lunes, mayo 26, 2014

935. El señor de los lentes

Manuel escuchó pero no pudo contestar, hubo algo previo que le quedaba resonando en la cabeza. Ese hombre que a la izquierda de Ernesto se había estado poniendo los lentes... quién era? Levantó una mano, una palma, hacia don Miguel para pedirle una pausa antes de contestarle, y también la mirada hacia dicha persona de lentes... ¡Era el licenciado Giorgionne! El mismo e irrefutable Giorgionne con quién habían disfrutado y sufrido innumerables aventuras en los otros mundos. Quedó un momento petrificado. Tenía muy presente que cuando ellos entraron al rancho Giorgionne no estaba. ¿De dónde había salido? ¿En qué momento había llegado, entrado e ido a sentarse allí en la silla libre de al lado de Ernesto? ¿Acaso en el instante minúsculo en que su conciencia había parpadeado...? No...no parecía posible...

--Eeeeh...(mirando fijamente al hombre)...Qué tal Giorgionne...Cuando entré no estaba...No le vi llegar...Eeh...

Giorgionne, porque era él en efecto, se quedó sin poder contestar nada. Hay veces en que la lógica y el sentido de la realidad nos impiden adaptarnos a una circunstancia inesperada. Verse en la necesidad,. de repente, de explicar que uno existe, y sigue existiendo, en un lugar y un tiempo determinados, no es cosa sencilla sin apelar a un discurso filosófico complejo y lleno de supuestos que seríamos incapaces de fundamentar. Aparte de eso, Giorgionne apenas si recordaba haber sabido de  ese muchacho llamado Manuel Aquelarre por una ficha médica, que por casualidad y curiosidad malsana, había espiado en la policlínica, ficha en la que constaba que el doctor Mendez le había atendido y medicado dos veces por alteraciones diagnosticadas como crisis epilépticas leves. Aunque por cierto había retenido su extraño apellido, el que volvió a encontrar cuando Miguel, el viejo farmacéutico, le leyó la corta lista de los invitados a  aquella pintoresca reunión de "auténticos anarquistas".
Por fin pudo contestar:

--Bien...bien...Pero me sorprende que digas que no me viste... Estaba aquí cuando entraste con tu compañera y Cholo les presentó.

Manuel giró la cabeza hacia Magda. Magda le hizo apenas una caída de cabeza para decirle que sí, que el hombre decía la verdad. Manuel volvió a mirar a Giorgionne y luego a don Miguel... y a todos... Se tomó el cráneo entre las manos.

--Esperen un momento... Acá está ocurriendo algo raro... que puede ser grave... Cuando yo entré Giorgionne no estaba ahí ni en ningún otro lugar. Es más, cuando Cholo me invitó a esta reunión me mostró la lista y en ella no figuraba Giorgionne. Y como no figuraba y yo le sabía afín a nuestras ideas, pensé, sólo pensé sin decir nada, que para una futura reunión le iba a proponer...
--¡No!--saltó Cholo como un resorte-- te lo nombre! Estaba en la lista y te dije que era el sicólogo que atendía en la policlínica... Mirá--sacó un papelito doblado del bolsillo trasero de su pantalón-- aquí está la lista y Giorgionne figura tercero.-
--Pero además --terció ahora el licenciado-- no nos conocemos personalmente... al menos no recuerdo haber hablado contigo de nada y... mucho menos de cosas como mi simpatía con las ideas anarquistas... de eso solo hablo con algunos amigos íntimos...

Todas las miradas volvieron,. en silencio, a concentrarse en Manuel. Se sentía rodeado.

domingo, mayo 25, 2014

934. Las Dos Dimensiones del Tiempo

Se había quedado pensando en eso llevado por la inercia de su estado interrogativo, por eso no había puesto atención en que las gotas caían cada vez más apretadas entre sí, transformándose en un verdadero chaparrón, sobre cuyo rumor de fondo ahora se estaba escuchando decir a viva voz aquel su último pensamiento:

--¿Serán estas las famosas dos dimensiones del Tiempo que decía mi abuelo?

