viernes, junio 27, 2014

941. 1967 - 2006... Ja Ja

Vittorio captó el tono ligeramente burlón, desafiante tal vez, cosa que  le aumentó la curiosidad.

--Y eso del hacha celta... ¿Qué entendés vos por un hacha celta? Perdoname el tono inquisidor, pero fuiste vos quién las mencionó.
--Es cierto. Para mí las hachas celtas además de ser hachas usadas o hechas por los celtas para partir cráneos y cosas así, son otros objetos, poco parecidos a un hacha, aunque también antiguos y también atribuidos a los celtas, que tenían la particularidad de que si se les hacía girar en un sentido sobre una superficie, al cabo de un momento perdían el impulso y poco a poco comenzaban a girar en el sentido contrario. Usted mismo me lo explicó y me dijo que tenía una en su escritorio en Montevideo. Un regalo que le había traído de Europa un amigo viajero.
--Ahhhh... ¿Y cuando te dije eso, y dónde...?
--Bueno ja, me lo dijo en su consultorio de la Policlínica una vez que me hicieron ir para que me revisara y dijera si estaba loco o no.
--...mmm
--Esa vez dijo que estaba completamente cuerdo porque según vos locos son los que creen que su fantacía es la única verdadera... No se que quisiste decir con eso, pero... tal vez tu diagnóstico no fue certero...
--Estoy seguro de que nunca te atendí en mi consultorio.
--Es que no te acordás... Se suponía que a mi me había dado un ataque de epilepsia o algo así y además que pretendía haber estado en contacto con mi abuelo muerto, Abelardo, el mismo que era amigo de don Miguel.
--Ah, ya veo... ¿Y realmente creías estar en contacto con tu abuelo muerto?
--Ja ja, eso es lo más gracioso, vos me diste el alta sin que yo me desdijera de ninguna cosa... hasta te mostré los guijarros con los que me comunicaba con él... bailaban como las hachas celtas, pero eran muy pequeños y bailaban sin parar
--Te comunicabas a través de los guijarros...?
--Claro... usando una clave, como si fuera Morse... las variantes eran, si el guijarro giraba hacia la derecha o hacia la izquierda.
--¿Y el te contestaba...?
--Ël había inventado el juego y me lo había mandado de regalo.
--Desde el más allá?
--No, desde Guichón...pero eso sería muy largo de contar.
--Es que no entiendo... acaso él estaba muerto en Guichón?
--No. Estaba muerto, pero antes de morir vivió en Guichón y allí con un amigo llamado Bosco labraron esos guijarros y los convirtieron en transmisores de mensajes. Al morir dejó un juego de guijarros para que Bosco me los entregara. Y entonces ocurrió otra cosa graciosa Vittorio, que Bosco tenía mi misma edad ¡y estábamos en el año 1967! Ja ja. eso ocurrió un día del año 2006.

jueves, junio 26, 2014

940. Puta Madre


--Emmm... (silencio prolongado durante el cual Manuel se puso a mover un pié atrás y adelante como queriendo escarbar el piso a lo perro).
--Ehhh... (y a mirar el suelo como si se le hubiese caído algo)
--Esteee...( por fin levantó la vista. Parecía decidido y seguro)
--Mire don Miguel, por supuesto que me acuerdo de cuando iba de visita por la casa de mi abuelo. Me encantaba escuchar la conversación pero no entendía de qué hablaban. Solo recuerdo algunas palabras. Recuerdo claramente y repetido que... Bueno una frase que usted decía, le decía a mi abuelo con frecuencia que... algo así: "No Abelardo, con la Relatividad todo bien, pero esos de la Cuántica han de estar locos", je je, es lo único que recuerdo y todavía no entiendo bien a qué se refería.

Don Miguel se sacó los lentes y se secó los párpados con los dedos en un gesto característico. Levantó otra vez la cabeza y contraatacó;

--Noo, yo no dije eso nunca, muchacho, pero no importa... vayamos a mi pregunta y no te me escabullas: ¿Qué es eso de la segunda dimensión del tiempo?

Manuel parecía haberse acomodado a la situación.

--Algo que mi abuelo decía... que repetía.... era su dicho favorito. Si recibía una buena noticia exclamaba "¡La Segunda Dimensión del Tiempo!", y si se le caía algo, por ejemplo, y se rompía, en vez de decir "La Puta Madre", como decimos todos, decía eso...

Don Miguel se quedó un momento observándolo mientras su dedo índice subía y bajaba por su frente (tenía la cabeza otra vez baja), como haciendo rodar arriba  y abajo la pequeña pelotita de las ideas.

--No me digas que nunca le preguntaste por qué decía eso...
--... me acuerdo también que muchas veces ustedes se trenzaban con un montón de papeles y discutían. Que esto está mal, que esto está bien... y me daba cuenta de que algunas veces él le daba la razón y corregían las cosas que habían escrito en aquellos cuadernos gruesos y mugrientos.
--¿Pero le preguntaste, sí o no?

--Siii..., le pregunte....pero no entendí lo que me dijo.

