-¿Te dieron número de asiento?- preguntó enseguida Manuel al licenciado, quien lo quedó mirando sin entender –Porque a mí no me han dado nunca y la otra vez me cagaron por no tenerlo… Aunque no estuvo mal.
El licenciado comprendió enseguida que era inútil contestarle, no le iba a oír desde el otro lado de esa rafia gelatinosa, parecida a la plastillera que había, instantáneamente formado un huevo alrededor de Manuel y ya se lo estaba llevando por sobre el cielo de la nave. Tuvo miedo el licenciado al quedarse solo ante aquello.
(loco de mí, dejarme dominar por las fantasías inconscientes!)
En cambio Manuel iba tranquilo a pesar del escaso espacio que tenía en el huevo, canturreando D’ont Warry Be Happy y fijándose en los bordes de sus championes para ver cuánto de desgastados estaban y dejando mientras tanto que el huevo siguiera hacia su destino que era meterse con el suyo propio…
Pero ahora Bosco recuperaba sus colores al tiempo que se terminaba de sentar en el sillón y Manuel percatándose del cambio de escenario sonrió preparándo el inicio de la conversación interrumpida.
-Ya volví… No sé si te diste cuenta que me habían llevado…
-Ah, ¿y para qué volviste?
-Porque te olvidaste de enseñarme a leer los mensajes…¡y a escribirlos!
-eso lo vas a aprender solo. Yo no puedo, mañana me voy de este pueblo al que no voy a volver por muchos años y también mañana viene un gran amigo que vuelve de hacer el servicio militar en Argentina y tenemos que vernos para pasarnos las pistas para encontrarnos en el futuro…
-Dame por lo menos alguna idea.
-A ver…¿qué te puedo decir?... Bueno el número más importante es el cinco… ¿Sabés algo de matemáticas, vos?
-Ni mierda!
-Yo tampoco pero… El cinco es para los objetos lo mismo que el diez para nosotros…
-Lo máximo, Maradona.
-¿Qué?
-Nada, seguí…
-Vos contás hasta nueve y vas escribiendo los números… ¿Te los imaginás?
-Más o menos. ¿Del uno al nueve?
-Sí…Y cuando querés poner el número que sigue, tenés que escribir un número con dos cifras…
-Claro.
-…que es el diez y que se escribe con un uno y un cero…
-¿De qué pelotudeces estás hablando?
-Bueno. ¡Ta, dejalo! Olvidate de eso… me voy, loco!
-¡Pará! ¿Y yo qué hago?
-Por esta noche podés quedarte en esta casa. Yo mañana me voy y tengo que dejarla cerrada y llevar la llave.
-¿A quién le llevás la llave?
-Eso no te lo voy a decir, es otro juramento…Chau loco. Tratá de ver que vas a hacer si no te vienen a buscar…
Bosco se fue y Manuel quedó en la penumbra de la casa cerrada pensando en su extraña situación y… juntando bronca con ese tipo que después de haberlo traído para enseñarle el asunto de las piedras, ahora le dejaba en bolas, sin enseñarle nada y todavía con ese aire de sabelotodo que le había dicho:”¿sabés algo de matemática, vos? “ ¡Blanquito pelotudo!
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