A la vuelta Magda le contó todos los detalles de lo que Giorgionne le había referido por teléfono.
-Y si lo que vos viste abajo era una bola, entonces ellos saben todo.
La palabra “ellos” a Manuel le sonó como algo terrorífico que caía del cielo como un color maldito que todo quería cubrir. Y sin embargo lo que le estaba diciendo era que ese avión despegaba de la base de Durazno, un lugar como cualquiera y a plena luz del día. Se mezclaban los secretos con las cosas de todos los días. El Uruguay con el más allá…
-Sí. Entonces ellos saben todo.
Ahora este nuevo ellos en realidad empezaba a ser otro. El pensamiento de Manuel se dirigía ahora hacia el gobierno uruguayo que tenía que estar enterado de que desde una base militar subían y bajaban aviones extranjeros, supuestamente secretos, que se ocuparon de hacer desaparecer las huellas de un enfrentamiento con bolas del otro mundo.
-Y por qué no lo dirán. Somos todos del frente.-rezongó Magda con amargura.
-No se han de animar.
-¿Quién los amenaza?
-Vaya a saber… Fijate que ya era raro que Mujica no me reconociera…
-Es cierto.
-…me quería hacer pasar por loco…
-Pero Giorgionne no.
-No. Vittorio no entra en esas transas.
-¿Es amigo del Pepe…?
-No sé. Puede ser.
-Porque si es, podemos mandarle decir lo que vimos y que… que nos conteste algo, a ver.
Sonó el teléfono. Era Ernesto que quería hacer una reunión urgente mañana. –Por que contestaron los Tucus?-No por lo de los aviones secretos. Recién termino de hablar con Vittorio.- Te paso con Manuel.- Hola Manuel?- Sí, qué pasa?- Que parece que vos tenías razón. Los milicos y las bolas parecen estar relacionados.-Claro.- ¿Ves que es como yo te digo…?- Bueno Ernesto, lo que yo necesito ahora es el numero de Giogionne, queremos que tantee al Pepe Mujica haber que sabe de eso.-No creo que largue prenda.- Quién sabe…
Giorgionne no estaba vinculado al Pepe sino a su secretario, Peponne, el gordo Peponne, medio pariente de su esposa, la escribana Martínez Peponne de Giorgionne. Que aparte de las rimas tenían un buen diálogo entre ellos y… Sí. Le podía decir que había varios testigos que por ahora no iban a salir a divulgar lo visto por medio de la prensa, pero…
-Pero que le diga todo lo que vimos, por lo menos lo del avión X666.
-Está bien, pero te explicaba lo del número de testigos. Seríamos en realidad cuatro porque los Tucus no han de querer que nuestros congéneres se enteren de su existencia para terminar siendo camperas de cuero. Cuatro está bien. Si fueran muchos más ya la noticia estaría en la TV.
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