A la madrugada comieron galletitas con paté, aceitunas asomadas en mayonesa, fetas mutuamente arrolladas de queso sanguchero con salame y un vaso se vino. Después galletitas con queso, aceitunas con pegotes de paté y fetas de salame untadas con mayonesa, más el segundo vaso. Continuaron con galletitas a la mayonesa, aceitunas envueltas en salame y mientras degustaban el tercer vaso de vino fue que probaron el queso con paté. Todavía sintieron ganas de seguir con los platos y los hicieron ya que eran muchas las combinaciones que restaban sobre la mesa tentando los ojos.
A la madrugada rieron largamente y sin sentido. Se señalaban uno al otro como quién señala algo muy ridículo o divertido y reían…
A la madrugada se volvieron a acariciar y besar aun con la boca llena de migas. Pusieron música y bailaron semidesnudos recordando la primera vez, en aquel cumpleaños veraniego en el aire libre de la noche. Bailaron ahora en la estrecha cocina, pegando las caderas contra la mesa y las rodillas contra la silla hasta que la flaca quedó casi sentada sobre la mesa y las piernas abiertas…
Cuando terminó de salir el sol ellos dormían en un revoltijo de frazadas y sábanas sobre los dos colchones puestos en el suelo rodeados de championes y calzones y vaqueros. Dormían semitapados formando una movediza X que por momentos intentaba encontrar una mejor posición para descansar los cuerpos.
Al mediodía dentro de la casita todo era silencio aunque de a poco se iban filtrando los sonidos y voces que desde la calle producían los vecinos yendo o volviendo del almacén.
-¡Qué noche, doña Aurora! ¡Qué noche que nos hicieron pasar esos! Le garanto que en todita la noche no pude pegar un ojo! Con esa joda que tenían y esa música. Y lo peor, que no se le fuera a dar por mirar por la ventana para adentro! Porque ah, ni le cuento! Yo que miré por casualidad un ratito, para ver nomás qué era que pasaba con tanto escándalo…Me encontré con que lo que ahí pasaba era una danza de esas del demonio que se ven en las películas…!
-Yo nunca he visto una danza de esas que usted dice, vecina.
-Ah no? Son esas danzas en que las mujeres se van sacando la ropa y tirándola como el siete de velos y los machos bailan como chivos desnudos con guampas y todo, a los saltos como queriendo montar a las mujeres.
-Ah, no me diga!
-Por eso le decía doña Aurora, ¿sabe lo que es aguantarse eso todita la noche?
-Bueno, yo con el finado Eusebio…
-No. Le decía aguantarse sin dormir escuchando cada gemido, cada deslizamiento de los cuerpos desnudos y encendidos de calentura y usted… ¡usted no quiere escuchar esas cosas horribles que además no le deberían importar porque se trata de la vida ajena pero…Hacerlo de esa manera la obliga a una, porque es imposible no atenderlo, ¿se da cuenta?
-No. No me doy cuenta de por qué usted dice que lo hacían de una manera…¿De cual manera…?
-Ah, doña Aurora…¡Es que lo hacían como los dioses!
A las tres de la tarde llegó el Rulo golpeando la puerta con los nudillos primero y después a las patadas. Gritaba “soy el Rulo, abrime, despertate que tenemos que ir a comprar los materiales” hasta que por golpear la puerta, la puerta se abrió sola y enseguida se asomó Manuel envuelto en una toalla a lo tahitiano y no entendiendo nada desde sus ojos lagañosos.
-¿Qué pasa?
-Pasa que te olvidaste que teníamos que ir a levantar los materiales con el carrito.
-¿Materiales? ¿Qué materiales? Ah, sí los materiales… ¿Era hoy que teníamos que ir…?
-Dale, lavate y vestite…Hola Magda! Estabas ahí?
-Sí, durmiendo. Gracias por despertarme viejito rezongón.
-¡Y yo qué sabía!
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