Dio Manuel unos pasos a un lado y se quedó contra la pared, mirando en realidad de reojo los movimientos de sus compañeros que no notaban su vergüenza ni mucho menos su orgullo. Dos sentimientos que no había esperado sentir dentro del pecho, pero que ahora llegaban a destrozarle el corazón con una opresión espantosa. Tenía ganas de llorar y al mismo tiempo sus entrañas se agrandaban infladas por un viento de vanidad que le levantaban los pies de sobre el piso. ¡Ah, mierda! Que ahora veía claro aquello de que la vida no es otra cosa que el momento que se vive. Sin posibilidades de probar antes y después actuar. Sin tiempo para reflexión ninguna que siempre llega tarde y no sirven para el momento que sigue. Porque cada momento es una cosa nueva llena de accidentes y de necesarias decisiones. Acababa de dar un paso. El paso que todos esperaban para transformarse en un lider.(¡Qué palabra horrible!) El, Manuel Aquelarre, el pardito de la Margarita daba ese salto para ponerse sobre las cabezas de sus amigos los que le ayudaban a enfrentar de una manera inesperada a los poderes del mundo. Y bien…
-En una semana tenemos que tener todo el país paralizado.
-¿Y después?- Cholo se atrevió a preguntar.
-Después ponemos condiciones.
(¡Qué cosa más espantosa! Si conociera a alguien como yo nunca sería mi amigo.) (Pero es lo que hay, valor)(O lo que me ponen por delante para que no me quede más salida) (¿Y por qué yo?) (Eso, por qué yo?) (Qué puedo tener yo que sea distinto?)
(HOLA, MANUEL)
Manuel saltó alejándose de la pared como si esta le hubiese dado una descarga eléctrica, se agarró la cabeza con las dos manos y empezó a correr entre los otros, dándose contra la mesita bajo y desparramando todo lo que había en ella.
-¡No abuelo, dejame en paz! –gritó mientras se levantaba y enfilaba para aquel recodo de la caverna dónde Ernesto tenía instalado el bañó.
La voz le dejó por un momento de sonar dentro de la cabeza y él se sentó sobre el inodoro pensando en que ya eran demasiadas cosas las que tenía adentro como para todavía sentir voces…
-(¿estás bien, Manuel?)
-(… )
-(Estaba)
-(A mi me pareciste muy preocupado. Disculpame…)
-(¿Y vos cómo me estabas mirando?)
-( Ah… vine a lo de Germán y él no estaba…No pude resistir la tentación de mirar por este aparato que inventó y que funciona como si fuera el agujero de la cerradura.)
-(¿Qué…?)
-(Noo…Es un gran invento, sin duda…Un intercambiador de faces axión-taquión. Pero tiene un receptáculo de escena vertical, muy angosto y…)
-(Abuelo!)
-(Sí, Manuel?)
-(¿Ustedes me han estado manejando?)
-(Por qué decís eso…no. ¿Cómo te ibamos a manejar?)
-(Yo nunca quise ser lider.)
-(Es lo que yo digo…Si no querés…)
-(Pero ustedes me han ido llevando a eso, no?)
-(Nooo…Por el hecho de hacerte conocer la existencia de este segundo tiempo y de algunas otras cositas…seguro que te perturbamos los planes. No nos dimos cuenta al principio…Pero vos sos libre de hacer con tu vida lo que quieras!)
-(¿Y desde cuando es que intentan manejar mi vida…? Abuelo, no te oigo respirar…¡Abuelo!)
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
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