Pero en eso de regresar hay muchos estilos diferentes. El de Cholo fue hacer bucles en el aire, sobre las casas de Lagomar y el Bosque. Tirarse en picada sobre el parador del Pichi hasta rozar las puntas de los pinos. Irse hasta la playa y detenerse sobre las cabezas de los pocos caminantes de la arena. Sobrevolar Gianastasio e ir bajando sobre el asfalto hasta el punto de detener el tránsito… Y todo sin mirar por ningún ventanuco.
Hasta que se decidió a terminar de regresar. La bola lo comprendió enseguida. Bastó con que el pensara en la caverna y visualizara la idea de penetrar la tierra y las rocas de abajo para dentro de su pecho la vibración se le acrecentara y le viniera un leve mareo que terminó justo cuando supo, sin lugar a dudas, que había llegado.
Al abrir la puerta lo recibió un cerrado aplauso y una decisión difícil de tomar. Qué decirle a Mandinga cuando pretendiera viajar en el primer vuelo al otro mundo. La bola daba para tres personas comunes y debía llevar a alguien que le ayudara a enfrentar las extrañas… ¡Claro, para Mandinga no serían extrañas…! Así que… Bueno, pero el otro tiene que ser liviano porque el que te dije pasa de los cien quilos! Magdalena …o Rulo, que no pesa mucho.
Estaban eufóricos. Le preguntaban todo al mismo tiempo sin dejarle contestar a nadie. Por eso sonreía como un Yuri Gagárin en la revista Unión Soviética del Carlos Chulman, pero con un encuadre más tipo Caras, ¡qué asco!
En realidad pretendía que se callaran para decirles que no había que perder tiempo -como él había hecho pero sólo un ratito. Les habría dicho si le hubieran permitido, que era hora de partir hacía las infinitas dimensiones del hiper-espacio a rescatar a un amigo injustamente atrapado por los esbirros de la dictadura cósmica que, en su obcecada ceguera de la inevitable marcha de la historia, insisten por todos los medios en poner escollos y entretenimiento en esa marcha que en realidad pasa por nuestras cabezas que van entendiendo cada día un poquito mejor, aunque envejeciendo en la misma cantidad que nacen nuevos cerebros con ideas en blanco y otros mueren llenos de pensamientos elaborados. Cosa que tal vez no les importara…
-¿Estás bien Cholo?
-(Claro que estoy bien ¡qué pregunta! ¡Por hacer el primer vuelo al otro mundo de la historia! ¿No voy a estar bien? Pero hay que salir ahora… no vaya a ser que ocurra algo, yo qué se.)
-Cholo!
-¿Y yo que se puede pasar cualquier cosa…un desperfecto….
-¿De que desperfecto estás hablando?
-Lo que sea. Tenemos que salir ahora. Yo digo que me acompañe Mandinga como vaqueano y Magdalena como compañera de Manuel.
Terminó de decirlo y ante el silencio que otorga, ladeó el cuerpo para descubrir la puerta a la mole no-humana y a la flaca que ya venían agachando la cabeza porque la puerta había quedado un poquito baja.
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
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199: Eligiendo tripulación.
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