lunes, agosto 07, 2006

33 - Huyendo Por El Bosque

Miró para atrás por esa sensación que traía de que el tipo le daba alcance. Y, justamente allá en la calle estaba la camioneta parada, con el tipo asomado de la ventanilla hablando con el Cholo, haciendo ademanes y gestos. El Cholo se encogía de hombros y abría las palmas para los costados en señal de no saber la respuesta…
Casi se cae por mirar atrás en ese terreno desparejo de arenas apenas cubiertas de pinochas! Adelante tenía que pasar entre dos troncos inclinados que se juntaban a la altura de su cabeza, ¡casi se olvida! Y que después dejan la salida libre hacia la otra calle, pasando por el costado del garaje y yendo al fondo para colarse por el tejido roto de la casa amarilla y salir por el frente con cuidado de no chocar los enanitos de jardín que estaban tapados por el yuyo. Después tenía más de una cuadra de sendero libre hasta llegar al Bosque, donde nadie le iba a buscar, y desde allí dos cuadras más hasta la carretera…Así lo hizo y en pocos minutos estaba justo en el quilómetro 22 por dónde cruzó Gianastacio y siguió pedaleando ahora más suave para dirigirse a la casa del Rulo…y la Julieta.
¡Allá estaban! El Rulo con la Julieta y ella con su pancita apenas visible y linda. La Julieta era una mulata linda que…

-¡Qué haces pardo?- gritó al verle el Rulo, desde el pasto de enfrente, donde andaba como de paseo con la Julieta que en ese momento giraba la cabeza y entendiendo lo que su compañero había gritado sonreía ya por adelantado para cuando por fin lo viera al Manuel. Porque para ella no podía ser otro el “pardo”, sino el primo de su marido, el Manuel, a quién vio de pronto tirarse de la bici como un Roy Rogers y seguir corriendo unos pasos, por el impulso, hasta ellos a darle besos alegremente como si fuera para él el mejor de los días, olvidando la bicicleta que siguió su ruta hasta estrellarse contra un pino. Pero que Manuel venía nervioso, lo supo Julieta apenas mirarlo y por eso invitó a pasar a la casita, a sentarse y… cosa que hicieron enseguida y se sentaron el Rulo y la Julieta enfrente del Manuel a esperar que Manuel contara su historia. Porque seguro que traía una historia.

-¡Me vienen corriendo!

El Rulo estalló en carcajadas y manoteó las rodillas de Julieta para acompañar las suyas con otras risas que Julieta no quería del todo dar, culposa de reírse de los nervios del otro. Era que el Rulo había tenido esa noche un sueño que le contara sobre una venida de Manuel con la historia de que le venían corriendo y que preguntado sobre quién era el perseguidor, el había contestado con un ruido como CRUIK, que venía a ser el nombre del tipo que lo venía corriendo para matarle porque le había faltado el respeto por saludarle con la mano cosa que entre los CRUIKS es muy mal visto.

-Cómo dijiste, ¿Cruik?

Al preguntar eso Manuel ellos se dieron cuenta que hasta allí no le había acompañado casi, en las risas y que ahora preguntaba muy serio lo del ruido, como si fuera algo para tomar en serio.

-Sí. Más o menos Cruik.
-No. El que me viene corriendo a mi es Ferrari.

Nuevas carcajadas. Pero esta vez la Julieta se rió con verdaderas ganas y resorteó las piernas hacia arriba para después bajarlas de golpe pegando los talones contra el suelo en señal de mucha risa reforzada por olas de más risas que…justo el Manuel miraba para ese lado e hizo click tanto por la foto que registró del movimiento de las gambas como por la alarma de su conciencia que le llamaba a aterrizar, luego del instante de perplejidad, en la realidad de estar en la casa de su primo y la Julieta. La Julieta era la mujer de su primo y por hermosa que le pareciera y por mucho que la quisiera…¡NO!

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