Cuando se fue a bajar, los amigos le pidieron que se quedara un poco más para poder observar el portento que no era del estilo de Coperfield porque no había ni música ni tomas espectaculares de las cámaras ni cara de boludo mirando para el otro lado. Manuel se quería bajar sin saber el mismo como hacerlo y estaba flexionando las piernas para saltar cuando se dio cuenta de que debía bajar por el mismo método que había usado para subir… Era nuevo en esto, pero enseguida dio con una variante de lo que pensaba cuando salía volando con la bola. Imaginarlo. Esta vez imaginar que algo como un globo de aire que estaba debajo de sus pies se desinflaba por el simple efecto de su voluntad y listo. Claro que los amigos querían que les mostrase como lo hacía, que lo repitiera.
-No, porque van a descubrir cómo hago el truco! –les dijo Manuel a las risas y se fue a llenar el vaso de vino que alguien se había tomado. Recién entonces miró la mirada del Cholo en la que se descubrían rápidos y microscópicos relampaguitos de miedo que iluminaban casi las pupilas renegridas.
-No tengas miedo…Soy yo, Manuel.
-Ya…se….
Pero era más admiración que miedo lo que tenía. Fascinación. De contemplar a un niño resolviendo el más impenetrable teorema matemático que ha sido estudiado por cien sabios que por años no hicieron otra cosa que rascarse la cabeza. Y enseguida ponerse a entibiar la garganta con el vino que le va goteando levemente la remera, por suerte que roja, la misma que lleva puesta siempre. ¡Porque estaba seguro de que era la primera vez que lo hacía! Y ahí lo tenían enseguida de enterarse de que es capaz de levitar, tomando vino y jodiendo con los locos de la barra! No era un ser normal. A ningún escritor se le podría ocurrir pintar un personaje así porque… No existen personas así! Ni siquiera los personajes de las historietas! Esos poderosos que tienen también esos poderes, pero, nada que ver!
Esto era algo distinto. Un loquito que uno conoce de toda la vida, ni muy idiota ni muy genio, que de repente se te desata con un montón de poderes que ha mantenido bastante disimulados y pretende que vos lo tomes con naturalidad. Pobre Manuel! No ha de ser fácil estar en sus zapatos. Tiene miedo de que lo dejen solo.
Manuel se puso amoratado. Era la primera vez que le leía el pensamiento a un amigo sin pedir permiso.
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
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