jueves, septiembre 15, 2016

992. No tengo ni idea !

A Manuel le pareció que su doble parecía un tanto mas belicoso que lo que él se consideraba... o suponía, así que le  largo una pregunta a quemarropa. --Pero qué edad tenés ahora, tocayo?

--Tengo 22... y vos?
--Cumplo treinta en estos días...
--Entonces no seríamos dobles, no tendríamos la misma edad!
--A no ser que vos hayas navegado no sólo a través de los espacios sino también en el tiempo...

Aquello cayó como plomo fundido sobre la conciencia de Manuel el flaco. Casi le hizo lagrimear la evidencia...

--Y como hago para regresar?

Manuel apoyó la derecha sobre del muchacho, le habló en tono casi paternal (-sí, ja ja se estaba sintiendo como un papá-).

--Mirá guacho, no te desesperes, no es imposible, salvo que el resultado... bueno tiene sus imprecisiones. Tendríamos que conversarlo despacio, porque veo que tu abuelo no te enseño nada sobre las dimensiones y los mundos paralelos.

--Casi nada. y eso me llevó muchas veces a espiar las conversaciones que tenían con su amigo en el galpón.
--Ah, y ahí aprendiste algo...?
--No que va! esas veces no entendía nada. Era muy extraño lo que hablaban... y a veces también lo decían estar haciendo...
..Fabricando?
--No, más bien sintiendo o viendo
--Qué cosa.
--Decían, a veces estar viendo la energía presente en el espacio que los rodeaba.. Porque ellos creían que todo era energía y que teniendo una cierta capacidad se podía "ver" la energía vibrátil de las cuerdas... hablaban mucho de esas cuerdas que nunca entendí lo que son.
--Bueno mirá, yo nunca me enteré de cuales eran las ideas científicas de ellos dos. Lo mio, en esas época eran las historietas.
--Pero sabés manejar una bola!
--Eso sí, al menos este tipo de bolas que nos enceñó a hacer el abuelo Abelardo, desde un plano superior en el hiperespacio.
--¿Qué, me estás cargando?
--No ocurre que el se ha muerto en su espacio natal, y ha pasado a otro mundo que no es ni el paraíso ni el infierno ni el purgatorio ni ninguno de esos mundos imaginarios. Es... otro aspecto de nuestro mundo mismo pero subiendo algún escalón sobre el nivel en que nacimos,,, Le llaman el segundo tiempo, no se si porque es para algunos muertos al menos como una segunda existencia en contacto con el mundo que acaban de abandonar.
--Algunos muertos... ¿y los otros?
..No sé, en realidad no tengo ni idea-

martes, septiembre 13, 2016

991.¡ Arraioa arraioa !

_-Sí, que está vivo-- contestó el flaco torciendo la voz como un borracho --cada vez más cascarrabias y rezongón!

Aquello causo gracia a los presentes, es decir a nuestro Manuel y a Analía, quienes de pronto sintieron aumentado interés en lo que escuchaban. Que continuaba casi sin necesidad de hacer preguntas.
El otro Abelardo gozaba de muy buena salud con sus jóvenes 74 años, cantaba y bailaba danzas vascas que había aprendido en su viaje por el sur de Francia, Moncayolle-Larrory-Mendibieu, en los pirineos. Pero justamente ese viaje le había carcomido el cerebro de tal modos que ahora casi se le podría catalogar de racista. Todo lo terminaba refiriendo a su condición de ser algo vasco o no vasco.. Como si no hubiese en el Universo otra cosa que el haber nacido o ser descendiente (como él) de padres vascos, Ninguna otra condición o virtud pero tampoco característica física. intelectual o química o electrónica o cuántica, o lo que sea, porque... ¿Se puede no ser loco y pensar  que los cuchillos vascos cortan rieles de ferrocarril de un sólo golpe o que los vascos son los descendientes directos de los atlantes o que...? Pues de esas cosas era que el abuelo Abelardo Goiticoechea Arroqui hablaba casi todo el tiempo. Cuando se levantaba y tomaba mate sentado en su taburete en la vereda de su casa, cuando preparaba aquellas fritangas vascas rebosantes de calorías y colesteroles... Eso si, para ser vasco, pero vasco de verdad, había que ser vasco del lado francés, porque los vascos españoles no eran vascos de verdad. Demasiado mentirosos y cobardones!
Manuel, al notar que su doble estaba descargando sobre la reunión un cargamento de bronca largamente acumulado quiso poner la nota de humor sutil. --Y no te presta la bola--- le dijo con una sonrisa cómplice insinuada en la cara-

--No... se hace el boludo cuando le pido que me enseñe a manejarla! Empieza con esas palabras supuestamente vascas; arraioa, arraioa, vasco grande! que ha de ser lo único que aprendió, parece, y que no sé si sabe lo que quiere decir.
--Pero vos habrás visto cuando hizo la bola...
--No, tampoco. Se encerraba en el galpón con ese amigo, el viejo Miguel de la farmacia, al que... bueno, yo no sé pero el viejo desapareció de buenas a primera, hace un tiempo y él no quiere ni que le pregunten nada.
--Se habrán peleado...?
--No creo... Para mi que se fue con la bola que hicieron (esta es otra) y... tal vez no supo volver...