viernes, enero 26, 2007

194: Andate al diablo, Mandinga.

-Bueno te voy a dejar en paz, pero después que me contestes una pregunta.
-(¿Qué pregunta?)
-¿Vos creés que tus personajes son imaginarios?
-(Ufa, no me vengas con trabalenguas lógicos. Están gastados)
- No no. Si no me contestás en serio no te dejaré en paz. Y creeme que no es fácil engañarme.
-(Hasta en eso te parecés al Diablo.)
-No hables de lo que no sabés. Ni saques prejuicios de esa bola de mierda que tenés por cabeza. Al grano!
-(Bueno, vos sos uno de mis personajes y parecés bastante real.)
-¡No te las des de sutil…!
-(¿Acaso no te introduje yo en esta historia?)
-Está bien. La tomo como parte de una contestación. Pero mi pregunta era general. ¿Creés que todos tus personajes tengan tanta existencia independiente de tu imaginación como la puedo tener yo?
-(Sí.)
-Está bien, me cagaste.
-(Bueno, ¿puedo ahora ponerme a escribir tranquilo?)
-¿Y Manuel dónde está?
-(Ya contesté tu pregunta. Eso es parte de la historia y no te lo voy a adelantar. Siendo Mandinga, tendrías que saberlo. ¿No es que los dioses todo lo saben?)
-¡Taimado! Me provocas porque ya te diste cuenta de que nadie puede penetrar a lo íntimo de un espíritu si no es con su consentimiento.
-(Después hablamos.)

En realidad la bola, más que una bola se empezó a parecer a un huevo de ganso…muy grande y blanco y no tan alargado pero, igual estaba adquiriendo esa calidad de las cosas que se desean tocar al tiempo que ver. Faltaba lo que vendría a ser el techo, lugar por donde asomaba la cabeza de Julieta con expresión concentrada en lograr el acople perfecto entre una camada de tiras y la otra. Dengue con seguridad estaba en el acabado interior porque no se le veía…aunque de pronto una hoja de trincheta apareció desde adentro cortando un especie de cuadrado con los ángulos redondos. Sólo tres lados y se detuvo. ¡Era la puerta, seguro! Le estaba haciendo una solapa con el mismo material.
Rulo se acercó a decirle a Julieta que descansara. Los otros ya habían dejado de cortar papel y de subir a hacer más engrudo y de traer jarras de agua y de decir qué linda que está quedando. Ahora estaban haciendo pizzas, para variar.
-En una hora terminamos.-contestó ella.
Era una manera de decir que todo lo principal estaba quedando hecho. Faltaron por supuesto, un montón de detalles que se fueron agregando al proyecto sobre la marcha siguiendo las indicaciones del Cholo y de Ernesto, quienes no había dejado de rodear la nave de tanto en tanto y hablar entre ellos señalando y gesticulando para después volver a cortar tiras.

(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)

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