miércoles, septiembre 13, 2006

69 - No me cuentes el futuro.

Decidió seguirlo. ¿Qué iba a hacer encerrado en esa casa? Se asomó en la puerta y vio que ya iba cerca de la esquina. Ni bien doblara iba a salir tras él, no quería ser visto… Dobló!
Era la calle principal, 18 de Julio por supuesto, como después confirmó al leer el cartelito mientras se escondía detrás de un tronco de árbol para dejar que Bosco avanzara hasta una prudente distancia. Disimulaba ante los transeúntes como si estuviera haciendo algo serio detrás del árbol ahora, de una vieja cachila enseguida u otra cosa cualquiera que le sirviera de reparo. En la esquina de la plaza Bosco dobló una cuadra a la izquierda y volvió a doblar a la derecha por la avenida de las palmeras en los canteros, que resultó ser Artigas y tenía bastante crecido el pasto –observó Manuel mientras se aguantaba entonces tras un plátano gordo de la vereda, planeando cruzar para seguir la persecución del otro lado, alejado de toda sospecha.
Bosco parecía distraído en su tranco pachorriento, caminando a trechos por la vereda y a trechos por la calle. Incluso cruzándose más tarde hacia el cantero y caminando por él una distancia de tres palmeras, bajar al bituminoso a seguir en diagonal hasta colocarse en la misma vereda que Manuel unos veinte metros adelante. Saludar a alguien frente a una ferretería que había en la esquina, dónde comenzaba un cuesta abajo y seguir por delante de un hotel, Argentino, según el letrero, en cuya vereda descansaba un grueso paraíso semi deshojado y seguir por la vereda de la siguiente casa, larga y descolorida, en cuya puerta entró luego de subir el escalón.
Manuel, que venía recién llegando al hotel, se encontró con una muchacha que salía de allí a la que se le ocurrió preguntar si conocía dónde vivía un tal Bosco que le habían dicho que…
-Ah, sí –contestó ella medio sorprendida- Vive aquí al lado… Pero vos no haz de ser de Guichón, no…? Aquí todos nos conocemos…
-Soy de Lagomar…Así que lo conocés…
-¡Claro! Si es mi vecino. Golpeá en aquella puerta alta que capaz que lo encontrás
-Y vos, ¿cómo te llamás?
-Elena.
Estaban hablando cuando por el zaguán indicado reapareció Bosco y se largó a caminar en dirección a ellos. No le gustó ver a Manuel y trató de ignorarlo cuando por fin se dirigió a la muchacha.
-Che Elena. ¿No han tenido noticias de Carlos?
-Hasta ahora no, pero vas a ver que viene. Siempre viene para su cumpleaños.
-Le habrán dado la baja, no?
-Se supone que sí… Pero mirá, este muchacho te andaba buscando.
Bosco miró a Manuel con expresión de “a vos te mato” y tomándolo de un brazo lo separó para hablar aparte. Primero se detuvieron junto al cordón de esa tan ancha vereda pero cuando ya la conversación se iba poniendo más animada, cruzaron las calles de la avenida y fueron al otro lado, alto y desparejo, pasto a sentarse junto a una entrada cubierta de vegetación por todos lados que parecía una gruta verde.
Para Bosco la cuestión era poder convencer a Manuel de que se dejara de preguntas y de persecuciones.
-Loco, yo no quiero saber más nada con este asunto! Estoy demasiado loco así nomas como para seguir metiéndome con el tiempo y esas cosas! Te pasé las piedras de Abelardo porque era un juramento que había hecho, pero ahora me salgo de todo, antes de que me lleven al manicomio…
-Claro. Vos y mi abuelo me meten en esto y ahora me abandonan veinte años antes de haber nacido.
-Ya te vendrán a buscar… Y si no vienen… Supongo que podrás volver por tus propios medios…
-Volver al 2006 ? Por mis medios me llevaría… 39 años!
-Es cierto. Pero yo no te metí en esto… ¡Y no quiero que me cuentes nada! ¡YA NO QUIERO CONOCER EL FUTURO!!

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