jueves, agosto 31, 2006

59 - LLuvia de billetes.

Cuentan en lo del Rulo que se dieron cuenta de que Manuel volvía en sí, por el tremendo resoplido para adentro de aire que hizo temblar los vidrios de la ventana. Estaba sentado en la cama con la bolsita de gamuza retenida contra el estómago. Preguntó porqué estaba en la cama. Que porque tenía sueño, le dijeron en broma, pero preocupados el Rulo y la Julieta y se acercaron. Dijo él que se acordaba de haber estado hablando allá junto a la ventana de la sala y que después no recordaba nada más de este mundo.. Porque terminó así, con esa expresión que no se le había oído antes decir, lo que llamó la atención, reavivando nuevamente las dudas sobre su cordura. Fue en ese momento que el Rulo se dio cuenta de la bolsita y le pregunto, pero Manuel tenía ahora otra pregunta que hacer…
-¿Y la flaca?
-La bolsita, Manuel. ¿De dónde sacaste esa bolsita…?
-Se fue mientras yo…?
-Ya viene. Fue a buscar un vehículo para…
-¿Y la bolsita?
-¿Un vehículo para qué?
En eso apareció la flaca que había cambiado de idea. Se había dicho que si Manuel tenía cita para mañana con el médico o como se llamara, ella tal vez caminaba al pedo mientras él se despertaba y… todo bien! Si acaso no sería mejor que mañana le acompañara para contarle al tipo lo que Manuel no podía contar. Esos ratos que se ponía como una estatua muda, que era lo que a ella más le preocupaba, no fuera eso a ir en aumento y… ¡pobre flaquito!
-¿Así que me quedo callado?
-Callado y quieto como una momia!
(Sería otra vez por los fonones o esas cosas que se dan vuelta de a dos para el mismo lado?)
-Yo mañana le cuento al… licenciado. Pero igual si querés acompañame.
Golpearon a la puerta. Julieta fue a ver por la ventanita del frente. Volvió hablando en cuchicheo magnificado:
-¿A qué no saben quién es?
-¿La señora de las blancas tetas?-preguntaron los tres al unísono.
-No, el marido!
Manuel saltó desde la cama, como un primer paso para la huída, pero se detuvo. Con los championes plantados sobre el suelo y el cuerpo pronto para la carrera, de pronto cambió la desgraciada cara de cagazo por otra de risueña determinación que le acompaño en los sucesivos pasos apanterados y desafiantes que le condujeron al encuentro del tan temido sujeto.
Cuando a los diez minutos volvió, parecía todo él más grande y crecido.
-¡Aceptó el presupuesto y empezamos el martes!-gritó una vez cerrada la puerta y mientras se tiraba un montoncito de billetes por encima de la cabeza como si se duchara.
-¿Aceptó ese robo? ¡Yo pensé que iba a pedir rebaja!
Manuel propuso comprar vino para festejar. El Rulo, hacer unas pizzas. Julieta se ofreció para hacer las compras y la masa. La flaca la salsa. Denme plata y compro hasta muzzarella. No gastemos todo, la mitad es para materiales! No jodas, si sabés que en la barraca nos fían…
Compraron vino y materiales como para cuatro pizzas. El vino muy abundante, cosa de negros, dicen, después de comer. Pusieron al mango el equipo de música marca Ching Chong, fabricado en Sing-apur y contrabandeado desde Manaus a Ciudad del Este por una banda de militares retirados del cono sur.

miércoles, agosto 30, 2006

58 - Los Gurkas

Por un agujero que se abrió en el suelo aparecieron dos gurkas-moviles, bajos y rechonchos, con unas pinzas de acero recubiertas de teflón que apretaban justo hasta el punto anterior a la fractura del hueso. Una vez atrapado Manuel, volvieron a ser tragados por el piso y lo llevaron por aquellos tubos llenos de aire con olor a championes muy usados, por dónde le llevaron sin mediar consulta hasta una sala luminosa con olor a soldadura eléctrica donde lo colocaron contra una cosa llena de bisagras a la que iba quedando pegado cada miembro que era puesto allí. Enseguida que Manuel hubo quedado fijo, la cosa giró en el aire y fue a poner a Manuel de frente a una fuente de poderosa luz espesa, amarilla y dulcicona que se le empezó a pegotear por todo el cuerpo y transformar el ambiente visible en un gran huevo fecundado que giraba por delante de su mente con todos esos vasos sanguíneos desparramados por la traslucidez gelatinosa…
De pronto todo desapareció y estaba de frente con un talvezmédico, sentados a ambos lados de un escritorio excesivamente alto, sobre el que se veía la bolsita y los guijarros de su abuelo desparramados en grupitos.
-Debió declarar que llevaba objetos encima. ¡Nos ha arruinado la máquina de genoma!
-Qué iba a declarar si aparecí dentro de esta bola justo cuando se estaba formando con los puntitos de colores!
El hombre no le creyó. Quería saber a qué organización intergaláctica pertenecía y quién era en términos alfanuméricos… Habían intentado identificarlo y hasta hacer un diagrama matricial de su mente pero algo había interceptado la línea principal de fonones, cambiando valores hasta el derrumbe total del sistema…Pero…
-¿Por qué,-dijo el tipo- estoy diciendo estas cosas…?
Temió estar siendo dominado por alguna voluntad ajena y levantó también él su mano izquierda hasta la sien para apretar el botón rojo…si era necesario… Ese titubeo fue el que Manuel aprovechó para recoger los guijarros dentro de la bolsita y retirarlos de sobre el escritorio justo en el momento en que el botón era por fin accionado.
Otra vez aparecieron los gurkas a dar cuenta de Manuel, pero esta vez lo llevaron más de prisa traspasando todos los pisos por túneles de viento expreso hasta un culito que tenía la bola, apretado y transparente, ligeramente por detrás de lo que sería su amplia panza. Una vez llevado al culo, meterlo ahí dentro de una mini-bola y cagarlo fue todo uno…
La minibola fue entonces cayendo por la atmósfera terrestre, como si fuera una liviana hoja otoñal que buscara juntarse con sus hermanas… y hermanos por la calle… allá detrás del volquete y los gurises descalzos que corrían por el balastro de Lagomar Norte.

martes, agosto 29, 2006

57 - Sólo acepto quejas.

En la ventanilla de informes no había nadie, buscó un timbre o alguna otra manera de llamar, golpeó con los nudillos… Una voz opaca surgió de la madera que se acababa de tragar el sonido de sus golpes:
-Cuasi maderas “EUCA” absorben los ruidos molestos.
Por fin gritó:
-¡Eh! ¿No hay nadie, aquí?
En el espacio visible seguía sin haber nadie, pero al costado, por sobre el mostrador de la ventanilla de quejas apareció una cabeza calva cuya cara parecía un culo.
-¿Qué carajo quiere?
-¿No hay nadie para los informes?
-¿Y yo qué soy?
-¿Usted es un informe?
-¡Idiota! Yo soy el encargado.
-¿Y por qué está ahí, en la ventanilla de quejas?
-¡Y a vos, qué mierda te importa?!
-¡Pará pelao! Vos no me podés tratar así…(o te voy a cagar a patadas!)
-Presentá una queja.
-Sí la voy a presentar…¿Pero dónde la presento?
-¡Aquí pelotudo! Esta es la ventanilla de quejas.
-Bueno… Vengo a presentar una queja.
El pelao tomó unos papeles de sobre el mostrador y con una agilidad asombrosa prácticamente se zambulló detrás del escritorio que quedaba al fondo del receptáculo. Manuel comprendió que tenía que armarse de paciencia y seguir el juego. Primero pensó que al cabo de unos minutos iba a venir a atenderle pero no…
-Señor.
-¿Qué mierda quiere?
-Presentar una queja.
-Alguna estupidez, seguro. Espero que no me haga levantar por una estupidez.
-Quiero presentar una queja porque en la ventanilla de informes no hay nadie para atender.
-Y claro que no hay. Yo no puedo estar en dos lugares.
-Entonces, ¿por qué no me da el informe aquí?
-Porque aquí se reciben quejas, no se dan informes.
-Bueno, venga para la otra ventanilla así me informa.
-¿Acaso lo que me está diciendo es una queja?
-Le estoy pidiendo que me atienda…
-¡Yo sólo recibo quejas!
-Bueno…me quiero quejar de que el encargado de informes, que es el mismo que el de quejas, se queda en las quejas, sin hacer nada y no viene a atender a la gente que necesita informes.
-¿Gente? Querrá decir pasajeros?
-¿Me va a recibir la queja?
-Primero muéstreme su número de asiento
-No tengo, pelao!
-Ah, no tenés? Yo te veía algo raro!
El hombre había de pronto recuperado toda su alegría juvenil. Sonriendo de forma bastante teatral levantó su brazo izquierdo, lo flexionó en el codo y con su dedo índice fue exactamente a presionar aquel botón rojo que lucía en su sien.

56 - COSMOS INC

Si Manuel no sabía qué mierda estaba haciendo adentro de la bola, mucho menos eso de tomar realidad con números y letras. Quedó quieto en su asiento aunque con cierta sensación de tal vez estar metiendo la pata. ¿Era él un pasajero? ¿Estaría allí de colado? No, esta vez, como las anteriores, había sido raptado! Eran ellos, en todo caso quienes debieran pedirle disculpas… Pero…ellos… ¿Quiénes eran? A juzgar por las caras, todos las personas que veía o eran pasajeros o eran raptados como él. La mujer que hablaba por los parlantes, esa sí, seguro que era de La Compañía, pero no estaba a la vista y no había ningún otro que…
-Señor, usted está sentado en mi asiento.
-Perdón. No sabía que los asientos estuvieran reservados.
-Reservados no. ¡Nu-me-ra-dos, que no es lo mismo!
-Claro. Pero este número lo tiene reservado usted?
-Le estoy diciendo que reservado no! Yo tengo este número de asiento. ¡Y usted no tiene este número de asiento!
-Es que yo no tengo ningún número de asiento…
-¿Cómo que no tiene…? ¡Tiene que tener! No existen personas sin número de asiento.
-¿De nacimiento?
-¿Cómo de nacimiento?
-Porque yo nací sin número de asiento…
-Eso no tiene importancia… ¿Pero me va dar mi asiento, o no?!
-Ah, usted quería que se lo diera…!
-Nooo, si voy a estar protestando por deporte…
-Tome, siéntese… ¿Pero le puedo hacer una pregunta?
-Y… ahora que estoy sentado, haga todas las que quiera.
-¿Quiénes son los de la compañía?
-¿Acaso se refiere a LA COMPAÑÍA?
-¿Y qué le estoy diciendo?
-Se ve que es nuevo aquí… LA COMPAÑÍA o Cosmos Inc., según el registro de marcas y señales, es una corporación de corporaciones de grupos planetarios y mentes concientes que abarca… se podría decir que a todas las mentes concientes del Universo. Claro que esta definición apunta más a lo administrativo o legal. En los hechos viene a ser una súper cooperativa universal de mentes concientes que, mediante un cierto protocolo de funcionamiento y evaluación de resultados, define el curso de la historia futura!
Manuel quedó callado y parado sobre las cuatro patas de su cabeza. Toda la primera parte del discurso la había olvidado enseguida de no entenderla pero, en su conciencia quedaba resonando eso de “historia futura”, combinación de palabras que ya había oído en algún lado pero que ahora recién caía en la cuenta de su extrañeza.
-¡El caramelero!- Gritó de pronto al tiempo que golpeaba un puño contra la otra palma y salía corriendo por entre las filas hexagonales, pisando bolsas de papas fritas, volcando cocas y resbalando en los charcos. Había vislumbrado un perfil lejano tipo caramelero que a la postre no lo era pero que, corriendo tras él, le había permitido ver que sobre el perímetro lateral se habrían puertas y pasillos y también un par de ventanucos con carteles en español, “quejas” en uno e “informes” en el de al lado.

