El tema se interrumpió porque Ernesto y Giorgionne les hacían señas de que se acercaran de nuevo. A ellos les preocupaba que los tipos del gobierno que vinieron a buscar a Mujica hubieran sospechado que aquel huevo de cinco metros que descansaba de panza sobre el pastito del frente pudiera tener algo que ver con el extraño rapto del ministro. Claro que Dengue con Magdalena se habían apurado a pintarle unos soles, unos corazones y unas caras sonrientes con restos de pinturas sobradas de los trabajos y hasta habían clavado en el suelo dos molinetes de cartulina, pero igual. No fuera a ser cosa que vinieran después a requisar los materiales sospechosos.
-¡Es…que eso que están viendo ha de ser más importante que lo que todos nosotros pensamos! –sentenció el licenciado.
Cholo contestó que a eso lo habían hecho ellos y que si lo llegaban a robar podían volver a fabricar todos los que quisieran. Con la técnica del Dengue para tejer botellas y las manos Julieta…Y mientras lo decía se le helaban los pelos de las sienes, mirándolo a Manuel al que no sabía por qué se lo imaginó de pronto al frente de una enorme flotilla de bolas que se perdían lejos entre las nubes. Parado arriba de la primera, se lo había imaginado y casi levantando el brazo derecho para señalar el sentido de la marcha, que era la marcha de la instauración de la anarquía de origen divino, avalada por el “verdadero” con un guiño que todo el universo conocido hizo en el momento convenido por anticipado para que significara un sí.
Ernesto y Giorgionne en cambio temían a dúo estarse imaginando el verdadero futuro cuando veían oscurecerse el sol por una armada de bolas con estrellas pintadas a los lados -las estrellas del bando X- y allá todavía debajo del horizonte imaginación 2 con otra flotilla igual pero con las bolas pintadas con una luna nueva en el costado –las lunas del bando Y- avanzando al encuentro de los otros para aniquilarlos!
Lo que se imaginó Manuel cuando tomó conciencia de que se podían fabricar muchas bolas… mejor dejarlo para otro momento.
-Tendríamos que encontrarle un lugar seguro…la caverna…
-Claro, la caverna!
-Pero no podríamos entrarla…
Cholo largó la risa diciéndole a Manuel que no había pensado en llevarla hasta allá sino que ella los llevara a ellos. Manuel entendió.
-Entonces vamos ahora!
-¡Solo tres conmigo que soy el piloto!
Se sortearon dos asientos con el viejo método de los palitos. El Cholo hizo el sorteo y capaz que lo trampeó porque salieron Manuel y la flaca. Casi un viaje nupcial con un cochero negro que bromas aparte condujo sobriamente la bola hasta el piso de la Galería Máxima donde todo estaba como lo habían dejado, restos de comida y almohadones, tiras de plástico y de papel…
-Los dejo un rato solos y voy a buscar otros dos…total esto no gasta nafta!
Cholo cerró la puerta de corredera y se ubicó en el lugar justo que su sensibilidad le indicaba (vamos bolita, ahora atravesemos la pared) Sintió enseguida el aire mojándole las orejas en la tentación de ponerse a hacer piruetas sobre los pinares y la costa, de allegarse a la vieja casa de Pando donde suponía que pudiera estar aquella única mujer que verdaderamente le había importado sin importarle que fuera bastante mayor y casada con familia, su profesora de historia. Sólo con sobrevolar la casa iba a saber si seguían allí sus ojos cuando se quitaba los lentes para mirarle parado dando la lección y ella haciendo apenas alguna correcciones menores con su voz cálida de hablar uno junto al otro.
-¿No es así?
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerl desde el post n.1)
narrativa
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212: BOLAS X e Y
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