Antes de que Rulo y el vendedor, por tanteos sucesivos, se fueran aproximando a la “verdadera” pintura acrílica, ya un viejito que desde el principio estuvo probando la calidad de las palas poceras, le había tomado por el brazo y apartado con señas de sigilo y secreto que no fueron suficientes para que Magda no se diera cuenta de que se trataba de alguien disfrazado.
-He encontrado algo que parece ser un mensaje para nosotros! Tenemos que reunirnos mañana. Ya le mandé un correo a Giorgionne…
Manuel se soltó casi con brusquedad cuando no terminaba de quitar con la imaginación el disfraz a aquel anciano para que le restara por debajo el mismísimo Ernesto Federico de Oliveira encorvado a voluntad y fingiendo un parkinson de parodia carnavalera. Enseguida tuvo la ocurrencia de plantear un tema distinto.
-Quiero presentar unos socios nuevos.
El viejito carraspeó.
-Bueno… No hay antecedentes pero… pienso que tenés que presentar sus fojas y esperar a lo que decida la mayoría…
-¿Si consigo que alguno de ustedes me apoye?
-No te olvides de que somos una sociedad secreta.
-¿Sociedad secreta?
-Sí, estamos entrando en una nueva época de sociedades secretas.
-Bueno…
¿Cómo podría ser una sociedad que fuera secreta? ¿Socios que no se conocieran y que sólo se comunicaran por teléfono? ¿Cómo podrían confiar unos en otros? ¿Cómo sabrían el número de teléfono al que tenían que llamar? Se necesitaba mucha inteligencia para imaginar algo así!
Cuando volvió junto al mostrador el dilema de la pintura ya estaba resuelto y sólo restaba pasar por el costado de la barraca a retirar todos los materiales. Rulo estaba satisfecho.
-Nos hicieron descuento por contado y todo!
Salieron cinchando del carro cargado que entre dos era liviano. Magda se ofrecía para ayudar con la pértiga de caño pero no era necesario por lo menos en las primeras cuadras. Se encontraron con el Dengue que salía del boliche de Luque con una caja de vino.
-¡Hola gente…! Che. Muchas gracias por lo del otro día! Me ayudaron pila… Bueno, aunque a mí ya no me puede ayudar nadie… ¿Podés creér, Magda, que el Roque desde ese día no me habla más? Y mire que éramos amigos! De toda la …¡El Roque era mi hermano, hermano! Y ahora ni me mira. Seguro que me lo merezco pero… ¡podría perdonarme…!
-Tenemos que llevar esto, Dengue, -dijo Manuel temiendo el diluvio de palabras. -¿Sabés qué? Te invito para mi cumpleaños… También voy a invitar al Roque, así que si querés le podés hablar ahí…
-¿Cuándo, che?
-Yo te aviso.
Siguieron con el carro que poco a poco iba pesando más. De pronto Manuel hizo señas de parar.
-¿Ustedes saben lo que es una sociedad secreta?
Magda se acordó del liceo. Siempre le había quedado la intriga de cómo sería ser miembro de una de esas sociedades que se imaginaba de gentes hablándose todo el tiempo al oído.
-Si en el liceo vimos eso.
-¿Ah sí? Bueno, explicame cómo es eso del secreto. ¿Cuál es el secreto?
-El secreto es quiénes forman parte de la sociedad…
-¡Claro!
Rulo interrumpió.
-Che, ¿y si seguimos? Quiero volver enseguida con Julieta.
-¡No jodas, Rulo! Ahora vos también estás metido en esto.
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