jueves, septiembre 21, 2006

74 - El Diablo Ríe, el Abuelo Transa

Manuel lo tomó con paciencia. ¡Tantas cosas le estaban pasando! Y ahora el diablo.
-¿Qué pasa?
-Tengo que decirte un par de cosas. Primero, que tu abuelo está con nosotros…
-¿Nosotros…?
-Sí, nosotros. El Diablo, Belcebú el Demonio, por decirte algunos de los nombres más conocidos.
-¿Me decís que mi abuelo se fue al infierno?
El diablo hizo resonar su carcajada -una carcajada diabólica, se entiende- por las oscuras oquedades del bosque, asustando a los cuises, a los aperiases, a los tucu tucus y otras tantas criaturas de Dios que lograron poblar nuestros montes artificiales, monótonos como cementerios militares norteamericanos.
-Oye niño, oye. Ja ja! Oye…
-¡Me decís que ahora está con ustedes…!
-¡No me hables del infierno y todas esas tonterías! Niño. ¿Todavía te chupás el dedo?¿ No te avivaste de que ese viejo loco al que ustedes llaman Dios los ha estado engañando todo el tiempo?
-Yo no creo en Dios.
-¿Y en el diablo?
-Tampoco.
-¡Eh, de qué te las das…? Aunque… está bien que vos creas en lo que quieras creer mientras no sea en el tarado…
-¿Tarado?
-El Dios ese de ustedes, que exige que le chupen las patas por toda la eternidad a cambio apenas de un seguro aburrimiento.
-Yo qué se de dioses, tendrías que discutir eso con otra persona.
-Para, te estaba diciendo que…en segundo lugar estamos teniendo algunos problemas de comunicaciones, ya te habrás enterado por tu abuelo…
En ese momento se sintieron en la oscuridad algunos compases de Piazzola metidos en un montaje de música electrónica.
-Sí, algo me dijo…
-Bueno, resulta que él te legó un equipo de comunicaciones muy sofisticado, QUE ES IMPERIOSO QUE APRENDAS A USAR!!
Dicho eso el diablo desapareció de la vista en un último resplandor violeta y la oscuridad volvió al bosque y al corazón de Manuel que latía como un tambor que se fuera refrenando para llegar al fin a detenerse. Estaba metido en un embrollo, ahora lo comprendía! Habían bandos, distintas intenciones que sobrevolaban por encima de su cabecita que como el más frágil de los huevos huecos amenazaba con hacer cric y partirse sin preocupar a nadie. ¡Lástima no poder hablar con el abuelo. En él sí confiaba pero, ahora le había salido con que no le podría llamar más porque era muy caso, o algo así. Aunque, ¡allá no debería haber dinero!
-No lo hay, no. Pero todo se paga,…Igual todo se paga…
-¡Hola! Entonces ahora sí estás muerto?
-No, sigo vivo, pero te explico. Yo estoy en San José de Carrasco, encerrado en mi casa, la que vos conociste, con un montón de aparatos, casi todos de mi invención, con los que he conseguido vencer la barrera del tiempo para las comunicaciones. Pero al hacerlo me vi forzado a reconocer que me enfrentaba a un poder desconocido que vuelta a vuelta destrozaba mis queridos aparatos… Así que tuve que transar, poner todo bajo la supervisión de ellos y restringir mis comunicaciones en cuanto a temas, lugares y épocas…
-¿Quiénes son ellos…?
-Dios, el Diablo… y un montón de agrupaciones menores.

(debe leerse siguiendo el orden numérico de las entregas)

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