martes, abril 15, 2008

513. Elegante Sport

Ya estaban entre los tres limpiando el galpóncito para instalar el astillero allí, cuando los latidos de un motor de explosión retumbaron en aproximación sostenida. Miró Manuel por la ranura de la puerta y vió aquella estampa conocida, envasada en elegante sport, de Ernesto Federico de Oliveira e Souza llegando en su impresionante Harley Davidson con sidecar y todo. La máquina parecía otra desde el brillo renovado de sus bronces y el apresto del capitoneado cuero de gato milanéz. Ernesto no.

-Visitas para vos, Abuelo.

Por cierto que Abelardo largó por lo bajo algunas maldiciones antes de tirar al suelo la pila de cajas que pretendía trasladar en conjunto. No había cosa que le embolara más que la conversación de su amigo Ernesto, cuando no tenía tiempo para la paciencia, como lo dijo, tal vez queriendo decir lo contrario, o alguna otra cosa que no era momento de averiguar. Miguel sonrió y Manuel abrió la hoja procurando quedar fuera de la línea de tiro cuando Ernesto , que ya había apagado la maquinaria, transitaba a largos pasos la distancia hasta el feliz cumpleaños deceado a su amigo. Lo hiso sin percatarse de la presencia del muchacho, pero sí de la de Miguel, el tercer contertulio del club Lagomar y organizador incansable del comité de base.

-¿Trabajando juntos...? ¿Qué están por organizar?

De pronto a Abelardo la bronca se le trastocó en humor y, con gesto adusto, le contestó que nada que ver con actividades políticas. Que ahora se iban a dedicar a los viajes espaciales y a todo tipo de investigación científica que les condujera al aprovechamiento del la energía del propio espacio para producir aceleraciones. En ese momento Ernesto vio a Manuel que se había quedado entretenido en revisar una pila de revistas que estaban dentro de un canasto. Le saludó y preguntó si por fin iba a hacerse cargo del trabajo que le había encargado. Se lo preguntó, pero mirando a Abelardo como preguntándoselo a él, junto con la curiosidad de saber cual era la verdadera actividad que se desarrollaba en aquel lugar entre personas tan dispares. Su viejo y loco amigo de tantas charlas especulativas. El químico farmacéutico Don Miguel Apolinario Figueroa... y este muchachito jardinero que tan pocos jugadores le quedaban en la cabeza. Uno, alocado poeta de la ciencia. El otro un ortodoxo materialista y... Pensó que allí estaba pasando algo raro y sin atender lo que Manuel le estaba contestando se dispuso a cambiar de tema.

-He estado pensando en la propuesta de ustedes en el comité para incluirme en la lista de diputados...

Abelardo largó la risa.-Esas ya son cosas del pasado! Para qué seguir en la lucha si ahora el candidato va a ser Astori... ¿No viste que ni siquiera acompañó el boicot cuando se aprobó el TLC con los yanquis...?
Miguel entró al ruedo:
-Nunca va a ser lo mismo. No te olvides de que somos una fuerza de izquierda donde lo que importan son las bases...
-A Sí, las bases, las bases... ¿Sabés dónde se va a meter éste las bases si llega a ser presidente?

Ernesto se sintió incómodo. Su viejo loco amigo estaba mostrando una actitud que no le conocía. Como un entusiasmado adolescente estaba arremetiendo contra el mundo a golpes de pecho y de palabras a toda voz. Qué decir palabras, aquellos gestos y además que seguía haciendo ahora, como de mandarlos a todos a la mierda...
En eso asomó la cabeza Margarita por la ventana. Se había comido dos horas en la parada del ómnibus sin saber que había un paro del transporte. Ahora tenía hambre pero, ni por mucho que tuviera pensaría en comer carne de animales asesinados. Iba a cocinar arroz integral con lentejas

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