Manuel se recostó a un tronco para esperar que llegara el Rulo y contarle lo sucedido. Después iba a seguir a encontrar a la flaca que suponía aun en la casa y…
Pero vio que de la bocacalle anterior salía un patrullero, se atravesaba frente a Rulo y se bajaban tres milicos a pedirle documentos. Manos contra el móvil. Subí vamos a la comisaría. Salieron sin prender la sirena.
Cuando se iban Manuel quiso correr detrás, o gritar que no se lo llevaran, porque seguro que a quién buscaba era a él y él no quería ser responsable de lo que le pudiera pasar al Rulo. Un mal rato por lo menos por una simple confusión.
Apuró el paso mientras se iba trazando un plan. Pasar por la flaca para avisarle que estaba libre y bien, y seguir después para la comisaría mientras ella con el teléfono se conectara con Giorgionne y éste con Pepponne y Pepponne con… y que después le avisara a Julieta… aunque…tal vez no fuera conveniente avisarle todavía, no fuera que lo largaran enseguida y fuera al pedo preocuparla en pleno embarazo…
Pronto llegaba al callejón paralelo y se echaba a correr rumbo a su casa mostrando alternadamente las suelas rojas de sus championes –como corren los campeones cuando el apuro les apremia, o el cagazo. Apuro para llegar antes de que le pasara algo al Rulo “con lo cagón que es para esas cosas” y cagazo porque…(los milicos son milicos, loco!).
Llegó a la casa y encontró a Magda, sola y nerviosa a pesar de haber sido avisada del fin de la cacería. Había estado tentada de ir a buscarlo a los lugares posibles pero se había contenido por pensar que tal vez volviera en cualquier momento y era mejor esperarlo allí.
-¡Se llevaron al Rulo, flaca!
-¡No puede ser…!
Pudiera o no pudiera, se lo habían llevado y a esa hora estaría cagado en los pantalones, pobre Rulo, aunque…capaz que le venía bien para avivarse un poco.
-Yo digo, nomás de malo que soy. Porque yo soy muy malo, guachita auuuhhh, y te quiero comer toda y dejar al Rulo cagándose solo en la celda, ja ja!
-No hagas bromas!
-Me voy. Avisá a todos por teléfono.
Salió corriendo por la cortada de las hermanas Bronté y tratando de pensar cuál sería la manera más adecuada de exigir que el Rulo fuera liberado de inmediato. Pedir para hablar con el comisario, claro. Porque no le iba a decir al milico de la puerta que lo largue. “Señor milico quiero que largue a mi primo”. Tenía que hablar con la autoridad que le daban...sus veinte años. ¡Qué cagada! No le iban a dar bola… O con la autoridad de la ley…¿Cuál ley y qué dice la ley? No sirve. O si no: “Yo venía a preguntar…” Así, bien mansito. Claro que le podría decir que el Pepe Mujica en persona le había dicho que esa orden de detención había sido una metida de pata del milico del ministerio y que ya había sido anulada, ¡qué mierda! (…¿y si en realidad lo andaban buscando al Rulo por otra cosa…?) Por qué lo iban a andar buscando? El Rulo nunca se metía en problemas, a no ser para defenderlo a él…
-¿Está el comisario?
-Acaba de llegar.
-Y…mi primo el Rulo ¿está detenido?
-No hay ningún detenido.
-¿Cómo que no? Yo vi cuando lo subieron al patrullero.
-¿Qué patrullero?
-Un Mustang gris.
-¿Mustang…? Usted no sabe lo que dice!
-Quiero hablar con el comisario!
-Vamos a ver si quiere recibirlo…
-Tengo derecho a que me reciba.
-¿Y si está ocupado…?
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160: ¡Se llevan al Rulo!
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