jueves, enero 04, 2007

172: ME VOY PARA CUSCATLÁN

Mandinga se estaba sintiendo cada vez mejor y recordó sus múltiples compromisos pendientes. Como despedida dijo varios buenos chistes y se aprestó a marchar para Piura, en el Perú, a una reunión de la Alianza Revolucionaria de los Antiguos Dioses, al Antiguo Cuscatlán en El Salvador y volver por fin a Bolivia para reunirse con otros amigos en Iruruqui. No fuera cuestión de olvidarse de ellos en los malos momentos.
Le preguntaron cómo pensaba trasladarse a esas lejanías en la noche y sin contar con una mísera bola de papel. Fue entonces que sus risotadas llegaron al mayor volumen.
-Ah…esto sí que es un secreto! –Dijo mientras aquello que él era se iba reduciendo al interior de un punto del espacio. ¡Matemático! –el punto- sin que se achicara empero el sonido junto con su actor, sino que quedó –el sonido- resonando en la inmensa bóveda de la Galería Máxima.
Cualquier otro, que no yo, atribuiría a aquellas risotadas que quedaban resonando en la bóveda bombeé, una intención enigmática y burlona. Pero no habría que olvidar que la frase fue bastante autoalusiva y…se…En cambio diría que la resonancia fue eso, nada más que una resonancia que quedó resonando sin ninguna pretendida ulterioridad responsable. Tubí or notubí. Resonando.
Los cuatro quedaron solos. Solos por no estar con ellos Mandinga a quién recién empezaban a valorar al alejarse y dejarles el hueco de una relación que era de esas que por lo general no se conversan… Esa cópula entre muchos que se conectan con uno que es el que aguanta todas las cabezas. Si vos no sos de nuestra iglesia no entenderás jamás nuestra conversación. Pero entre nosotros somos hermanos…
¡Estaban solos! No podrían usar más los guijarros ni las otras vías de comunicación! Los humanos habían sido abandonados por Mandinga y ahora temblaban atemorizados en su pobre condición expósita. ¡No había derecho! Tendrían que pagar su culpa los seductores que una vez logrado su propósito, abandonen a sus presas con el pretexto de la libertad individual…¡Los seducidos necesitan ser conducidos! Era allí, en la lucha por imponer las ideas del conductor que el conducido llega a su adoración y el conductor queda preso de su papel al que también venera. Eso al menos dicen. (Con lo que se viene a decir que lo único vivo y actuante es el sistema mismo que se va autogenerando y adaptando continuamente).
Habían quedado solos como cuatro individuos, juntos por casualidad a la espera de un tren, parados y desarrapados personajes de un dibujo de Brescia, sobre un triste andén nocturno, vistos desde las vías, sin texto y con mucha tinta, en ese instante de eterna contemplación de la revista de historietas…
Manuel comprendió que los amigos del otro lado habían o estaban cerrando la ventana. Sintió un amargo dulzor al recordar a su abuelo Abelardo, al que tal vez no volviera a ver y dándose vuelta hacia sus compañeros dijo:
-Tenemos que reunirnos ahora!
En la reunión reformaron los propósitos de la sociedad secreta Maquis de Lagomar y El Bosque. Ya no sería la “autodefensa de los terráqueos colateralmente agredidos por el conflicto cósmico” sino la “creación de una conciencia terráquea, independiente de los grandes dioses y, de hermandad entre todos los seres vivos, empezando por la propia madre tierra”. Ellos habían aprendido unas cuantas cosas. No necesitaban ser ateos para ser libres!



(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)

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