martes, septiembre 26, 2006

78 - La Cueva de los Tucu Tucu

-No podés renegar de mí. Estoy en cada célula de tu cuerpo y te puedo contar la historia de nuestra especie.
-¿De qué especie?
-De la humana… Vos y yo ¿no somos humanos, acaso?
-¡Pero yo no soy tan negro!
-¿Y eso qué importa?
-Perdón. Era una broma.
-Por lo menos no haz perdido el sentido del humor.
-Soy humano…
-¡Eso!
-Bueno, pero ¿para qué me hiciste venir?
El primitivo protestó primero y después se puso a dar confusas explicaciones para convencer a Manuel de que no tenía nada que ver con su hundimiento, de que probablemente se había parado justo encima de una cueva de Tucu Tucu semi tapada, de las que abundaban por esos montes y que con frecuencia se derrumbaban por la poca consistencia del terreno arenoso. Según él la franja costera de Canelones se había llenado de unos Tucu Tucu gigantes que cavan galerías suficientemente amplias como para dar cabida a un cuerpo de hombre corpulento, cuanto más a uno como el de Manuel!
-¿Pero qué clase de Tucu tucus es esa?
-Y… son los descendientes de unos Tucu tucus radioactivos que tenían hace años en la Facultad de Ciencias, para experimentos, y que cuando se metieron los milicos, se les escaparon de las jaulas y les ganaron las calles. Especialmente se hicieron fuertes en los baldíos de la ciudad vieja, en un primer momento.
-¿Y por qué crecieron?
-Son mutantes… ¿no entendés? Son como nosotros que somos una mutación.
-¿Y van a seguir creciendo?
-Ah, no sé. ¿Qué me preguntás a mí?
-Me haz estado enseñando todo el tiempo. Más que un primitivo parecés un profesor…
-Bueno… Eso de primitivo fue por decirlo de manera que me entendieras pero, para decirte otra verdad a medias, más verdadera que esa, te tendría que decir que soy la memoria de la especie.
-¿Cómo vas a ser una memoria? ¿Un recuerdo?
-La humana es una especie. Las especies son como los individuos que tienen una batería de reacciones instintivas que le sirven para sobrevivir y reproducirse. Bueno… aparte de instintos, la especie, como los individuos, tienen memoria de todas las peripecias por la que ha pasado. Esa memoria aparece en algunos individuos esparcidos al azar en el espacio y el tiempo. Se los reconoce por poseer una particular sabiduría para asuntos concernientes a muy pocos temas, así cómo una extrema torpeza para todo lo demás. Pero eso no importa. Yo soy uno de ellos. Guardo en mi cabeza buena parte de la historia humana. Errores y aciertos, es decir sabiduría.
-Pero si sos un hombre primitivo ¿cómo podés saber lo que ha pasado no hace mucho tiempo?
-Ya te dije que no soy un hombre primitivo. Me visto así por gusto y vengo a esta cueva por un ceremonial al que estoy condenado de por vida por tener el honor de ser un Mem. El ceremonial me permite mantener viva la memoria y consiste en ponerla en movimiento. Porque todo lo que se detiene, muere.
-¿Entonces no vivís aquí? ¿Vivís arriba?
-Vengo una vez por semana.
-¿Y por dónde entrás?
-Por la puerta.
-¡Nunca sentí decir que hubiera una cueva en El Bosque!
-Por supuesto. Nadie sabe dónde está!


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