A Casimiro Pereira le habían pasado, por cierto que sí, innumerables percances durante su corta carrera policial. Hasta una vez se había cagado en el uniforme no teniendo otro qué ponerse media hora antes de tomar…¡Pero que se evaporaran los presos del calabozo, estando solo en la comisaría y sin otra cosa que hacer que leerse una y otra vez la misma revista de aquella pelea de Susana con el tipo al que le tiró con el… En la comisaría no podían ocurrir esas cosas a no ser que mediara algún “favor muy importante” que el prisionero hubiese hecho a la comunidad. Pero estos rayados que se cayeron del cielo en esa pandorga que quería imitar las bolas que aparecen…con ese Manuel que después de todo algo ha de tener para que la gente lo siga! ¿Y a estos pobres locos tendríamos que mandarlos al Vilardebó? Cuanto más se mandan más locos hay.¡ Y sí, yo los soltaba a todos! Hacer como cuando hacen sueltas de palomas y salen volando en ramillete aunque algunos apenas salen y se vuelven a los pies del que las soltó y tranquilamente picotean semillas que no existen. Ahí está, eso es lo que tendría que ser. Cada uno a su manera sin preocuparse si su manera se parece a la de algún otro! O es distinta a la de todos, como en mi caso, que no doy pie en bola con este oficio de mierda de milico que me merezco por no haber querido ir a la escuela industrial. Ya van para dos años…Bueno… y ahora qué mierda hago? No, hacerme el boludo, tan boludo no, ya ni lo creerían…¡Peroypordóndemierda salieron?! No sentí ningún ruido y si no fuera que me vinieron ganas de mear…Claro, el negrito chico ya hacía rato que no sollozaba… ¿Qué estarían haciendo? Ja, estarían haciendo macumba! Alguna brujería, porque---aquí no se ve nada roto ni hay ese olor que dicen que cuando el diablo, ja! ¿Y cuando vuelva el comisario, qué le digo? Me cago en Dios! Ahí está…esta puede ser mi oportunidad! Si me caga mucho a pedos o me manda al calabozo a mí…entonces… Seguro que además esta cagada me va a terminar de bajar el puntaje y el escalafón administrativo y la puta que los parió a todos! Me voy a la mierda y ya está! Ah, ahí viene el comisario.
-Señor Comisario, RENUNCIO.
-¿A dónde vas, Pereira?
-A disfrutar de la libertad. Hasta la vista.
-Eh eh, espere un poco mocito! Usted no ha dejado de ser policia! Venga para acá!
Rato más tarde, sentado en el piso del calabozo Casimiro Pereira daba vueltas sus pensamientos en círculos de causa y efecto. Porque había sabido antes de ser milico que no le podía gustar, de ninguna manera, como bien le había dicho su padre obligándole a pensar lo contrario… Un círculo, pensó que era, porque si hubiese obedecido no hubiera sido libre. Revelándose tampoco. Un círculo como el que veía ahora dibujado en el revoque de la pared con un diámetro suficiente para que si fuera un agujero, pasara un hombre corpulento por él. Vaya casualidad, en la pared que da al costado de la comisaría!
Se apoyó sobre el círculo para hacerlo deslizar como un… ¡Aquello quemaba! Retiró las manos y se quedó mirando. Era un círculo perfecto. Tan perfecto que no se puede hacer así un corte en la pared sin que se caigan pedazos de revoque! No se veían rajaduras ni la menor estría que separase la pared del tapón. Porque tenía que estar aquello cortado como un tapón cónico que encajase perfectamente y que una vez sacados los prisioneros se haya puesto otra vez en su lugar… milimétricamente, sin girarlo ni una milésima de grado y sin descascarar en el revoque ni una pizca de granito de arena! ¿Lastima que estuviera tan caliente! Porque si no…salía y lo colocaba por afuera otra vez! Y que el comisario le fuera a explicar al ministro del interior y a la concha de su madre!
1 comentario:
Hola Bosco:
Me pareció bunísimo buenísimo tu post, me tente de risa!!!
Me alegra muchísimo dar con un uruguayo por estos lares, te seguiré leyendo!
Un gran saludo desde Valladolid.
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