domingo, enero 07, 2007

175: ¿Funcionario del Ministerio?

Resultó ser que el Roque y el Dengue estaban allí en calidad de refugiados. Habían quedado en la casa de Manuel después que todos salieron a las corriditas para el monte. Y se habían seguido quedando, por hablar entre ellos algunas cosas, incrédulos de todo aquel juego de peligros y luces apagadas, hasta que un relumbre encima de la casa les hizo entender que les habían hablado en serio. Claro que entonces no sabían que hacer, si salir rajando o quedarse quietos atragantados de susto bajo la mesa, mientras pequeñas pelotas de luz recorrían la casa y desde la radio, que había quedado prendida en la estación de las cumbias, sonaban ahora canciones de navidad y música sacra. Cuando el relumbre, cesó corrieron a los tumbos por dentro del monte hasta el rancho del Cholo –era lo más cercano- que encontraron abierto pero sin el Cholo, al que esperaron casi sin hablar, al oscuro, tirados sobre el colchón en el suelo hasta que se quedaron dormidos.
El Cholo fue el que más se rió. Descargaba tal vez las tensiones que había soportado su cabeza que aunque abierta no era muy proclive a las fantasías ni a replantearse a cada rato su lugar en el mundo.
-Estamos prisioneros, carcelero. –Digo canturreando.
-Y a nosotros nos vinieron a buscar a casa unos tipos armados!
-¿Policías?
-De traje gris y pistola de esas grandes. Rompieron la puerta a patadas.
-¡A la mierda! Otra vez el tipo ese…!
-Sí era el mismo.-Afirmó la Magda.
-Esperá!-gritó Manuel cerrando los ojos y levantando una mano en diagonal como un juez de algún deporte que quisiera detener el juego. Su cabeza le tiraba flashes con una reiteración tan violenta y rápida que no llegaba él a recordar más que alguna foto de entre todas. Eran algunas desagradables como… Los cadáveres entre los hilos incandescentes en el incendio. Atemorizantes como…El arcángel Filiisdei tomándole el juramento sobre la pirámide. O recientes como el propio sorete del Ministerio muy metido en su traje gris, ancho de hombros y delgado…¡Como un ángel! ¡Sí! ¡Es un ángel vestido de hombre!
-Sí. Es un ángel vestido de hombre!
-¿Qué…?
Atropelladamente Manuel trató de hacerles entender que el tipo del Ministerio era un ángel disfrazado de hombre. Que él lo decía con conocimiento por haber estado frente a varios ángeles y que tenían ellos una cosa que era difícil de explicar pero que se sentía cuando la distancia achicaba. Una sensación de aplastamiento del pecho, como un desánimo, como unas ganas de no acercarse a ese sujeto o más bien alejarse todo lo posible.
-Es un rechazo natural que te sale de adentro…
El Cholo estaba atento.
-¿Un ángel trabajando para el Ministerio de Defensa?
-Según Mujica, -acotó la flaca- el tipo desapareció del Ministerio y nadie lo encuentra.
-Y se había registrado con tres nombres distintos.
El Roque logró preguntar por fin qué querían decir cuando decían ángel. El Dengue, con la naturalidad que da el no haber entendido nada le preguntó que cómo que querían decir y de corrido contestó que un ángel, un angelito de esos que vuelan y tiran flechitas a los enamorados. Cuando le dijeron que no era así y le explicaron qué era en realidad un ángel, el Dengue se asustó mucho. Porque una cosa es creer en esos niños gorditos que no le hacen daño a nadie y otra cosa…


(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n.1)

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