado cayendo sobre el tronco.

-Rápido, antes de que alguien nos vea!

Imposible que existiese ese peligro. En todo el recorrido de por lo menos diez cuadras, no se habían cruzado con nadie, ni visto siquiera persona alguna asomada detrás de tantas ventanas. Aquello parecía una población fantasma de típicas viviendas de clase media, con jardines y primorosos setos ahora destrozados por la fuerza del vendaval. Ni un alma. Ni un perro rottweiler, ni un rezagado habitante llegando por fin de vuelta a casa.

Entraron al hueco uno tras otro y todos detrás de Lagarta, quien encontró en la oscuridad un trozo de cuerda terminada en un gancho con lo que volvió a la entrada a maniobrar desde ella con evidente intensión de volver el tronco a su lugar cubriendo la boca. Porque debajo de la entrada había un espacio bastante amplio que alcanzaba para agruparse sobre uno de los lados a esperar que los ojos se habituaran. Pero no. Una vez cerrada la boca superior, se tuvieron que orientar por el tacto y el oído, para no separarse, ya que que Lagarta había retomado su anterior agilidad y, a la voz de "por aquí, síganme, por aquí", peligraba perderse en profundas oquedades fáciles de imaginar como una red de galerías.
Reptaron de esa manera por lo menos una hora, pasando por sectores amplios, donde parecía haber espacio hasta para ponerse de pie, y otros en los que por momentos Manuel temía quedarse atracado y no poder seguir avanzando. Luz, ninguna. Al menos hasta el momento en que de golpe la estrechez se transformó en un amplio espacio medianamente iluminado por escasas antorchas que, a pesar de ese aire fantasmagórico Manuel pudo reconocer como su querida Galería Máxima, aquella desde la que tantas veces había despegado con su bola de cartapesta.
Enseguida fueron rodeados por un grupo de "aborígenes" de diversas cataduras, todos desnudos, aunque algunos llevaran adornos y otros pinturas en algunas partes del cuerpo, que les comenzaron a preguntar de dónde venían y esas cosas, en vez de advertir el triste semblante de Lagarta, y preguntarle por sus amigos.
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