lunes, agosto 28, 2006

55 - NUESTRA COMPAÑIA

Lo más importante era aprender a manejar los famosos objetos. Bosco fue a buscarlos a la otra pieza y volvió con una caja de madera toda llena de dibujos raros, y un tablero de cinco lados que él portaba con mucha ceremonia como si fuera un obispo manipulando un cáliz. Sopló la tierra de la mesa antes de apoyar la caja y el tablero y sacar de la caja una bolsa de gamuza que a su vez vació a un costado. Desde la bolsa se desparramó una serie de piedritas que se iban agrupando en racimos como si algo las pegoteara entre ellas. Estaban imantadas, eso se notaba pero a Manuel nada le impresionó ese hecho ni el ver que las piedritas se ponían a girar en un sentido por un momento y después por otro en el sentido contrario luego de una especie de baile de oscilaciones… Estaba aburrido de ver juguetes chinos!
-En esto no podés estar como un observador; tenés que participar!
-¿Qué hago?
-Vas tomando los guijarros de a uno y si sentís algo especial que el te transmite, entonces lo ponés sobre el tablero en el lugar que él quiera… Sí no, lo dejás a un lado, tomás otro y continuás…
-¿Y qué, se forma un dibujo…?
- Lo que te dicho es todo lo que tenía que decirte… ¡He cumplido mi juramento!
-¿Y entonces…?
Bosco, sin contestar entregó la bolsita de guijarros- que acababa de recoger- y adornó intencionadamente el silencio con una sonrisa, se fue agachando como para volver a sentarse en el sillón y mientras lo hacía se fue poniendo gris, de un tono de gris cada vez más claro que se iba perdiendo de vista ocultado por el atractivo visual de aquellos puntitos luminosos, naranjas y verdes que bailoteaban y se iban juntando para formar por arriba como una bóveda de cáscara de naranja vista por dentro y por debajo toda una gran sala cubierta de asientos y personas sentadas.
Manuel asumió en el acto su condición de involuntario pasajero, esta vez en una bola enorme, rodeado de cientos de personas que se ordenaban como los asientos en filas transversales que formaban como un panal de abejas que continuaba hasta perderse de vista allá en la distante penumbra donde seguro se completaba el perímetro circular de la bola.
( ¿A dónde me llevarán esta vez?)
En aquel espléndido interior la temperatura ambiente era ideal así cómo la humedad y la ausencia de vientos huracanados o cualquier otra basura meteorológica. Estaba previsto que los distintos pasajeros pudieran tener distinta sensibilidad térmica…¡Cómo no! En NUESTRA COMPAÑÍA la temperatura y la humedad son las adecuadas para cada pasajero individualmente, al menos en una gama baja-media- alta, porque…todo aquel que no sea friolento pero que tampoco sea muy acalorado puede por fin optar por declararse “intermedio”.
-¡Caramelero, caramelero! Pastillas de menta. Chocolates!
-Señor, ¿no sabe cual es el asiento 33 E, U 90 ?
-SE REITERA A LOS SEÑORES PASAJEROS DE ORIGEN RIOPLATENSE QUE ESTA PROHIBIDO TOMAR MATE EN LA SALA
-¡Odio la gente egoísta!
-A ver, muéstreme su número de asiento.
-¡No le muestro nada, qué le voy a mostrar!
-¡Aleluya hermanos! Aleluya. ¡Hemos encontrado una mujer honesta!
-¡Que odiosa que es!
-ATENCION A LOS SEÑORES PASAJEROS QUE TIENEN TOMA DE REALIDAD EN COORDENADAS TOPO-ESPACIO-TEMPORALES en CURSIVA 425 TETRA JAZMIN CENICIENTO 22, que procedan a formar la cola para pasar frente al haz de fonones calibrados para borrar los recuerdos inconvenientes. CUENTAN CON EL TIEMPO NECESARIO SI LEVANTAN SUS CULITOS DE LOS ASIENTOS YA!

domingo, agosto 27, 2006

54 - Los Extraños Guijarros

Bosco apareció por el fondo a pedirle a Manuel que le diera una mano con la carga de los muebles. “Sos mi primo de Montevideo”, -le dijo muy serio antes de llegar a la calle dónde esperaba aquella camioneta antigua pero recién pintada del fletero don Tucho. Viajaron arriba de la caja, agarrados de las altas barandas como monos del circo y desde esa altura vieron, al menos Manuel observó con cierta curiosidad, el pueblo que con aspecto de otoño, se extendía ondulado por las lomas como colcha sobre rodillas. -¿Sería cierto entonces que estábamos en Marzo?- La caída de las hojas permitía ver a través de las negras ramas toda la extensión del pueblo matizada de los manchones ocres de las semillas de los paraísos que aun no querían caer, los techos de cinc herrumbrados y otros pintados de aluminio hacía tiempo y las muchas casitas blanqueadas y hasta pequeñas quintas asomadas ente las casas con piolines y trapos para espantar los pájaros… La camioneta volvió a doblar y enseguida paró frente a donde cargaron dos o tres muebles viejos y un colchón. Siguieron después unas cuadras más para volver a repetir una carga similar en otra casa y enfilar a la estación, la que Manuel conocía, a despachar todo.
El trabajo había terminado y ellos volvieron a pié pero por otro camino.
-Bueno, me vas a contar lo de mi abuelo, o no?
-Me dijo que te dijera que lo más importante eran los objetos… El llamaba objetos a unos guijarros o piedritas extrañas en las que leía cosas y de las que según él había salido toda esta historia.
-Las piedras estaban escritas o el creía que…?
-No, no estaban escritas…
-El era loco…?
-No. Tampoco…Es que…mirá flaco, todo esto es muy complicado, es una historia como la del Eternauta…
-Ah, vos leíste El Eternauta?
-Claro, como todo el mundo, pero…para entender lo que te tengo que contar vas a tener que escucharme con calma. Me cuesta mucho encontrar las palabras…
-Mirá, y con lo inteligente que sos!
-…
En concreto, lo que Bosco le terminó explicando fue que esta historia había sido escrita por su abuelo a partir de la lectura de los guijarros. Primero de los cinco guijarros con los que jugaba al puente y después con los veinticinco que componían un juego de objetos en la actualidad. No era una verdadera lectura la que se hacía de las piedras sino que de ellas se rescataban números que eran alterados y permutados por otros, rescatados de otra manera de las mismas piedras y que todo ese conjunto de números determinaban un conjunto de ideas proclives a ser ordenadas con la lógica de un texto que por último necesitaba de un sujeto que lo pusiera por escrito…
-¿Todo eso te lo enseñó mi abuelo cuando ustedes tenían nueve años…?
-¡Me cagaste! –Dijo Bosco, ahora a las risas- No. La verdad es un poquito más complicada… Es que no sé cómo explicártelo…!
Doblaban otra esquina y Manuel reconoció la casa de su abuelo vista desde el otro lado. Llegaron y entraron y se pusieron a golpear los sillones con los puños para atorarse con la tierra que volaba y tener que salir al patio a toser y renovar el aire de los pulmones y esperar que el polvo de adentro terminara de caer para recién después volver a entrar y sentarse frente a frente…La charla continuaba.
-Tu abuelo era un genio, pero un genio opaco. Nadie se daba cuenta de que era un genio porque no era brillante…
-¿Brillante…?
-Mirá, yendo al grano, tu abuelo a los nueve años no me dijo todo esto. Sólo me mostró como bailan los objetos cuando son colocados en los lugares correctos y qué parecen querer decir… Pero primero me mostró dónde había encontrado esas piedras, cómo las había partido, dado forma…y descubierto que las piedras tienen conciencia! Y lo principal, que era posible ¡leer esa conciencia! Me mostró que partiendo las piedras de cierta manera de un juego se hacían dos que eran el mismo tanto que si alteras la posición de un objeto en un juego, en el otro se produce la misma alteración instantáneamente sin importar la distancia. Empezamos a jugar al envío de pequeños mensajes con una clave que el inventó…pero pronto yo me empecé a asustar de aquello porque el lenguaje se ampliaba y los temas y…¡Era como estar hablando con un espíritu poderoso que todo lo supiera…! Pero… volviendo a lo que nos importa… Cuando él se fue para Minas llevó su juego, ya de veinticinco piedras y yo me quedé con el que habíamos hecho juntos con el que cada tanto recibía sus mensajes. Por ese medio fue que me pasó las instrucciones de lo que te tenía que decir y las claves para que pudiera seguir tus movimientos y esperarte en el momento que vinieras para entregarte tu juego de objetos y especialmente qué debía hacer en el caso de que él mismo se arrepintiera y quisiera volverse atrás con todo lo planeado y debidamente jurado por nuestro primitivo pacto de sangre que habíamos copiado de las historietas de indios. Bueno, justamente, al cavo de un tiempo, tal cual lo había previsto sus propósitos se dieron vuelta y comenzó a inundarme con mensajes que intentaban convencerme de la invalidez de todo pacto anterior en el sentido de que las instrucciones juradas fueran inamovibles…Medio confuso, pero… Yo te lo digo como puedo y no quiero otra cosa que terminar con todo este asunto y entregarte tus piedras…!

jueves, agosto 24, 2006

53 - Tontas caras de niños.

La conversación se interrumpió porque golpeaban a la puerta. Un amigo de Bosco que venía a buscarlo para que lo ayudara con un asunto de carga de muebles, de viajes, de horario de trenes. Bosco se fue y era obvio que Manuel lo iba a esperar allí. No se hubiera atrevido a enfrentar un tiempo tan antiguo en un lugar que le era desconocido.
Se quedó recorriendo la casa así en medio de aquella semipenumbra reinante. En ese ambiente habían fotos familiares, un piano viejo y diminuto, un gran sombrero mejicano, una guitarrita colgada de la pared a modo de trofeo y un cuadro cuya lámina mostraba poco más que una estrella como la de los tupas, rodeada de signos y letras desconocidas para Manuel. Todo estaba cubierto de suficiente polvo y algunas telarañas.
¿Sería esa la casa de su abuelo…? No, él se había ido para Minas, seguramente llevado por sus padres, cuando era chico. Eso nunca le había contado cuando le visitaba en San José de Carrasco, la calle Aerosur, como si siempre hubiera vivido allí. Así que ahora estaba en Minas… ¿Y si él intentara llegar hasta allá…se lo impedirían las bolas? Por otra parte no se podía imaginar por qué lugar del mapa era que quedaba Guichón –para arriba del Río Negro- Sí. Más para el lado de la Argentina. Seguro…!
En la primera foto se veía un grupo del que sobresalía un hombre parado a la izquierda seguido de tres mujeres, en blanco y negro, con polleras floreadas que se veían movidas en la brisa aquella del campo que había atrás extendido hasta lejanos cerros solitarios y chatos. A los pies de la primera fila había otra, formada por tres muchachas reclinadas, como llevadas por una ola y un niño sobre el borde derecho, de expresión austera, tal vez indeciso a la sonrisa por salir en la foto con aquellos pantalones a media asta, entre abrigados y veraniegos, de aquella tela asquerosa llena de pelotitas en relieve, ásperas al tacto, que siempre se enganchan en las espinas del rosal cuando uno pretende arrancar una sola pero la mejor…para mamá.
La otra era la clásica foto del grupo escolar, formados de manera que algunas cabezas sobresalgan sobre las otras. Tontas caras de niños y niñas, algunas risueñas y otras visiblemente tristes. El cartel del frente informaba que era el grupo de cuarto año “C” del año 1956 y de la escuela n. 5 de Guichón, obviamente, la persona más alta y mayor de la derecha era la maestra.
En la tercera foto se veía un niño sólo. Era el retrato de su abuelo. Nadie se podría parecer tanto a su madre! –Abuelo!-
Esta había sido su casa. Aquí había vivido su infancia. Pah! Se sentaba en esos sillones, olía este olor… Pero ¿cómo…? ¿Cuándo se fueron para Minas no se llevaron las fotos…? …ni la guitarra…?
(¡Me parece que el Bosco este me está cagando a mentiras!)
(Pero… ¿por qué? ¿Qué enredo será este?
(Si esta fuera la casa de mi abuelo… él vivió aquí hasta más o menos los diez años…era compañero del Bosco que tiene mi edad…Hace diez años… Ahora es el 67, sería en el 57 que se fueron a Minas… cuando yo lo veía en San José de Carrasco tendría 54 y era… el año 2001. Sí, parece que todo coincide.)
(Esta es la casa pero se ve que hace tiempo que aquí no vive nadie…Hay mucha tierra sobre los muebles “querido Watson”)
¡Ruidos! Se sintieron ruidos y conversaciones en el frente. Un par de voces se habían recostado a la puerta y allí conversaban…Manuel quiso escuchar de qué se hablaba…
-Andá a cagar con la Loreley esa. ¡Flor de creída había resultado ser!
-Qué va a ser creída…? ¡Si es la tal macanuda!
-Sí, vos seguí nomás de perro faldero… ¡Vas a ver!
-¿Qué voy a ver? Que vos me lo vas a prohibir…? ¡Pajero de mierda!
-¡Andá a cagar!

miércoles, agosto 23, 2006

52 - A Guichón en motocar.

