domingo, abril 27, 2008

522. Paparruchadas

Después de un rato Manuel confesó sus dudas acerca de que tal vez el inconveniente estribara en la reducción de las dimensiones. Las cuerdas cortas no podían dar la misma nota que daban las largas, a no ser que estuvieran mucho más flojas... Claro que a ellos les habían quedado tan flojas que en realidad, en vez de vibrar, colgaban flácidas de sus extremos. Le escuchaban como quien oye llover y hasta Miguel, que ante los argumentos había estado confirmando con la cabeza, prefirió quedarse callado antes que de dar razones a lo que no las podía tener. ¡Cuerdas vibrantes tomadas de un circulito de alambre flaco! Techo sostenido por tres alambrecitos que cruzaban. No. La lógica era la lógica y las leyes de la física eso. Que una cuerda no puede estar tensa sin transmitir esa tensión al elemento que la sostiene, que la tiene que aguantar por lo menos haciendo esa misma fuerza en el sentido contrario. En vez de círculo de alambre tendría que ser de barilla de acero, ese y todos los otros círculos y óvalos que sostenían las tensiones... Con lo que el enorme armatoste multiplicaría su peso por cien...
Ya iba de vuelta llegando a Gianastassio, Miguel, acompañado de un silencioso Ernesto, cuando esto último iba pensando, enojado todavía consigo mismo por haber tenido tamaño momento de credulidad idiota. Justo él.
Ernesto suspiró y con eso llamó la atención de Miguel quien creyó que nunca le había visto tan triste. Quiso saber el motivo y con eso tal vez apartarse de su propio abatimiento.

-¿Qué te pasa Ernesto, te noto muy callado...?
-Es el muchachito este... el nieto de Abelardo que hoy de tarde lo he tratado mal por no comprender que... aunque no sea cierta esa historia de los mundos paralelos... de todas maneras no es un simple loco, en primer lugar existe, lo que ya es todo un portento.
Miguel preguntó qué era lo que quería decir con esa exaltación de la existencia y Ernesto replicó que si no le parecía portentoso que existiera por segunda vez. Miguel cayó en la cuenta y tuvo que reconocerlo rindiéndose a la evidencia de que ese muchacho, por muy rayado que estuviera, era la prueba viviente del límite del conocimiento científico...
-Abelardo ya me había estado hablando de él, es decir del hermano, pero no los conocía... Abelardo tiene inventado un sistema astrológico basado en la estadística con el cual hizo una carta natal del nieto, que coincidía con otra hecha en base a la información de Buda...
Miguel le interrumpió para acotarle que ya debería saber su opinión sobre todos los sistemas de astrología.

-Un montón de paparruchadas cuyo único mérito es ser antíguo.
-Pero si se basara en datos objetivos?
-Objetivos te pueden parecer los datos de Buda, por ejemplo? Todo lo que se diga de Buda tiene encima por lo menos dos mil años de mentiras acumuladas...
-Bueno, mirá... Te puedo decir que de ese estudio Abelardo había concluido que el muchacho iba a tener características extraordinarias
-¡Pero este es otro muchacho!
-No importa... Aunque fuese así, mirá qué destino, tener que encontrarse con otro que es él mismo. Que se sepa a nadie le ha ocurrido.
-¡Y por qué decís que es el mismo. ¿Porque él lo afirmó...? Podría ser un... hermano mellizo... un...
-No jódas. Hasta Manuel se dio por vencido. No podía evitar que el otro se le metiera en la cabeza.

Paso a paso habían doblado en Gianastassio y ahora caminaban la tarde noche, alumbrados de vez en cuando por algunos autos, hacía el puente -ya no pasaban omnibus- y tácitamente se iban acompañando...

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