La manera de hablar de Manuel impresionó más que lo que dijo. Especialmente sus allegados se sintieron de pronto frente a un docto discurso, que entendieron, sí, pero mediante el esfuerzo de pensar que tras esas palabras, escondido, por alguna razón agazapado estaba el que siempre habían conocido. El Manuel.
Al Dengue le temblaban los labios. Siempre había sido muy supersticioso, pero era la primera vez que frente a sus ojos se le presentaba un portento de los que mucha gente
se ríe. Una persona que se pone a hablar por dentro de la boca de otra.. Sentía miedo. Suerte que ahí cerca lo tenía al Cholo que es de fierro, al que consultó con la mirada en el sentido de preguntarle si a él le habían parecido tan extrañas las palabras de Manuel, como a él. El Cholo tenía cara preocupada. La voz de Manuel había sonado extrañísima y mucho más las palabras mismas. Había sido una voz cavernosa…¿Pero ahora por qué cambia tanto de cara y se rieee se leeeestá estiraaanddooo la geeetaaa…?
Manuel se cagaba de risa.
-¡Lo hice!! ¡Por fin! –y reventó los nudillos contra la otra palma. Abrió la boca hasta mostrar la campanilla pero queriendo tragar aire, tragarse el mundo en festejo de haber logrado que su mente se ordenara al servicio de un propósito consciente y conectara las imágenes de su abuelo aquel día cuando venían de vuelta con su pensamiento que buscaba una respuesta para darles a los doctos, ¿qué mejor que las palabras de Abelardo? transmitidas a la garganta para que reproduzca los sonidos de la memoria. Lo había logrado! Les debía una explicación.
-Ese era Abelardo, mi abuelo.
Margarita no se había desmayado porque hace como un siglo que nadie se desmaya, pero le faltó bien poco para caerse para atrás contra el costado de la puerta que fue lo que la detuvo. Aquello había sonado con todo realismo a un típico discurso del loco de su padre cuando la quería volver atea por la fuerza. Aunque no tanto como para irme de casa a los quince años. ¡Qué impresionante!
El Cholo tartamudeo:
-¿Cómo lo hiciste?
Hasta la flaca le había retirado las manos, sin querer, de debajo de la remera roja, cosa que nunca. Y ahora casi con distancia lo miraba.
-Se me antojó que si quería hacerlo…¡Yo qué sé!
-Manuel, no me cagués! Haber…¿cómo lo hiciste?
El Cholo casi le metía la nariz encima, estaba serio, mucho más serio que cuando en el comité de base dijo aquel discurso defendiendo la anarquía ya, o algo así. Pero ahora el Cholo está preguntando en serio y habría que decir verdad, hermano…¡Cómo si fuera tan fácil! – Fácil no es pero la mentira también te complica-¿Y decirlo se creen que es fácil?-¿porqué va a ser difícil?-Bueno, decilo vos- ¿Cómo decirlo?-¡Claro que lo digas! Si te parece tan fácil decilo!-¿Y qué era lo que había que decir?
-Siempre quise hacerlo!
-¿Y te salió de golpe perfecto?....Ma…nuel!
Le podría mentir que se había pasado tiempo probando cuando nadie andaba cerca,.Pero no le podía mentir al Cholo…
-Bueno… Yo soy medio loco. Aprendí a manejar mi pensamiento de otra manera.
-¿Cuándo, aprendiste?
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)
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