sábado, junio 07, 2008

548. Hijo de su hija

Quedaba claro que la mujer no era tonta ni estúpida. Había procesado por si misma un montón de matices contradictorios, y algunas incoherencias gruesas, y llegaba ya a la conclusión irrefutable de que ellos no podían ser tan comunes y al mismo tiempo tan sabios en tecnologías de avanzada. Aunque a las cosas les llamaran por sus nombres vulgares, se les veía dominar conceptos tan sofisticados como la no localidad de algunos fenómenos, que una vez Abelardo explicara mientras agregaba queso rayado a su plato de tallarines. La pregunta conllevaba claramente el rechazo a cualquier contestación de pretendida inocencia.

Sin embargo, Margarita no esperaba enterarse de estar ante malos sujetos que escondieran sus propósitos por saberlos deleznables. Todo lo contrario, se sentía cada vez más exitada por dar los primeros pasos al comienzo del resto de su vida. Correr el riesgo que conlleva la libertad, de encontrarse con cosas que despierten angustias y temores largamente dormidos. Ni por un momento recordó las prevenciones que sugiriera su padre por el tema de los posibles espionajes que algún poder omnímodo pudiera ardenar a sus ajentes.

-Somos de Lagomar pero venimos de otro mundo... es decir...

No parecían almas en pena ni astronautas caídos fuera de zona, parecían simplemente lo que habían contado ser...

-...de este mismo mundo pero en dimensiones paralelas...

Claro que ella tenía vistas algunas escenas de películas fantásticas en el televisor del almacén, que hablaban de cosas como la contracción del tiempo, pero... ¡Ciencia ficción! Claro eso era. Estos muchachos podrían ser fanas de la ciencia ficción y haber aprendido de ahí, pero...

-...un mundo igual a éste, donde están otra vez cada una de las personas, pero que las vidas... no son del todo iguales.

Un universo plural quería decir, como esos de Copenhage y... Bueno que visto así no parecía tan truculento.

-...allá hay otra Margarita Goiticoechea...

Fantástico. Ahora se iba a enterar por boca de este muchachito pitoniso de la existencia de otra existencia suya!
(No hubiese podido negar que la curiosidad trepó rápidamente hasta el tope).

-...y otro Abelardo Goiticoechea, mi abuelo.
-¿Tuu...?
-Abuelo. Yo soy hijo de su hija...
-...de su hija...
-...Sí, de la Margarita Goiticoechea de allá...

Margarita perdió la sonrisa. Una fuerte punzada de dolor hería su sensibilidad más profunda. No se creía merecedora de una tan triste burla y menos por parte de aquellos por los que había anidado sentimientos maternales.

-No me resulta gracioso.
-Te está diciendo la verdad! -terció Magda- ¿No vez acaso que tiene tu misma nariz. Tu mismo perfil y que mira igual que vos revoleando los ojos ?
-Hay mucha gente parecida...

La voz se quebró cuando la boca de Manuel llegaba a besar cariñosamente la mejilla, mientras Margarita susurraba apenas su duda de cómo podría ser todo aquello realidad. Un hijo. Ya grande, con compañera... Hijo de ella aunque no de este cuerpo... Tal vez... también ese tipo de cosas existan.

-Si nos sentamos te puedo contar...

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