Pero además advirtió un nuevo cambio. La escena a su alrededor había dejado de ser una sucesión de instantáneas congeladas para transformarse en un grupo de personas vivas que se le acercaban solícitas, aunque un poco retenidas por la incomprensible pregunta que acababa de pronunciar.
Magdalena fue la primera en llegar a él y tomarle del brazo mientras le sonreía con una expresión a medio camino entre la incredulidad y la complicidad. Solamente ella había comprendido en parte el sentido de la pregunta, porque no del todo, en aquel momento, después de la espectacular caída.Ernesto Federico, junto a quién estaba a su derecha colocándose los lentes se ofrecieron a llevarle al médico de la policlínica, y Dengue  se echó a reír, ya seguro de que nada grave había ocurrido. Sin embargo Don Miguel mantenía sus  cejas levantadas y sin hacer caso a las risas preguntó a Manuel por el significado de sus últimas palabras.

miércoles, mayo 21, 2014

933. Entre gota y gota

La lluvia se había generalizado sobre Lagomar y toda la costa platense. Caía sobre techos de dos aguas cubiertos con tejas coloniales y sobre las viejas casas con techo de zinc, anteriores a la moda del turismo de fin de semana o de los meses de verano. Llovía sobre los pinares y entre los árboles hasta el grueso colchón  de pinochas mezcladas a veces con algunas hojas de eucalipto. También llovía sobre los quinchos de totora, como los que cubrían los ranchitos del Cholo.
Y mientras seguía lloviendo el tiempo no pasaba más que a pulsos o latidos entre gota y gota.
Porque mientras llovía nadie se preocupaba.- Después de caída cada gota, nada ocurría hasta que cayera la siguiente, de modo que... entre gota y gota, dentro del rancho tampoco pasaba el tiempo. Alrededor del cuerpo caído de Manuel, mientras él apenas había iniciado el intento de levantarse de sobre los restos de la mesa, todos seguían mirando sorprendidos y sin terminar de comprender los sucedido. Cayó ahora otra gota y los últimos ojos que habían quedado mirando hacia cualquier lado, confluyeron también sobre los miembros de Manuel, ocupados todavía en desenredarse, mientras los que habían visto la caída desde el primer momento adelantaban sus manos un paso hacia adelante, con la probable y retardada intención de detener el inevitable y desprolijo desmoronamiento.
Pero ya pasaba el chasquido de esa gota y todo volvía a aquietarse menos el pensamiento de Manuel que seguía preguntándose sobre la causa de que las cosas hubieran comenzado a suceder de ese modo tan lento y tan discontinuo.

--¿Se habrá cansado el tiempo de correr...? --Pensó a las risas y se acordó de pronto de su abuelo Abelardo-- ¿Tendría este fenómeno algo que ver con el famoso tiempo de dos dimensiones que alguna vez, en algún lado, le había querido explicar su abuelo?
























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domingo, mayo 18, 2014

932. Dulce de Membrillo

Fue todo uno, terminar de caer y comenzar a levantarse, porque no había sufrido de un verdadero desmayo sino de algo mucho más fugaz: una suspensión instantánea de la conciencia que le había hecho perder el sentido de la vertical.
Recuperada la conciencia de tiempo y lugar se dispuso a enderezarse mientras iba considerando la necesidad de pedir disculpas, al menos al amigo Cholo, sobre cuya mesa acaba de caer y aplastarla.
Lo raro fue percatarse de la expresión hierática conque todos, alrededor, le miraban. Es decir, algunos; porque otros seguían mirando a otros lados, aunque marcaran un rictus de sorpresa de algún modo.¡Congelados! Estaban todos congelados en un momento!... Pero no. Ahora se habían movido un poco... demasiado poco... tan poco como lo poco que se había logrado enderezar él desde el momento en que había decidido hacerlo. Se estaba moviendo de un modo pastoso, como nadando dentro de una enorme barra de dulce de membrillo. El tiempo! El tiempo se había vuelto viscoso y pastoso y fluía mucho más lento que el propio pensamiento! Por eso no podía moverse a la velocidad acostumbra... o sí, tal vez... Y los otros también... estarían tratando de venir a ayudarle a levantarse...si es que sus pensamientos en cambio, hubieran conservado la misma velocidad de antes... como era su caso...
Algo le llamó la atención. Un sonido largo que parecía venir desde afuera y vibrar como una lonja sin demasiada tensión y terminar desparramándose como una palanganada de estaño fundido o de mercurio. ¡Una gota! ¿¡Había sido una gota! Tal vez la primera gota de un chaparrón, caída justo enfrente de la puerta del rancho, sobre aquellos ladrillos colorados y gastados por los años, que de un momento a otro se iba a descolgar sobre todo el quincho... ¡Qué hermoso...! Y ahora otra y otra palanganada de sonido. Otras gotas..Ya estaba lloviendo... al frente y en el patio de tierra que separaba los dos ranchitos del Cholo...y por todo Lagomar seguramente... llovía...
¡Con lo que a él le gustaba!

