Giorgionne se fue a un rincón de la Galería con un bloc de notas y una birome. Ecribía un poco y tachaba. Escribía otro poco y arrancaba la hoja… Al cabo una luminosa sonrisa en sus ojos anunció el humo blanco de sus intentos. Volvió satisfecho a mostrar lo que había hecho:
Mantenerse bajo tierra / cuando no alcanzan las fuerzas
Aunque parezca vergüenza / es en el fondo valor.
Quien más aguanta el ardor / más aumenta su destreza.
Unos salen al combate / poniendo el pecho a las balas,
Ignorando que en las malas / es de hombres cavilar.
Sabremos cómo volar / si conservamos las alas.
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Las estrofas fueron festejadas pero, dejaban pendiente lo principal: El Encuentro. Manuel propuso que eso fuera dicho fuera de los versos, de manera clara. Día, hora y lugar. A eso se sumó Ernesto quien además pedía inventar una contraseña o algún elemento visual que sin llamar la atención a todo el mundo, sirviera para identificarse. Giorgionne, de buen humor recordó un encuentro similar entre desconocidos que iban a llevar cada uno un bombo boliviano como recatada señal para una cita en 18 y Andes, en plena dictadura. Magdalena rió.
-¿Y si la hacemos fácil?—preguntó Manuel.
-¿Cómo?
-Les mandamos una esquelita con los Tucus. Como hicieron ellos…
Estaba resuelto. Otra vez la amistad con los Tucus les iba a sacar de un problema. Porque los Tucus gigantes… ¡Eran tan humanos como ellos! ¿Por qué nunca habían pensado en invitarlos a formar parte de los Maquis? ¿Seríamos lo humanos tan Tucus como ellos? ¿Aprenderíamos al fin a hablar como ellos, o ellos como nosotros?
Ernesto, desde su asiento frente al monitor volvió a llamarlos.
-Miren lo que dice T.N!
Estaba repasando los canales y se había detenido en una nota sobre el incendio en El Bosque en la que delante de las lenguas de fuego y la caída de árboles enteros devorados por las llamas, hallábase un notero con enorme micrófono modelo cucurucho e impecable traje oscuro diciendo tonterías tan trilladas que parecía ser aquél el mismo incendio de todas las veces, grabado y repetido para llenar el espacio sin decir nada. Ni una palabra de la explosión, que todo el mundo habría oído, ni mucho menos rozar siquiera la posibilidad de que algo, así fuera un color, hubiera caído del cielo. ¿Para qué esperar entonces que el tipo informara sobre la irrupción en cielos uruguayos de una nave secreta, con características de indetectable y de despegue vertical aceleradamente translumínico, por no decir hiperespacial, o que en su defecto dijera simplemente la verdad?
Manuel reconoció en el primer plano de la toma a su amigo Aníbal que distraídamente pasaba ignorando la cámara y sin dejar de mirar para el lado del incendio se iba rascando la cabeza. Ha vuelto de Maldonado—le dijo a Magda. Pero la flaca sólo le contestó con cosquillas en las costillas, por debajo de la remera, iniciando algo que…
-Tenemos que irnos.
El otro dúo replicó al toque que de ninguna manera podría ser conveniente hacer aquello. Internarse en la noche de un mundo agitado, lleno de bomberos y policías y bolas celestiales en plena batalla
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142: HERMANOS TUCU HUMANOS
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