La flaca lo hizo de primer intento, como si estuviera acostumbrada a esa clase malabarismos. Se tiró con las dos manos el pelo para atrás, con ese gesto suyo y cuando los bajó todos sintieron que otra vez se desprendían de los límites para establecerse en ningún lugar que podría al mismo tiempo ser cualquiera. Cada uno en su pensamiento que fluía en sí mismo como las imágenes del cine que, quietas, sólo cambian de diseño para hacernos creer el movimiento…y las tensiones de la trama que con sus desenlaces sorpresivos son los que hacen vibrar las cuerdas de nuestras emociones. Momento tras momento en sucesivos e infinitos cuadros de actualidad desfachatada. Cada uno distinto, por muy parecido que fuera. Es el instante exacto que dura nuestra vida y que con él muere. Aunque uno no lo pueda comprender. Y pretenda imaginar continuidades…aunque ya no…en el medio de este om parece hasta imposible que se pueda superar el abismo que tendría que haber entre un instante y otro. Entre un punto y otro
Le tocaba al Cholo. El Cholo es un valiente que tras sentirse morir dos veces, se acerca sin dudas al foco de las ondas como si fuera a hacer algo agradable y no a enfrentar una tercera muerte en el mismo rato. Se acomoda en el lugar de la máxima resonancia, respira hondo y al exhalar el aire baja sus dos hileras de pestañas sobre los párpados. Para él la cosa no era instantánea. Caía y caía por un canal estrecho que se iba borroneando y desaparecía por fin cuando le abandonaban en ese limbo infinitamente pequeño en que se transformaba el universo al darse vuelta la media de su mente que quedaba del lado de afuera del punto. Él como algo infinitamente disperso que rodeaba al universo metido en ese punto que venía a ser lo único que él podía observar. Un punto matemático!
Para Dengue todo esto era una fiesta. Como cuando se imaginaba de chico que alguien aparecía a traerle juguetes de regalo. Ahora le prestaban el mundo para que juegue con él. Desaparecer del mundo y meterse en una cueva que nadie sabe donde puede estar y aparecer de nuevo. Por ahí cerca como cuando se zambullían en la playa jugando al bobo o como se imaginaba que se le aparecía a la Mulata desde atrás de un árbol. Pero en serio.
El Dengue se largó hacia adentro hacia aquel lugar donde estaba él -que por último no estaba resultando tan mal tipo. Porque el Dengue de adentro estaba sólo pero no asustado, ni dolorido como para ponerse a hacer cualquier cagada con tal de escapar de las fieras humanas. Y entre ellos no era necesario hablar. Porque ya se habían dicho todo y ahora sabían que eran un mismo Dengue.
Mientras volvían Manuel pensaba que aunque ya no ocurriera más ninguna cosa extraña frente a sus ojos y aunque no vinieran nuevas ideas a obligarle a pensarlas…con lo visto tenía como para todo el resto de la vida y contarle a los nietos y hasta capaz que fuera bueno un día ponerse a escribir para que otros se enteren de las cosas que hay en el mundo además del partido de futbol.
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