Todos entraron menos Manuel que quedó parado junto a la puerta. Estampillado, colgado, dos horas, como un perro. Menos mal que no llovía ni era una guacha a quien esperaba. Aunque, ¿debía él esperar a alguien? Nadie le había dicho nada de esperar. Ni mucho, ni poco. Se habían metido todos por la puerta de los dirigentes, hacia la reunión de los dirigentes, como por un embudo y… ¿Qué mierda seguía él esperando, parado como un idiota junto a la foto de Tabaré con su sonrisa ladeada y su párpado caído que trataba de mirar curiosamente aquel enorme 69 pintado por prolijas manos militantes de gurisas y gurises que como él esperaban algo de alguien sin saber qué ni de quien. Le molestaba estar allí parado de muestra, un poco, como un guardia o vigilante, aunque fuera del Frente, porque…él no servía para alcahuete! Fue en ese momento de determinación impaciente que un tipo salió de la reunión y le dijo de parte del Pepe, que le acompañara a un lugar detrás del comité dónde podría esperar el fin de la reunión, unos minutos más, tranquilamente.
Manuel siguió los pasos del tipo por el costado hasta el fondo donde una piecita recién encalada contenía entre sus cuatro paredes apenas una mesa y dos sillas ocupadas por sendos montones de afiches para el próximo congreso del MPP. “Ya viene” fue lo último que dijo el tipo, antes de irse, dejando a Manuel empantanado en el recuerdo de la celda de Buenos Aires de similar tamaño y estúpida soledad, mientras durara la espera allí, “preso”, como se le ocurrió pensar, aunque con la puerta abierta. Como en Fray Bentos, dónde estaba cerrada pero sin llave o la de Baires cerrada con llave pero con una llamada misteriosa que exigía su liberación. Preso pero libre- concluyó. Y se estaba dando cuenta que ya su cerebro andaba queriendo hilvanar conjeturas para sacar conclusiones otra vez. Libre pero preso...
En eso cayó el Pepe como un ventarrón sobre una silla a la que quitó la pila de afiches -que fueron a dar al suelo- y se sentó, casi demasiado lejos de la mesa sobre la que apoyó un codo y en el codo la cara que fue levantando así de costado, primero una ceja y atrás el ojo avizor que queda mirando a Manuel a la expectativa.
-Ya sé quién sos -le dice.
Manuel se agolpa de cosas para decir. Desde el punto en que el Pepe le reconoce, entonces, el Pepe le podría ayudar a entender lo que le está pasando. Le trata de llevar al tema de las burbujas en el piso y el banco de la escuela de Fray Bentos. A cuando él mismo le había visto levantar las patas en el aire para evitar los pozos que se abrían…
-Pero muchacho, ¡ yo nunca te he visto antes de ahora!
Sabía de su existencia por los comentarios del juez y algunas otras conversaciones escuchadas en Fray Bentos. El nombre Manuel, por ejemplo y su inocencia sobre todos los cargos que se le habían imputado en un primer momento. Pero verlo en persona…¡Nunca!
-¿Y cuando levantaba las patas?
-Mirá, no me hagas chistes…Mejor decime lo que me querías decir.
Manuel dijo que le quería decir que le estaban pasando cosas como lo de Fray Bentos donde las bolas lo habían sacado y llevado de vuelta a Lagomar justo en el momento en que él estaba cagando en su casa…
-Tu caso es para un siquiatra no para un político.
Dijo eso el Pepe con cara de dirigente o de tipo que habla a la contra con ese desparpajo que a veces uno tiene cuando de lo que se trata es de enchastrar al contrario. Pero enseguida cambió y miró a Manuel, ahora sí, como a un compañero.
-¿A vos te llevan unas pelotas?
-Sí, huecas. Siempre me caigo adentro!
-¿Siempre?
-Bueno…
Entonces explicó con algún detalle las características de las bolas y también el último caso donde el vehículo había parecido un condón gigante que lo transportó con bicicleta y todo hasta un lugar de atrás del Cerro donde unos militares sin uniforme le habían querido torturar…
-Después me les escapé, pero, ayer, aquí cerca ¡les vi entrar a un club de bochas!
Mujica se había puesto a toquetear los botones del celular y le hacía señas de espera con la otra mano. Pronto se sumergió en una conversación complicada, fuera del interés y la comprensión de Manuel…Hasta que se hizo evidente que estaba hablando de su caso con alguien que tal vez fuera entendido en cosas raras de las que a veces pasan y…pero no repetía su historia por el tubo sino…
-…parecido, parecido, pero sin tanta elaboración....Algo simple y realista. Como quién cuenta algo real…¡Claro!
Después de la llamada Mujica sacó del bolsillo de la campera una libretita destartalada y un pequeño lápiz para agendar los datos de Manuel
-¿Tenés algún teléfono dónde te pueda localizar?
-Sí, el celular de la flaca.
-Bueno, en cuanto haga unas averiguaciones te voy a llamar para contactarte con alguien que te puede ayudar mucho más que yo…
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