Cholo entendió lo que era la sociedad secreta. Entendió también lo de los Tucu tucus gigantes y la existencia de una guerra cósmica extendida sobre el planeta tierra. Comprendió por fin, que no era cosa fácil entender todos los por qués, las causas y las intenciones. Compartió los fundamentos de la sociedad y simpatizó con el nombre de Maquis que se le había dado. Por eso había aceptado asociarse haciendo el juramento correspondiente que le hacía miembro formal de la organización, dándole derecho a enterarse de la información secreta guardada en la compu y de participar con voz y voto en la reuniones que se desarrollaban en ese lugar que no conocía aun, la Galería Máxima.
Después del juramento, cuando los otros salieron para dedicarse a la salud de Mandinga, él se quedó sólo y en silencio en el estudio-dormitorio de Ernesto, pensando en la posibilidad de que toda aquella historia fuera apenas la locura compartida por un montón de locos… O una mentira… Si fuera una mentira –pensó- sería una mentira muy bien pensada para que todas las partes encajaran una en otra como parecían encajar en este caso. Porque recordaba bien lo que le había contado su madre, que a su vez el abuelo de ella le había contado una vez acerca del origen Mandinga de toda su gente que fue traída de África. Mandiga era un dios de ellos y al mismo tiempo el nombre de todo ese pueblo que habitaba buena parte del oeste africano mucho antes que tomara nombre de países como Mali, Senegal y otros. Ahora se venía a parecer este extraño tipo diciendo ser Mandinga y no pareciendo muy humano, con la cabeza abollada dentro de una escafandra perforada y diciéndose pariente… Manuel había visto una avión entrando a las llamas del incendio de la misma forma que lo había descrito el Dengue mamado hasta las patas y por eso se había venido Mujica desde Montevideo a escucha el testimonio, acompañado de ese hombre de traje gris que… ¡Por favor! Esto era mucho más complicado que la política!
Pensando esas cosas estaba, a la espera de que los otros volvieran, como le habían dicho, después de preparar el ungüento en la cocina, con la sabiduría e Mandinga, el oficio de Ernesto y la curiosidad de Manuel y la Magda, cuando se dio cuenta de que no estaba solo. Desde hacía unos momentos, por la hendija de la puerta le observaban unos ojos marrones a medio metro del piso. Ya sabía que lo que antes había visto no eran carpinchos guachos sino Tucu tucus gigantes, especie desconocida por la ciencia pero además inteligentes! Y como no le producía temor la idea de encontrarse con tales roedores decidió propiciar un encuentro.
-Adelante señor Tucu Tucu –dijo.
Desde detrás de la puerta se sintió un resbalón seguido de un golpe sordo. Después silencio y enseguida ruido de pezuñas que raspaban la madera del piso… La puerta se abrió por completo y por ella, tal vez avergonzado, entró Trum Urum a pasitos cortos, subiendo y bajando apenas el morro, como si fuera siguiendo un hilo de olor por el aire.
-Promurum ururum –dijo- Trum Urum trururururum.
-No te entiendo, pero parece que vos sí me entendés?
Trum Urum asintió con la cabeza y se sentó en el suelo, como ellos hacen, con las dos manitas apoyadas en el suelo, dispuesto a escuchar. Al menos eso creyó Cholo quien adelantó el torso y bajo un poco la cara hacia la de su nuevo amigo.
-Mirá, yo me llamo Ramón y me dicen el Cholo. Me acabo de enterar de la existencia de ustedes, cosa que me ha sorprendido mucho, pero… lo que realmente me ha puesto loco es saber que tienen una sociedad organizada que funciona sin ningún gobierno…¡Una anarquía!
Trum asintió varias veces. Cholo siguió.
-¡Bueno! ¡Esto es genial! Me gustaría saber más sobre ustedes. ¿Cómo lograron llegar a la disolución del poder? ¿Cómo funcionan sin trabarse por los personalismos y las ambiciones?
Trum acomodó su cola contra el piso y después de acomodar la garganta dijo una masa de sonidos trululantes que casi sin pausa y como el ronroneo de una lluvia pareja hubiera desafiado cualquier intento de escritura sobre innumerables páginas –o pantallas- en el caso de que ello pudiera ser útil para algo.
Después se quedaron mirando en silencio hasta que Trum se puso de pie y acercándose al Cholo le fue a dar pequeños topetazos con la nariz en el pecho…
-Nunpo tupomum potumum.
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
narrativa
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