Cruzaron el pueblo por la que parecía ser la calle principal. Manuel un paso atrás del tipo ese al que algunos saludaban. Treparon un cuesta arriba y llegaron a la plaza y la pasaron y doblaron dos cuadras después y entraron a una casa que por lo que se veía parecía deshabitada. Allí el sujeto ofreció un asiento y cuando estuvieron frente a frente se dispuso por fin a dar explicaciones.
-Yo me llamo Bosco y mañana me voy de este pueblo que se llama Guichón. Tenemos poco tiempo para que te diga algunas cosas que le juré a tu abuelo decirte…
-No me podías llamar por teléfono o…
-…personalmente.
-¿Todo esto, tiene algo que ver con los ovnis?
-Dejate de fantasías! Tu abuelo Abelardo Goiticoechea, me hizo jurar que si el fallecía antes que yo, te buscara para decirte y entregarte algunas cosas. Me llevó años saber dónde vivías y qué día ibas a viajar. Nos quedan apenas unas horas…
-Pero tenés mi edad. ¿Cuánto hace que me buscás?
-Te podría decir diez años, que es lo que hace que murió tu abuelo pero…¿si te dijera que nos criamos juntos y este tema fue siempre una de nuestras conversaciones de todos los días?
-Se criaron juntos…? Tendrías que tener la edad que él tendría que tener!
-Sí, tu razonamiento es correcto, salvo que hoy no es el día que vos suponés.
-¿Qué día es hoy…?
-Jueves.
-En serio. La fecha y el año…
-Para vos sería el 6 de Marzo de 1967.
-1967…? En ese año mi abuelo estaba vivo!
-Está vivo. Pero no en este pueblo. Se fue para Minas hace un par de años.
-Minas…y por qué no me llevaron allá?
-Sé tanto como vos, hermano. Yo también estoy metido en este mambo.
-No loco, algo más sabés. Me dijiste “para vos sería”…Y para vos…¿qué fecha sería?
-La misma pero…tengo la sospecha de que la misma fecha se puede repetir…con diferente contenido…
-¿Dos mismos días pero diferentes?
-Me parece…y también que dos días diferentes pueden ser totalmente iguales…
-¿Y para escuchar estas pavadas me trajeron!
-Y dale con traer! ¿Quién te obligó a venir, eh?
-Me trajeron, boludo, en esa bola madre que por fuera parecía un motocar!
-No me digas! Ah, pero eso es nuevo para mí! Yo te fui a esperar porque eso decía una de las instrucciones que me dejó Abelardo y que recién ayer pude terminar de traducir!
-No entiendo nada…Yo estuve con mi abuelo muchas veces y nunca me dijo que tuviera que decirme algo…
-Sí, él sabía que se iba a arrepentir, por eso me hizo jurar que hiciera esto aunque él mismo viniera después a querer impedirlo.
-…nunca me dijo que era de Guichón…
-¿Viste…?

51 - La Última Palabra en Bolas

Esta vez la luz fue enceguecedora y si lo que ocurria era un nuevo resquebrajamiento del mundo visual, entonces la extensión de las grietas se hacía a la misma velocidad que la luz penetraba entre los trozos. Él sólo vio un instante de potente luz y quedó ciego, bah, se supone, porque a partir de ese momento y hasta nuevo aviso, nada más vio. No sabía dónde estaba, no tenía sensaciones salvo las auditivas que o no se perdieron o se recuperaron más pronto que las otras y le permitieron tener esa sensación agradable de estar conectado con algo –ya que no con alguien- un sonido… Un sonido suave y permanente, continuo sólo en la permanencia, porque variaba en todo lo que un sonido puede variar y le acariciaba por fuera y por dentro, que era todo uno… como uno era el sentido de aquella música, porque era música, que decía ser el Ser, queriendo decir Manuel. Y lo era, ya que Manuel sintió que él no era otra cosa que esa música, que palpablemente lo era sin posibilidad de dudas, en todas sus fluctuaciones y complicados giros. Lo era en todos los sentidos posibles, hasta en un sentido futuro, complejo o imaginario…
Pero de pronto cesó. Se prendieron las luces de la sala, cuya supuesta pantalla no era otra cosa que el parabrisas -¿se llamaría así?- de una nave ya que no bola, porque aquello era… ¡La última palabra en bolas! Espacio abundante, aire acondicionado, ¡azafatas!...Iban viajando y por los vidrios se podía ver bien hacia fuera, que era ver cómo las nubes pasaban y pasaban…o cosas parecidas a nubes y unos puntitos negros que a veces aparecían de frente y se agrandaban a tal velocidad que parecía que les venían a chocar. ¡Psup! Y también se sentía música… Apenas una versión comercial de la del Ser de Manuel, puesta en ritmo de chamamé.
Cuando la pantalla superior –la larguita con puntas redondeadas- indicó las coordenadas de tiempo y lugar previstas –cosa que se supo por el parpadeo nervioso que adquirieron los números- la nave se detuvo y automáticamente se abrieron las puertas. Los cinco pasajeros bajaron y Manuel advirtió que aquello no era otra cosa que el andén de una estación de ferrocarril de las de antes. Quiso ver cual era el aspecto exterior de la nave y para ello se dio vuelta, para sorprenderse otra vez, porque aquello era…un vulgar coche de esos que su abuelo le había mostrado fotos…un “motocar”, pintado de color cremita con una banda roja desteñida a lo largo y la sigla AFE, casi orgullosa y bastante conservada. ¡Mirá vo! Por dentro nave espacial y por fuera motocar. No, eso debía ser una joda! Pero no pudo seguir o empezar con la serie de razonamientos que le pudieran conducir a cualquier explicación posible…Le agarraban del brazo. Un muchacho más o menos de su edad.
-Vos sos Manuel, no?
Manuel se sintió arrebatado, en medio de su interés por entender lo de la nave-motocar y de verle de nuevo las caras a los cuatro que con el bajaban para después…andá a saber vos! Pero el tipo…este que evidentemente le había estado esperando y que tal vez fuera empleado de la Compañía de las Bolas Aéreas…?
-Sí, ¡por qué?
-Te estaba esperando. Me mandó tu abuelo.
-Mi abuelo murió…
-Sí, pero este encargue me lo hizo hace años.
-Cuantos años?
-Eso no importa. Vení conmigo!
Increíblemente, Manuel comenzó a dar pasos tras el sujeto. Esas cosas boludas que uno a veces hace sin pensar o pensando mal y que después se arrepiente…o no. Porque si no fuera por los errores… Pero…Qué prepotente el tipo! “Vení conmigo” ¿Quién se mierda se creerá?
-Pará loco…qué te pasa?
Entonces el tipo se le plantó enfrente y le zampó lo siguiente:
Mirá, yo sé que vos te llamás Manuel Aquelarre Goiticoechea, que vivís en Lagomar Norte cerca del parador del Pichi, que sos amigo del Cholo y hablás con él en el comité de base del MPP y que sos amigo del Aníbal Greco de Solymar con el que dentro de dos días vas a ir a un toque roquero en Maldonado, que en realidad ya fuiste aunque nadie te pueda creer y digan que estás loco!
Para qué seguir hablando. Lo siguió!

martes, agosto 22, 2006

50 - Estoy condenado!

El bigotudo llegó al lugar del incidente junto con los primeros curiosos a los que empujó a un lado para retirar el cuerpo de Manuel, enderezarle la cabeza a su esposa, quien aún sonreía, arrastrarla de los talones para mejor posicionarla y volver a su lado a bajarle el párpado inferior y por el hueco alumbrarle las entrañas con una linternita, mientras le tomaba el pulso con mano segura. Todo afirmativo. Después se acordó de Manuel cuya espalda descansaba ahora sobre la falda de Magdalena aunque las piernas en el pasto y le bajó también a él el parpado, sin fijarse en que ya estaba conciente y le miraba con el ojo que podía arrollándose de pánico sobre la flaca que fue la que gritó:
-Suéltelo!
-Soy médico,- dijo y soltó el párpado como quien suelta un escupitajo sobre la humanidad doliente.
-Él está bien.
-Mejor. Los dos están bien.
La multitud comenzaba a dispersarse sin haber cosechado nada para el comentario. El bigotudo cargó con su mujer en brazos, floja, pálida y sonriente, para llevarla a su vehículo. Y Manuel con la flaca buscaron callados el refugio de la casita de Rulo en cuya puerta les esperaban.
-Vení sentate adentro,-invitó Julieta.
-Sí, pero…que alguien vigile por la ventana…no vaya a ser que vuelva.
Rulo se ubicó bien junto a la ventana como para espiar desde allí sin ser muy visto. Le hizo señas a Manuel para que fuera a hablar, se entiende que de cosas personales y en voz baja.
-Decime, qué embrollo fue ese que te vi manoseando a la mujer del milico?
-No que manosear… se había caído!
-Dejate de joder, si cuando yo miré por la ventana vos la estabas tirando!
-Yo la levanté.
-Sí, primero te vi tirarla y después cuando ya casi llegaba al suelo la agarraste, ¡pero para meterle la mano en la cotorra, hermano!
-Eso fue sin querer…¡si el tipo vio lo mismo que vos estoy condenado!
-Y va a ser nuestro patrón…
-No, si ni siquiera le llegué a dar el presupuesto, ¡se cayó antes!
-Pero, si serás…
-Esa mujer está loca!
-Echale la culpa a la mujer.
-Me muestra las tetas!
-Y vos le manoteás la concha!
-Pero, te lo juro!

49 - Clap, flash,flash,flash

Igual que ayer hoy llegó la Magda, pero esta vez no eran noticias lo que traía. Traía…Había traído a la señora de las blancas tetas y a su marido, empeñados ellos en ver a Manuel por el asunto del presupuesto ya que mañana se iban a Montevideo por tres días
-Tuve que venir para guiarlos pero resulta que ya conocía la casa.
-Ayer la mujer vino a contratarme para la limpieza…
-¡Mirá! Y con el miedo que le tiene Manuel…
-Yo no le tengo miedo!
-Al marido.
-Es milico.
-Me dijo el Rulo.
-¿Y qué?
-Torturador.
-¡Te va a oír! ¡Bajá esa voz!
La señora de las blancas tetas esperaba en el pastito. Se paseaba simulando pensar en algo y estiraba los labios en trompita francesa cada tanto, especialmente cuando hacía el giro en redondo por no chocar el pino y reiniciaba el retroceso por el mismo pastito.
-Señoraaa…señoraaa…
La señora de las blancas tetas reconoció la voz de Manuel y en el acto dejó caer su chal abriendo las manos en giros exactos y simultáneos hacia fuera que juntados con la media vuelta de todo su cuerpo para quedar mirando hacia atrás venía siendo un complicado paso de baile. Demasiado complicado para ella que por hacerlo se anudó de piernas de forma tal que fue a caer con torpeza sobre la lomita del pasto y resbalar para el lado de la zanja. Manuel corrió, lentamente, como entreparando, pero llegó a ella que ya se había abandonado a la muerte y yacía cabeza abajo contra la zanja del agua, aunque no obstante, al momento en que Manuel llegaba, levantó la cabeza, frente a la cara asustada del otro y sonrió confirmando que la fuerza del destino hace siempre llegar al héroe a tiempo junto con las músicas acordes y destempladas.
Manuel quiso ayudarla a levantarse, pero torpemente, que fue torpeza intentar levantarla agarrándola tan poco que enseguida amenazara caer otra vez en la zanja y tener él que manotearla y manotear tan mal que sus manos fueron justamente a los lugares que más quería evitar que eran las dos tetas blancas de la señora…
-¡Manuel…!
El intentó largarla y algo aflojó los brazos pero enseguida… al ver que la mujer no se mantenía parada, tuvo que volver a manotear y otra vez mal. ¡Muy mal! Que esos lugares de una dama no son para visitar en público y a pleno día!
-CLAP…flash…flash…flash
El bigotudo se había bajado de la camioneta. Había cerrado la puerta, clap y venía caminando a grandes pasos desde allá! Flash, flash.
Manuel le vio, entreabrió los labios y… cayó desmayado sobre la señora…

