Las bolas se elevaron enracimadas, como si fueran globos soltados en un día de fiesta, para llamar la atención del público y traerlos con sus ropas domingueras y los bolsillos llenos de monedas para participar de los juegos y los sorteos, las espumas de azúcar, las escopetas que arrojan corchos y las mil caras del hombre orquesta.
Se elevaron hasta las pocas nubes algodonosas que mentían bien una quietud que no era tal.
Se reagruparon unos instantes alrededor de un amplio giro, como poniéndose a tono con el paisaje y quizá también orientarse antes de partir cada una a buscar su destino.
Tal vez alguien al verlas brillas blancas en lo alto haya pensado que bailaban un vals, como aquellos autos de la tevé y que de abajo no se sentía la música.
Lo que hacían era mantenerse a cierta distancia por no repetir lo de Vittorio y Miguel y dialogar cada piloto con sus encordados para convenir el punto de destino. Aproximado.
El círculo se desintegró de pronto enviando rayos centrífugos en todas direcciones. Podríamos decir que cual palomas mensajeras partieron las redondas naves a alcanzar la luz del entendimiento a aquellos que aun persisten en las sombras. Pero no vamos a decir cosas ridículas mientras podamos. Cada bola salió derecho a cumplir con su misión, es decir cada par de bolas, porque se seguía con la idea de no hacer misiones solitarias, por precaución.
Allá fueron, librada a la imaginación momentánea para inventar las piruetas adecuadas a cada lugar. Para llamar más la atención la llamaron. En todas partes, juntando ahora cientos de personas debajo de cada punto de mostración con doscientos de ojos no pudiendo creer lo que veían. Lo que otros locos les habían contado que un conocido de un conocido había visto. Una luz que apagaba los motores y que mataba las vacas o que iba por el aire de a tramos rectos que parecía recorrer de forma instantánea, formando una figura geométrica en lo alto como queriendo significar algo. Tal vez para los que mirasen de afuera del planeta, o del sistema solar…
Muchos ya lo habían visto en la tele al mediodía, después del aviso, sobre el Cerro de Montevideo. OVNIS les llamaron aunque en realidad no largaban destellos ni mataban vacas, más bien parecidos a huevos de Ñandú, pero más grandes. Como…un horno de pan, podrían ser. Pero medio blancuzco y redondo también de abajo.
-Dicen que al ministro Mujica quienes lo raptaron fueros los ovni
-¡Esos son bolazos!
-No, han sido los comunistas. No ve que entre ellos no hay acuerdo.
- Pero si están juntos!
-Ah! Y lo que le dice el Zabalza!
-Por Astori.
-¡Andá! El es mayorcito de edad, no?
-¿Y las bolas?
-¿Qué bolas?
-Que se fueron, boludos, mientras ustedes discutían!
A las cinco de la tarde estaban todos de vuelta cambiando impresiones a los gritos. Dengue saltaba de contenta expresión porque según él, volando dentro de la bola, que no era transparente, se ve para afuera. Pero no sólo para adelante o abajo, sino en todo el contorno a la vez, pudiendo fijar la atención en cualquier punto que se quiera sin mover la cabeza. También se puede volar haciendo saltitos con el rimo de una música o caer de pronto como una pedrada con sólo pensar en que hay una de las vibraciones que están llegando a vos… esa, la dejás de escuchar por un momento y la bola se suelta! ¡Casi había desfondado la cartapesta con el viento que había enfrentado!
narrativa
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