En los cuarenta últimos años el tipo se había vuelto más cobarde o testarudo. No quería volver a hablar de los planes de Abelardo ni de para qué le había heredado aquel juego de piedritas.
-Yo sólo cumplí con una promesa. Por favor, no quiero saber de nada con ese tema.
-Pero si sólo te pido que me cuentes qué esperaba de mí mi abuelo. Yo estuve hablando con él pero ahora no podemos seguir usando los guijarros…Es importante que digas algo.
Bosco sonrió tristemente, miró el pasto, apenas iluminado por el camino de luz artificial que venía de la casa. Empezó a hablar como para sí mismo… apenas un recurso de expresión lateral.
-Esta historia se sigue escribiendo desde otras cabezas. Uno fue mi gran amigo hasta la pubertad y el otro…Un escritor de vidas y de situaciones que yo admiré porque me descubrió a los ojos los similares sentimientos que anidan en las personas de muy diversos lugares y culturas. Como ahora se diría, me abrió la cabeza, aquella cabecita mía muy encerrada en este pueblo y que miraba al mundo como el lugar de las grandes hazañas y los hombres más grandiosos, cosas de las películas de coboys, trayéndome al centro de la cuestión humana, el amor, la tristeza, la amistad, la soledad… Derribando algunas dudas que aun me quedaban sobre la igualdad de los hombres…Pero esas son cosas que a vos naturalmente no te interesan…Vos querés que te cuente de Abelardo…
-Te parece que yo no pude entender lo que dijiste?
-Entender… No. Es que te ha faltado tiempo…me parece.
-Claro! Y como pensás que soy un guacho boludo no me querés contar lo que Abelardo planeaba con respecto a mí? Porque podría ser que eso alterara mi vida, no es lo mismo hacer lo que uno se siente inclinado a hacer, que hacerlo porque ya sabe que es lo único que va a hacer aunque quiera hacer otra cosa? Tampoco es lo mismo que él haya visto algo sobre mi posible destino, horóscopos o esas cosas, a que fuera él mismo quién quisiera escribir mi vida como si yo fuese un personaje de historieta. Yo necesito saberlo y si me están escribiendo que por lo menos se dejen de joder con las bolas y los ángeles que no me dejan en paz. O me van a tener como al pobre Eternauta dando vueltas por ahí. Por lo menos que a él también le escriban alguna aventura interesante.
-¿De qué estás hablando…?
-De mi abuelo, tu amigo Abelardo y su amigo Oesterheld, que no me han cantado la justa. Hasta me hicieron aparecer en la tapa de Hora Cero dibujado por uno que imitaba a Hugo Pratt… vos sabés de qué te hablo.
-Me enteré por internet…
-No te hagas el boludo!
-Pero muchacho. ¿Qué suponés…? ¿Que yo estoy en contacto con tu abuelo muerto? Esas cosas me dan mucho miedo, como a cualquiera y la historia para mí terminó el día que te entregué los guijarros…Han pasado cuarenta años!
-Y además no me querés ayudar.
Bosco ya se había dado vuelta y comenzaba a caminar cuando desde la casa se asomaron personas que le hablaban de continuar la fiesta. Manuel y Cholo se perdieron por la avenida, en dirección a la curva de la carretera.
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
narrativa
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217: Una expresión lateral.
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