48 - Aníbal Greco pasado mañana

-Yo estuve en un toque que recién se va a hacer pasado mañana.
La afirmación tajante de Manuel tuvo el efecto de callar toda otra discusión y aunque pareciera estar bien…era aquello el retorno al terreno resbaloso…
( Pobre primo, siempre fue un poco loquito, pero ahora…)
( No sé cómo me salió eso pero era la verdad, pobre Rulo…)
(Julieta, no te enojes…yo te adoro…!)
-Y…¿qué les parece?
(Está completamente loco, cada vez peor, suerte que mañana tiene que ver a ese licenciado…)
(Es tan lindo y simpático…! Pero cuidado, el bestia del Rulo se puede poner celoso en cualquier momento…!)
-Ah, no me creen?
(Sí, no hay duda, está peor.)
(Ese gesto, por ejemplo fue bonito…)
-Bueno si no me creen, entonces pregúntenme lo que quieran de la primera parte del toque y yo se los voy a decir.
-Otra vez, primo. ¿Qué mierda estás diciendo?
-Lo que te estoy diciendo. Que en el toque que se va a hacer el sábado en Maldonado, yo ya estuve. Preguntame lo que quieras…!
-Mirá vos, pero yo no, yo no estuve…¿Qué querés que te pregunte?
-Y yo, qué querés que te diga…¡si estuve…!
Rulo le enfrentó la mirada con torva firmeza que…de a poco se fue ablandando por los cuatro costados. Se le llenaron los ojos de lágrimas que marcaron la forma de los párpados con un reborde acuoso. Estaba viendo que más allá de esos ojos negros que conocía, ahora se abismaba una oscuridad sin fondo…¡La locura! Esa gruta negra de la que no se vuelve. ¡Pobre primo! Aunque… también estaban todos esos puntos luminosos que rondaban…y se resistían a se tragados por el hueco central…
Julieta saltó al ruedo.
-Bueno, decinos cuánto costará la entrada…?
-Cuarenta pesos. Pero eso yo lo pude haber visto en la propaganda.
-Ah, claro…
-Pregúntenme algo de lo que no sale en los diarios ni…
-Por ejemplo, alguien conocido que haya ido…
-Sí, tengo uno, Aníbal!
-Qué Aníbal?
-Aníbal, el flaco que andaba siempre por el parador del Pichi en una motito azul que no era suya.
-Ah, sí. Aníbal. Aníbal Greco.
-El estaba…estará el sábado en el toque!
-Te dijo él que pensaba ir…?
-No, hace tiempo que no lo veo, es decir lo vi porque voy a ir pasado mañana a ese toque con él.
-¡Anda a cagar! Nos estás jodiendo. Vos vas a ir con él…pasado mañana!
-No, yo no pienso ir. ..Pero igual voy a estar.
-¿Vas a estar aquí y allá al mismo tiempo?
-Aquí no sé… Allá seguro.

lunes, agosto 21, 2006

47 - Nieve sobre Buenos Aires

Al rato estaban tomando medidas… Estimando medidas al más o menos desde aquí hasta la silla, ahí, no un poquito más, corré el pié, ahí, justo! ¿Cuántos metros serán? Y después la bajada, porque también las manchas de humedad bajaban desde… Bueno se supone que la cañería viene por encima del fogón pasando por las canillas y después…
-No Manuel, no se puede trabajar así! Tenemos que ir a la casa y medir bien.
-¡Ya está, no rompas los huevos que ya esta! Son cinco metros de caño lo que hay que cambiar… ¿Cuánta plata es?
-Esperá que anote…Cinco metros de caño… Ahora hay que ver cómo es el recorrido, cuántas esquinas tiene…
-Y la mano de obra. ¿Cuánto días nos llevará?
Julieta les avisó que la polenta estaba pronta. Manuel fue a buscar pan y queso rayado al almacén y volvió enseguida pero con otra cara. Había visto un cartel del toque de Maldonado que lo anunciaba para el sábado 5 de Agosto, así que…hoy debía ser lunes 7…Pero no era lunes 7, era jueves 3. ¡El toque de Sordura iba a ser pasado mañana! Y él estaba acá! ¿Cómo podía ser que llegara para el sábado y además…bajándose de la bola y de la puerta de vaivén en la Playa Mansa y antes… A no ser que fuera por sus propios medios pero en ese caso como también iría en la bola, se iban a encontrar los dos Manuel al mismo tiempo en la sala! Y eso no había ocurrido, porque él no recordaba haberse visto. Señal de que él no iba a ir por sus propios medios y entonces…claro! En la sala sólo iba a estar el otro Manuel y él estaría acá o en otro lugar. Dos lugares, como ya lo había pensado. Pero no! Cuando lo del toque en Maldonado él había estado comiendo los fideos acá en lo del Rulo, o sea…ayer. Tres lugares! No, dos. Al mismo tiempo sólo en dos porque aquí estuvo el miercoles, que fue cuando la bola lo llevó y después en sueños lo había traído de nuevo…¡Había estado viajando en el tiempo! ¡Igual que El Eternauta! Ahhhh!!!!
-Se te enfría la polenta, Manuel ¿En qué estás pensando?
-Nada… ¿Ustedes creen en El Eternauta?
-Sabés qué, Primo? A todo le metemos un poco más por las dudas…un par de metros de caño…un día más…
-¿Éter qué?
-Un día para picar alcanza, pero le ponemos dos…
-Era una historieta… De una nieve que caía en Buenos Aires…
-Y cómo vamos a creer en una historieta?
- …cortar caño y roscar…será medio día, le ponemos uno entero…
-No, pero digo, ¿les parece que podría ocurrir?
-Y antes de revocar tenemos que probar todo, no sea que hayan pérdidas…
-¿Qué pueda caer nieve en Buenos Aires, decís?
- Ahora fijate que esa gente va a querer pintar toda la cocina, después…
-No, El Eternauta viaja en el tiempo…
-Cuando terminemos los podríamos tantear para ver si nos dan a nosotros también la pintura. A mi me quedó bárbara la casa de al lado del parador…
-¿Cómo se va a poder viajar en el tiempo? Eso es una fantasía!
-No te parece, primo?
-Claro, pero…¿Y si ocurriera?
-¿ME ESTÁN ESCUCHANDO USTEDES?
Julieta se sintió un poco molesta por el tono de aquello que el bestia del Rulo había casi gritado. Se lo dijo todo. Todo el chorizo de las etapas de la obra repetido con pelos y señales. Porque no era cosa de que hablara Rulo siempre de lo que quisiera y los otros escucharan. Por eso se lo repetía, para que viera que le daba la cabeza y le sobraba para escuchar su conversación y escuchar diez conversaciones más!

46 - ¿Te parece ?

Manuel volvió a entrar a la carrera hasta la pieza donde la flaca, despertada con temor, sentado su torso en el medio de la cama sin cubrirse los senos con la sábana, como es de recibo, apoyaba ambas manos a los lados como presta a impelerse en caso de necesitar el salto.
-¡No se dieron cuenta de nada!
-…
-Así que cuando lo paró allá al Cholo y le hablaba, no era que me buscaba para matar o…
-…
-Es que las cosas pasaron porque tenían que pasar. Yo no tuve la culpa…
-…
-Lo único fue lo del capuchón que en eso sí…
-¿Otra vez…?
-No flaca, no pienses que estoy loco! Hablo sólo porque estos tipos me ponen muy nervioso.
-Y por qué te ponen tan nervioso, flaco…?
-Porque son milicos.
-Ella también…? ja ja…qué boluda!
-¿Entendés?
-Bueno, pero eso ya pasó. Ahora ellos son como cualquiera!
-¿Te parece…? Claro que a vos no te pasó nada…
-¿Y a vos qué te pasó, flaquito?
-Nnada… Pero conozco algunos casos… algunos amigos…
-¡No seas perseguido! Vení, vení acá conmigo.
Magdalena avanzó sobre Manuel, lo atrapó por la cintura y lo trajo. Cuando lo pudo tirar sobre la cama le empezó a hacer cosquillas y… Pero el flaco seguía hablando sobre lo mismo. Que esa gente iba a volver al mediodía a buscar el presupuesto. Que él tenía que hacer o calcular o lo que fuera ese presupuesto no sólo la mano de obra sino también los materiales. Que el no tenía la más puta idea de cuanto costaban los caños galvanizados que…¿De tres cuartos de pulgada o bastaría el de media? Y los niples esos que se ponen y… No. No iba a poder calcularlo sólo! Tendría que consultar con el Rulo y hacerlo entre los dos… Pero van a venir en un rato…!
-Flaca, ¿te quedás un rato más? Si querés dormí. Voy hasta lo del Rulo, ¿si vienen les decís que yo mañana les llevo el presupuesto?
-Ajá.
Cazó la bici y salió abriendo surcos secos en el balastrín mojado. Tan poca había sido la lluvia!

domingo, agosto 20, 2006

45 - La Señora de las Blancas Tetas

A la madrugada se levantó fuerte viento, cayó un chaparrón y la temperatura bajó veinte grados en una hora. Puertas y ventanas se golpeaban y mientras Manuel seguía durmiendo en brazos de Magdalena, las pinochas jugaban carreras por el piso, entraban bolsas infladas por el viento y arena, mucha arena que le golpeaba por el costado de las costillas y resbalaba hasta la sábana y de allí al piso, donde iba formando pequeñas dunas sobre los championes y los calzones… No, sobre los pezones no, que se mantenían entre los cuerpos dormidos y cálidos… Templados, normales de temperatura… de ese lado. Porque del lado de la espalda de Manuel soplaba un céfiro helado que…lo despertó. Se levantó y, tapando su flaca humanidad con el abanico de sus manos, fue a cerrar la puta ventana del oeste, que otra no había, y estando en eso, no pudo evitar ver que allá enfrente de su terreno, en ese preciso momento de detenía una camioneta bordeaux doble cabina. En un grito estuvo de nuevo junto a la cama.
-Flaca, despertate. ¡Me vienen a buscar los milicos!
-¿Qué?
Pero Manuel ya trotaba descalzo para intentar el cierre de la puerta de entrada que logró apenas cuando ya las visita golpeaba las manos allá en el pastito de enfrente. No se detuvo. Restaba la puerta del fondo y corregir el cierre de la cortina para que no le vieran y volver junto a la flaca quien aún se resistía a la vigilia revolcándose entre las sábanas en busca otra vez de un cuerpo que abrazar.
-Están golpeando, Magda!
-¿Quién te golpea?
Manuel no quiso corregir el error de la flaca, que ni tanto era un error pensar que se sintiera golpeado, ridículo niño tomado de las polleras de su madre. Buscó sus ropas y se comenzó a vestir. Mientras tanto, afuera los llamados arreciaban.
-¡Ya va! – Gritó de mala gana una vez asumida la necesidad de dar la cara al seguro vendaval de reproches por lo menos, cuando no de reclamos por los daños o… -¡Conque no venga armado el tipo! –pensó mientras ya tiraba de la puerta hacia adentro, un poco, lo suficiente como para asomar la bocha.
-¿Síiii…?
-¿Es aquí lo de Manuel, un muchacho que…?
La señora de las blancas tetas se hallaba a medio camino desde el pastito, sonriendo casi humilde y levantando apenas un tacon de aquellos zapatos finos y una mano, como en delicada danza, que no se sabía si estaba haciendo un saludo o señalaba algo que viniera cayendo desde arriba.
-Hola Manuel.
-…hola…
-¿Tenés hecho el presupuesto?
-¿Qué…?
La señora de las blancas tetas sonrió conmovida por la inocencia de Manuel y Manuel por haberse equivocado y sentir un poquito de vergüenza que se le vino a la cara. La señora de las blancas tetas quiso reparar el error de haberlo puesto en evidencia y por eso se acercó un par de pasos menos uno, que retrocedió Manuel.
-Si querés vengo en otro momento…
-¿Por qué…?
-Por el presupuesto, digo.
-Ah, bueno… mejor… Yo estaba en la cama.
-¿Enfermo…?

viernes, agosto 18, 2006

44 - Lagomar era una fiesta.

