lunes, abril 21, 2008

517. ¡¡ NO SE TOQUEN !!

Fueron un para de minutos tensos, de espeso silencio, que como dicen, se podría haber cortado en rebanadas, con alguna cimitarra filosa manejada por un brazo enérgico. Se buscaban, recorriendo las dos miradas dobles las imperceptibles huellas de la identidad, que encontraban casi siempre del lado contrario, sin advertir que no se estaban mirando en ningún espejo...
A dos metros de distancia volvieron a tomar aire. Aflojaron poco a poco la pierna de apoyo y.. nerviosamente insinuaron una doble sonrisa idéntica. El recién llegado por último decidió saludar.

-Nunca me habían dicho que tenía un primo. -Extendió la mano.

Pero cuando Manuel empezaba a hacer lo mismo fue que al grito unánime "NO SE VAYAN A TOCAR", saltaron Abelardo y Miguel, interponiéndose entre las dos manos.
El grito hizo que Manuel recordara la anterior advertencia de Miguel, pero Manuel, en cambio y hasta la misma flaca volvió a sentir de nuevo esa sensación del principio cuando el Abuelo había salido del galpón con tanto cuidado de cubrir la abertura de la puerta, como si... Y la actitud de Margarita...

-¿Qué está pasando aquí?

De pronto no le pareció más que fuera posible que dos primos se pudieran parecer hasta tal extremo. Aquello debía ser un truco... Un actor convenientemente maquillado,... una ilución óptica...
Manuel, en cambio, apartó con las manos a los dos temerosos veteranos. Ya se había convencido de que lo que habían estado por hacer no implicaba peligro. No era capaz de explicarlo, ni encontraba razones para estar seguro, pero se acercó de golpe a su otro yo, y con la mejor de las sonrisas llegó hasta él para abrazarlo.
Por supuesto nada ocurrió. Apenas el reconocimiento de sutiles diferencias. Manuel usaba perfume más fino, pero Manuel parecía poseer un poco menos de masa corporal. No usaban la misma pasta dental. Uno con remera roja, el otro con camisa a cuadros. Los dos igualmente mulatos.
Claro que enseguida Manuel quiso saber la razón de tanto misterio y entonces, fue Manuel quién ordenó con una mano en alto que los otros le dejaran hablar a él. La bajó frente a los ojos de Manuel y le pidió que colocara la suya en paralelo.

-¿Ves, son absolutamente idénticas!!
-¿Y por qué...?
-Porque somos la misma persona...

Manuel se rio. Obvservó socarronamente a toda la rueda y metió las manos en los bolcillos como para esperar resignado que la broma llegara a su término, total, lo único que tenía que hacer era ir hasta la casa de este Ernesto Olivera que acababa de salir del galpón. Por lo demás, ya conocía lo inclinado que era su abuelo a dejarse llevar por extrañas historias, al estilo de las que tenía coleccionadas en los viejos cajones llenos de revistas.

-¿Estás pensando en aquella de Mort Cinder, no?

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