-¿Me caí de la bola?-preguntó Manuel entreverado de recuerdos revueltos. Los recientes con los anteriores.- con lo que queda demostrado para cualquiera que conozca esta historia que la barrera de desmemoria no era tan absoluta ya que ahora, bien que al costo de una confusión general, estaba teniendo acceso directo al todo el archivo en tiempo real.- Claro que Rulo y Julieta no estaban al tanto de los detalles sólo conocidos por Manuel y tendían a interpretar todo, especialmente Rulo, como manifestaciones de alguna posible droga que el pelotudo de Manuel se hubiera inyectado o consumido de otro modo por el perverso ejemplo de su amigo el Chumbo. Porque si no, pensar en otras explicaciones, les parecía que era entrar en terrenos más escabrosos e indeseados.
-¡Te tiraste por arriba de la mesa! ¿Estás loco?
-Sí, creo que estoy loco…
Pero arrancarle a Manuel esa confesión no adelantaba nada. Fuera o no fuera acertada porque, de ser acertada no podía ser tanto ya que él tenía capacidad de juicio y si no lo tuviera eso mismo invalidaría su confirmación. Pero si no era acertada, entonces él no estaba loco y seguiría sin ser conocida la verdadera causa de sus extrañas conductas…
Hablaron de llevarlo a un médico. Pero, ¿Cuál médico? ¿Alguno que se ocupara de esas cosas en un hospital? En algún hospital, en Montevideo o Pando o si no preguntar al alguien…
Cuando ya Manuel había sido sentado otra vez en su silla, apareció la flaca Magda a los gritos de “A qué no saben”. A qué no saben- decía- quién lo llamó a Manuel hacer un rato por teléfono? Fue un ventarrón que por el momento hizo olvidar lo anterior y salir a todos, aunque a penas, del bajón y plantarse provisoriamente en esa pequeña colina de la curiosidad animal de cuando sucede algo.
-El Pepe Mujica!
-¿Qué?
-El Pepe Mujica lo llamó!
-A quién?
-A Manuel, les estoy diciendo
-Y, ¿para qué…?
-Para dejarle el número de teléfono…Pero…
A Manuel se le volvió en enredar la cabeza. El Pepe Mujica? ¿Qué tenía que ver el con el Pepe…? Aunque…algo tenía que ver, porque…El Pepe una vez le había dicho que…¿Cómo que le había dicho si nunca…Pero él lo recordaba hablando…¿Cuándo? No sabía cuando ni siquiera dónde, pero el lo recordaba!
La mente de Manuel se dividió por unos momentos en dos que entraron a dialogar sobre la imposibilidad de lo imposible y la probabilidad de lo improbable…El conocía su vida y su vida no podía contener recuerdos que no eran de su vida. El veía las imágenes que recordaba, que no eran sólo imágenes sino conciencia de haber vivido eso mismo que mostraba la imagen. Haberlo vivido en cuerpo y alma y bebido de aquellas luces en el aire y los pulmones…
De pronto Manuel miró a todos y resuelto extendió la mano pidiendo el celular a la flaca.
-Está listo- dijo ella- Solo apretá el botón del medio
Manuel lo hizo.
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