-Hasta dentro de dos semanas -respondió Manuel mientras salía sonriente del consultorio del licenciado Giorgionne a reencontrarse con la flaca y el Rulo y pedirles disculpas por la tardanza.
-Che, se hubieran ido, ¡todas estas horas esperando!
-¿Qué horas, si no estuviste adentro más que un rato!
-... claro!
-¿Y qué te dijo?
-Lo que yo les había dicho. Está todo bien.
-¿Pero y lo del auto dentro de casa?
-Me dijo que eso se llama Amnesia Alotópica, en griego. En español es lo mismo que ya les había dicho. Que hay dos memorias que se mezclan mal, quedan desordenadas y entonces una se te viene encima de golpe y quedás confundido.
-Pero, ¿y si te vuelve a pasar?
-Me mandó unas pastillas.
-¡Ah, bueno!
Enseguida la charla se interrumpió por un chaparrón intempestivo, de esos que te mojan en serio. Corrieron hacia el refugio de la parada de ómnibus confundiendo a un conductor del transporte colectivo que venía llegando con su unidad. Se confundió al verlos correr y detuvo el coche. Se puso a esperar unos metros pasada la parada. Ellos ni se percataron y el conductor al ver por el espejo que se sentaban en el refugio creyó que lo hacían por no caminar diez metros y estalló en puteadas. Puteadas que ellos no oyeron por el ruido del tránsito y por haberse puesto a conversar otra vez.
-Che Manuel… Ya que estás bien, mañana podríamos ir a la barraca con el pedido de materiales.
-Ah sí, cuando me levante me voy para tu casa.
Rulo adivinó que lo que la flaca decía al oído de Manuel era que debería haber dicho “levantemos”.
-Ya está parando, podemos cruzar.
Cruzaron Gianastasio medio corriendo porque todavía garuaba con amenazas de irse a mayor. Del otro lado se separaron del Rulo con saludos para Julieta y ellos se largaron a caminar abrazados, porque abrazados querían estar aunque aumentara la lluvia sobre sus cuerpos y resbalaran sobre el balastro sus patas sin que pudieran mantener el equilibrio y dieran con el cuerpo en el fango justo cuando la lluvia arreciaba sonando sobre los cráneos de cabellera chorreante porque el mundo se hacía de agua dejando muy poco aire para respirar por el beso profundo, linguado, paladeado y lamido, con deseos de tragarse al otro, ese que les servía de alimento…Pero un auto pasó muy junto a ellos que se sentaron bajo el chaparrón, algo atemorizados y miraron, cuando el vehículo terminó de pasar, al otro lado de la calle, el boliche de Luque, en cuya puerta parada, una señora les estaba mirando y se hacía en la sien ese tirabuzón con el índice que quiere decir que estás loco. ¿Locos, apenas por darse un beso linguado bajo la lluvia torrencial y revolcarse por el medio de la calle?
Manuel registró aquella escena de la mujer a la distancia haciendo el estás loco para ellos sentados en el fango, embarrados y enamorados… y pensó. No , no es que haya pensado, en realidad sintió, que sin dudas aquella señora debía de ser bastante estúpida.
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