Por esos días también hubo un baile en el parador del Pichi. –Vaya ocurrencia en pleno invierno- Suerte que no llovió y fue bastante gente, por lo menos la de Lagomar Norte aunque algunos cajetillas como siempre se entreveraron y fueron bien atendidos por el Pichi en la creencia de que eran los que podían gastar…
Rulo tuvo la idea de que fueran los cuatro juntos, total la pancita de Julieta no le impedía bailar y ellos ya hacía días que se pasaban trabajando –aunque hablaban también y hacían planes. Agrandar la casa. Una habitación para el hijo y comprarse una motito para prenderle el carrito y llevar allí las herramientas.
Manuel no hacía muchos planes. Estaba bien pero un poco preocupado por todo lo que le venía ocurriendo. Temía que las cosas se agravaran y que ningún plan fuera posible. Ya había visto el susto que se había pegado la flaca por aquello que dijo ver… Que tal vez nomás. Porque él recordaba haber sentido unos sacudones en el cuerpo mientras estaba tirado en el piso y la flaca venía apurada y riendo hasta que su gesto se había ido cambiando para terminar en una expresión de horror…
Salieron con la flaca para pasar primero por lo de Rulo y la Julieta, a buscarlos y de paso no llegar muy temprano. Llegaron los cuatro juntos a las doce y se ubicaron alrededor de una mesa. Era La Noche de la Nostalgia con cumbia de nostalgia. Sonaban los Wawancó y todo el mundo a bailar! Después El Orangután y toda una serie de antiguayas que muchos tomaban por primicias de re-onda y con mirada de cerveza se dejaban llevar al baile.
Porque la cerveza desbordaba espumosa los bordes de los vasos y fría corría por los gargueros abajo y se acumulaba y presionaba las vejigas y terminaba derramándose en los baños, allá en el fondo, pasando la vieja glorieta de las glicinas. Manuel tuvo que ir también y en el camino tropezó. No tanto por el pedo, más bien por la oscuridad y ese cuerpo humano atravesado en el camino. ¡Era el Dengue! Tirado allí medio moribundo, con esos championes de rayas fosforescentes y sus pantalones anchos y a media hasta.
-¿Dengue, sos vos?
-Qué piña me pegó el Roque!-le dijo- Apenas la vi venir y ya me acostó de lao el Roque y la puta queloparió porque bue…un poco tenía razón que si yo…pero no somos amigos? Le dije, sí creo que le dije amigos, porque encima me estaba puteando y entonces le dije que no eramos acaso amigos de toda la vida acaso eh, acaso. Eh?
-¿Pero qué pasó?
-Noo! Nooo! Hijoeputa no eh? un poco ya ni meacuerdo…me quedé tirao ahí y veía al Roque parao, que me estaba quedando grande, ahí parao y yo caído a sus pies…bue, a sus pies…a sus pies no, pero había quedao tirao por la piña que me dio queloparió el Roque y como veía que encima me seguía puteando, él, que siempre fuimos amigos…por cosas nomás que pasan... lo que pasa es que llegaron de golpe y yo de golpe la veo que sestaba riendo y los ojos así se le estiraban pa reirse que hacían que yo me riera por adentro, con la panza me estaba riendo con la Mulata…si yo ni me había entereo ni ayer quel Roque andaba ahora con la Mulata y nos caen de golpe cuando empezaba el baile y ya estaba la música sonando…y claro! Había que bailar Ella venía bailando desde afuera mientras caminaba y se reía y le brillaba la encía en la saliva de aquel lao en aquella boca…y justo! El Roque que dice que todavía no quiere bailar y yo ¡inconciente! Me oigo decir que yo si bailo mientras la estaba mirando a la Mulata que ella desfachatada dice que bue que vamos a bailar entonces y entonces no vimos más al Roque porque nos fuimos pa la pista agarrados de la mano y después nos abrazamos para bailar y ella se empezó a mover así como para que yo viera y yo me empecé a mover para que la Mulata viera como me movía para ella y mientras la miraba toda porque ella se dejaba mirar y le gustaba y sonreía…por áhi la Mulata quizo ir a mear y yo con ella para el fondo y creo…sí por ahí bajo esa parra nos habremos parao seguro porque era como seguir bailando y la mini della era finita y ahí nomás se palpaba la tanguita que mis dedos resbalaban por el borde mientras la otra mano ya se la colaba inconciente! bajo la mini y…buummm! Veo venir la piña del Roque. ¡Que piña!
Una vez que el Dengue se pudo parar, Manuel y la Magda lo acompañaron a la salida, le recomendaron irse a dormir y ellos volvieron a bailar. Fervor de la noche que parecía veraniega a esa corta distancia entre las pieles. Tensas y suaves pieles acariciadas de todas formas por el entorno imaginativo del baile. Baile. Era el baile quien bailaba en sus cuerpos. Ël se expresaba en esa corriente que pasa a travez de todo lo vivo y lo hace mover.
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