martes, mayo 06, 2014

931. La Naturaleza Humana

Pero Manuel no llegó a escuchar ni el comienzo de la exposición que enseguida don Miguel comenzó a desarrollar con su voz cascada; antes sus ojos se llenaron de luz blanca y los oídos de un blanco silencio dentro del que apenas se escuchaban, al modo del canto de pequeños grillos, el simple crepitar de las diminutas moléculas del aire. Sólo su pensamiento, dislocado de cualquier localidad o tiempo, continuaba revisando recuerdos confusos entremezclados con varias preguntas sin respuesta. ¿En cual de los mundos conocidos se encontraba...? ¿Serían aquellos amigos, hasta unos momentos antes presentes, los mismos conque había compartido aquella aventura, que creía recordar, en la que habían todos estado tratando de sacar del cuerpo de Dengue al segundo Dengue, que por extrañas razones allí se había metido en su huida precipitada...?
¿O no?
¿O todo no había sido más que un sueño del que por último terminara despertando meses después, una límpida mañana de otoño, frente a su casa, mirando al sur, conciente apenas de seguir siendo el mismo jardinero de Lagomar, junto  a la flaca Magda, su compañera, a la que nunca terminaría de querer lo suficiente.
Todo le pareció absurdo. Tanto más esa luz blanca que le rodeaba y ese silencio blanco que le hacía flotar en una nada sin tiempo.

Pero la reunión había continuado sin que nadie se diera cuenta de lo que le ocurría a Manuel. Don Miguel se explayaba en razones y fundamentos que le hacían considerarse un anarquista, pero además... Sobre la posible posibilidad de que algún día el hombre se hiciese capaz de vivir libremente sin que nadie le gobernase. En esto reconoció como paradoja que quienes en un momento fueran incapaces de vivir en libertad pudieran en un momento decidirse a intentarlo junto a otros semejantes, y que al intentarlo, lo imposible se volviera posible.
Todo lo remató muy seriamente como un profesor que expresa un axioma para que los alumnos lo puedan memorizar:
"La Naturaleza  Humana sólo es rígida en lo tocante a adaptarse siempre a las condiciones de vida que se le presentan. "

Agregando que si hemos sido capaces de adaptarnos a vivir como esclavos, sobre los hielos del ártico o las selvas tropicales, en estados teocráticos, bajo el feudalismo,.el imperialismo colonial, el supuesto socialismo soviético, el inhumano capitalismo moderno o las hordas guerreras de los mogoles y tantas variantes de todas esas cosas ... sociedades basadas en el intercambio de regalos o en las creencias más increíbles... ¿Por qué no vamos a ser capaces de adaptarnos a vivir en completa libertad?

Fue más o menos a esa altura del discurso que Manuel, que se había mantenido normalmente vertical, aunque un tanto pálido, aflojó las piernas y cayó, sin pedir permiso sobre la pequeña mesa que en el medio de aquel espacio central había colocado Cholo con algunas hojas de papel y otras tantas biromes.