Las tres bolas habían quedado estacionadas al fondo de la caverna, sobrando espacio para muchas más. Se veían un poco ajadas como mejillas de dama demasiado afecta a los maquillajes el día que se los quita. Pero enteras y orgullosas ronroneando ese rumor que las caracteriza y que sigue resonando dentro del cráneo de su dueño aunque se encuentre a varios metros de distancia. Ni que decir que ellas estaban concientes de haber salvado la prueba de enfrentarse a toda la tecnología del otro mundo apenas equipadas con materiales de descarte manipulados por artesanos de ocasión que a gatas habían comprendido el manual telegrafiado por el viejo Abelardo. Un aborto. Hubiera sido más probable que en el primer intento de vuelo se hubiesen estrellado contra las paredes de la otra caverna o que ni siquiera se hubieran enterado de las intenciones de los humanos. Es que hay en el universo voluntades desconocidas que muchas veces guían los actos y las manos de aquel que ha sido elegido para materializar una existencia. Claro que es libre! Su voluntad está integrada con la totalidad, que acepta acompañando la acción del protagonista con las consecuencias adecuadas, según las leyes de la causa y el efecto que solo funcionan porque el universo todo es una voluntad que por ahora está procurando mantenerse dentro de esas reglas que tal vez mañana deseche. Lo que nunca quedó explicado es para que servía esa lógica que no se podía aplicar a sí misma ni a estos casos y que sin embargo está escrita en la piedra de los cerebros para que el sujeto vaya descubriendo como verdad. Junto a los jeroglíficos policromados que hacen alusión a la libertad y la rebeldía como los atributos más admirables, pero que se borran y se vuelven a escribir distintos antes de que les terminemos de traducir. Que joder. Seguro que para que nadie pueda terminar obedeciendo a la orden de ser rebelde y con ello se introduzca en el laberinto de las razones y las sinrazones. Se agradece. Pero como te digo el sujeto X de alguna manera ha hecho un pacto con la realidad mágica de su entorno para poder hacer la acción A que necesariamente debería producir el efecto B -que es el que desea el sujeto Y- si es que las leyes del universo fueran L1,L2 y L3 y se cumplieran efectivamente. El pacto tal vez ya no sea conciente –como las reglas para mantenerse encima de una bicicleta- pero es la única manera que se me ocurre de lograr que la realidad esté avisada de las intenciones de sujeto X para preparar las consecuencias. Ja ja. Un mundo sin consecuencias no funcionaría. Sería una lista interminable de cosas y ocurrencias que no tendrían relación una con otra. O bien, si eliminamos la libertad, las consecuencias en vez de serlo serían parte de lo predeterminado. La hoja del cuchillo no es la consecuencia del mango aunque a un mango nunca le siga un medio conejo vivo.. Es como dijo Hamlet cuando lo tradujeron. Si con hacerlo quedara hecho…
viernes, junio 22, 2007
332 El Mango del Pensamiento
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