El gesto defraudado de don Miguel fue lo suficientemente elocuente como para que la atención de Manuel pasara al segundo contrincante, es decir interlocutor, Vittorio Giorgionne, el licenciado en Psicología, que ardía de curiosidad por este personaje desconocido y sin embargo poseedor de información sobre su persona.

Vittorio se acercó una fila de sillas hasta quedar frente a Manuel y le hizo gesto de que se acercara.

--Parece que me conocés... pero yo no te recuerdo, perdoname... ¿Es que acaso hemos estado juntos en otro lugar...?

Manuel no debería haber contestado de la forma que lo hizo. Se salió completamente de libreto alterando el rumbo de esta historia cuando dijo divertidamente;

--Sí, claro... En otros lugares y otros tiempos... Nos conocimos mucho... Pero usted tal vez no lo recuerde, a todos se nos olvidan cosas

martes, junio 24, 2014

939. Un niño sentado en el suelo.

Manuel.exhaló un largo y sonoro suspiro. Era la única manera de resumir las múltiples explicaciones que a todo lo expuesto, a todo lo pensado, sospechado o temido, podría él darles, de no ser que no se atrevía a enfrentar las consecuencias. Tenía hecho un compromiso con la flaca, con la otra flaca, de mantenerse al margen de toda polémica para poder vivir tranquilos en este mundo y así poder darle un marco pacífico a la niñez de Ulyces, sin guerras ni demonios ni viajes en el tiempo. También exhalaba, con el aire del suspiro, las hondas dudas que sobre su propia cordura, ahora sí, abrigaba en ese dolor oscuro que sentía en el corazón. Además ahora estaba solo. En todas las anteriores encrucijadas,  a no ser en las primeras, había siempre contado con la compañía de su amada Magda, pero ahora...
Ahora no podía evadir algunas respuestas... Hizo fuerza y logró apenas una sonrisa.

-Pregunten de a uno por favor...

Don Miguel retomó con porfía.

Muchacho, hace un rato te escuchamos decir o preguntarte, luego de esa especie de desmayo que te sobrevino, si eso no estaría relacionado con "la famosa segunda dimensión del tiempo que decía tu abuelo". Bueno... Yo fui muy amigo de tu abuelo Abelardo... ahora que recuerdo nuestras largas conversaciones, te recuerdo también a vos, que solías andar por allí en los rincones de su laboratorio o taller, sentado en el suelo, rodeado de revistas que de a ratos leías, pero también, no me cabe duda, escuchando lo que se hablaba. Y de qué se hablaba siempre sino de ciencia?  De las teorías más avanzadas, aquellas que a mi, siendo de toda la vida un aficionado a la ciencia, me resultaban difíciles de comprender... Pero no a Abelardo. Él tenía una mente portentosa y no se acobardaba ante ninguna especulación por incomprensible que me pudiera parecer a mí... Recuerdo que en una de mis últimas visitas me estuvo reseñando su última teoría: La del Tiempo Multidimensional. Era según me dijo una continuación a un nivel lógico y matemático más profundo, de la conocida Teoría de la Relatividad de Einstein... Bien al escucharte hace un rato referirte a la segunda dimensión del tiempo de pronto me vi llevado hasta aquella tarde y llenado del mismo temor irracional ante lo desconocido... Pero el tiempo ha pasado y ahora... bueno, temo haber perdido la oportunidad de ampliar mi comprensión del Universo. Tal vez vos... Tal vez, aun siendo un niño, hayas guardado en tu memoria mucho más que yo... algún dato...  tal vez papeles de tu abuelo, fórmulas o conceptos... no se...

Dicho todo eso el viejo se calló pero sin dejar de taladrarle con la mirada debajo de aquella frente surcada de arrugas horizontales.


sábado, junio 21, 2014

938. ¿Nos conocemos de otro lado?

Cuando todos estuvieron adentro, mojados hasta los tuétanos, Manuel pidió disculpas. Se las pidio sin saber qué tono sería el adecuado para una cuestión así. Pedir disculpas es difícil siempre. Mucho más cuando no se sabe de qué cosa disculparse. De ser quién se es, de sentir lo que se siente, de asombrarse del contínuo misterio de la existencia ¿?
No convenció a nadie, por supuesto, pero aprovechó el silencio y la quietud general para volver su brazo derecho al cuello de Magda y comenzar otra vez la salida... Pero se detuvo y giró de pronto la cabeza para mirar al licenciado Giorgionne --¿ Vittorio, todavía tiene en su escritorio aquella hacha celta que gira marcha atrás....?--le dijo. Se le escapó, más bien. Pero bastó con eso para que todas las voces se lanzaran a hablar. La voz cascada de don Miguel primero, preguntando otra vez qué había querido decir un rato antes con aquello de las dos dimensiones del tiempo. Una pregunta muy intencionada, como de quién está dispuesto a abrir una investigación en serio. Segunda voz la de Giorgionne, más extrañado que nunca ahora que el muchacho demostraba no sólo conocer su nombre de pila, sino hasta qué clase de objetos tiene sobre su escritorio.

--Tal vez nos conocemos de otro lado que yo no recuerdo?

