Para seguir con el tema Cholo decidió acompañar al licenciado hasta el tanque de OSE. Salieron a paso largo porque era posible que ya estuviera llegando y se podía pasar de largo si nadie le gritaba. Tanques de OSE hay a cada quilómetro, todos iguales.
-Pero me dijiste que a Manuel lo llevaron varias veces para allá. Así que se puede.
-Ellos pueden venirte a buscar, en esas bolas que son naves especiales que se mueven en base a otra tecnología, a otra concepción del universo que nosotros apenas si sospechamos.
-Pero los científicos de la tierra ¿No sabrán algo de eso? La otra vez leí en el diario que un tal Paul Davies, un científico, tenía ya los planos de una máquina del tiempo…
-Me parece que lo que se necesita es algo capaz de meterse en otras dimensiones.
-Bueno, ¿no es lo mismo? ¿No era que el tiempo es una dimensión?
-Y… Preguntáselo a ese Paul Davies…
-Ja. ¿Sabés el teléfono?
Llegaron al tanque y empezaron a observar cada auto que pasaba. Los que venían entreparando, porque podría ser Pepponne mirando a la gente que lo pudiera estar esperando. A los que seguían de largo, porque podría ser que Pepponne se imaginara una meta mucho más adelante. Y a todos en fin porque ni siquiera sabían en qué marca de auto, color ni tamaño se iba a aparecer el secretario privado del Ministro Mujica.
Al ratito de mirar el partido de tenis de los autos, el Cholo se volvió a impacientar.
-Pero no nos podemos quedar de brazos cruzados!
-Mientras no se nos ocurra alguna idea…
-¿Y el abuelo de Manuel? Me contó que una vez lo rescató de una pirámide donde lo tenían prisionero. ¿Cómo lo hizo?
-Con una bola que le prestó un amigo de allá. El abuelo de Manuel está muerto…
-Sí, ya sé. Lo conocía… era un viejo medio loco que cuando no estaba inventando bromas se ponía a hablar de cosas raras… de cosas como estas que estamos hablando ahora.
-Entonces el tiempo le dio la razón.
-Pero si lo salvó, entonces no estaba muerto…
-Muerto y vivo son palabras. Como Dios y Diablo. Hay fuertes restricciones para que un “muerto” se aparezca por acá, pero cuando lo trajo, esa vez…aunque sea por un momento estuvo en el mundo de los vivos.
Del ómnibus de Copsa que se había parado enfrente bajó Pepponne con un rostro brillante por las novedades que traía en el portafolio y el alma desolada por la continuación del rapto.
-Traigo material abundante.
-Esperá, cuando estemos todos juntos nos contás.
Los tres cruzaron Gianastasio más apurados que lo que habían venido los dos. Pepponne entre resuellos tempranos, contó graciosamente las vueltas que había dado para despistar a los periodistas. El auto quedó a tres cuadras de Tres Cruces, frente a un edificio en el que había vivido del que se podía salir por el fondo.
A pesar de todo se sentía en deuda con algunos periodistas amigos a los que les había prometido información confidencial, sin pensar en el momento qué era lo que podría decirles sin afectar su obligada reserva…
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
(este blog concursa en "20 blogs" de 20 minutos)
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182: Preguntarle a Paul Davies
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