Quedaba en pié una duda. ¿Si todo no fuera más que producto de su desquicio mental? Junto con lo anterior, lo otro y lo otro… Ahora, si estaba loco ¿cómo era que pensaba que tal vez estaba loco? Porque los verdaderos locos piensan que los locos son los otros. Y él…Él dudaba.
Al ver la columna de vapor que salía de la caldera se levantó a llenar el termo. Era una cosa bonita hacerlo despacio para mirar cómo cae el chorro de agua bien formado haciendo ese giro a lo largo de la caída que… ¡Se quemó! Se quemó la mano que agarraba el termo cuando el chorro erró la abertura y se derramó por la barranca escabrosa de plástico por fuera y por dentro de vidriera. Como los de antes. Antes de comprar tres termos seguidos, de esos chinos de acero inoxidable y la puta madre que se destemplaron los tres!
Pero las piedritas sí existían. No bastaba con pensar que todo lo ocurrido en las bolas y en los lugares que lo habían llevado había sido locura porque terminaban sobrando las piedras La locura tendría que ser total. Las piedritas no deberían existir y él simplemente estar imaginándolas todo el tiempo! Para estar loco debería estar loco del todo. Todo el tiempo, incluido ese mismo instante en el cual ninguna locura ocurría … ¿La locura acaso no era un estado en el que todo lo que ocurre es locura? Entonces… Si esto fuera una locura…No! La locura no podía ser tan igual a la cordura…¡Deberían ser diferentes!
Fue a buscar la bolsita y la puso sobre la mesa, como la bolsa de las monedas de oro de algún cuento. Recordó que su abuelo le había dicho… ¿Cómo era...? Sí. Que no jodiera con aparatos… y esas piedras eran… para comunicarse. Una especie de aparato para comunicarse, en principio con el propio abuelo. Pero el abuelo ahora nada quería saber con esas cosas después de haberlo mandado al pasado a buscarlas y hacerle enseñar con otro… que no le había enseñado un carajo, le llamaba desde la cabeza para darle consejos… ¿No sería que el pirado era el abuelo, pobre viejo? Tantos años de seguir viviendo después de muerto le habrían podido joder el cerebro…Pero igual, loco y todo, se había logrado meter en su cabeza!
Sintió un ruidito que salía de la bolsa y Manuel maquinalmente la sacudió con lo que dos guijarros escaparon por la boca y se pusieron a bailar sobre la mesa. Baile, pausa de subibaja y baile. Volvió las dos piedras a la bolsa y colocó el tablero. Sacó ahora con la izquierda un guijarro, sintiendo una fuerte vibración eléctrica entre las yemas de los dedos. Lo fue llevando sobre el tablero y sintió los pulsos rápidos que le fueron llevando al lugar adecuado donde lo dejó. Sacó un segundo e hizo lo mismo y hasta un tercero que costó un poco, porque dos guijarros fueron rechazados por sus compañeros del tablero que cada vez que lo veían venir se corrían saliendo de sus lugares. Se formó por último un triangulo puntiagudo hacia atrás, en el centro del tablero y los tres guijarros quedaron bailando en sus lugares. Era una danza perfecta!
-MANUEL, ¿QUÉ HACÉS AHÍ JUGANDO? ¡Se te va a hacer tarde para ir a la policlínica!
Eran el Rulo y la Magda que venían a buscarle.
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