-Con decirles que anoche mismo fui raptado… No ví la venir la bola porque estaba dormido, pero no era de pasajeros. Era… de las más simples y la manejaba Oesterheld, el de Hora Cero.
Ernesto Federico lo quedó mirando con la frente comprimida por el esfuerzo de intentar entender de qué hablaba. Giorgionne que se había separado un par de pasos a mirar la boca de una galería, volvió de pronto.
-¿Oesterheld dijiste?
-Sí.
-¿Sabés que fue una de los treinta mil desaparecidos de la Argentina?
-Sí el mismo. No está más en este mundo pero vive en… el segundo tiempo.
Ernesto Federico quería saber más sobre la bola. Preguntabas si tenía comando, palancas o botones para manejarla. Manuel le explicó que era una bola hueca de algo como papel y que ni tenía asientos siquiera. Que uno ahí dentro se acomoda como puede…
-Una vez me tocó viajar frente a El Eternauta, pero no pude hablar nada con él. Parecía estar enfermo. Y ahora con Oesterheld, que viene a ser como su padre y que no manejaba nada pero me dijo que me llevaría a un lugar para que viera lo que sucedía o para que escuchara, que fue lo único que pude hacer. El lugar era una reunión de milicos que estaban planeando algo que casi estaba por entender cuando me cayó un chaparrón de babas y Germán, que se ve que estaba muy atento, me sacó de ahí y me trajo al pique para casa… ¡Me tuve que bañar enseguida!
-Entonces resulta que hay dos tipos de bolas.- Anotó Giorgionne.-Las de gran porte y confort y las artesanales, tipo “hágalo usted mismo”
-Para saber más de eso le podríamos preguntar a mi abuelo Abelardo y al mismo Germán Oesterheld… Ellos saben… Aunque…
-¿Aunque qué?
-Nooo… Parece que en algunas cosas no están muy de acuerdo. Mi abuelo no quería que Germán me anduviera llevando y trayendo y que me metiera por esos tubos y que me achicara…
-¿Qué te achicara?
-Claro, no se por qué me achicó tanto que cuando me bajó allá quedé adentro de un vaso de whisky parado arriba de un cubito de hielo que yo creí que era el polo sur…
Giorgionne se había quedado trancado en lo de momentos antes.
-Un momento, creo que estamos mezclando las realidades con las fantasías. Dijiste recién que viajaste con el Eternauta. ¿No es ese el nombre de un personaje de historietas?
-¿Y qué tiene?
-Que un personaje no es real. No pertenece a la realidad.
Ahora saltó Ernesto Federico.
-¡Claro que no es real! No es real de esta realidad. Las bolas no pertenecen a esta realidad, ni los ángeles ni los diablos.
-Pero es distinto. No me puedo imaginar un mundo poblado de dibujos vivientes!
-Los personajes tienen alma, que es un alma real a la que el dibujante les da rostro. Ese rostro que los identifica es como el nombre de un personaje escrito. El nombre no está vivo pero nos evoca al personaje y nos permite la comunicación.
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