Mucho tiempo después, no menos de quince minutos, los lugareños se apercibieron, es decir percibieron, que había sido el último grito, al menos por el momento, que se oyera salir por aquella ventana abierta a los pinos y el veranillo de Lagomar. Después fue el silencio. Silencio que se oía callar por los oscuros pasillos del monte y más allá de las altas dunas cercanas a la costa. Silencio que aunque cayado era nervioso en la tensa expectativa del vecindario que desde hace rato no habla ni apenas casi respira, por no coincidir con algún otro grito o vagido o sonido cualquiera que al fin venga a reiniciar el escandaloso concierto.
Porque en Lagomar no se hacían muchos espectáculos públicos ni carreras de embolsados u otros eventos culturales o deportivos, porque…Como por ahí cerca queda Montevideo, el que quiera ir que vaya… Ahora sí, si no estás dispuesto a viajar…¿Qué mierda hacés en Lagomar? ¡Fijarte en los vecinos! Por si pasa algo –que por lo general no pasa- ¿pero si llega a pasar? Si pasa algo, aunque sea de esas cosas que más o menos nos gustan, diremos entonces que qué barbaridad, ¿cómo es que se permite que pasen esas cosas? Y pasaremos después todo el tiempo pensando precisamente en esas mismas cosas y deseando que pasen con mucha mayor frecuencia…
Un silencio que amenazaba con volverse atroz y macabro, si se quiere, como esas películas que hay…Porque uno enseguida piensa: silencio es igual muerte, o algo así. Porque desde dentro del silencio puede brotar cualquier cosa. No sé si vos lo sabías. Ratones, anillos de oro o espantosos monstruos. Del silencio se han visto brotar horribles engendros y transatlánticos de cartón piedra…Dicen que todo el mundo salió de su propio silencio. Cuando el mundo no existía estaba en silencio y desde ese su propio silencio nació…

¡Atención nuevamente hay luz en la ventana! –la señal indicará las cero horas treinta minutos, pip- Parece que una imagen humana sin ropas se coloca de espaldas contra la ventana abierta pero adentro hay un espejo que la enfrenta y…sí, tiene tetas! ¡Es ella! Y lo que se escurre a los tumbos hacia la puerta ha de ser el flaco que va para el baño. ¿Ella qué hace, ah, se levanta los pelos con ambas manos y parece que se pone a contornear el cuerpo como si bailara. ¡Y ahora se da vuelt…Pero cierra la cortina justo, la muy degenerada, que ya se daba vuelta con las tetas al aire…!
¡Atención, silencio, han apagado de nuevo la luz…silencio por favor… escuchemos…nos parece que… estamos oyendo…. Un nuevo tipo de jadeo… más dulce y pausado… escuchemos…

jueves, agosto 17, 2006

43 - Pardito de Malas Juntas

Una mano de Magda comenzó a reptar entre la remera roja de Manuel y la piel de su espalda. Dibujaba cariñosas sinuosidades y hacía amodorrantes caricias. Describía aquella flaca anatomía en sucesiones de tactos y casi pellizcos, recorriendo el costillar, los omóplatos y la completa colección de vértebras alineadas. Todo en aumento.
En cambio la conversación con el Rulo ya no daba…
-Nos vamos, primo. Nos vemos Julieta…
Caminaron entonces por entre los pinos, cortando cuadras que se sabían de antes, abrazándose en largos y sabrosos besos. Cagándose de risa. Era todo muy fuerte. Y era ir a la cama con todos los preámbulos ensayados por el camino, ante la vista de todo el mundo, total ya de antes le tenían por “ese pardito de malas juntas” y seguro que a la Magda también…Pero cuando llegaban a la casita las cámaras se alejan lenta y pudorosas, quedando por fin a la altura de los primeros pinos y registrando desde allí esta larga escena comenzada con el canto de los pajarillos, adornada por la cinta de seda rematada con las campanitas en el ángulo derecho y sugerida por la música que de a poco iba surgiendo desde detrás de los pinos y adquiriendo no sólo volumen sino también expresión de todo lo que supuestamente estaba ocurriendo adentro de la casa.
Bien que lo que estaba sucediendo adentro fuera un poco menos rococó y bastante más bizarro, que viene a querer decir en este caso, carnal y sudado, esas diferencias, al no registrarse en la cinta no constituían problema, ni siquiera cuando se sintió aquel grito extremo de placer que por esas cosas no pudo ser borrado antes de la emisión y que seguramente el público iba a confundir con un casual sonido producido dentro de la salvaje naturaleza visible. Todo cucú pipí, aunque lo que estuviera sucediendo adentro fuera, lo verdaderamente importante: El cumplimiento del mandato divino: “Juntarás cuerpo con cuerpo y con ello gozarás.” Pero nadie sabía de cierto si lo que uno se podía imaginar era lo que sucedía o si en cambio toda el almíbar acaramelado de la escena era un reflejo certero de la naturaleza humana llevada por la más extrema de las pasiones…
Lo de los pajaritos cantores bien pudo haber estado gravado desde antes pero, ese grito…Ese grito, finalmente reconocido como tal por los alarmados vecinos, era la evidente denuncia de que en aquella humilde casita de Lagomar-Norte estaba sucediendo algo tal vez espeluznante, porque según los vecinos fue aquel un grito, humano sin duda, pero deformado por el terror de una estrangulada garganta que sólo podía emitir ese registro confuso de sonidos semejantes a los del placer y la diversión extremas.
UN MOMENTO!! Hemos visto algo nuevo. La muchacha trigueña descripta a fojas cero, ha pasado corriendo completamente desnuda desde la puerta de la habitación en que los sospechosos se encontraban atrincherados, hasta otra al fondo y la derecha, supuestamente cocina y vuelta a aparecer enseguida con similar vestimenta y una jarra probablemente de agua y dos vasos!
Como decíamos…ahora se confirma que los vecinos habían ya sentido de esos gritos espasmódicos y enervantes en varias ocasiones anteriores pero, nunca como esta vez habían expresado , los gritos un nivel tal de…no digamos simplemente placer sino…ese gran placer que espera siempre en los huesos de nuestro esqueleto y en las partes más profundas de los músculos de nuestra carne, el momento esplendoroso de su descubrimiento y liberación!

42 - ¿Qué Mierda Decís?

Cuando abrió los ojos vio una lágrima que resbalaba por la mejilla de la Magda.
-¿Mi amor…!
Ella, con un rápido revés de izquierda arrebató la caída de la lágrima y trató de sonreír quebrada sonrisa más bien de llanto…No había estado esperando que le hablara ni siquiera que abriera un ojo, tal había sido la parálisis en la que se había mantenido Manuel durante la última hora.
-¡Flaco…!
Y las lágrimas empezaron a caer desde los seis ojos que le rodeaban, de una en una y a tiempos desencontrados que ya se sentía el rumrun de la garúa lacrimógena en medio del veranillo soleado y húmedo de Lagomar-Norte. Como si una nube negra y baja se hubiera detenido justo sobre la casita del Rulo Pereira, el primo del Manuel ese que parece que se ha enloquecido y huye cada vez que ve aparecer una camioneta.
-Esperen, no estoy loco!
-¿Ah, no?, -Contestó el Rulo casi sin interés en seguir la conversación.
-Creo que puedo explicarles todo.
La rueda se cerró alrededor de Manuel. Julieta habló.
-¿Explicar…? ¿Cómo, explicar?
-Ya sé que va a ser bravo pero, creo que ahora lo entiendo.
El Rulo se agachó frente a Manuel, como un jugador de fútbol para la foto.
-Bueno, a ver, explicame ¿por qué diste ese salto mortal por encima de la mesa?
Manuel hizo señas de calma con las manos y se tomó el tiempo para empezar reconociendo que a él le venían ocurriendo cosas raras desde hacía unos días y que le parecía que lo que le había estado sucediendo era que por momentos se dividía en dos personas iguales que andaban por diferentes lugares y que ahora, que esas mitades se empezaban a rejuntar, cada una con una memoria diferente de lo que le había ocurrido en esos días de separación, las memorias se le entreveraban en un gran embrollo que le provocaba ese estado de confusión que…
-¿Qué mierda decís?
-Si pusieras buena onda, Rulo, lo entenderías.
-Bueno, seguí…
-Te decía que por todo eso que no entendiste ni un carajo, fue que justo que estábamos por comer los fideos se me apareció por el otro lado un auto rojo que me chocó una vez en Buenos Aires y casi me mata, que hasta me llevaron al hospital internado y que yo por evitar el golpe o algo di ese salto…
-¡Pero no estabas en Buenos Aires!
-No, claro que estaba en tu casa con ustedes que me habían invitado a comer. Pero por eso que te digo de las memorias mal acomodadas, me acordé de golpe de aquél auto y lo vi como que se aparecía volando para chocarme!
-Si ves cosas que no existen, estás loco, primo…
-Esas cosas existen!
-¿Un auto rojo corriendo dentro se mi casa…?
-¡No ves que sos un estúpido? ¿Me estás castigando, boludo?
-Mirá,…está bien, dejémoslo así. Vos decís que no estás loco y yo que sí. Vamos a hacer una cosa, por ahora quedás en libertad pero vamos a consultar con algún doctor o persona que entienda para que vea si es que te estás volviendo loco o no.
-Ja, ya tengo la consulta para pasado mañana, con el licenciado Giorgionne.

martes, agosto 15, 2006

41 - Arrojando llamaradas de luz

Manuel miraba el ángulo que formaban la pared con el techo de chapas sostenidas en maderas de la casa del tío de Aníbal, boludo que se había ido en esa historia que comenzara con esas cosas que él decía sentir por una tal Yolanda, y que después se había complicado con los muchos peros, cuando había querido que la flaca entendiera lo que él le quería hacer entender y que era fundamental para cualquier ser humano. Sentir que estás ahí vibrando desde tu centro y que tu vibración se encuentra rodeada por otras vibraciones que andan afuera y que las vibraciones se relacionan unas con otras, las de adentro con las de afuera. Y entonces el había dicho casi como para Yolanda, dijo, en algún momento, “Guacha, vas a sentir sin falta las vibraciones, que trae cualquiera que se te aproxime!” También lo había dicho antes de irse por las ramas de los detalles, cuando habían estado vibrando los dos, desde el centro, intensamente y emitiendo luz. Más luz que la que después se le había visto en la cara.Y era esa cara luminosa la que seguía recordando Manuel junto a otra cara de muchacha, la supuesta cara de Yolanda recibiendo aquellas llamaradas de luz que emitía Aníbal cuando gesticulaba hablando de aquella forma intermitente que ella no podía entender, emperrada como estaba, según Aníbal, en negar todo y levantar las cejas así y pretender que todo se arregla con palabras y con hechos comprobables, y no con lo que uno siente y percibe con el fondo de las almas.¡Yolanda!
Tal vez Aníbal se había olvidado de cual era aquella historia que había comenzado a contar, del desencuentro…y ahora sólo seguía un discurso entrecortado, de bajo tono y volumen, como para otro auditorio, probablemente interior... Entonces Manuel comprendió que él también se había estado yendo de tema y que mucho después era, cuando había vuelto, es decir ahora, cuando ya Aníbal era apenas un murmullo y no se le entendía continuar lo de Yolanda que era lo que a él le llenaba de curiosidad, porque ahora sí quería saber si Yolanda al fin había comprendido que uno vibra desde su centro porque era lo que Manuel hacía rato sentía con el corazón latiendo y esa luz…¿Habría sentido al fin Yolanda eso o…no? Como la flaca Magda que vibra, sí que vibra, aunque él no hubiera puesto atención en eso antes…
En eso le llegó un flash desde Lagomar Norte, lleno de luz filtrada entre los pinos, la flaca que le estaba mirando y después miraba en silencio al Rulo todavía frente a los fideos fríos, con cara de decir "pobre", porque no sabían qué hacer con él, momia sentada en postura catatónica que mira para adelante.
Fue y volvió. Alguna forma encontraría después de contestar el flash que ahora le dejaba la cara de la flaca y el recuerdo de antes. Sí que vibraba la hijadeputa y le hacía vibrar a él, que ahora se daba cuenta de que todo era más de lo mismo y de lo mejor. Que ella le conocía hasta en…Pero ahora iba a ser mejor y sería bueno poder volver, porque Manuel se sentía más grande e inteligente, era ya un tipo que puede pensar de corrido y ver las cosas que se esconden detrás de las cosas, que son las cosas mismas y ver los destellos con que se anuncian las que están supuestamente fuera de dónde la vista llega, porque todo se ha vuelto un diálogo de convivencia entre todas las cosas que comparten este mundo, que sigue latiendo al compás de las luciérnagas que son los pulsos conque se van intercambiando los mensajes entre todos. Y era el lugar, todo aquello y no el lugar mismo, casual, dónde se pudiera encontrar ahora. Porque el lugar eran las vibraciones y él estaba en ellas…

domingo, agosto 13, 2006

40 - Sordura Vegetal, agua y frío.

A Manuel le gustó hasta el tango, que nunca había escuchado así, con tanta energía. Y el ambiente, viejos con jóvenes y esas muchachas que bailaban en malla…¡Las guitarras que tejían sonidos y dibujos por las venas…¡Qué ritmo! Estaba vivo y alegre en ese lugar que nunca había estado. Un teatro lleno de cortinas. Le latía el corazón, rebelión…¡No podía ser que todo eso no existiera! ¡REBELION! Corazón que late lleno de sangre. Bramaputra! Corazón de melón.¡Rebelión!

“Busca el hombre sus raíces,”
“Busca el hombre su destino”
“y en esa búsqueda el hombre”
“va…construyendo un camino.”

