No llegaron ilesos a sobrevolar el techo de su casa. Antes, un brusco sacudón a la derecha, les sacó del tema que conversaban. Habían sido alcanzados, bien que de refilón, por algo que olía a incienso y resonaba en amenes. Apenas el roce de un rosario lanzado en abanico como si fuera una boleadoras de muchas piedras..Manuel hizo girar la bola un arco que comenzaba bajando y después remontaba a toda velocidad para cambiar de posición y poder apreciar la del enemigo. Eran dos de las grandes. Con la insignia del ojo dentro del triángulo. Arcángeles probablemente que imaginarían haber dado con una cobarde perdiz entre los pastos. Manuel Miró a la flaca que lo miraba en el mismo pensamiento y que también sabía que Cholo venía volando a la izquierda saliendo de similar maniobra. No fue necesario hablar, sólo hubo un clic al momento que una llamarada salía de la bola y daba sin más en la panza de la celestial carroza, despanzurrándola alevosamente a doscientos metros por encima de la casa de las hermanas Bronté a donde no llegaron a caer los pedazos porque la segunda bola de fuego, la que mandaba el Cholo con Ernesto y el Dengue, se encargó de barrer disgregando la basura como las luces de un fuego de artificio. Las otras dos tomaron altura para abalanzarse furiosas sobre los atrevidos, pero…Se quedaron con las ganas. Abajo solo se veían casitas asomadas entre los pinos.
Otra vez dentro del punto. Acababan de matar. Probablemente. Aunque en realidad no sabían casi nada de esos seres que viven en las siete dimensiones por tiempos semejantes a cientos de años. ¿Tendrían sangre…? ¿Serían personas? En el sentido de alguien que siente algo y que puede estar contento o sufrir. Mandinga había afirmado que eran clones de …¿De quien serían clones? Tal vez de nadie, hijos de un programa de computadora que tuviese el manejo de una colección de genes. Mejor así, pensarlo. Para poder seguir la lucha y desarmar otros cuantos angelitos hasta que por lo menos nos tengan respeto…¿Y si son personas…? Y si son como nosotros y están pensando que esa lucha se justifica porque aquellas de enfrente son las fuerzas del mal?
En ese punto se reconoció el tono lloroso del pensamiento de Dengue.
(¿Y si son como nosotros…?)
Alguien contestó.
(¿Y si son distintos…?)
Era natural. Que importaba tanto el parecido siempre y cuando fuera un ser sensible y con conciencia. Siempre es la guerra al distinto para que todos se quieran sentir iguales y portarse bien, no sea cosa que les acusen de distintos! Hay que comprar los mismos perfumes y comerse las mismas papitas con gusto a Kywi y si viene la guerra contra los enemigos del amor, apretar el gatillo sin remordimientos, que todo se hace por la gloria del amor. Podría ser lo mismo.. Ahora, hay que dejar sentado que ellos atacaron primero, esta vez, como las anteriores y que evidentemente no están dispuestos a dejarnos vivir. Sería una larga guerra durante la cual nos acostumbraríamos a contar las bajas a las risas de la misma manera que suponemos que hacen ellos. Pero si no los enfrentamos viviremos escondidos como los pequeños mamíferos en época de los dinosaurios, gorditos de lo que a las noches ratereaban, pero siempre ocultos y dispuestos a la huída. ¿Hay derecho? Nosotros no hemos (por ahora) intentado determinar lo que tenga que ocurrir en los cielos…
Resonó un pensamiento potente que interrumpió el río sonoro, era la voz de Mandinga.
(Están comprendiendo la verdadera naturaleza del problema!)
(¿Cuál?
(Entre los mandingas siempre hemos creído que la lucha no nos debe apartar de las cosas lindas de la vida, porque la lucha se hace precisamente para poder seguir viviendo así. Pero la lucha con un enemigo que no descansa ni disfruta de nada que no sea tu derrota, te obliga poco a poco a hacer lo mismo que ellos quieren, que te olvides del placer y te unas a su estilo de vida. Por eso hemos perdido todas las guerras. ¡Somos demasiado sentimentales!
No hay comentarios:
Publicar un comentario