domingo, junio 08, 2008

549. El nombre de tu padre

Juntaron las tres sillas que eran suficientes y arrimaron las velas sobre el escritorio, para poder volver a ver las anotaciones de Abelardo, en apoyo lógico de todo lo que iban a contar. Era importante relacionar los sistemas de codificación con la secuencia de letras de la palabra Manuel, que por suerte había sido la primera, también esa vez, en ser interpretada. Ya habían visto ellos que la palabra había sido entresacada de una secuencia mayor de caracteres, por la obvia razón de que era la serie de símbolos que cada tanto se repetía. Seis signos distintos que se sucedían en el mismo orden y que habían sido reconocidos como patrón. Todo comenzaba allí. Después habría venido la pregunta natural sobre qué cosa representarían esaos signos, que podrían ser letras formando una palabra, una palabra que diera sentido al texto. Algo importante. Una cosa de la que allí se estuviera hablando o...una persona...
A Margarita ya no le quedaban dudas de que lo contado era algo vivido. Trataba de imaginar ese mundo donde otra ella había tenido ese hijo con un hombre probablemente moreno. Esa otra Margarita que tal vez aquella noche de tantas dudas no se hubiese tomado el ómnibus y vuelto sola desde la fiesta de las llamadas, y haya seguido la joda con sus amigos de la comparsa de negros tamborileros.. .Veinti pocos años atrás...

-¿Y tu padre quién es...?.
-Un negro mandinga.
-Te pregunto por su nombre...
-No estoy seguro... Eso no lo se.

Margarita comenzó a reír de un modo un poco compulsivo, de a tirones que la sacudían hasta llevarla a arquearse en la cintura, para entonces sí reírse con toda la potencia de su voz.

-¿Así que al final lo hice no más? -dijo entre las risas- ¡Aunque fuese en el otro mundo pero lo hice!

Magda cuchicheó al oído de Manuel que dijera más claramente quién sospechaba que sería su padre. Manuel alegó del mismo modo no estar seguro de nada y Magda se calló.

Margarita percibió el tironeo.

-¿El nombre de tu padre es un secreto...?
-No, no es que sea un secreto. Es que no puedo saberlo... ella misma, la de allá, no lo recuerda...
-Un encuentro casual ?
-Probablemente.

Claro. Eso era muy coherente con sus ideas de libertad sexual nunca practicadas de forma continua. Lo multiracial, lo anónimo, lo prohibido... Dejarse llevar por el deseo en bruto sin preguntarse cómo ni por qué. El éxtasis de la danza, la orgía de las emociones. La materia que llama a la materia y festeja su razón de ser en plena felicidad.

-No era de acá...?
-Parece que no.

Ahora dejó de reír. Estaban hablando del padre del muchacho... Tal vez ...

-Perdoná la risa.
-No te preocupes, tuve varios padres. Abelardo en primer lugar.

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