Más o menos en este punto fue que después Aníbal contó entre los otros amigos de Solymar, que el Manuel se perdió de vista. No sabía él si lo había hecho en algún momento en que él miraba para otro lado, pero desapareció de golpe y tal vez lo haya hecho en forma instantánea porque después, cuando apareció de nuevo fue e-xac-ta-men-te igual porque Manuel apareció de golpe sobre su asiento y siguió pataleando el suelo, como si nada.
(Hemos asentado la salvedad. En lo sucesivo continuamos con la Verdadera Historia de Manuel Aquellarre)
Manuel seguía contento cuando llegaron con Aníbal al frío nocturno de afuera y la lluvia…él con su remera símil hering venía de compartir una sala con unos cuantos cajetillas y otros tantos que no lo eran y que juntos atendían a lo mismo y tal vez algún día se entendieran.
Mientras tanto, con su remera símil iba compartiendo la fría garúa con Aníbal, que agachado bajo su lomo pero con campera... Loco, no es lo mismo…
Y el Aníbal dijo: corré hasta la parada porque la lluvia puta se viene fuerte. Corrieron entonces hasta la parada y allá el Aníbal se sacó un pulóver que llevaba y se lo alcanzó al Manuel y le dijo de aguantarse allí hasta que parara.-Tengo faso.

“Echá la leña, avivá el fuego;”
“ya no queremos ver prisioneros.”

Las nubes se revolvían sobre Maldonado, vistas desde el techito de la parada de Bulevar, mirando a lo lejos por dónde decía Aníbal que antes iba el tren para Puntas del Este. Se revolvían y traían nuevos golpes de agua y frío hasta que decidieron seguir caminando, porque estaba parando, como varias veces, pero ya no tenían ganas de sufrir el frío, mientras que mojados ya estaban, que importa. Salieron agachados para mojarse menos y proteger el porro que seguían fumando, rumbo a Camino de los Gauchos, que era lo que conocía Aníbal.

“Viene quemando, quemando más!”

Después preguntar…por la madre de Manuel, ¿cómo se llama tu madre?
-Margarita se llama, porque es cómo una flor!
-Mejor venite a la casa de mis tíos a dormir. Mañana te ayudo a buscar tu madre, pobre niño!
-Si tus tíos no me echan…
No lo podían echar aporque no estaban y ellos tomaron entonces el dormitorio con las dos camas y se echaron a conversar porque resulta que tenían mucho más en común de lo que antes habían supuesto y de pronto, hasta podrían hacer cosas juntos de esas que uno dice “algún día lo voy a hacer” y lo dice cierto, porque son cosas macanudas que uno debería hacer, o alguien, porque son buenas ideas…Entre dos todo es más fácil. El porro por ejemplo, que es una gran cosa porque nos vuelve más buenos a nosotros… y también a los otros. Y la cantidad de bondad que hay en el mundo va a ir en aumento y se van a generar cantidades enormes de cargamentos de bondad hasta que llegue a ser un gran problema de contaminación, con el tiempo…

(Los entrecomillados son trozos de la letra de "Rebelión" cuyo autor es Daniel Fajardo)

39 - ¿Es Maldonado, verdurita?

Manuel sabía que Maldonado quedaba cerca y como para adentro del mar no podía ser, decidió caminar en el otro sentido, sin preguntar a nadie, ya que nadie era visible en quilómetros de rambla…Anduvo entre jardines pelotudos y viejos pinos idos en vicio. Entre casas como para cuarenta y garajes que salían de abajo del pasto tocando bocina cuando estuviera el señor. Por cierto que todo aquello se veía muy tranquilo y seguro, como decían en la radio, aunque en algunas radios dijesen lo contrario. Eso sí, muy aburrido!
De a poco las casas se fueron volviendo comunes y las calles más estrechas y planas. Intuyó que eso era Maldonado. Adelante sobresalían sobre los techos un par de dedos rosados con sus dedales azules. Torres de una iglesia, más bien campanarios y detrás, otro dedo más gordo. Iba en dirección a la iglesia y quién va a la iglesia…va al centro. Y el centro…El centro es el centro, loco. Donde van todos los boludos a pasear y que los vean y ver a todos los que van a pasear y que los vean y ver a los que...
Todo correcto en Maldonado. La iglesia en el centro y el centro en la plaza. Caminaba gente casi como comprando y el cielo casi despejado iluminaba suficiente entre las calles estrechas. Estaba todo bien, impecable! ¿Por qué entonces, preocuparse por la locura? Que si estaba loco…que si no…¡La locura era todo eso que lo rodeaba! Todo eso. Porque él no podía estar allí. El, en realidad…estaba o debería estar en lo del Rulo comiendo los fideos que le habían invitado…Y entonces…¿Todo esto que estaba viendo pasar por la plaza de Maldonado, qué era, verdurita? Manuel saltó. Pegó un salto normal (ninguna locura). Saltó porque le vino una alegría súbita, que son las alegrías que se te vienen más rápido, subidamente…creo. ¿Qué hacés cuando te viene una alegría súbita sino saltar? Y el loco saltó, no te voy a decir que entre que subía por el aire golpeó o hizo entrechocar los talones, porque eso no lo hizo ni lo hubiera hecho a no ser que fuera yanqui o algo. Pero saltó el Manuel de alegría, sintiéndola de pronto por sentirse liberado del sentimiento de no poderse liberar de la locura. ¿Es muy confuso? ¡Pero a él le sirvió…! Si esto era la locura…¿cuál es? Está bien que a veces los viajes en bola terminan mal pero,…siempre se resuelve todo de la mejor manera posible…y lo que había que hacer, loco, era meterle para adelante, fuera lo que fuera!
Se encontró con un conocido de Solymar en la peatonal. El Aníbal. Que un amigo le había invitado porque uno amigo suyo era amigo de uno que toca en la banda que toqua.
-¿Sabés para qué lado es Maldonado Nuevo?
-Aquí a la vuelta en la Casa de la Cultura. Mi vieja vive en…
-Sí te entendí quedate al toque que después yo voy para allá.
-¿El toque?
-¿Pensás que no te va a gustar? Mirá que dice mi amigo que son buenos, tocan rock, reagge y candombe.
-A vos,¿ te gusta el rock?
-Me gusta, bueno...según; algunos lo tocan con las manos cagadas.
-¿Cómo cagadas? Así, como con miedo.
-Ah, pero estos no! Sordura Vegetal, se llaman.
-Bueno, vamos. Pero…¿cobran entrada?
-Sí, cuarenta.
-¡Olvidate!
-No boludo, vení igual, algo vamos a rescatar.
Cayeron con suerte, cuando se acercaban a la muchacha de las entradas, ésta hablaba con un flaco al que llamaba Daniel de cosas que se habían complicado por cuestiones de horarios. Daniel parecía resolver, aunque aclaraba que él no era de la organización terminaba con un gesto que invitaba a meterle para delante. Así que Aníbal le interceptó y a boca de jarro le planteó el problema de su amigo Manuel, que había venido a verlos desde Lagomar pero no tenía un peso.
-Seguime- contestó Daniel.

sábado, agosto 12, 2006

38 - La luz del fondo del Universo

No contestó el Pepe sino el licenciado Vittorio Giorgionne que ya estaba enterado del caso! y que le proponía verse pasado mañana en la policlínica de Lagomar a eso de las cuatro. Manuel dijo que sí y cortó. Estaba claro, pasado mañana en la policlínica de Lagomar, a las cuatro de la tarde para hablar con...¡Para hablar de qué?
Esto tampoco estaba funcionando. Aunque él sabía que nada ocurre por casualidad y que por algo le habían dejado ese número de teléfono…No alcanzaba a entender esto que cada vez se complicaba más. Licenciado, había dicho el tipo. Licenciado de qué? Como si no fuéramos todos iguales. Licenciado…¿No serían esos que hablan con los que están medio locos? Para convencerlos de que…¿Se puede convencer a un loco? A un loco como él…Porque si Mujica le manda el teléfono de un Licenciado…
-Estoy loco!
Dicho esto, seguro que el Rulo la Julieta y la flaca le habrán rodeado de palabras comprensivas tratando de abarajarlo en un regazo protector, pero Manuel nada sintió, que ya se encontrado inmerso en el impresionante espectáculo de ver cómo las rajaduras del mundo se iban extendiendo vertiginosas en todas direcciones y empezaba a brotar entre los trozos que se iban separando, la luz del fondo del Universo, más blanca y más fuerte que la propia luz del sol.
Fue sólo un instante, al cabo todo ese despliegue teatral o cinematográfico cesó y Manuel se vio reiniciando otro viaje más o menos igual a los anteriores. El modelo de bola, tal vez fuera un poco más cómodo e iluminado. Se podía en él dar algunos pasos o reclinarse casi despatarrado…pero en lo esencial primaba la sensación, la misma de estar yendo hacia algo ignorado cuyo comienzo era inminente porque…Ya estaba! La bola había desaparecido y le abandonaba flotando sobre la nada, allá otra vez, frente a la puerta de vaivén vista desde afuera. Suerte que pudo embocar los pies sobre la línea negra tendida entre los horizontes invisibles, esta vez con las patas puestas y protegidas en los championes y mantenerse en equilibrio mientras observaba el vaivén de las hojas de vaivén, mecidas por la brisa que le invitaban a pasar y dejarse de equilibrismos. Enseguida se le ocurrió saltar hasta ella y el quilombo filipino que sabía al otro lado total, era seguro que la balacera habría terminado aunque más no fuera por agotamiento de las municiones o por muerte del último pistolero…Saltó y se encaramó, como gato flaco, enrollado arriba de la hoja que se le había venido acercando. Desde allí preparó la vista para la penumbra del quilombo pero, cuando miró hacia allá no era eso lo que había sino una planicie mojada, más bien lamida por el agua en la bahía extensa que allá adelante mostraba una isla verde y una prolongación que penetraba al mar. ¿Punta del Este! Se bajó de la puerta justo donde comenzaba la arena y empezó a caminar, qué más remedio! Y a pensar en que debía averiguar la dirección de su madre Margarita en Maldonado. Maldonado Nuevo. Podría ir a saludarla que hacía tiempo y además que…no se le ocurría otra cosa para hacer.

37 - Creo que estoy loco.

-¿Me caí de la bola?-preguntó Manuel entreverado de recuerdos revueltos. Los recientes con los anteriores.- con lo que queda demostrado para cualquiera que conozca esta historia que la barrera de desmemoria no era tan absoluta ya que ahora, bien que al costo de una confusión general, estaba teniendo acceso directo al todo el archivo en tiempo real.- Claro que Rulo y Julieta no estaban al tanto de los detalles sólo conocidos por Manuel y tendían a interpretar todo, especialmente Rulo, como manifestaciones de alguna posible droga que el pelotudo de Manuel se hubiera inyectado o consumido de otro modo por el perverso ejemplo de su amigo el Chumbo. Porque si no, pensar en otras explicaciones, les parecía que era entrar en terrenos más escabrosos e indeseados.
-¡Te tiraste por arriba de la mesa! ¿Estás loco?
-Sí, creo que estoy loco…
Pero arrancarle a Manuel esa confesión no adelantaba nada. Fuera o no fuera acertada porque, de ser acertada no podía ser tanto ya que él tenía capacidad de juicio y si no lo tuviera eso mismo invalidaría su confirmación. Pero si no era acertada, entonces él no estaba loco y seguiría sin ser conocida la verdadera causa de sus extrañas conductas…
Hablaron de llevarlo a un médico. Pero, ¿Cuál médico? ¿Alguno que se ocupara de esas cosas en un hospital? En algún hospital, en Montevideo o Pando o si no preguntar al alguien…
Cuando ya Manuel había sido sentado otra vez en su silla, apareció la flaca Magda a los gritos de “A qué no saben”. A qué no saben- decía- quién lo llamó a Manuel hacer un rato por teléfono? Fue un ventarrón que por el momento hizo olvidar lo anterior y salir a todos, aunque a penas, del bajón y plantarse provisoriamente en esa pequeña colina de la curiosidad animal de cuando sucede algo.
-El Pepe Mujica!
-¿Qué?
-El Pepe Mujica lo llamó!
-A quién?
-A Manuel, les estoy diciendo
-Y, ¿para qué…?
-Para dejarle el número de teléfono…Pero…
A Manuel se le volvió en enredar la cabeza. El Pepe Mujica? ¿Qué tenía que ver el con el Pepe…? Aunque…algo tenía que ver, porque…El Pepe una vez le había dicho que…¿Cómo que le había dicho si nunca…Pero él lo recordaba hablando…¿Cuándo? No sabía cuando ni siquiera dónde, pero el lo recordaba!
La mente de Manuel se dividió por unos momentos en dos que entraron a dialogar sobre la imposibilidad de lo imposible y la probabilidad de lo improbable…El conocía su vida y su vida no podía contener recuerdos que no eran de su vida. El veía las imágenes que recordaba, que no eran sólo imágenes sino conciencia de haber vivido eso mismo que mostraba la imagen. Haberlo vivido en cuerpo y alma y bebido de aquellas luces en el aire y los pulmones…
De pronto Manuel miró a todos y resuelto extendió la mano pidiendo el celular a la flaca.
-Está listo- dijo ella- Solo apretá el botón del medio
Manuel lo hizo.

