miércoles, abril 02, 2008

505, Peter Pan

-Para empezar te quiero contar que un día... alguien me llevó hasta un pueblo llamado Guichón y me mostró la casa donde vos habías vivido tu infancia...

La mandíbula de Abelardo terminó de caer.

-Conocí a una persona que se llama Bosco y que me dijo haber sido tu amigo. Tu gran amigo y compañero en eso de imaginar posibilidades fabulosas.
-Sí, Bosco...
-Él decía no saber cómo era que yo había sido llevado no sólo a tanta distancia sino a tantos años para atrás, porque era el año 1967...
-¿Pero, qué decís Manolito?!
-...En ese momento Bosco parecía tener mi edad. Mi misma edad de ese momento. 20 años.
-Tenés 22.
-Fue hace dos años...
-Pero si eso fuera así... ¿Por qué nunca me lo dijiste en estos últimos dos años?
-Yo acabo de llegar. El que vos veías era otro Manuel. El manuel de este mundo. El que ahora ha de andar metido en grandes lios sin entender que se encuentra respirando el aire de otra realidad.
-Parece una historia de "El Hombre Ilustrado", ¿cuando la inventaste...? Bueno, está bien, no te enojes. Es que todo me parece tan increíble...
-...
-Seguí, seguí Manolito.
-Bueno, al parecer quienes me raptaron y llevaron hasta allá fueron... Germán Oesterheld y... un amigo.
-¿Oesterheld? ¿Germán Oesterheld! El guionista de historietas...! ¿Sabías que yo intercambiaba correspondencia con él hasta poco antes de que lo desaparecieran?
-El mismo. El mismo que tenía la idea de fabricar una nave que dasafiara las leyes de la física... Seguro que de eso hablaban en las cartas...
-¿Cómo lo adivinaste? ¡Es cierto! Yo le comunique varias ideas audaces y el me devolvía dibujos y esquemas de funcionamiento... Un día... en una carta, se puso a divagar conque sus personajes seguramente serían seres reales de otra dimensión y que le llegaban por algun misterioso medio que no se podía imaginar pero que demostraba la posibilidad de contacto entre los mundos paralelos...
-Ves. Ves que es como te decía? Todo eso existe.

Ahora el silencio fue largo y compartido. El tórax de Abelardo se llenó involuntariamente de aire y todo él se aquietó sobre el respaldo de mimbre. No exhalaba ni dejaba de mirar a su posible nieto de la otra dimensión. Este muchachito travieso que ciertamente parecía ahora (ahora que le observaba detenidamente) un tanto más serio y preocupado de lo que nunca le hubiera visto. Una historia truculenta, la que se acababa de abrir frente a su vida después de preserbarla durante décadas de todos los posibles desvíos que su afiebrada mente le había tentado a seguir. Allí estaban todas juntas la teorías y las alucinaciones. Frente a él, encarnadas el su propio nieto, que ahora, como un Peter Pan moderno aparecía extendiendo la mano para llevarle de viaje al mundo de las posibilidades infinitas...
Apenas musitó:
-...esto es una locura...




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