Después de despistar a los perros llegó corriendo al rancho del Cholo Ramirez que por casualidad estaba en casa.
-¿Qué te pasa que venís tan apurado?
-Me persiguen.
-¿Quién te persigue?
-La cana y el Ministerio.
-¿En serio? ¿Qué Ministerio te puede perseguir?
-El de defensa, boludo. Parece que me creen terrorista…
-¡No me jodas. Quién te va a creer terrorista a vos?
-El Pepe Mujica, nada menos!
-Andá a cagar! ¿Con qué te estás dando, pelao?
-Uno que estaba con el Pepe llamó a los patrulleros y él ni pestañó.
-¿Y vos qué habías hecho?
-Nada.
-¿Cómo nada…?
-¡Es que yo sé un secreto, boludo!
-¿Alguna transa de la policía?
-No algo mucho más groso…
-¿Qué cosa?
-Y… Un secreto militar…
¿Cómo podría tener el Uruguay algún secreto militar cuando el ejercito sólo se ha usado para darle palo a la gente? Y eso no era ningún secreto.
-Me persiguen Cholo. Esto no es joda. Escapé corriendo de casa antes de que me cerraran la manzana…la flaca quedó allá…
-¿Se la llevarán a ella…?
-No. No creo, estaba con varias personas más…
-Pero Manuel, explicame! ¿De qué te acusan?
-De haber visto algo que ellos dicen que no existe.
-¿Y qué era eso?
-Un avión secreto que remonta de una base aérea de Durazno.
-¿Un avión secreto uruguayo?!
-No boludo! Te estoy hablando en serio. El incendio de ayer se produjo porque hubo un enfrentamiento entre dos o más naves y una cayó a tierra. Después bajó verticalmente ese avión secreto y no sé cómo, recogió todos los restos.
-Y por ver eso te van a querer llevar preso?
-Loco, es un secreto! ¿No te das cuenta de que nunca se dijo que hubieran aviones extranjeros…? ¡Y menos ese tipo de aviones!
-¿Otras personas vieron lo mismo?
-Varias pero yo me desboqué frente al Pepe y al tipo del Ministerio de Defensa.
-Sabés que me contaron que hubo otra persona que vio eso? Ahora que lo decís me acuerdo. Todos se reían porque es alguien que siempre anda mamado. Es conocido tuyo, el Dengue…
El Dengue había entrado a la madrugada a la trastienda del boliche de Luque dónde había timba de monte. Nadie le creía lo del avión con forma de cucaracha que se había metido dentro del incendio. Ni siquiera le habían creído que hubiera ningún incendio.
-Bueno, Cholo, pero ahora me persiguen a mí y yo no me pienso entregar a esos torturadores!
-Quedate acá, muchacho! Yo voy al comité de base a ver si averiguo cómo está la cosa.
-Ni se te vaya a ocurrir decir que me viste!
-Quedate tranquilo, no soy tan tarado.
El Cholo se fue y Manuel quedó solo en el rancho. Era un rancho clásico de terrón y paja brava, con dos cuerpos. Uno para vivienda y el otro para taller de los muchos oficios del Cholo.
En el cuarto habían muchas cosas coleccionadas al acaso, puntas de flechas, un diploma de electricista, una imagen del cacique Zapicán, muy agrisado por el tiempo que hacía que no lo limpiaban, unas boleadoras colgadas de los palos del quincho con un alambre negro… Algunos libros sobre un banquito contra la pared y más arriba un banderín rojo y negro en el medio de la gran bandera de Otorguez…el retrato de una mujer sonriente…Un cuero de oveja en el suelo junto a una de las camas. Una guitarra…
Manuel agarró la guitarra. No sabía tocar pero se la colocó sobre las rodillas y puso la izquierda, de memoria, dónde la ponen los guitarristas. Se imaginó tocando frente a un público que hacía silencio. Un silencio grande para que su voz se pudiera derramar sobre las cabezas y los corazones que él había estado auscultando… Porque se imaginaba que la canción que iba a cantar, más que música , iba a ser un lugar lleno de sentimientos… Como si fuera Fernando Cabrera
narrativa
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157: Secreto Militar Uruguayo
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