jueves, agosto 10, 2006

36 - Ruido de Huesos

Quedate a comer,-dijo Julieta. –Tengo fideos que ya están calientes.
Manuel se quedo y las conversaciones siguieron pero él, no lograba abandonar el tema de los sueños olvidados porque como lagartijas eléctricas se le seguían presentando y desapareciendo sin dejarle en la memoria más que una fugaz imagen, y a veces ni siquiera. Así, tal que si estuviera borracho, perdía una a una la línea de cada conversación, y eso se estaba notando.
-¿Te pasa algo?
No le pasaba nada –aparte de eso- y se sentía muy bien, como siempre allí, aunque…Otra imagen se le presentaba ahora! Un puente. Un enorme puente iluminado, visto desde un extremo. Real, como si de veras lo estuviera viendo! Pero nada más. Si era aquello otro sueño, el resto se había borrado o escondido en la oscura covacha donde los sueños se pierden y al cabo de instantes, otra vez la duda de haber visto algo o entrevisto ya que poco a poco hasta aquella primera impresión palpable y evidente se escabullía y borroneaba hasta la desesperación. ¿O acaso eran juegos de su imaginación desborda que le llevaba por esos caminos confusos a perder el sentido de lo que se hablaba y de todo…? Porque tenía la sensación de que el Rulo algo le había preguntado justo cuando él partía de este mundo tras esas fugaces visiones y ahora…él volvía a prender la luz de su entendimiento cuando la pregunta ya había sido dicha y entre las caras del Rulo y la Julieta y la suya propia sólo quedaba un silencio que era la esencia de toda pregunta, flotando en el aire a la espera de una respuesta…entonces…Sonrió. Sonrió como ellos, con el Rulo, hacían de chicos. Porque entre ellos se reían de una manera especial que sólo ellos entendían cualquiera fuera la situación y el tema. No se equivocaban y no se equivocó tampoco el Rulo esta vez al tomar aquello a broma.
-Estás cada vez más boludo!
Manuel también se rió e iba a continuar la chanza cuando de pronto vio que el auto rojo se le venía encima como a 200 quilómetros por hora del lado que no podía venir y crash!! El ruido de sus huesos que se quebraban y el vértigo de la curva vertiginosa que describía su cabeza por el aire y zas! El esqueleto que se estampa sobre el cemento de la calle Corrientes…! Todo eso en un instante y frente a los ojos del Rulo y la Julieta. Es decir, toda la vuelta espectacular que habían hecho las piernas de Manuel volando en semicírculo por encima de la mesa y cayendo todo él a lo largo de la distancia hasta la puerta, horizontal y extendido de brazos como pronto para la cruz.
-¿Qué te ha pasado?- preguntaron ambos sobre la cara inconsciente de Manuel en el piso, pero de ojos abiertos, lastimeros y piadosos, como un cristo mulato a la espera de la salvación humana.
La mente de Manuel se había ido como gato disparando al cascotazo. Había saltado varios muros sin fijarse en lo que pasaba en los patios y penetrado ventanas encendidas por sobre camas destendidas y sábanas en movimiento. Había merodeado callejones temerosos donde restan almas sin amor, incapaces de morir pero impedidas de vivir, donde los gatos pisan con hambre y se relamen las flacas y refilosas uñas deseosas de tejidos y tendones para desgarrar. Saltado como conejo entre nocturnos canteros de parques públicos, poblados de parejas en amor y visto por fin a los niños mamando las tetas de sus madres. Hasta que de pronto allá abajo estaba la casa del Rulo Pereira de Lagomar-Norte y en su interior el Manuel, a quién era menester reanimar y volver a poner en servicio activo…
Lo primero que vio Manuel fue la cara de Julieta, grande como el cielo, curvada por la lente y borrosa hasta que él pudo ajustar el iris y llevarla al foco. Ella supo de su vuelta al toque y dio lugar a que se sentara, que se enfrentara vivo al desolado Rulo, casi viudo de primo, que contenía a gatas las lágrimas y miraba todo desde el lejano ángulo de la fatalidad.

miércoles, agosto 09, 2006

35 - ¡Puede ser una trampa!

Pero golpeaban las manos en el frente y Julieta salió a abrir. Era alguien para ella porque no volvió a entrar y la vieron conversando -la vieron por la ventana- con una señora muy blanca que hacía ademanes mientras Julieta movía en afirmación la cabeza sobre una base, de brazos cruzados, hamacándose sobre alternados pasos que le completaban en todo sentido el vaivén. Manuel se agachó un poco para mirar mejor por la ventana, como si agachándose pudiera mejorar la vista, porque... La mujer le resultaba conocida, así que siguió con la mirada la continuación de la calle hasta que encontró lo que temía. Una camioneta bordeaux metalizado que se encontraba veinte metros antes de la casa y que contenía un bulto bigotudo que... -¡Son ellos! ¡Me encontraron! El Rulo volvió a mirar. -¿Esa mujer? -El marido está en aquella camioneta.Rulo corrió cerrando la cortina y comprobó lo que Manuel decía mirando por un costadito.
-Pero...si no se baja, entonces la cosa no viene tan mal...
-¡Puede ser una trampa!
-¿Me estás jodiendo?
Manuel no estaba jodiendo, tenía miedo. Un miedo muy grande que giraba alrededor de lo que el Cholo le había dicho: “el milico ese”. Y de pronto aquellas palabras vinieron a querer decir “tortura”. No sabía por qué, pero ahora milico era lo mismo que tortura y tortura era lo mismo que milico y ese milico lo venía a buscar a él, para torturarlo! Y...no. No era razonable. No debía dejarse llevar por el temor...Si se había bajado la mujer sola...Justo allí dónde el estaba, por pura casualidad...Ni siquiera parecía, la mujer estar molesta... -¡Claro, boludo! Pero se quedó preocupado ahora por ese pavor que le había dominado durante algunos segundos. De pensar le vino un rastro de recuerdo. Creyó recordar un sueño. Un oscuro sueño de alguna de las noches anteriores en el que habían aparecido unos torturadores y tal vez... Sí ahora lo iba recordando mejor, eran tres torturadores medio estúpidos, como los tres chiflados que...pero el resto se le borraba.
La camioneta se fue y Julieta volvió con la noticia de haber conseguido una limpieza más. Rulo no le puso muy linda cara ni cuando ella justificó su alegría en las ropitas que compraría para el bebe con el dinero.
Manuel, por supuesto no opinó, por no meterse en cosas ajenas pero, mucho más por estar metido en la cacería del recuerdo de otro sueño, probablemente anterior. Era una sensación de un lugar oscuro y asfixiante donde veía cosas dibujadas. Porque de dibujos se trataba, azules sí, en una oscura gama de azules, cosas que estaban sobre el agua...¡góndolas! Pero ¡cuál sería ese sueño que no recordaba haber tenido con góndolas?
-Bueno. Yo ahora estoy sin trabajo, así que te acompaño cuando tengas que ir y me quedo tranquilo de que no les pase nada.
Ahora lo recordaba! Eran dos góndolas. Una en primer plano con esa cosa adelante que parece el mástil de un gran violín y allá a lo lejos otra pequeñita por la distancia que se asomaba o se iba metiendo por detrás de la primera. Y eran azules y sucias -¿por qué sucias?- y estaban dibujadas o hechas como por muchos mechoncitos de pelos..
Julieta dejó correr un tiempo desde la última palabra de Rulo. No dijo lo primero que sintió y pensó sobre que el Rulo la dejaba como una idiota con esos cuidados exagerados y continuos. Tampoco dijo algo más diplomático como: “yo estoy bien y si tuviera algún problema me hago traer hasta aquí”. Sólo abrazó al Rulo y le miró directamente a los ojos.

lunes, agosto 07, 2006

34 - El Chumbo No Se Pincha !

-No, en serio. Un tal Ferrari de allá al fondo de Becú, me quiere matar porque hice unas cagadas.
-¿Qué cagadas?
-Le rayé la camioneta y otras cosas en la casa…
-¿Otra vez te metiste a sacar caños?
-No, qué caños…! Ah, sí! Hay caños para arreglar, si querés vamos a medias, pero…No, si el tipo me viene corriendo…¡Olvidate!
Se olvidaron de Ferrari derivando la conversación a temas de laburo. Que había laburo, que no había…De plata, que no había. De embarazo que sí había y que iba todo bien. Y del Cholo que hacía tiempo que no lo veían a pesar de que Manuel acabara de verlo…pero, en el comité de base, los viernes…ah, no has ido…yo tampoco, me cuenta la flaca…sí, a veces hablamos, también…claro que nos cuidamos…ella se cuida…
Manuel se remangó un brazo para rascarse y el Rulo, por casualidad mirando eso, preguntó qué era ese punto de sangre seca que veía muy junto al pliegue, sobre la ruta de una vena. Ese pinchazo.-No, qué pinchazo, será un mosquito.-No que mosquito, tendría que ser por lo menos una chinche grande, opina el Rulo y con eso se pone muy serio y le mira.
-Primo, no me digas que…!
-¿Estás loco? Qué me voy a…-Y el Manuel también se pone serio.-¿Estás mal, vo?
-No. Está todo bien…Pasa que, viste? con el asunto del Chumbo uno se pone…
-¡El Chumbo no se pincha!
-¿Y vos cómo sabés? ¿Lo haz visto últimamente?
-No.
Pero tenía la sensación de que el Chumbo no se pinchaba y además no quería que se fuera a pinchar porque…Y el Rulo…El Rulo aquí adelante que me mira y que yo sé que es un buen tipo, pero que nunca pudo pasar al Chumbo y eso no importa, que es mi amigo y no tiene por qué ser el suyo y no tendría tampoco él que enojarse conmigo por…Pero me mira mal mi primo, y eso no me gusta, que me mire así, porque yo también podría mirarle mal, así y que se vaya a la puta madre que…NO SEAS BOLUDO! Pará la mano que es tu primo que siempre quisiste desde que eran chicos y…Flash, Flash, las fotos mentales de los dos niños pardos jugando en un viejo patio de tierra y otra de una pelea a la salida de la escuela que el Rulo sacó la cara por él y los cagaron a patadas a los dos pero igual se fueron contentos…Y el Chumbo, ¿dónde andaría? Se lo imaginaba en una casilla de latas por fuera como la del verso y por dentro de maderas. El Chumbo nunca quiso trabajar y con él es cierto eso que dicen de que roban porque no quieren trabajar…porque hay que ser boludo para…como el siempre decía…para trabajar-se acordaba Manuel- Y el Cholo cuando le quería convencer de que al sistema no se le vence, porque el Cholo siempre habla así, con soluciones personales sino…Y el Chumbo ríe, con aquella risa ancha, para decir que si el Cholo arma otro sistema para contrarrestar el de los ricos, después el problema va a ser cómo zafarnos de los dos. Pero el Rulo le seguía mirando feo cuando a él ya se le había ido las ganas de mirar feo porque…allí estaba su primo Rulo de siempre, tajante en sus cosas que a veces le hacía reír de verlo, a pesar de ser mayor, como un niño enojado.
-¿Qué me mirás de malo, pelotudo? –le dijo a las risas.
Manuel sabía que el Rulo no era malo, ni rudo, como dicen-qué iba a ser-Sino que recelaba de todo lo que se acercara a quienes quería. Y se ponía violento contra la violencia que sentía cayendo sobre su mundo, su pequeño mundo de personas, que no de cosas, que quería con la sangre que estaba dispuesto a dar si era necesario. Y que ese recelo, que era acogedor al principio, a veces terminaba produciendo algo de lo que más temía el Rulo. El alejamiento de alguna de sus personas queridas, cansadas de la asfixia. Ahora por ejemplo, que se pasaba todo el día rodeando a la Julieta y su embarazo, temiendo daños imaginarios que pudieran suceder, que pudieran quitarle a su compañera y, especialmente al hijo que esperaban…
El Rulo abrazó de pronto a Manuel y juntos rieron con muchas ganas. Eran otra vez los primos inseparables.

