jueves, octubre 19, 2006

100 - ¡Veni muchacho!

De Maquis Manuel había visto un par de películas en la tele. Eran igual que los Tucu tucus que cuando se esconden nadie los puede encontrar. Como cuando después de haberlo salvado de los ángeles y los fotógrafos se escondieron en sus galerías… ¡Locos de tímidos! El Tucu tucu común era un bichito simpático. No sabía si esa sería su impresión si se encontraba con un ejemplar gigante como el que el Mem tenía al lado en aquella foto. Hasta capaz que hablaban, porque de alguna manera se había entendido con él… Dijo que eran matemáticos y que sabían hacer muy buenas preguntas, a las que nunca respondían.
¿No sería que Ernesto Federico dominaba a los bichos por telepatía o los bichos a él? ¡Qué idiotez! ¿Cómo podía pensar tamañas pavadas y al mismo tiempo creerse un tipo inteligente? Se acomodó el saco sport del inteligente que le quedaba un poco ancho de hombros y en eso se dio cuenta de que ya varias veces le habían tironeado del brazo.
-Manuel, Manuel… te estamos llamando hace rato. ¿No escuchabas?
-…estaba mirando las paredes…
-¡Vení muchacho!
Debatían nuevamente con encontrados argumentos, la conveniencia de establecer el locus del Comando Central en el ala norte o en la sur de la Galería Máxima como habían pasado a llamar la caverna. Quisieron transar la diferencia poniéndose en el medio pero, allí justamente habían encontrado una de las bocas de las galerías de los Tucus y no querían molestarlos interrumpiendo sus pasadas. Así que por último se fueron un poco al sur, aunque no lejos del centro. A Manuel le pareció mejor desempatar la discusión por el sur para quedar más cerca de la salida y el aire libre.
-Yo me tengo que ir a Montevideo. –dijo Giorgionne.
-¿Justo ahora?
-Es que vivo allá.
Pero no se iba todavía. Lo había dicho porque Ernesto Federico insistía en mostrarles todo el material que con respecto a la guerra cósmica había en la memoria de la compu, para ver si entre los tres descubrían cosas que a él solo se le pudieran haber escapado. Era un montón enorme de información compuesta de infinitos retazos de comunicaciones pirateadas de diversas fuentes, que día a día se acrecentaba amenazando llegar al estado de completo caos si no lograban clasificarla y ordenarla de alguna manera lógica.
También Manuel aclaró que no tenía mucho tiempo y Ernesto Federico se desesperó.
-Quedamos en que me ibas a contar ordenadamente todas tus experiencias para entrarlas a nuestra base de datos!
-Es que si te quisiera contar todo, pasaríamos varios días…



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