Cholo, no agregó ninguna pregunta, pero se acercó a su supuesto amigo con tanta expresión de extrañeza que ahora parecía hasta temerle.
Dengue agrandaba aun más los ojos y los llevaba de uno a otro mientras sus labios temblaban. Por último balbuceó:

--No lo acosen... hay cosas que no se pueden explicar.

Dijo eso y algunas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas

martes, junio 10, 2014

937. ¿Cómo explicarle...?

Salieron muy lentamente del montecito pareciendo no importarse del aguacero. Crujían mojadas ramas bajo los pies que antes de pisar se elevaban de manera bastante torpe. Les esperaban sobre el balastro inundado de la calle, los otros de la reunión en abanico, pero primero la flaca Magda, una imagen derretida por la lluvia y por las lágrimas. Lloraba en silencio de brazos caídos
Manuel llegó a ella y ahora sí tuvo ganas de abrazarla, y lo hizo, aunque con el nudo en la garganta de saberse otro que el que esta muchacha amaba... y de no poder explicárselo! ¿Cómo explicarle ahora en medio de la otra gente y debajo de la lluvia torrencial que él no era él ni ella la misma ella? ¿Que lo mundos  paralelos,que son réplicas inexactas de este mundo, contienen más o menos a las mismas personas que hay acá, pero desconocidas entre ellas? No sabría ni por dónde comenzar con tal explicación... Ni si tendría algún sentido... porque tal vez todo, por muy real que pareciera, no era más que una inmensa ilusión.

  --No te preocupes...
  --...¿pero qué... te pasó...?
  --...nada...mi mente no anda funcionando bien... no te preocupes, en un rato se me pasa... ja
  --...parecías tan raro...!
  --Bueno, Flaca,...yo siempre he sido raro.
  --Nooo... no así.

Los otros se había venido acercando y formaban ya un círculo estrecho. Cholo tomó la iniciativa de invitar a todos a entrar de nuevo a la casa. Comenzaron a desfilar como en un cortejo fúnebre y cuando llegaban al borde del alero del rancho... agachaban la cabeza para pasar y recibian un chorro de agua fría que caía sobre las nucas y se iba por debajo de las ropas.

domingo, junio 01, 2014

936. Simple Imaginación

Amagó Manuel a ponerse a aclarar aquella confusión producida, pero de nuevo se calló, volviendo a mirar con desconsuelo a su amada "flaca". Ella mantenía su anteriror expresión preocupada. Le hizo aquella mueca con los labios que mantenían como contraseña de acuerdo, para casos como éste, en los que las palabras no eran capaces, por lentas o complicadas, de lograr una complicidad instantánea. Nada. Volvió la mirada a los otros, levantó un poco el índice en dirección a don Miguel, como si fuera a iniciar, ahora sí, la esperada respuesta. Pero... Bajó el dedo,  la mano se la llevó hasta el mentón, como meditando aun o queriendo darle un redondeo mejor a lo que iba a decir. Pero no... Apenas deslisó una mirada resvalosa sobre ellos antes de mirar hacia la puerta por la que había entrado,  ponerse en movimiento hacia ella y seguir hacia la noche de afuera, para que sus pasos sonaran en el balastro mojado y sus ropas se fueran pegando al cuerpo a medida que el agua corría por las piernas hacia el suelo.
Era posible verle alejarse iluminado por sordos relámpagos, verle adentrarse bien pronto en el baldío de más allá de la casa de los Rofriguez y seguir  al fondo, como cuando de niño había gustado de imaginar en aquella maraña de ramas y enredaderas una verdadera jungla que ahora, en la noche lluviosa, más bien se sentía como una boca enorme de oscuridad que se lo estaba tragando.
Otro relámpago le permitió vislumbrar el viejo tronco caído que recordaba. Sobre él se fue a sentar, de espalda al mundo, sosteniendo la cara entre las manos y los codos en las rodillas, mientras  ni se percataba de que aquello era un vendabal de agua y viento y desolación.

Tal vez, en serio, todo fuese una locura. Simple o complicada locura. Una creación de su mente enferma. Los mundos paralelos. Su abuelo Abelardo, muy muerto pero muy vivo. Los encuentros y batallas con los ángeles. Su padre Mandinga III, negro rey de los semidioses. Todo.
Simple imaginación, y ahora...

Ahora no sabía separar lo real de lo imaginario, a partir de aquel día de los agujeros redondos en el piso del baño... O antes! Tal vez su vida entera, todo lo que recordaba, no fuera más que un conjunto de ilusiones...

Pero de pronto en la oscuridad, una mano se apoyó sobre su hombro y una voz, dentro del fragor de la naturaleza, una voz de hombre que le hablaba:

--Vení muchacho, volvamos a la casa...

Parecía ser la voz de Giorgionne. Se dio vuelta y observó un contorno similar al conocido. El saco de un rato antes que parecía licuarse desde las mangas. Los lentes de grueso marco y enseguida, en otro relámpago, la imagen patente de su viejo conocido, hasta en los mínimos detalles fotográficos... Pero todas sus locas alucinaciones, siempre había sido de irreprochable realismo...

--A vos también te estoy imaginando...