viernes, agosto 18, 2006

44 - Lagomar era una fiesta.

Mucho tiempo después, no menos de quince minutos, los lugareños se apercibieron, es decir percibieron, que había sido el último grito, al menos por el momento, que se oyera salir por aquella ventana abierta a los pinos y el veranillo de Lagomar. Después fue el silencio. Silencio que se oía callar por los oscuros pasillos del monte y más allá de las altas dunas cercanas a la costa. Silencio que aunque cayado era nervioso en la tensa expectativa del vecindario que desde hace rato no habla ni apenas casi respira, por no coincidir con algún otro grito o vagido o sonido cualquiera que al fin venga a reiniciar el escandaloso concierto.
Porque en Lagomar no se hacían muchos espectáculos públicos ni carreras de embolsados u otros eventos culturales o deportivos, porque…Como por ahí cerca queda Montevideo, el que quiera ir que vaya… Ahora sí, si no estás dispuesto a viajar…¿Qué mierda hacés en Lagomar? ¡Fijarte en los vecinos! Por si pasa algo –que por lo general no pasa- ¿pero si llega a pasar? Si pasa algo, aunque sea de esas cosas que más o menos nos gustan, diremos entonces que qué barbaridad, ¿cómo es que se permite que pasen esas cosas? Y pasaremos después todo el tiempo pensando precisamente en esas mismas cosas y deseando que pasen con mucha mayor frecuencia…
Un silencio que amenazaba con volverse atroz y macabro, si se quiere, como esas películas que hay…Porque uno enseguida piensa: silencio es igual muerte, o algo así. Porque desde dentro del silencio puede brotar cualquier cosa. No sé si vos lo sabías. Ratones, anillos de oro o espantosos monstruos. Del silencio se han visto brotar horribles engendros y transatlánticos de cartón piedra…Dicen que todo el mundo salió de su propio silencio. Cuando el mundo no existía estaba en silencio y desde ese su propio silencio nació…

¡Atención nuevamente hay luz en la ventana! –la señal indicará las cero horas treinta minutos, pip- Parece que una imagen humana sin ropas se coloca de espaldas contra la ventana abierta pero adentro hay un espejo que la enfrenta y…sí, tiene tetas! ¡Es ella! Y lo que se escurre a los tumbos hacia la puerta ha de ser el flaco que va para el baño. ¿Ella qué hace, ah, se levanta los pelos con ambas manos y parece que se pone a contornear el cuerpo como si bailara. ¡Y ahora se da vuelt…Pero cierra la cortina justo, la muy degenerada, que ya se daba vuelta con las tetas al aire…!
¡Atención, silencio, han apagado de nuevo la luz…silencio por favor… escuchemos…nos parece que… estamos oyendo…. Un nuevo tipo de jadeo… más dulce y pausado… escuchemos…

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