Salieron en busca de los otros para ver como marchaban las cosas. Encontraron a Magda en la mercería de Julia comentando asombradas la naturalidad con que la mayor parte de la gente había tomado los cambios. Todo el mundo quería poner a resolución los temas y opinaban como si siempre hubieran gobernado. Como lo estaban empezando a hacer en esta republiquita de 20 x 5 kilómetros, que era más o menos desde el Parque Roosevelt al arroyo Pando –Casi 100 Kms cuadrádos-pensó el Cholo. No estaba mal para empezar.
Manuel al contemplarla se dijo que no estaba nada mal la flaca. Y la flaca supo por esa sensibilidad de la piel a la mirada que Manuel la estaba mirando con deseo. Al fin, pensó Magdalena, si todo está en calma podemos volver a la casita. En serio vió que Manuel le estaba haciendo un sí, con la cabeza que asomaba por encima de los estantes. Y en los ojos ese brillo tan característico de cuando está pensando en eso.
-Vamos a hacer una recorrida y volvemos –dijo Manuel para decir que a la vuelta se iban para allá
-Aha…
Salieron los dos por esas calles a la pesca de que hubieran grupos de gente por algún problema o por que estuvieran haciendo algo de forma colectiva. Encontraron un premier grupo que debatía si era aceptable para la comunidad que el vecino, aquí presente, se niegue a poner el caño en la cuneta de frente a su casa porque alega que no le tiene simpatía a los caños y sanseacabó. No era problema de costo. El caño venía del corralón municipal. Ni de trabajo. Lo hacían entre todos. Pero lo curioso fue que los presentes consideraran con mucha atención el peligro de estar violando los derechos estéticos de un vecino en el caso de que le metieran a la fuerza uno de esos caños demasiados gordos para el tamaño de la zanja, que después queda más alto que la vereda y le hacemos un precioso caminito con piedras que sube y baja del otro lado. Otro grupo que vieron estaba tapando unos pozos de la calle que el municipio no iba a tapar nunca y nosotros nos pasamos la tarde tomando mate y mirando como por otro día más no tapan los pozos! Más allá se sintieron gritos de horror y alguien que corría, pero eran unos muchachos que jugaban con amigas a esconderse detrás de los árboles y salir Todo en calma.
Pasó una bola apenas por encima de los árboles. Sería Ernesto o el Rulo que fuesen para San José de Carrasco. Manuel quedó mirando el cielo con la imagen detenida de la bola al pasar como si fuese una inmensa luna de color apapelado y lumbre ténue que apenas se distingue de sobre el profundo azul del fondo y unas pequeñas estrellas que se ven. Lo encontró hermoso. Pero no supo saber por qué la hermosura que veía era tan particular, como si fuera más hermoso que la misma escena pero con la luna. Más hermoso no. Más…Más…
Como si fuera el descubrimiento de que tenés otro sentido, que no se parece a ninguno de los anteriores pero que te está enviando poderosas señales. Ese sentido le había indicado la escena anterior como particular y le había inducido al pensamiento de que aquello era hermoso, para retener la imaginación un poco más sobre lo mismo.
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
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