domingo, mayo 06, 2007

289: EL RAYO Y LA SERPIENTE

Se fue Ferrari carraspeando las cubiertas en el balastro de la banquina. Se fue el comisario despidiéndose con una extraña mirada, mitad saludo, mitad amenaza. Quedaron ellos en la vereda risueños pero pensativos, porque trataban de dilucidar pensando, el significado de aquella información que acababan de robar.
Por el extremo de la calle vieron venir al Dengue con Julieta retrasada que levantaba los brazos como para alivianar la panza y volar hasta ellos antes. Los iban a esperar, pero ya la mente de Cholo se encaminaba al callejón dónde el comité de base se tendría que reunir por rutina esa tarde. Como se hacía los jueves y hasta a veces sin tener de qué hablar. Comunicados de los gremios y proclamas que no llegaban ya a su destino censuradas por el pragmatismo en uso. No dejes volar tu ideas, pequeñoburgués romántico, y no pretendas el milagro otra vez de los panes y los peces. Hasta ahora. Porque ahora sí se iban a abrir las alamedas –quiera decir eso lo que fuere- y caminarían las gentes, codo con codo y la mirada clara a ocupar los puestos más altos de los estrados.
El Dengue llegó sin resuello y haciendo gestos de yatecuento esperó que la buena de Julieta terminara de descontar los cinco metros de la ventaja, se llenara los pulmones y se riera.
-Contalo vos.
Habían recogido las impresiones de todos los Maquis luego de los primeros encuentros con los vecinos. El ambiente estaba increíblemente preparado para recibir cualquier tipo de propuesta. La gente se mostraba inquieta y deseosa de llevar esa inquietud al plano de la acción. Se habían convencido de entender el mensaje que las bolas de papel habían dejado sobre las multitudes caminando por las calles. Reúnanse. Caminen. Ocupen los espacios públicos. Un nuevo tiempo ha comenzado!

-Fijate Manuel, que hasta Palomeque! –Exclamó Julieta- ¿Te acordás del viejo Palomeque sentado en la reposera abajo del corredor…? Bueno, cuando escuchó que con la Magda hablábamos adentro con su esposa de las bolas y los ángeles, se vino rapidito a proclamar su apoyo a los que están a favor del pueblo. Dijo que aunque sea cierto que estén forradas en papel de diario –como los huevos- era evidente que no pretendían otra cosa que juntarnos a todos y hacernos entender que el mundo nos pertenece. Que se inclinaba a creer que no fueran extraterrestres, justamente por el aspecto de cosa hecha a mano y que, de ser así, eso significaba que por primera vez las masas tendrían a su disposición el rayo y la serpiente que antes, en manos de los poderosos, descargaban su exterminio sobre todo brote de rebeldía.

(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)

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