33 - Huyendo Por El Bosque

Miró para atrás por esa sensación que traía de que el tipo le daba alcance. Y, justamente allá en la calle estaba la camioneta parada, con el tipo asomado de la ventanilla hablando con el Cholo, haciendo ademanes y gestos. El Cholo se encogía de hombros y abría las palmas para los costados en señal de no saber la respuesta…
Casi se cae por mirar atrás en ese terreno desparejo de arenas apenas cubiertas de pinochas! Adelante tenía que pasar entre dos troncos inclinados que se juntaban a la altura de su cabeza, ¡casi se olvida! Y que después dejan la salida libre hacia la otra calle, pasando por el costado del garaje y yendo al fondo para colarse por el tejido roto de la casa amarilla y salir por el frente con cuidado de no chocar los enanitos de jardín que estaban tapados por el yuyo. Después tenía más de una cuadra de sendero libre hasta llegar al Bosque, donde nadie le iba a buscar, y desde allí dos cuadras más hasta la carretera…Así lo hizo y en pocos minutos estaba justo en el quilómetro 22 por dónde cruzó Gianastacio y siguió pedaleando ahora más suave para dirigirse a la casa del Rulo…y la Julieta.
¡Allá estaban! El Rulo con la Julieta y ella con su pancita apenas visible y linda. La Julieta era una mulata linda que…

-¡Qué haces pardo?- gritó al verle el Rulo, desde el pasto de enfrente, donde andaba como de paseo con la Julieta que en ese momento giraba la cabeza y entendiendo lo que su compañero había gritado sonreía ya por adelantado para cuando por fin lo viera al Manuel. Porque para ella no podía ser otro el “pardo”, sino el primo de su marido, el Manuel, a quién vio de pronto tirarse de la bici como un Roy Rogers y seguir corriendo unos pasos, por el impulso, hasta ellos a darle besos alegremente como si fuera para él el mejor de los días, olvidando la bicicleta que siguió su ruta hasta estrellarse contra un pino. Pero que Manuel venía nervioso, lo supo Julieta apenas mirarlo y por eso invitó a pasar a la casita, a sentarse y… cosa que hicieron enseguida y se sentaron el Rulo y la Julieta enfrente del Manuel a esperar que Manuel contara su historia. Porque seguro que traía una historia.

-¡Me vienen corriendo!

El Rulo estalló en carcajadas y manoteó las rodillas de Julieta para acompañar las suyas con otras risas que Julieta no quería del todo dar, culposa de reírse de los nervios del otro. Era que el Rulo había tenido esa noche un sueño que le contara sobre una venida de Manuel con la historia de que le venían corriendo y que preguntado sobre quién era el perseguidor, el había contestado con un ruido como CRUIK, que venía a ser el nombre del tipo que lo venía corriendo para matarle porque le había faltado el respeto por saludarle con la mano cosa que entre los CRUIKS es muy mal visto.

-Cómo dijiste, ¿Cruik?

Al preguntar eso Manuel ellos se dieron cuenta que hasta allí no le había acompañado casi, en las risas y que ahora preguntaba muy serio lo del ruido, como si fuera algo para tomar en serio.

-Sí. Más o menos Cruik.
-No. El que me viene corriendo a mi es Ferrari.

Nuevas carcajadas. Pero esta vez la Julieta se rió con verdaderas ganas y resorteó las piernas hacia arriba para después bajarlas de golpe pegando los talones contra el suelo en señal de mucha risa reforzada por olas de más risas que…justo el Manuel miraba para ese lado e hizo click tanto por la foto que registró del movimiento de las gambas como por la alarma de su conciencia que le llamaba a aterrizar, luego del instante de perplejidad, en la realidad de estar en la casa de su primo y la Julieta. La Julieta era la mujer de su primo y por hermosa que le pareciera y por mucho que la quisiera…¡NO!

domingo, agosto 06, 2006

32 - Magoya y El Eternauta

Después del apretón de manos el Pepe salió al patio y se perdió entre abrazos y preguntas candentes. Manuel recuperó su bicicleta y pensativo se fue apartando hacia la calle. No sabía qué pensar de que el Pepe dijera que no le conocía de antes. Le ofrecía ayuda. Pero, ¿qué ayuda? ¿Un siquiatra? Le iban a recetar pastillas para pensar, para dormir. Para ser inteligente?
Llegó a avenida Italia y trató de apurar la marcha, ya eran más de las seis, se venía la noche sobre el cielo y en su casita de Lagomar tal vez no hubiera comida. Pan duro sí, y con suerte algo de arroz…también dos huevos que la Magda no había querido comer, pero mejor cambiar el tema. El estómago le empezaba a protestar a cada comestible que pensaba. Ahora tenía una duda nueva que se le acababa de ocurrir. Involuntaria. Como las dudas que tenemos aunque tengamos la cabeza rota, siempre, porque igual pensamos, aunque pensemos mal, y seguimos siendo humanos aunque llenos de dudas o creencias de saberlo todo, cuando no sabemos nada…¡Poner una pastilla en tu cabeza para que te haga pensar bien! ¡Andá a cagar! Mejor un porro. Una pastilla se pone para matar mosquitos, o correrlos, porque…no se han de morir, como los pensamientos que, no se han de morir, se han de ir para otro lado a esconderse –se imaginaba a los pensamientos temblando escondidos dentro de un ropero, o a los mosquitos. Son iguales. Pero su duda de ahora no era por ahora sino por después. Cuando él llegara a Lagomar. ¿Llegaría en el momento de su huida del tipo que lo quería reventar por el rayón que le había hecho en la camioneta? Milico maricón que le tendría que haber rayado más la camioneta, habérsela rayado toda, de punta a punta y que se fuera a quejar a Magoya…¿Llegaría en ese momento? Porque esta vez no era igual. El volvía por sus propios medios y el tiempo que había andado dando vueltas, aunque fueran involuntarias, había pasado y ya eran dos días después. Así que…El bigotudo se habría matado buscándole… ¡Pe-lo-tu-do! Ahora toda la situación le empezó a parecer muy cómica, porque…después de todo él había estado en más de un lugar al mismo tiempo, había hablado con el presidente argentino y con el Pepe Mujica… Había viajado gratis en las bolas a una velocidad que ni los aviones… ¡Eso sí! ¿Y si no era más que una enfermedad, una locura que venía avanzando y después ya no tiene cura? Quedaría todo el tiempo loco. Pensando con pensamiento de loco, pensando locuras como…Bueno, pensando lo mismo que ahora porque…¿Acaso ya no estaba loco?

Recién iba por el parque Rivera, distraído del hambre y de todo. Miró los eucaliptos del parque, los pinos más allá, la comisaría 14 y allá adelante en la subida estaban esas dos leonas que…no veía. No, no las veía sino que le parecía ver todo el tránsito que le venía por la espalda puesto al revés,. Como si se reflejara en un enorme espejo redondo…Por un instante la entrevió! La esfera. Casi confundida con los reflejos y los colores copiados del derredor. ¡Era una esfera brillante y enorme que él ya no podía dejar de chocar porque…se metía dentro de ella, sin sacudidas, ruidos o trastornos!

Adentro el ambiente era agradable. Una amable penumbra de aire seco y templado cuyos límites no…pero en un costado, sentado con las piernas abiertas, como un muñeco de trapo, ¡estaba El Eternauta! Entero, de tamaño natural y hasta de apariencia sólida! Parecía vivo, aunque no moviera más que los ojos sin fijarlos en nada. ¿Por qué no se sacaría esa escafandra tan incómoda? Allí no había de aquella nieve que…¿O estaría por empezar a caer? ¡No! Era que El Eternauta estaba medio pelotudo, tirado así en el suelo como si le hubiera pasado algo y él…tal vez él pudiera ayudarle…Pensó en hablarle para… Pero no recordaba el nombre verdadero del tipo. Tanto llamarle El Eternauta. Pensó en decirle Eternauta a secas. O che Eternauta. ¿Señor Eternauta? O don Eternauta. Y en eso que Manuel pensaba todo, el Eternauta se empezó a disolver en el aire, dejando apenas una espumita flotante, y enseguida ni eso!

sábado, agosto 05, 2006

31 - En la Libreta de Mujica

Todos entraron menos Manuel que quedó parado junto a la puerta. Estampillado, colgado, dos horas, como un perro. Menos mal que no llovía ni era una guacha a quien esperaba. Aunque, ¿debía él esperar a alguien? Nadie le había dicho nada de esperar. Ni mucho, ni poco. Se habían metido todos por la puerta de los dirigentes, hacia la reunión de los dirigentes, como por un embudo y… ¿Qué mierda seguía él esperando, parado como un idiota junto a la foto de Tabaré con su sonrisa ladeada y su párpado caído que trataba de mirar curiosamente aquel enorme 69 pintado por prolijas manos militantes de gurisas y gurises que como él esperaban algo de alguien sin saber qué ni de quien. Le molestaba estar allí parado de muestra, un poco, como un guardia o vigilante, aunque fuera del Frente, porque…él no servía para alcahuete! Fue en ese momento de determinación impaciente que un tipo salió de la reunión y le dijo de parte del Pepe, que le acompañara a un lugar detrás del comité dónde podría esperar el fin de la reunión, unos minutos más, tranquilamente.

Manuel siguió los pasos del tipo por el costado hasta el fondo donde una piecita recién encalada contenía entre sus cuatro paredes apenas una mesa y dos sillas ocupadas por sendos montones de afiches para el próximo congreso del MPP. “Ya viene” fue lo último que dijo el tipo, antes de irse, dejando a Manuel empantanado en el recuerdo de la celda de Buenos Aires de similar tamaño y estúpida soledad, mientras durara la espera allí, “preso”, como se le ocurrió pensar, aunque con la puerta abierta. Como en Fray Bentos, dónde estaba cerrada pero sin llave o la de Baires cerrada con llave pero con una llamada misteriosa que exigía su liberación. Preso pero libre- concluyó. Y se estaba dando cuenta que ya su cerebro andaba queriendo hilvanar conjeturas para sacar conclusiones otra vez. Libre pero preso...

En eso cayó el Pepe como un ventarrón sobre una silla a la que quitó la pila de afiches -que fueron a dar al suelo- y se sentó, casi demasiado lejos de la mesa sobre la que apoyó un codo y en el codo la cara que fue levantando así de costado, primero una ceja y atrás el ojo avizor que queda mirando a Manuel a la expectativa.

-Ya sé quién sos -le dice.

Manuel se agolpa de cosas para decir. Desde el punto en que el Pepe le reconoce, entonces, el Pepe le podría ayudar a entender lo que le está pasando. Le trata de llevar al tema de las burbujas en el piso y el banco de la escuela de Fray Bentos. A cuando él mismo le había visto levantar las patas en el aire para evitar los pozos que se abrían…

-Pero muchacho, ¡ yo nunca te he visto antes de ahora!

Sabía de su existencia por los comentarios del juez y algunas otras conversaciones escuchadas en Fray Bentos. El nombre Manuel, por ejemplo y su inocencia sobre todos los cargos que se le habían imputado en un primer momento. Pero verlo en persona…¡Nunca!

-¿Y cuando levantaba las patas?

-Mirá, no me hagas chistes…Mejor decime lo que me querías decir.

Manuel dijo que le quería decir que le estaban pasando cosas como lo de Fray Bentos donde las bolas lo habían sacado y llevado de vuelta a Lagomar justo en el momento en que él estaba cagando en su casa…

-Tu caso es para un siquiatra no para un político.

Dijo eso el Pepe con cara de dirigente o de tipo que habla a la contra con ese desparpajo que a veces uno tiene cuando de lo que se trata es de enchastrar al contrario. Pero enseguida cambió y miró a Manuel, ahora sí, como a un compañero.

-¿A vos te llevan unas pelotas?
-Sí, huecas. Siempre me caigo adentro!
-¿Siempre?
-Bueno…

Entonces explicó con algún detalle las características de las bolas y también el último caso donde el vehículo había parecido un condón gigante que lo transportó con bicicleta y todo hasta un lugar de atrás del Cerro donde unos militares sin uniforme le habían querido torturar…

-Después me les escapé, pero, ayer, aquí cerca ¡les vi entrar a un club de bochas!

Mujica se había puesto a toquetear los botones del celular y le hacía señas de espera con la otra mano. Pronto se sumergió en una conversación complicada, fuera del interés y la comprensión de Manuel…Hasta que se hizo evidente que estaba hablando de su caso con alguien que tal vez fuera entendido en cosas raras de las que a veces pasan y…pero no repetía su historia por el tubo sino…

-…parecido, parecido, pero sin tanta elaboración....Algo simple y realista. Como quién cuenta algo real…¡Claro!

Después de la llamada Mujica sacó del bolsillo de la campera una libretita destartalada y un pequeño lápiz para agendar los datos de Manuel

-¿Tenés algún teléfono dónde te pueda localizar?
-Sí, el celular de la flaca.
-Bueno, en cuanto haga unas averiguaciones te voy a llamar para contactarte con alguien que te puede ayudar mucho más que yo…